Un estudio para Sevilla 2004 dictaminó que el estadio del Betis necesita 350.000 m2 libres alrededor para parking y una evacuación de emergencia

La suma de todos los exteriores contiguos existentes, incluyendo viales, era y sigue siendo de 85.500 m2

La recomendación fue que el aforo no supere los 43.400 espectadores pero el proyecto de nuevo estadio es para 60.379

La sociedad anónima deportiva Real Betis Balompié proyecta la conclusión del estadio Benito Villamarín, previa demolición y construcción completa de la grada de Preferencia para lograr un aforo de 60.379 espectadores. La operación pasa también por la ocupación de la parcela de suelo anexa, de propiedad municipal y con una superfice de 8.805 m2 para levantar sobre la misma una mole de 31.500 m2 con usos terciarios y una altura máxima de 47 metros, con lo que se reduciría aún más el suelo libre en torno al coliseo deportivo. Este proyecto contrasta con las conclusiones de un informe que el Ayuntamiento encargó en 1996 para la candidatura olímpica Sevilla 2004 y según las cuales, por razones de seguridad y ante una posible emergencia, a la vista del escaso terreno sin obstáculos existente la capacidad del estadio debía reducirse en vez de ampliarse.

Tras el éxito de la Exposición Universal de 1992 y la enorme mejora de las infraestructuras y equipamientos con que contaba Sevilla (la primera línea ferroviaria de alta velocidad, red de fibra óptica en la Cartuja, nuevos puentes y autovías, nueva terminal del aeropuerto….), el Ayuntamiento concibió el proyecto de acoger los Juegos Olímpicos del año 2004.

Según los planes de la Oficina Olímpica Sevilla 2004, las competiciones de fútbol se celebrarían en los estadios del Sevilla F.C. y del Real Betis, motivo por el cual aquélla encargó en 1996 un diagnóstico del estado de ambos, para ver si cumplían las exigencias internacionales y si necesitaban reformas, para en tal caso ejecutarlas y poder superar el examen del Comité Olímpico Internacional.

La realización del diagnóstico fue encomendada a un estudio especializado, con amplia experiencia y conocimiento en la materia, el cual entregó un estudio cuyo primer capítulo consistía en un repaso a la legislación sobre estadios de fútbol, tanto nacional como internacional: cinco páginas en las que se enumeraba la normativa exigida en todo tipo de aspectos.

Una de las páginas del estudio recogía las recomendaciones técnicas de la FIFA

El diagnóstico sobre el estadio del Betis, que es el que nos ocupa ahora, recogía todas las deficiencias zona a zona del campo y proponía las reformas necesarias para solucionarlas y cumplir con la normativa. En la valoración de la situación y propuesta, entre otras cosas se decía la siguiente:

El Betis logró en 1981 la aprobación a una reforma de su campo que es la que ha originado la configuración actual del mismo.

Intentó cumplir básicamente el Reglamento de Espectáculos Públicos entonces vigente, «aunque no se adaptó escrupulosamente al mismo». La Corporación (Municipal), basándose en los informes de sus unidades técnicas, dio la autorización, «en el ánimo de favorecer y apoyar a un club tan señero, llevados sus miembros de la voluntad de lograr el máximo aforo para el Mundial (del año 1982) y dando para ello una interpretación sumamente benévola y flexible al texto legal».

Por ello se habla de un aforo oficial de 51.945 plazas, «que no puede entenderse -dicen los facultativos que realizan el diagnóstico- más que como un cálculo aproximado y muy exagerado al alza. Una aplicación de la ley más rigurosa sólo admitiría 42.094 como aforo real».

En 1982 la situación se podía resumir, según el diagnóstico realizado, de la siguiente forma:

-La suma de las anchuras de las calles de salida era insuficiente para el aforo aprobado.

-Se colmataba la parcela de coches los días de partido, cuando debía estar casi vacía por razones organizativas, de seguridad y de posibles emergencias.

-Las puertas eran insuficientes, sobre todo en los goles, «donde la situación -se dice textualmente- puede calificarse de peligrosísima».

-Se producían embudos en las salidas de los vomitorios bajos, y un vaciado del campo en un tiempo mucho mayor del recomendable.

-Los pasillos eran estrechos e insuficientes en número, en todo el campo. En los goles, simplemente, no existían.

«No obstante lo dicho -puede leerse-, el proyecto recibió licencia municipal para llevarse a cabo la obra, por razones que desconocemos. Suponemos -continúa el diagnóstico- que habría urgencias temporales, no se entendían de consideración las deficiencias, no parecía importante una aplicación estricta de las normas por no haberse producido incidentes o percances graves anteriormente, se deseaba ayudar al club, se quería facilitar la celebración del Mundial en Sevilla, se requerían múltiples localidades para este torneo, y, con todos sus problemas, la reforma suponía una gran mejora globalmente considerada.

Cierto es -proseguían los facultativos autores del diagnóstico- que pudo darse una autorización provisional, dadas las circunstancias del evento y las razones excepcionales que existían, para cambiar luego algunas cuestiones, como se hizo en «Barcelona 92″ y otros acontecimientos, pero no se optó por esta solución».

El diagnóstico se extendía sobre cómo las condiciones de seguridad fueron paulatinamente empeorando con el paso del tiempo y ofrecía las opciones posibles, con su correspondiente valoración económica.

SUELO LIBRE PARA APARCAMIENTO

Desde este diagnóstico, el estadio, según aparece en la página oficial del Betis, ha sido remodelado en los años 2000 y 2017, pero no sabemos si tras esas remodelaciones han quedado subsanadas totalmente las deficiencias analizadas previamente en el diagnóstico de los expertos. Hay algo que no ha cambiado en todos estos años: el suelo libre existente alrededor para poder responder a una rápida evacuación en caso de una emergencia.

Los facultativos fijaron en el diagnóstico la cifra de 43.400 espectadores como la la máxima posible dadas las condiciones del Benito Villamarín, aunque -constatan- «como vemos, se ha autorizado una cifra superior».

Y luego, viendo ya posiblemente que en el horizonte se hablaba de incrementar el aforo hasta las 60.000 personas, indicaron la superficie que se necesitaría para estacionamientos y un óvalo exterior libre para esa cantidad de aficionados según requerimientos internacionales:

Federación Internacional de Fútbol (FIFA): 10.000 vehículos x 25 m2 = 250.000 m2. Y 500 autobuses x 90 m2 = 45.000 m2. Total: 290.000 m2.

CONI (se referían probablemente al Comité Olímpico Nacional de Italia): 60.000 automóviles x 4,5 m2 = 270.000 m2. Y para autobuses, 60.000 m2. Total: 330.000 m2.

Criterio del Mundial de Alemania de 1974: aparcamiento total, 375.000 m2.

El gráfico número 8 del informe recogía los espacios libres contiguos al estadio

Los expertos destacaron en su diagnóstico que cualquiera de los criterios suponía una exigencia de al menos 290.000 m2 para zonas de aparcamiento.

Conforme a las mediciones realizadas para el diagnóstico (Gráfico número 8), en el área estrictamente colindante con el estadio del Betis había 26.195 m2 de suelo libre.

SUELO LIBRE POR SEGURIDAD

En lo relativo al espacio exterior que debía quedar libre de obstáculos, invocaron las siguientes referencias:

FIFA: el cumplimiento de las normas locales.

CONI: 0,5 m2 x 60.000 espectadores: 30.000 m2. Y banda de 30.000:640 = 47 metros.

Criterios del Mundial de 1974 en Alemania: 15.000 m2 + número de espectadores dividido entre 3,5 . Luego de la aplicación de la fórmula resultaban 32.142 m2. Y banda de 32.142 dividido entre 640 = 50 metros.

Euronorma: un segundo cinturón (aproximadamente unos 50 metros alrededor en todos los puntos, incluidas zonas neutralizadas y accesos especiales).

Recomendación del estudio sobre el aforo que debería tener el estadio del Betis

Según el dictamen de los facultativos en el diagnóstico encargado por o para la Oficina Olímpica Sevilla 2004, «lo normal es que exista un óvalo libre de unos 50 metros alrededor del campo». De acuerdo con esta exigencia, «en el Estadio Benito Villamarín las condiciones urbanísticas actuales recomiendan su reducción a un campo con un aforo de unos 43.400 espectadores. Realmente lo que ocurre es que el día que hay partido los coches colmatan todo el barrio dejando el campo sin espacio alrededor para una evacuación de emergencia».

Serían precisos para 60.000 espectadores -puede leerse en el estudio- 290.000 m2 para estacionamientos y 30.000 m2 de óvalo exterior, luego en total 350.000 m2 ( la suma es errónea, porque el resultado serían 320.000 m2). «Es decir -se afirma- prácticamente el terreno debería quedar libre para usos organizativos y de seguridad, prohibiéndose aparcar».

Gráfico número 18 del estudio, sobre los espacios libres exteriores para una evacuación

Pero no hay alrededor del campo 350.000 m2 ni 320.000, sino como mucho y aprovechando hasta los viales contiguos 85.500 m2, conforme a la siguiente medición que aparece en el gráfico número 18 del diagnóstico:

-Avenida de La Palmera: 75.000 m2.

-Calle Iguazú: 1.500 m2

-Calle Doctor Fleming: 6.000 m2

-Calle Padre García Tejero: 3.000 m2

Y hay que recordar que cuando se elaboró el diagnóstico aún no se había cerrado parte del perímetro exterior del estadio con un sistema de vallas que dificulta una rápida evacuación en caso de necesidad.

Pese a todo ello, el Betis, con la anuencia del Ayuntamiento, ha presentado un Avance de Estudio de Ordenación en el que se pretende ocupar parte de la parcela pública contigua, con 8.805 m2, para alzar una mole de 31.500 m2 y una altura máxima de 47 metros. Es decir, la consecuencia de materializar un proyecto como éste sería reducir aún más el espacio libre existente en torno al estadio y multiplicar el número potencial de personas en casos extremos (lleno en el estadio y lleno en la mole contigua) a evacuar en caso de una emergencia.

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