El Betis promete a los vecinos la apertura del cerramiento colindante con la avenida de La Palmera

Escepticismo ante el anuncio por tratarse de una zona hormigonada y no propiamente verde

Los directivos de la Sociedad Anónima Deportiva Real Betis Balompié están tratando de congraciarse con los vecinos de los barrios del entorno para lograr el apoyo social a su proyecto de finalización del estadio Benito Villamarín merced al rendimiento económico que obtengan por el aprovechamiento lucrativo de la parcela contigua, propiedad del Ayuntamiento, y les han anunciado la futura apertura del cerramiento de la zona Este del coliseo deportivo, la que limita con la avenida de La Palmera.

Según los testimonios recogidos entre representantes de las asociaciones que han asistido al encuentro con altos ejecutivos béticos, éstos se  esforzaron en publicitar las supuestas bondades del proyecto. 

Empezaron  comentando  que el Betis es el segundo equipo más  ecológico de Europa y  que  ese espíritu es el que guiará la ejecución del diseño de la parte final del estadio y de lo que se levante en la parcela contigua, de propiedad pública.

Esa primera declaración de intenciones no gozó de mucha credibilidad entre los representantes vecinales, alguno de los cuales recordó la falta de empatía de la entidad verdiblanca ante las denuncias por los daños de las botellonas en el parque del Guadaíra en las horas previas y posteriores a los partidos del equipo de las trece barras,  y la ausencia de respuesta a las cartas  que se enviaron desde colectivos ciudadanos al club en demanda de una reunión para abordar este asunto.

Los ejecutivos del club comentaron que su idea para la parcela contigua al estadio no es la implantación de un centro comercial, sino de lo que denominaron «un contenedor de actividades» que  proporcionen  una «experiencia» a los visitantes para que  lleguen antes al estadio y se vayan después,  lo que a su juicio permitiría que  se reduzcan las botellonas y que la gente consuma menos en las calles. También  hablaron de que los suelos de propiedad municipal podrían acoger un  hotel  y oficinas.

Y, según los testimonios recogidos de entre los asistentes a la reunión,  poco más, ya que cuando los vecinos pedían más detalles la respuesta era que el tema estaba en  estudio  o que  aún no se sabía nada. 

Los directivos dijeron ignorar cuántas plazas de aparcamientos se van a construir,  así como los usos,  la compensación  a la ciudad  por la cesión de la parcela y el efecto de la ejecución de este proyecto sobre el tráfico, aunque dudan de que sea negativo. 

Al sacarse a colación las zonas verdes, aquéllos anunciaron  que la parte de la fachada del estadio hacia la avenida de La Palmera, protegida y aislada actualmente mediante un cerramiento metálico, se va a abrir para  su uso  público, aunque el anuncio tampoco suscitó demasiado entusiasmo, habida cuenta de que los vecinos conocen perfectamente que ese área entre el estadio y la reja exterior es en realidad «una playa de  hormigón». Se trata de una franja de unos 196 metros de longitud, aproximadamente, y de  unos 35 metros en la parte más ancha.

El cerramiento que aísla la fachada Este del estadio Benito Villamarín de La Palmera

Los ejecutivos del Betis insistieron en el argumentario de que el proyecto supone una mejora  urbana para el entorno, que el estadio es icónico  y  que gran parte de los beneficios  van a  provenir del propio coliseo deportivo  y no tanto del edificio anejo que se levante en la parcela contigua, de propiedad municipal.

Tras esa aseveración los vecinos plantearon que entonces la ocupación del terreno público no es tan necesaria, lo cual provocó a su vez una reacción visceral de los representantes del Betis, que defendieron de forma exacerbada la utilización de la parcela municipal por, dijeron, «completar el proyecto del nuevo estadio».

En cuanto a los plazos, la idea es que las obras duren entre enero de 2025  y  diciembre de 2026,  si bien los ejecutivos béticos reconocieron que estarán muy apuradas de plazo  por los trabajos previstos en el estadio de la Cartuja (adonde se trasladarían los partidos del equipo verdiblanco) para su adaptación con vistas al Campeonato del Mundo de Fútbol en el año 2030.

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