Mentiras en la plaza Alcalde Sánchez Monteseirín

Tratan de justificarle la dedicatoria por ser artífice del Parque Tecnológico cuando éste ya existía seis años antes de que él llegara a la Alcaldía

Cuando Monteseirín fue elegido alcalde las empresas existentes en el PCT Cartuja ocupaban el equivalente a cinco veces Altadis

Los amigos y beneficiarios del ex alcalde ya intentaron anteriormente presentarlo como el artífice del Metro en vez de Rojas-Marcos

El círculo de amigos y de beneficiarios de las decisiones que tomó Alfredo Sánchez Monteseirín cuando fue alcalde de Sevilla, nunca por mayoría absoluta de votos de los sevillanos, ha intentado de nuevo falsear la historia con motivo de la rotulación de una rotonda de tráfico existente al pie de la torre Pelli, a aquél dedicada con la exagerada denominación de plaza.

El falsamente modesto ex-alcalde ya movió los hilos al inducir a una asociación vecinal afín del barrio donde él vivió o aún vive para que el 3 de abril de 2018 presentara en la Junta Municipal de su distrito una solicitud con objeto de que se le dedicara una calle, envidioso como estaba de que alcaldes anteriores a él tuvieran vías públicas rotuladas con sus nombres, si bien otros, como Alejandro Rojas-Marcos, nunca la quiso porque habría significado darse demasiada importancia.

Los vecinos de Monteseirín que aparecieron como promotores de la iniciativa no supieron enumerar sus méritos. Era lógico. No los tenía, ni los tiene. Sólo pudieron hablar, pues, de «su cercanía con los vecinos y vecinas, el interés por la solución de sus problemas, sus perspectivas de futuro y, en definitiva, su vocación de servicio», generalidades que también podrían decirse de cualquier concejal de pueblo.

En realidad, el único motivo esgrimido era el de la emulación y la equiparación. Si otros políticos -con muchos más méritos- que habían sido alcaldes tenían dedicada una calle, como Monteseirín también lo había sido debía tener otra.

La avenida dedicada al alcalde andalucista Luis Uruñuela discurre junto a Fibes (Palacio de Congresos y Exposiciones)

A esto se llama silogismo en Bárbara, como queda demostrado por el enunciado de la petición de los vecinos del ex-alcalde:

«La ciudad de Sevilla y en su nombre, el Excelentísimo Ayuntamiento de la misma, ha venido reconociendo en esta reciente etapa democrática, el trabajo desarrollado por las personas que, por voluntad de sus vecinos y vecinas, han ostentado el cargo de Alcalde o Alcaldesa, como primer/a edil de la corporación Municipal.

Entre 1999 y 2011, D. Alfredo Sánchez Monteseirín fue Alcalde de Sevilla durante tres mandatos consecutivos. Es por tanto el Alcalde de la capital de Andalucía que más tiempo ha ocupado este cargo, no sólo en la etapa democrática, sino desde que se instauraron las alcaldías modernas en el siglo XIX».

Alfredo Sánchez Monteseirín, ex alcalde de Sevilla

Así fue cómo Monteseirín, en su afán de reivindicación y protagonismo, logró que pareciera que era el pueblo de Sevilla el que se movilizaba para reparar la aparente injusticia de que él no tuviera una calle con su nombre, cuando otros (Luis Uruñuela, Manuel Del Valle, Juan Fernández) tenían dedicadas hasta avenidas.

La segunda fase de la operación consistió en que se sumaran a la causa los poderes fácticos, esos a los que él y su valido Manuel Marchena decían despreciar y presentaban como los enemigos de clase contra cuyos intereses supuestamente gobernaban desde el Ayuntamiento, cuando en realidad se pirraban por figurar a su lado y en sus cenáculos y servirles con tal de que pareciera que los aceptaban (¿quiénes si no ellos, por ejemplo, prorrogaron las concesiones de los clubes privados de la margen derecha del río o privatizaron la plaza de la Encarnación, amén de despilfarrar al menos 120 millones de euros en las Setas?).

Pueblo más poderes fácticos, el binomio voluntad popular más el poder del dinero. Ambos debían aparecer como demandantes por aclamación de un homenaje en forma de rotulación de un espacio público dedicado a un ex alcalde obsesionado con pasar a la historia como fuera, ya despilfarrando el dinero de los sevillanos (Setas), ya dándolo a ganar a los mismos de siempre, sus panegiristas de ahora, con decisiones a ellos favorables (la torre Pelli).

La torre Pelli, de 180 metros de altura, rompe el perfil llano de Sevilla y convierte en enana la Giralda, su símbolo universal

Y por eso, uno de los beneficiarios de las decisiones de Monteseirín se prestó al juego de aparecer también como el postulante de su causa. Y es que no en vano el presidente de Ayesa, José Luis Manzanares, hizo un negocio multimillonario con la participación de sus empresas en la construcción de la torre Pelli, impulsada por un alcalde tan cateto que creía que Sevilla sólo podía ser moderna si contaba con un rascacielos, aunque con ello pusiera en peligro su título de Patrimonio de la Humanidad, un complejo de pseudomodernidad del que carecen en Málaga, como vimos en el informe sobre su lucha contra su particular torre Pelli, el rascacielos que allí pretenden levantar en el puerto: https://www.manueljesusflorencio.com/2021/01/torre-pelli-de-malaga-versus-torre-pelli-de-sevilla/

Recuérdese que, anteriormente, los amigos y beneficiarios de las políticas de Monteseirín, incansables en su afán de atribuirle todo lo que se haya hecho en Sevilla, ya falsearon también la historia para presentarlo como el artífice de la línea 1 del Metro en lugar del alcalde andalucista Alejandro Rojas-Marcos: https://www.manueljesusflorencio.com/2021/01/monteseirin-se-atribuye-ahora-la-linea-1-del-metro-en-detrimento-de-rojas-marcos-y-de-la-junta-de-andalucia/

Pues bien, para tratar ahora de justificar la rotulación de la rotonda elevada a categoría de plaza al pie de la torre Pelli, como icono de la supuesta modernidad a él debida, José Luis Manzanares ha repetido la jugada del Metro y ha presentado a Monteseirín como el artífice o uno de los grandes artífices del Parque Tecnológico de la Cartuja.

Para ver la falsedad de tal aserto basta con partir de la fecha en que Monteseirín accedió a la Alcaldía, que si mal no recuerdo debió de ser hacia el 4 de julio de 1999, tras las elecciones municipales previas, celebradas el 13 de junio.

Manuel Olivencia, comisario de la Exposición Universal Sevilla 1992

Siete años antes se había celebrado la Expo-92, cuyo Plan General presentó el entonces comisario, Manuel Olivencia, al Gobierno de Felipe González en diciembre de 1985, o sea 14 años antes de que Monteseirín llegara a la Alcaldía. En ese documento ya se planteó la cuestión de definir el uso posterior del recinto de la Muestra en la isla de la Cartuja. Por eso, la Sociedad Estatal para la Expo y el Instituto de Fomento de Andalucía (IFA) firmaron en septiembre de 1988 un convenio de colaboración en tal sentido.

En ese convenio hunde sus raíces el Proyecto de Investigación sobre Nuevas Tecnologías en Andalucía, conocido como PINTA (1990), cuyos directores fueron el geógrafo británico Peter Hall y el sociólogo español Manuel Castells, actual ministro de Universidades del Gobierno de Pedro Sánchez.

Ambos propusieron reutilizar a partir de 1993 (de ahí la denominación Cartuja-93) el recinto altamente cualificado de la Muestra Universal (por ejemplo, tenía fibra óptica, algo excepcional en España por aquel entonces) para un parque tecnológico dedicado a investigar sobre estrategias para el desarrollo del sistema productivo de Andalucía.

Manuel Castells, ministro de Universidades en el Gobierno de Pedro Sánchez

Sería demasiado prolijo enumerar todas las medidas que se adoptaron para implementar, como ahora se dice, las recomendaciones del Plan PINTA sobre el Parque Tecnológico en la Cartuja, al que se asignaron nada menos que 43 manzanas de la isla, con una superficie de 367.987 m2 y una edificabilidad de 531.461 m2.

Vista del recinto de la Exposición Universal, parte del cual fue reconvertido en Parque Tecnológico tras su celebración

El Parque Tecnológico nació en medio de una gravísima crisis económica mundial que lastró su despegue, una crisis aún peor en España, donde el Gobierno de Felipe González se vio obligado a devaluar tres veces la peseta en el plazo de nueve meses.

Pero pese al «síndrome de los jaramagos» (decepción y frustración por ver parcelas y pabellones vacíos de empresas), a trancas y barrancas el Parque Tecnológico fue avanzando y consolidándose año tras año, sobre todo por la captación de firmas sevillanas y andaluzas ante la falta de extranjeras, y por el traslado allí de entidades como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Escuela de Ingenieros de la Universidad Hispalense. Además, hubo un trascendental cambio de política urbanística y se permitió optar por la compra de suelo en vez de imponerles a las compañías, como hasta entonces, el derecho de superficie.

Cuando a Monteseirín apenas le había dato tiempo a aterrizar en el Ayuntamiento una vez pasado el verano de 1999 e iniciado el nuevo curso político a partir del otoño, el Parque Tecnológico ya iba camino de cerrar su sexto año con 127.033 m2 en uso por empresas que allí se habían ido instalando poco a poco.

¿Cómo, pues, va a ser Monteseirín el artífice de un parque que ya llevaba funcionando seis años cuando él llegó a la Alcaldía y en el que había empresas que ocupaban el equivalente, ahora que está de moda, a cinco veces el complejo industrial de Altadis en Los Remedios?

José Luis Manzanares, presidente de Ayesa

De lo que sí fue artífice Monteseirín fue de destrozar el paisaje de la Cartuja y de Sevilla con la torre Pelli de los 180 metros de altura, en la que Manzanares hizo un negocio multimillonario. Por eso el presidente de Ayesa, con su proverbial facilidad de cambiar de discurso según convenga como vimos con la SE-40 https://www.manueljesusflorencio.com/2020/02/manzanares-y-el-puente-de-la-se-40/, no tiene empacho alguno en presentar al ex alcalde como el artífice del PCT Cartuja, aun sabiendo perfectamente que cuando todavía faltaba un sexenio para que aquél aterrizara en el Ayuntamiento allí sólo estaban su compañía Ayesa y otras firmas que se podían contar con los dedos de una mano.

Manzanares creyó desde el principio en el Parque Tecnológico y lo demostró al instalarse allí contra viento y marea, por eso él sí reúne muchos más méritos para que le hubieran dedicado la rotonda de la torre Pelli en vez de a Monteseirín.

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