Alameda de Hércules: Islantilla en Sevilla

El paseo ajardinado de albero más antiguo de Europa acabó convertido en un sucedáneo de paseo marítimo tras la reforma realizada en la etapa de Monteseirín

El coste de la reurbanización se elevó a casi 12 millones de euros y no a los 8,3 millones en que se ha cifrado ahora

Los arquitectos eliminaron las rejas que desde 1876 protegían las columnas del vandalismo y luego ha habido que gastar 57.000 euros en reponerlas

PSOE, Adelante y Vox tumbaron en el Pleno la moción de Ciudadanos encaminada a recuperar el espíritu original de la Alameda

Se dice que a Sevilla, para ser perfecta, sólo le falta la playa. No tiene playa, es cierto, pero sí un paseo marítimo o, para decirlo con más propiedad, un sucedáneo de paseo marítimo que recuerda al de Islantilla en la costa de Huelva y que es fruto de la reurbanización que de la Alameda de Hércules se realizó durante los mandatos de Monteseirín. Sevilla disponía hasta entonces en la Alameda de un antiguo -el más antiguo de Europa en su género- y original paseo de albero, evocador de tiempos renacentistas, pero la fiebre «modernizadora» de Monteseirín lo convirtió en un vulgar paseo pavimentado más, similar al de urbanizaciones y municipios del litoral andaluz (Benalmádena Costa también). El grupo municipal de Ciudadanos lleva denunciando desde hace dos años la degradación añadida que sufre este espacio público y ha pedido en el Pleno del Ayuntamiento que se acometa una profunda reforma del mismo, pero de momento no ha conseguido éxito en su loable empeño.

 Ya en diciembre de 2019 el portavoz de Ciudadanos (Cs) en el Ayuntamiento de Sevilla, Álvaro Pimentel, reclamó “un plan integral urgente” que acabe con “el estado deplorable” en el que se encuentra actualmente la Alameda de Hércules. En este sentido, lamentó que “una década después de su reurbanización” el bulevar esté “completamente abandonado” por parte del gobierno municipal, con “grandes deficiencias” en cuanto “a la limpieza de su pavimento” y “a la preocupante conservación de su mobiliario urbano”.

Pimentel, que visitó entonces la Alameda de Hércules acompañado por el concejal Lorenzo López, puso el acento sobre “la falta de limpieza” del bulevar, en el que “la mugre se acumula en el suelo y en los bancos” que, además, “están llenos de pintadas y grafitis”. Una situación que también se reproducía en “las estructuras habilitadas para dar sombra”, en las que “incluso se ha desprendido parte de una cornisa”. Así, criticó que “la imagen que los turistas vean de la Alameda sea la de un lugar en estado de abandono, sin conservar, y muy deteriorado en su conjunto”, algo que “se agudiza tras los fines de semana”, incluso “con vómitos y restos de botellas y cristales repartidos por el suelo”.

Álvaro Pimentel (a la derecha) y Lorenzo López, durante su visita a la Alameda de Hércules en diciembre de 2019

El líder de Cs en el Consistorio hispalense se refirió también a la situación del arbolado de toda la Alameda, “con numerosos alcorques vacíos” y “árboles secos y abandonados”. Además, “en otras zonas las raíces habían acabado por destrozar el pavimento”. Junto a ello, denunció “la decadencia” de los locales municipales, de los que “apenas quedan -afirmó- tres o cuatro quioscos abiertos frente a una mayoría que están sin uso”.

Pimentel exigió al alcalde Espadas que defina “cuál es el modelo que quiere para un lugar histórico como la Alameda”, que “debe dejar de ser un parque temático -afirmó- pensado para el turismo y el ocio” para “volver a ser un espacio más amable y habitable, a la altura de los que los vecinos y los sevillanos se merecen”.

SUGERENCIAS DESOÍDAS

Pimentel volvió a la carga sobre la Alameda de Hércules en un par de ocasiones en abril del año en curso (2021), cuando anunció la presentación de una moción ante el Pleno municipal en la que, entre otros, pedía su completa reurbanización.

“Ha llegado el momento -expresó- de que la ciudad se replantee el modelo urbanístico de la Alameda de Hércules”. En este sentido, advirtió que “la degradación crónica que padece el bulevar, unida a la proliferación constante de grafitis y pintadas y al mal estado de conservación del mobiliario urbano, representan la constatación de que el proyecto de transformación del espacio fue totalmente erróneo y fallido”, ya que “más de una década después de la finalización de las obras de remodelación no se ha cumplido ni de lejos con el objetivo principal de transformar estos terrenos en un espacio público de alto valor patrimonial histórico”, que permita, además, “el impulso definitivo al necesario desarrollo de toda la zona norte del Casco Antiguo. Más bien se ha conseguido todo lo contrario”.

Pintadas por doquier en la Alameda de Hércules, tal como denunció Ciudadanos

Pimentel estimó que “la situación actual de la Alameda de Hércules no hace otra cosa que evidenciar que el proyecto ejecutado no ha solucionado los problemas existentes”, posiblemente porque “el resultado final se apartó de sus valores originales”, a pesar de que “la ciudad invirtió algo más de 8,3 millones de euros en estos trabajos”. Es más, recordó que, según denunciaron en su día los propios vecinos de la zona, “el diseño definitivo obvió algunas de las aportaciones que realizaron los sevillanos dentro del proceso de participación ‘La Alameda que te gusta”, impulsado por la Delegación de Participación Ciudadana que gestionaba por aquel entonces Izquierda Unida.

Además, “se incumplieron varias de las recomendaciones que puso sobre la mesa la Comisión Provincial de Patrimonio”. Entre ellas, “la conveniencia de incluir en la reurbanización un espacio de albero para conservar, al menos, un vestigio del suelo histórico del espacio” y “su rechazo al diseño de la estructuras de sombra que hoy en día se encuentran destrozadas por el crecimiento natural de la masa arbórea”, que “tampoco se previó en su día”.

EL MÁS ANTIGUO DE EUROPA

Como es sabido, la Alameda de Hércules es el paseo ajardinado más antiguo de Europa, ya que data del año 1574. Se formó sobre un antiguo brazo del río Guadalquivir que fue desecado y saneado mediante la plantación de álamos (se llegaron a plantar 1.600 árboles de esta especie), de los que tomó el nombre.

Para más información sobre la historia de este espacio público se puede consultar el blog Jardines Sin Fronteras, de José Elías, antiguo alto cargo del Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Sevilla, siempre de recomendable lectura para quien quiera saber sobre las plantas, árboles y zonas verdes de nuestra ciudad: https://jardinessinfronteras.com/2019/04/24/apuntes-de-la-historia-de-la-alameda-de-hercules/

Los sevillanos anteriores a 2006, fecha en que empezaron las obras de reurbanización/adulteración de la Alameda, pudieron conocer un paseo más bien abandonado a su suerte por el Ayuntamiento pero que todavía conservaba su encantadora traza original, cubierto del albero tan típico de los parques sevillanos y que acogía un mercadillo semanal y cines de verano, además de otro tipo de modestos eventos cuando se terciaba la ocasión.

Tras las columnas pueden apreciarse las pantallas para las proyecciones de películas al aire libre durante los veranos

Antigua fotografía de la Alameda
La Alameda, todavía con su suelo de albero y los álamos blancos, antes de la llegada de Monteseirín a la Alcaldía

Así se conservaba la Alameda hasta que llegó a la Alcaldía Alfredo Sánchez Monteseirín, el cual, en su megalomanía cada vez más desatada a medida que pasaba el tiempo, se propuso pasar a la historia local como el alcalde que resolvió los, a su juicio, problemas pendientes de la ciudad, con tal de decir «yo lo hice».

Vista satélite de la Alameda tomada el 1 de Junio de 2005, antes del inicio de la reforma de Monteseirín

Para el alcalde yo-yó, el del «yo lo resolví», la Alameda era uno de esos problemas (la calificó de  «territorio hostil, degradado y deprimido»), como en su opinión también lo era el mercado de la Encarnación, la falta de un rascacielos que situara a Sevilla en la «modernidad» y la Avenida de la Constitución sin peatonalizar, coartada para meter por en medio un ruinoso tranvía como sucedáneo electoralista del Metro que no se construyó hasta el Centro y dobles carriles-bici, con lo que al final lo que menos queda es espacio para el peatón y sí para los veladores desde una punta a otra.

La reforma de la Alameda de Hércules fue encargada por el gobierno de Monteseirín, resultante de la coalición PSOE-Izquierda Unida, a los arquitectos Elías Torres y José Antonio Martínez Lapeña, afincados en Barcelona.

EL PROYECTO DE TORRES Y LAPEÑA

El 15 de septiembre de 2004, el diario ABC, bajo el título ‘Las obras de reordenación de la Alameda empezarán a primeros de 2005’, publicó la siguiente información sobre cómo estaba concebido el proyecto de reurbanización, lo que permite comparar con lo ocurrido posteriormente:

«El arquitecto Elías Torres estuvo ayer en Sevilla para firmar el contrato para las obras de la Alameda de Hércules, proyecto para el que, según la delegada de Participación Ciudadana, Paula Garvín, fue elegido por concurso. La reordenación de tan emblemático espacio, largamente anhelada por los vecinos de la Alameda en particular y por el resto de los sevillanos en general, podría empezar a materializarse en el primer trimestre del año que viene.

El proyecto, que Torres deberá perfilar antes de final de año, tiene la particularidad de tener como base las ideas que vecinos y entidades plasmaron en el proceso «La Alameda que te gusta» abierto en el otoño del año pasado y en el que participaron más de quinientas personas de todas las edades y sectores sociales.

Por ello, el proyecto contempla que la Alameda de Hércules será un espacio unitario en el que poder desarrollar actividades diversas, relacionándola con las calles Calatrava, Amor de Dios y Trajano y en cuya reurbanización debe primar la movilidad. Aun así se trata de recuperar el espacio central que permita llevar a cabo actividades lúdicas que potencien el encuentro y el paseo y donde puedan instalarse un mercado de flores o desarrollarse ferias temporales como la del libro, la de artesanía o la de los belenes.

Además, en el proyecto de Torres se prioriza el uso peatonal eliminando el aparcamiento en superficie y reduciendo la circulación rodada solo al carril que enlaza la calle Calatrava con Trajano. El lado Este del espacio central de la Alameda tendrá acceso restringido a los residentes que posean garaje.

Abundando en el tráfico, el anteproyecto de Elías Torres contempla, además de restringir la circulación, el incremento de los servicios públicos, el acondicionamiento de zonas peatonales, la disminución de los aparcamientos en superficie para personas que no residen en la Alameda, la potenciación de estacionamientos para los vecinos del entorno en otras áreas, la construcción de otros rotatorios fuera del casco y el carril bici, todo ello para que ese espacio deje de ser «un contenedor de coches».

Los arquitectos Elías Torres y José Antonio Martínez Lapeña, diseñadores de la reforma de la Alameda

Siempre teniendo en cuenta que la Alameda está considerada como un espacio único, el proyecto para su reordenación respeta la alineación original, apuesta por la rehabilitación del patrimonio, por la recuperación de la plaza dedicada a la Niña de los Peines y por la instalación en la misma de la Pila del Pato, que fue una de las sugerencias presentadas por distintos vecinos y colectivos en el proceso abierto para la recuperación de esa zona.

Cuando las obras estén terminadas,algo para lo que aún no se ha anunciado la fecha, la Alameda tendrá más árboles autóctonos, variados y entre los que no habrá plátanos. También contará con jardines, con flores y con fuentes ornamentales y para el consumo humano.

Como se recordará, los árboles de la Alameda, o mejor dicho la tala de los mismos cuando se decididó la construcción allí de un aparcamiento subterráneo, fue una de las cuestiones que más polémica levantó hasta el punto de que se crearon plataformas contra la realización del estacionamiento, lo que unido a otras manifestaciones de rechazo terminó paralizando el proyecto iniciado en el mandato anterior, cuando con el PSOE gobernaba el PA.

Con la entrada de IU en el Gobierno municipal, el proyecto de recuperación de la Alameda se retomó pero desde otra óptica. Al dar entrada a la participación de particulares y entidades, la Alameda contará con equipamiento público y mobiliario urbano de calidad que permita la instalación de un espacio escénico en superficie y de bajo impacto visual en la cabecera Norte, juegos infantiles, kioscos y veladores, urinarios públicos y hasta un cine de verano desmontable.

Dando paso a la participación ciudadana y teniendo en cuenta sus sugerencias, Paula Garvín espera dejar zanjada la polémica sobre la reordenación de la Alameda y que, con ello, ese espacio sea recuperado definitivamente por la ciudad. De hecho, ayer mismo, la comisión que ha seguido todos los trámites, formada por 12 vecinos y otras tantas entidades de toda la ciudad, conocieron el borrador del proyecto para cuya ejecución, la Gerencia de Urbanismo ya contempla en sus presupuestos de este año una partida de 433.844 euros con los que comenzar las obras. No obstante, Paula Garvín ha advertido de que la recuperación de la Alameda se acometerá con un presupuesto plurianual que se concretará cuando el proyecto de Torres esté completamente redactado».

EL COSTE REAL

Empecemos por el final: el coste de las obras. Álvaro Pimentel lo cifró en «algo más de 8,3 millones de euros». Pues fueron algunos más. La información sobre el coste real apareció en una página dedicada a los arquitectos catalanes con motivo de la Bienal Internacional de Paisaje de Barcelona de 2012 http://www.arquitectes.cat/iframes/paisatge/fitxa/7220

Los trabajos en la Alameda de Hércules se iniciaron realmente en 2006 y no se terminaron hasta 2008, mucho después de las elecciones municipales de mayo de 2007, que era el objetivo programado por el gobierno de Monteseirín, tan descarado que hasta se plasmó en el suelo con un dibujo del número 2007.

Se actuó sobre una superficie de 37.707 m2, a un coste de 316,50 euros el m2, por lo que la factura se elevó a 11.934.265,50 euros, casi un 44% más del dato facilitado por Pimentel, el cual no ha tenido en cuenta que los sobrecostes -como en las Setas de la Encarnación-, las deudas, los pleitos y las facturas dejadas pendientes son una de las señas de identidad de Monteseirín, como vimos en este informe: https://www.manueljesusflorencio.com/2018/02/el-retroscopio/

Total, como él no pagaba nada de su bolsillo, sino los contribuyentes sevillanos, ¿qué importaba un millón o varios millones más? ¿quién se iba a acordar de la factura real al cabo de los años? La prueba es que ni Pimentel sabía cuánto habían costado las obras.

Monteseirín, a la derecha, durante una visita a la Alameda junto con los ediles Blas Ballesteros y Maribel Montaño

A ese coste ha habido que añadir otros, como los 57.000 euros finalmente gastados en 2020 por el gobierno de Espadas en restituir las rejas que protegían las columnas de la Alameda de Hércules de la acción de los vándalos y que fueron eliminadas en la reforma realizada durante la etapa de Monteseirín.

El caso de las rejas es la demostración de cómo hay arquitectos calificados de muy modernos y muy progresistas y que diseñan al margen de la vida real, sin tener en cuenta el contexto socioeconómico en el que se van a materializar sus proyectos.

Torres y Martínez Lapeña decidieron quitar las rejas, que se habían colocado en 1876, y deprimir el pavimento para que se vieran mejor las columnas a ras de sus bases y lucieran más en su diseño de la nueva Alameda, sin preguntarse la función que ejercían y que era obvia: protegerlas del incivismo en la ciudad con mayor vandalismo de España. A las pruebas me remito.

Cuando Rojas-Marcos era alcalde comió en cierta ocasión con los miembros de la Tertulia Turística de Sevilla y a los postres les reveló que el grado de vandalismo aquí era tal que, con consentimiento municipal, las empresas nacionales fabricantes de mobiliario urbano probaban en la ciudad sus nuevos modelos de contenedores, papeleras, bancos y demás para comprobar su grado de resistencia ante los ataques e introducir los refuerzos y cambios pertinentes.

Debido a las pintadas y al vandalismo, Soledad Becerril se vio obligada a cerrar con rejas los Jardines de Murillo. Años después, Monteseirín tuvo que adoptar una medida similar en los Jardines de las Delicias. Los dos arquitectos afincados en Barcelona que intervinieron en la Alameda no tuvieron en cuenta el factor vandálico y se gastaron el dinero en quitar las rejas existentes alrededor de las columnas. Diez años después hubo que gastar 57.000 euros en reponerlas. A esta cantidad hay que añadir los 195.000 euros gastados en los últimos cinco años en obras menores.

Pintadas en las columnas de la Alameda tras la retirada por Torres y Lapeña de las rejas protectoras

Como sobre gustos no hay nada escrito, para algunos Elías Torres y su socio Martínez Lapeña, que incluso alardearon de haber diseñado un pavimento específico poco menos que patentado para la Alameda, se quedaron cortos de «modernidad» y para otros, se pasaron (así lo manifestó, por ejemplo, Salvador Tarragó, catedrático de Historia de la Arquitectura) , o más bien su presunta modernidad se redujo a la adulteración de un paseo ajardinado que conservaba la traza de hacía más de cuatrocientos años para su transformación en otro que recordaba a paseos marítimos como los de Islantilla y Benalmádena. En resumen, Torres y Martínez Lapeña cambiaron un paseo de albero por un paseo pavimentado que imitaba, pésimamente, al albero.

La Alameda en 2001, antes de las obras de reforma y todavía con el suelo de albero
La Alameda en 2009, tras la reforma, ya con el suelo pavimentado de amarillo para imitar el albero original. Obsérvese la pérdida de vegetación en el curso de esos ocho años

Me remito a la descripción y al juicio de nuestro experto jardinero, José Elías, en su blog: «En 1978 -escribe- comenzaron a realizarse en la Alameda las obras del Metro previsto para la ciudad. Aquellas obras quedaron sepultadas al paralizarse en 1983 el proyecto presentado en los años setenta.

Durante el periodo 1978-2002, la Alameda acogió un mercadillo ambulante que animaba las mañanas de domingo. Aquellas mañanas festivas, cientos de personas recorrían el bulevar para comprar o contemplar objetos y cuadros antiguos, y en los últimos tiempos, programas de informática que los más jóvenes necesitaban para introducirse en el nuevo mundo virtual.

A final de siglo, la Alameda se presenta como un gran paseo central de albero que, con parterres laterales con vegetación a lo largo del mismo, aparece escoltado por grandes árboles, álamos negros, Ulmus campestris, en las zonas periféricas y álamos blancos –Populus alba– en el espacio central. Se colocaron los primeros juegos infantiles en la Alameda. Los dos estanques construidos en sus extremos durante la reforma realizada en los años treinta desaparecieron convertidos en parterres con plantas de flor; después también estos desaparecieron.

Unas alineaciones de plátanos –Platanus x hibrida– en ambas cabeceras, en el paseo central los álamos blancos –Populus alba– y en los laterales álamos negros en fase de decrepitud y alguna acacia negra –Gleditsia triacanthus– y almez –Celtis australis– aislados.

EL RESULTADO

La última remodelación comenzó en 2005 (en realidad, 2006) y terminó a finales de 2008.

La remodelación urbanística realizada ha eliminado los aparcamientos de automóviles que congestionaban todo el espacio, ha restringido la circulación de vehículos a un único carril y, en consecuencia, ha incrementado el espacio peatonal. Es decir, se ha logrado la peatonalización de gran parte del espacio.

Vista satélite de la Alameda de Hércules tomada el 18 de mayo de 2010. En torno a la fuente central se dibujó sobre el pavimento el número 2007, el del año previsto para el fin de las obras, las cuales se acabaron realmente en 2008, por lo que el dibujo se convirtió en la prueba gráfica del incumplimiento de los plazos

El suelo de albero ha sido sustituido por un tipo de ladrillo de color amarillo para mantener una cierta conexión visual con el albero tradicional. Además, entre las piezas del suelo se dejan pequeños espacios para que crezca la hierba con la finalidad de crear un agradable prado verde entre las piezas del enlosado (nota mía: pude ver cómo a una mujer que fue a ver la nueva Alameda se le introdujo el tacón de aguja de uno de sus zapatos en los «pequeños espacios» entre las piezas del pavimento, con el resultado de la rotura del mismo, un calzado bastante caro según su testimonio).

Sin embargo, el resultado ha sido uno muy diferente al previsto en el proyecto realizado: un material, que por la suciedad que incorpora, ha generado una superficie de color terrizo, manchada, que hace que todo el espacio presente un aspecto sucio. Y, excepto junto a las fuentes, la hierba prevista no se desarrolla, hecho previsible en una zona peatonal muy transitada con una climatología como la de Sevilla.

El mínimo carril, por el que los autobuses tenían dificultades de paso, pronto tomó un color mugriento

Se han instalado tres fuentes, dos en los extremos de la Alameda y otra en la zona central. En el urbanismo de la ciudad, estas fuentes son singulares pues no incorporan ningún tipo de taza sino un sistema que propulsa desde el suelo una treintena de chorros de agua, cuya altura varía periódicamente, y que vierte directamente en el enlosado. El suelo de las fuentes, de forma irregular, está formado por piezas cerámicas de color blanco y azul. Las fuentes, sobre las que se puede andar, permiten un contacto con el agua muy agradable. Son los elementos más atractivos en el nuevo diseño de la Alameda, rompiendo con su colorido la uniformidad de una apagada  solería amarilla.

Pavimento de colores en algunas zonas tras las obras ejecutadas

En un diseño que pretende ser parcialmente vanguardista, a nivel de las columnas históricas se han realizado suaves vaguadas que permiten ver parte de la base oculta, y se han eliminado las verjas que las protegían para potenciar su proximidad y permitir que puedan ser tocadas.

Farolas,bolardos y bancos que impiden que los automóviles invadan el espacio peatonal, por su masa y densidad, no contribuyen a hacer que el espacio sea visualmente más atractivo.

Por lo que se refiere a la vegetación, tanto en el extremo norte como en el extremo sur de la Alameda aparece un gran grupo de plátanos de sombra, acompañados por algunas jacarandas periféricas. En el paseo central hay varias alineaciones de álamos blancos y en la zona periférica crecen almeces, con algunos olmos en la margen de la Casa de las Sirenas y algunas acacias de tres espinas, robinias y una sófora en el lado contrario.

En 2009 se reubicaron, sobre nuevos pedestales, el busto dedicado en 1968 a la cantaora Pastora Pavón “Niña de los Peines” (esculpido por Antonio Illanes Rodríguez) y la escultura erigida en 1991 al cantaor Manolo Caracol (obra de Sebastián Santos Calero).  Junto a ellos, ese mismo año se levanta el monumento al torero Manuel Jiménez Moreno Chicuelo (obra de Alberto Germán). Aunque los tres artistas son de Sevilla, no parece tener mucho sentido situarlos juntos pues cada uno de ellos y cada escultura tienen una historia muy diferente.

Monteseirín, ante la estatua de Manolo Caracol

Frente al conjunto escultórico se encuentra una zona de juegos infantiles que, necesaria para los vecinos de la zona, aparece descontextualizada pues no estaba prevista en el diseño original. Más allá se encuentra otra zona dedicada a los más pequeños y en el extremo sur de la Alameda, aparece un reloj sobre una columna oblicua……

Pues la Alameda como tal, es decir, como un paseo central que discurre entre árboles, ha desaparecido.

La Alameda, con el nuevo pavimento amarillo
Pavimento del paseo marítimo de Islantilla, del mismo color amarillento que el de la Alameda de Hércules

El jardín público más antiguo de la ciudad fue proyectado como un paseo renacentista, como un espacio geométrico, regular, en el que las alineaciones de los árboles creaban un espacio central alargado que permitía el paseo y la estancia a lo largo de toda la zona.

La Alameda pavimentada en imagen tomada el 31 de julio de 2009
Vista aérea del Paseo Marítimo de Islantilla, en la costa de Huelva, en el que las alineaciones de los árboles crean ese espacio central alargado, como el que originalmente poseía la Alameda de Hércules y que desapareció tras su reforma

En la nueva Alameda, la disposición de los árboles y las farolas han distorsionado de tal manera todo el espacio que el paseo central diáfano, sencillamente no existe. El diseño original de la Alameda se ha perdido.

La nueva Alameda, ni es vanguardista, ni es clásica; ni siquiera es una alameda. Se ha transformado en una superficie ondulada, de monótona tonalidad amarillenta, en la que sólo destacan las fuentes y, lógicamente, las históricas columnas».

RECHAZO PLENARIO

Álvaro Pimentel expuso en el Pleno municipal del pasado 21 de mayo (2021) la necesidad de «reabrir el debate» respecto al diseño urbanístico de la Alameda de Hércules, con un nuevo proceso de participación ciudadana, de cara a «un nuevo proyecto de reurbanización con más zonas verdes» y plena «funcionalidad y sostenibilidad», según informó Viva Sevilla.

Sandra Heredia, concejal de Adelante Sevilla, negó la «degradación crónica» del espacio público conforme a las palabras de Pimentel, si bien admitió que es necesario «mejorar» aspectos como las sombras o el uso de los quioscos municipales, pero defendió que se trata de un bulevar «con mucho uso y disfrute de la ciudadanía». Asegurando que el proyecto de reforma promovido años atrás de la mano del PSOE e IU contó con participación vecinal, Heredia avisó de que el alza de los precios de la vivienda en la zona refleja que la Alameda incluso ha «muerto de éxito».

La portavoz de Vox, Cristina Peláez, coincidió con Cs en la idea de la «degradación» de esta zona y el «fracaso» del modelo de reurbanización acometido años atrás. Igualmente, ha considerado que el diseño de la Alameda ha revelado no ser «funcional», si bien ha recordado que la reforma acometida tiene «poco tiempo» de uso, con lo que «no es el momento» para una nueva obra, con el consiguiente gasto.

Vista satelital de la Alameda tomada el 16 de junio de 2018, diez años después de la reforma

La popular Ana Jáuregui, de su lado, corroboró la «degradación» del entorno y lamentó el diseño de plaza «dura y sin sombra» de la Alameda. «No es la transformación que querían los vecinos de la zona», ha aseverado la concejal del PP, la cual reclamó «zonas verdes» para el bulevar. Así, ha defendido que la Alameda de Hércules necesita «una mejora urgente, un cambio».

En el caso del gobierno local, el concejal responsable del distrito Casco Antiguo, Juan Carlos Cabrera, ha admitido que la Alameda arrastra «aspectos mejorables» en materia de sombra o de sus pavimentos, extremo que ha considerado «obvio». Empero, ha defendido el «amplio uso» ciudadano del bulevar, alegando además que su diseño contó con «20 asambleas vecinales».

Cabrera ha esgrimido la cifra de 195.000 euros destinados desde 2015 para mejoras en este espacio y considerado que una reurbanización como tal de la Alameda no es una «prioridad», dado que sólo han transcurrido «diez años» desde su remodelación y en otros sitios de la ciudad hay «más necesidades» de inversión.

El punto relativo a emprender un proceso de participación ciudadana para definir un nuevo proyecto de reurbanización de la Alameda ha sido rechazado «pese a contar con el apoyo de Cs y el PP pero la abstención de Vox y el rechazo del PSOE y Adelante, mientras el punto relativo a las labores de mantenimiento ha sido aprobado por unanimidad».

(NOTA: Finalmente, hasta el 26 de abril de 2023 no se iniciaron os trabajos previos para el montaje de las rejas perimetrales en las columnas de la Alameda de Hércules, una vez que la Comisión Ejecutiva de la Gerencia de Urbanismo y Medio Ambiente adjudicó el 1 de marzo del mismo año el contrato de suministro e instalación de las mismas, con lo que se recuperará el cerramiento original del siglo XIX.

El contrato se ha adjudicado a la empresa Thicorca Herrería y Construcción S.L. por 55.851 euros (IVA incluido), con una baja del 23,41% sobre el presupuesto de licitación. Las dos parejas de columnas que flanquean el paseo de la Alameda en sus extremos sur y norte respectivamente contaron hasta 2007 con un cerramiento de rejas. Fueron retiradas en aquellas fechas con motivo de las obras de remodelación de este espacio por parte del Ayuntamiento que presidió Monteseirín.

El motivo esgrimido por el Ayuntamiento es el de proteger estos «singulares elementos» de «factores que inciden enormemente en su conservación». En concreto, el Consistorio pretende evitar que las columnas –construidas en 1578 las del sur y en 1764 las del norte– «sigan siendo objeto de actos vandálicos» y sufran la «acción corrosiva» de la orina de los perros, que «afecta gravemente sobre todo a los pedestales».

Aspecto de las columnas antes del inicio de los trabajos para reponer las rejas

Urbanismo recuperará así la imagen que les dio el cerramiento desde que se instaló en el caso de las columnas sur –las que representan a Hércules y Julio César– en 1876, y en las del norte –las de los leones– en 1886. Las nuevas rejas que se coloquen serán «idénticas» en su aspecto a las instaladas entonces, si bien «respetando la normativa vigente en materia de seguridad». De este modo, tanto los pilares como los barrotes serán de acero y los elementos decorativos de fundición.

Cada una de las verjas que rodeará a las columnas estará formada por cuatro paños de 2,07 metros de altura por 3,05 metros de ancho, unidos por pilares tubulares de acero. Éstos estarán compuestos por barrotes de acero redondos y macizos de 22 milímetros de diámetro, terminados en punta de lanza con acabado romo y con elementos decorativos de fundición en sus extremos. La separación entre barrotes no será mayor de diez centímetros «según exigencia de la normativa».

Para el acceso al espacio interior, se construirá una puerta en uno de los paños. También se tratarán específicamente los elementos metálicos para evitar su oxidación. Para impedir que los perros accedan a la base de las columnas, se reforzará la parte inferior de la reja, añadiendo un barrote intermedio de acero macizo en una altura de 52 centímetros, que se intercalará con los barrotes de mayor tamaño).

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