Billetes de Renfe tampoco caben por la taquilla, pero sí por las agencias de viajes

 A finales de enero (2023) se descubrió que los 37 trenes de ancho métrico que Renfe encargó a CAF en diciembre de 2020 por 258 millones de euros para los Cercanías y Media Distancia de la cornisa cantábrica, Castilla y León y Murcia no cabían por los túneles. Éste es un escándalo que cabría calificar de extraordinario, pero podría estar produciéndose otro de forma ordinaria sin que nadie esté reparando en ello.

El pasado 9 de febrero, un antiguo y querido amigo que necesita desplazarse con frecuencia desde Andalucía a Madrid por razones médicas se presentó en la expendeduría de billetes de Renfe en El Puerto de Santa María, provincia de Cádiz.

Previamente había estado pendiente de lo que la compañía ferroviaria denomina “apertura de agenda”, es decir la fecha en que inicia la venta anticipada de billetes para el día en que se trate; una venta con antelación que, cuando es el caso, supone un pequeño ahorro adicional para un jubilado como el protagonista de esta verídica historia, cuyas pruebas acreditativas obran en mi poder, por si los gerifaltes de la compañía tratan de ponerla en duda (las conversaciones están grabadas).

Nuestro jubilado suele utilizar la tarifa “confort”, en consideración a que viaja con una pequeña mascota. Dicha categoría le permite seleccionar el asiento, aunque sea con recargo, y así cuidarse de que su perro no moleste a un viajero en un asiento colindante.

Como decía, el jueves 9 de febrero solicitó en la ventanilla de Renfe en El Puerto de Santa María billetes para viajar a Madrid. El vendedor le respondió que todas las plazas de la clase confort para los días 13 y 19 de marzo de 2023 ya estaban agotadas. ¿Agotadas tan sólo unas pocas horas después de su puesta en venta y con casi mes y medio de antelación?

Estación ferroviaria de El Puerto de Santa María

Sorprendido y perplejo por este aparente éxito de la compañía ferroviaria al registrar tal supuesta venta masiva de billetes, el protagonista de esta historia llamó al Servicio de Atención al Cliente de Renfe. Allí le dijeron que existían plazas disponibles para los trenes, clases y fecha solicitados: del orden de medio centenar.

Con esos datos volvió a la taquilla de Renfe en El Puerto de Santa María, pero el vendedor se ratificó en que los billetes se habían agotado con casi mes y medio de antelación.

Ante tal contradicción volvió a llamar al Servicio de Atención al Cliente de Renfe. Le atendió otro empleado que la vez anterior. Aquél, tras escuchar su historia, le comunicó que su compañero se había confundido y que, efectivamente, no quedaban billetes, por haberse vendido todos.

Dado que la cita médica en un hospital de Madrid había sido fijada para el 17 de marzo, este jubilado no tuvo más remedio que aceptar lo que le ofreció Renfe: un billete en clase normal para el 16 de marzo, al precio de 92,30 euros.

Como esa era la urgencia a resolver, la cita médica, ya se pudo plantear con más tranquilidad la cuestión del regreso desde la capital de España. A la mañana siguiente, menos de 24 horas después de acaecido lo narrado, acudió a una agencia de viajes y….¡bingo! La agencia sí podía facilitarle la adquisición de billetes para esa fecha (19 de marzo) y categoría (confort) que según la versión oficial de Renfe estaban agotados con casi mes y medio de antelación.

Y pudo comprarlos, al precio de 115,90 euros. Atención, pues, a la diferencia económica entre poder adquirir un billete en ventanilla o verse obligado a comprarlo a través de una agencia de viajes.

¿Quién gana por el supuesto hecho de que en ventanilla, según la versión oficial de Renfe, no se pueden comprar billetes porque previamente ya están agotados y quién pierde por no poder adquirirlos pensando en que puede lograr un pequeño ahorro por su condición de jubilado?

Una de las campañas de Renfe

Pierde, obviamente, el pensionista, el cliente de a pie, que luego comprueba con indignación cómo los billetes que se le niegan en ventanilla puede comprarlos, más caros, mediante una agencia de viajes. ¿Y cómo había billetes en la agencia y no en Renfe? ¿Permite o fomenta la compañía ferroviaria, supuestamente al servicio del público en general -recuérdese lo de Renfe Contigo- que terceros acaparen billetes en detrimento del resto de viajeros?

¿Cuántos clientes se han encontrado en esta misma situación de indefensión que el jubilado de nuestra historia? ¿Habrá que hacer con Renfe como con los bancos, otra campaña del tipo “soy viejo, no idiota”, para que no tome como ingenuos a los pensionistas que se presentan ante la ventanilla con su tarjeta dorada esperando ahorrarse unos eurillos?

Este caso puede ser sólo la punta del iceberg de otros muchos similares, por lo que deberían tomar cartas en el asunto el Ministerio de Transportes, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia y el Defensor del Pueblo.

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