Lo que nos susurran los caballos de Doñana: el virus del Nilo Occidental seguirá creciendo en España

El virus del Nilo Occidental es un virus emergente en España del que vamos a oír hablar cada vez más por su capacidad de afectar gravemente al ser humano y causar encefalitis. La Comunidad Valenciana anunció su primer caso detectado a finales de agosto, y días después una mujer andaluza de 84 años se convertía en la primera víctima mortal en España en lo que va de año. Pero ¿qué tienen que ver los caballos con un virus que se transmite por picaduras de mosquito? La respuesta a esta pregunta es la que tratan de dar un grupo de ocho investigadores en un informe publicado en The Conversation y del que nos hacemos eco por su interés, dados los casos registrados en la provincia de Sevilla y en otras zonas de Andalucía.

Aunque las aves son el reservorio natural del virus, también infecta a otros animales. Entre ellos se encuentran los caballos, que han captado la atención de nuestro grupo de investigación en un estudio publicado recientemente. En él se reúnen datos recogidos a lo largo de 16 años (de 2005 a 2020) en Doñana (Andalucía).

Los datos reflejan la exposición de los caballos al virus y analizan cómo el clima puede influir en su circulación. Además, muestran cómo esperamos que sea el futuro de esta enfermedad en nuestro país teniendo en cuenta los escenarios climáticos que se prevén en las próximas décadas.

El virus lleva unos 20 años extendiéndose y aumentando su incidencia, y ha alcanzado latitudes cada vez más al norte. En la figura de más abajo se muestra el mapa de la situación de esta enfermedad en humanos en Europa en 2020. Ese año sufrimos el peor brote de esta enfermedad en España, con 77 casos en Andalucía y Extremadura, de los que 8 fallecieron. Anteriormente tuvimos casos esporádicos en 2004 (1), 2010 (2) y 2016 (3).

La mayoría de las infecciones en humanos son, sin embargo, asintomáticas. Se estima que menos del 1 % acaba resultando en una enfermedad grave.

El virus afecta también a los equinos. Tanto humanos como caballos se consideran “callejones sin salida” epidemiológicos: aunque ambos pueden infectarse y desarrollar una enfermedad grave, no pueden contagiar a otros individuos ni a los mosquitos.

Algunas de las primeras evidencias sobre la circulación del virus en España se obtuvieron en equinos en Doñana, donde han detectado caballos seropositivos desde 2005. En 2007 se implantó el primer plan de vigilancia de España y, desde entonces, se declaran focos equinos todos los años. Estos se hallan sobre todo en Andalucía occidental, pero también en Extremadura y Castilla-La Mancha.

Más recientemente ha habido casos en caballos en Cataluña (2018) y Comunidad Valenciana (2020). En España actualmente se detectan dos linajes genéticos distintos del virus. El linaje 1 circula en Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha y el linaje 2, en Cataluña. La enfermedad también afecta algunas especies de aves.

¿Y qué pasa con los caballos de Doñana?

Los protagonistas de nuestro estudio son los caballos de la raza Retuertas, una raza autóctona que se ha conservado en condiciones de libertad en Doñana.

Analizamos la exposición de estos caballos a la infección por virus del Nilo Occidental midiendo la presencia de anticuerpos específicos desde 2005 hasta 2020 (con la excepción de 2006). Los datos muestran que, tras un descenso inicial (desde 2005 hasta 2008) la seroprevalencia va subiendo, con altibajos, hasta alcanzar un máximo del 25 % en 2020. Ese fue justo el año en que ocurrió el gran brote de enfermedad en humanos, próximo a la zona de estudio.

La seroprevalencia en esta población de caballos refleja la exposición de éstos a la infección por el virus, y es un indicador bastante preciso para estimar la intensidad de su circulación por la zona. Cuando un caballo presenta anticuerpos nos indica que en el pasado se infectó por el virus y sobrevivió a dicha infección.

¿Qué condiciones hacen felices a los mosquitos?

También analizamos la influencia de diversos factores. En cuanto a los factores intrínsecos de los caballos, solamente la edad estuvo relacionada con la seroprevalencia. Es normal: a mayor edad más probable es la exposición, a veces incluso en distintos años.

Respecto a los factores ambientales, resultó muy interesante la asociación de la seroprevalencia observada con dos parámetros climáticos:

  • La temperatura media mínima (no la máxima) anual.
  • La precipitación anual.

Los datos indicaron que, a mayor temperatura mínima anual, mayor seroprevalencia. Igualmente, a menor precipitación anual, mayor seroprevalencia, aunque esta también aumentaba a mayor número de días lluviosos al año. Es decir, si la lluvia, aunque escasa, se repartía más a lo largo del año.

Estos resultados se pueden interpretar teniendo en cuenta las condiciones más favorables para el desarrollo de los mosquitos que transmiten el virus.

Unas temperaturas mínimas (invernales) más suaves permitirán una mayor supervivencia (y por tanto abundancia) de los mosquitos que actúan como vectores.

Por otro lado, la escasez de lluvia podría favorecer un solapamiento espacial de los mosquitos y sus hospedadores, sean aves o caballos, en las pocas charcas que queden con agua disponible en el entorno. Si, además, las escasas lluvias se distribuyen en periodos más largos durante el año, la exposición de los caballos y las aves a los mosquitos se prolongará también, haciendo más probable que se infecten.

El cambio climático aumentará la presencia del virus

A la vista de estos resultados, nos preguntamos qué pasará en el futuro. Los escenarios de cambio climático auguran, precisamente, un aumento en las temperaturas medias anuales y un descenso en las precipitaciones.

Las tendencias climáticas marcan una mayor intensidad en la circulación local del virus del Nilo Occidental. La gráfica proyecta la evolución de la prevalencia hasta el año 2100, con dos escenarios climáticos en cuanto al control de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

La tendencia que prevén los modelos de cambio climático (incluso los más optimistas) es que la prevalencia del virus en caballos aumente. ¿Quiere esto decir que aumentarán los casos en humanos? No necesariamente, pero lo que sí indica es que es necesario adoptar programas de control de mosquitos en las zonas habitadas para reducir los riesgos.

Este trabajo es un buen ejemplo de lo útil que es aplicar el concepto “una sola salud” (del inglés, One Health) en el área de las enfermedades infecciosas: la salud animal, ambiental y humana están íntimamente relacionadas. De la cooperación entre disciplinas surgen mejores opciones de control.

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