Primero se recalificó para viviendas el suelo destinado a un segundo polo tecnológico en Las Razas y argumentando la falta de ese suelo se plantea ahora erigir tres rascacielos en el parque tecnológico del antiguo recinto de la Expo
El pasado 7 de noviembre (2023), el catedrático de Ecología y, entre otros, premio Rey Jaime I de Medio Ambiente, Francisco García Novo, disertó en el Ateneo de Sevilla sobre ‘El paisaje: la interfaz de la naturaleza’, dentro del ciclo ‘Los martes de la Academia’ (Real Academia Sevillana de Ciencias). El ilustre profesor expresó un no «al horror de Benidorm y a los paisajes alterados por los molinos eólicos». Quién le iba a decir que al día siguiente iba a ver en la prensa una propuesta de recrear en la isla de la Cartuja el horror de las torres de Benidorm mediante la suma de tres rascacielos a la torre Pelli para conformar en su banda Oeste el inicio de un muro-pantalla de hasta 180 metros de altura.
Según el avance publicado por ABC, la Dirección del Parque Científico y Tecnológico Cartuja, cuyo titular es Luis Pérez Díaz, planea, para responder a la demanda de instalación de nuevas empresas y ante la falta de suficiente suelo, seguir el formato de la City de Londres y construir otros tres rascacielos (cuando se habla de otros tres es que el modelo es el primero ya existente, la torre Pelli) en las pastillas de aparcamientos de la banda Oeste, paralelas a la avenida de Carlos III, una vez se trasladen a la banqueta del Guadalquivir las actuales tres mil plazas destinadas a otros tantos vehículos.
Esta propuesta, cuya ejecución ampliaría el enorme impacto paisajístico que ya ha provocado la torre Pelli en una planicie como la de Sevilla y al borde de su casco histórico, es la demostración de que la ciudad carece de modelo, ya que los planes que se redactan pensando en diseñar el futuro, como el PGOU o el Sevilla 2030, se convierten en papel mojado a las primeras de cambio, en función de la ocurrencia o de los intereses de quienes tengan capacidad de influencia en las Administraciones Públicas.
Recreación de los cuatro rascacielos en la isla de la Cartuja
Recuérdese que de la colmatación en ciernes de la tecnópolis de la Cartuja se viene hablando desde los tiempos en que, como premio de consolación tras su salida del Ayuntamiento por su enfrentamiento con Monteseirín, a Viera le dieron la presidencia de Cartuja-93, en septiembre de 2004.
Hace ya, pues, prácticamente veinte años que se sabía que iba a faltar suelo en el PCT Cartuja, una demanda que antes del pasado verano su director general cifró en 18.000 m2 edificables, tal como vimos en una anterior entrega.
En previsión de tal eventualidad, en el vigente Plan General se calificó en el entorno de la avenida de Las Razas y del campus universitario de Reina Mercedes una franja de 165.698 m2 como zona de servicios avanzados, con una edificabilidad de 137.000 m2 que habría permitido, conforme al declarado objetivo de emular el distrito 22@ de Barcelona, el desarrollo de una segunda tecnópolis en nuestra ciudad. ¿O es que sólo puede haber un parque tecnológico a y éste ha de estar forzosamente en la Cartuja, aunque para ello haya que llenar de ladrillos desde el antiguo canal de la Expo-92 hasta sus aparcamientos? ¿Acaso en Madrid capital no hay al menos cuatro?
Parque Científico creado por las universidades de Madrid
Obsérvese que el desarrollo de este segundo polo tecnológico en el entorno del campus de Reina Mercedes, fomentando las sinergias entre los investigadores de la Universidad Hispalense y los de las empresas privadas, habría permitido absorber en casi ocho veces la actual demanda de suelo por empresas en el PCT Cartuja.
En resumen, se sabe desde hace una veintena de años que va a faltar suelo en el antiguo recinto de la Exposición Universal pero en vez de desarrollar como alternativa y complemento una segunda tecnópolis junto al campus de Reina Mercedes, el Ayuntamiento, gobernado entonces por Espadas, y la Autoridad Portuaria, encarnada por Rafael Carmona, se aliaron para liquidar esa posibilidad y recalificar la franja colindante con la avenida de Las Razas con del fin de que el puerto dé un pelotazo con la construcción de 700 viviendas, pese a la cantidad de bolsas de suelo para erigir pisos existentes en la ciudad.
El distrito 22 arroba de Barcelona fue fruto de la remodelación tras los Juegos Olímpicos
Como no hay lógica en la operación, salvo la incapacidad de las sucesivas corporaciones locales para emular los logros de las barcelonesas en el distrito 22@, con más de 1.500 empresas instaladas frente a cero patatero en el distrito portuario sevillano, se trata de justificar con el argumento de que así se reduciría el impacto volumétrico que habría generado la aplicación del PGOU de 2006, el cual permitía «implantar una pantalla edificadas de alturas de hasta 11 plantas entre la avenida de Las Razas y la zona residencial al Oeste de la avenida de La Palmera».
O sea, que para no permitir edificios de hasta once plantas en Las Razas se piensa en construir torres de hasta cuarenta, como la Pelli, en la Cartuja y crear una pantalla de rascacielos.
¿Y qué dijo el PCT Cartuja cuando en 2022 se anunció esta por entonces inminente recalificación, que eliminaba la posibilidad de un PCTCartuja-II en Las Razas? Nada de nada. Silencio absoluto, como el de la plataforma Sevilla es Industria ( industria del pelotazo).
Por tanto, entre unos y otros han dejado o propiciado que se elimine suelo calificado para un segundo polo tecnológico y así pueden ahora tratar de justificar en la carencia de ese suelo la construcción de tres rascacielos más como la torre Pelli: 40 plantas, 180 metros de altura.
Francisco García Novo, a la izquierda, durante su conferencia en el Ateneo sobre el paisaje
Obviamente, a los promotores de este proyecto les trae al pairo lo que le horroriza al catedrático Francisco García Novo: su impacto en el paisaje, el ‘efecto Benidorm’ de las cuatro torres en su conjunto en la isla de la Cartuja y, por extensión, en el conjunto de Sevilla, especialmente cuando su planicie se divisa desde la cornisa del Aljarafe.
Recuérdese la existencia de la ley 14/2007, de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico de Andalucía, cuyo artículo 19 dice: «Se entiende por contaminación visual o perceptiva, a los efectos de esta Ley, aquella intervención, uso o acción en el bien o su entorno de protección que degrade los valores de un bien inmueble integrante del Patrimonio Histórico y toda interferencia que impida o distorsione su contemplación».
El pasado 14 de abril (2023), la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico de Sevilla, adscrita a la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte, informó favorablemente sobre el catálogo de protección elaborado por el Ayuntamiento para la inclusión de edificios, jardines y espacios libres del antiguo recinto de la Expo-92.
El documento delimita como ámbito del catálogo el recinto donde se celebró la Exposición Universal de 1992, incorporando como espacios libres los jardines del entorno del monasterio de Santa María de la Cuevas, los Jardines del Guadalquivir y el Jardín Americano, ambos inscritos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (CGPHA) como Bienes de Catalogación General.
En el documento avalado figuran edificios ya protegidos, en concreto los pabellones de Francia, España, Finlandia y el de la Navegación con su torre Shindher; el Teatro Central, el Edificio Redesa, el edificio World Trade Center y el monasterio de Santa María de las Cuevas, dado que en 2009 la Consejería de Cultura ya había acordado inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía los pabellones de Hungría, España, Andalucía, Navegación, Finlandia y Francia.
Pabellón de Hungría en la Exposición Universal de 1992
A partir del ahí, el nuevo catálogo municipal incorpora los pabellones de Chile, Italia, Andalucía (ya protegido por la Junta), Europa, Canadá, Hungría (también ya protegido), el de la ONCE y Torre Triana; así como ocho espacios libres y algunos de sus elementos arquitectónicos, como miradores, fuentes y esculturas.
Se trata, por un lado, de las avenidas del Agua, de Europa, de las Palmeras, Ombú y los Arces; y, por otro, de los jardines del Guadalquivir, el Jardín Americano y el de la Cartuja, ya que este último, en otro ejemplo de incongruencia como el de una acera de la avenida de La Palmera, había quedado fuera de la catalogación del monasterio de Santa María de las Cuevas.
¿Y no van a producir ningún impacto visual y paisajístico en todo este elenco de espacios y pabellones protegidos por su valor patrimonial tres nuevas torres Pelli?
Los promotores de los rascacielos en un suelo público perteneciente a la Agencia de Vivienda y Rehabilitación de Andalucía (AVRA) justifican su propuesta en la falta de suelo y añaden el mensaje, denotativo del mismo complejo de pseudomodernidad de Monteseirín al impulsar la torre Pelli, que así se avanzaría en un formato como el de la City de Londres.
Aparte de que, parafraseando el refrán de la golondrina y el verano, cuatro rascacielos no harían una City como la londinense, donde hay decenas y decenas (más de cien con más de cien metros) y planes para construir centenares más (alguno con más de 300 metros de altura), hay que preguntarse por qué hay que copiar en Sevilla el modelo de Londres cuando ni siquiera hemos sido capaces de copiar el de Barcelona con su distrito 22@ .
Veamos algunas imágenes de Londres:
Y de cómo quedaría la capital del Reino Unido con el plan de construcción de 230 rascacielos más:
Y también fotos de Benidorm, la ciudad con más rascacielos de Europa:
¿Qué es preferible, el modelo City o dejar la isla de la Cartuja, torre Pelli aparte, tal como muestra el aspecto que tiene ahora y refleja la siguiente fotografía?
Una vez abierta la veda de los rascacielos, ¿no se seguirían recalificando pastillas de suelo e incluso pabellones aún no protegidos o «pequeños» inmuebles actuales para erigir más y más torres hasta, como dicen en el argot, crear un nuevo ‘skyline’ en la Cartuja?
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