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Ridículo

Según la clásica definición que nos enseñaron en la Facultad ahora llamada de Comunicación,  noticia no es que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro. Pues en cuestiones de perros,  el Ayuntamiento considera noticioso que durante el último mes las actuaciones conjuntas de Lipasam y de la Policía Local se hayan saldado con denuncias a tan sólo seis personas en toda la ciudad por no recoger los excrementos de sus canes. Sí, es noticia, pero no positiva como la ‘vende’ el aparato de propaganda del alcalde sin sentido del ridículo, sino todo lo contrario, porque ya me dirán el grado de eficacia de los dos Servicios Municipales cuando en la ciudad se estima que hay al menos unos 50.000 perros que depositan 5.000 kilos diarios de heces o 1.825.000 anualmente. Cincuenta mil animales defecando cada día en las aceras y la Poli y Lipasam sólo trincan a seis de sus incívicos amos a lo largo de todo un mes, a un promedio de uno cada cinco días. Y luego va Zoido y les paga una extra de Navidad disfrazada en concepto de productividad. De risa perruna.

 

Reválida

Cuando Max Vílchez, neófito en política y recién desembarcado en la Delegación de Urbanismo, quiso saltarse unos cuantos trámites para acelerarle el Ikea del aeropuerto a Zoido, Espadas dejó en evidencia su desconocimiento de la legislación urbanística y alardeó de que él sí se la sabía al dedillo por haber sido cocinero antes que fraile: consejero de Vivienda y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía. Vílchez se mordió la lengua y aprendió la lección. Tanto ha aprendido en estos casi dos años que el otro día, cuando desde el equipillo de guardia del PSOE le instaron a que destinara parte del sobrante de 20 millones de la Gerencia a revitalizar los polígonos industriales, el delegado se dio el gustazo de recordarle en plan ‘profe’ a los Pavones sin Zidanes de Espadas que “el dinero recaudado por la venta de patrimonio municipal de suelo tiene que dirigirse obligatoriamente a retroalimentar el patrimonio municipal de suelo”. Max dejó a Espadas ‘touché’, nunca mejor dicho, y pasó su particular reválida. Zoido ya tiene en Vílchez delegado de Urbanismo.

La Síndone

Abro el periódico y junto a una foto de Gregorio Serrano, el multiusos, aparece el siguiente titular: ‘Sevilla lleva a Fitur una muestra sobre la Sábana Santa de Turín’. ¿No es un contrasentido que por muy interesante que sea la exposición sobre la Síndone turinesa  promocionemos algo foráneo en vez de lo sevillano? Aunque con Goro  ya no me extraño de  nada. Recordarán que en unas Jornadas económicas instó a los empresarios sevillanos a invertir en México en vez de al revés. Y mira que el delegado de Turismo podría publicitar en Fitur, por ejemplo, la exposición sobre García Ramos en el Museo de Bellas Artes o incluso ese invento pictórico-textil municipal sobre ‘Santas de Zurbarán: devoción y persuasión’, pero se presenta en la capital como el mejor embajador de Turín en vez de como delegado de Sevilla. Zoido va a tener que imitar a Bilardo, aquel entrenador argentino que tuvieron los palanganas, y a sus instrucciones al médico y los masajistas blancos, y gritarle desde la bancada municipal: “¡Gregorio, que los coloraos, no los de Turín, son los nuestros!”.

El final de la luna de miel

En el momento de redactar estas líneas, a Zoido le ha estallado la primera huelga en su mandato de una empresa municipal, en este caso la de la limpieza (Lipasam), cuya consecuencia más inmediata será la acumulación de 900 toneladas de basura en las calles de la ciudad. Y empleo la expresión clásica en periodismo de “en el momento de redactar estas líneas” porque no sería la primera vez en que tras una negociación de ultimísima hora se cerrara un acuerdo que pusiera fin al conflicto laboral, con su desconvocatoria ‘ipso facto’ tras las habituales concesiones del gobierno local a los sindicalistas.

Las huelgas en los servicios municipales, desde el transporte público de Tussam hasta la recogida de basuras de Lipasam, pasando por los bomberos, son todo un clásico en la ciudad, una poción amarga que han probado casi todos los alcaldes, fuera cual fuera su color político, a lo largo de la Democracia. El primero en sufrir una de Lipasam fue el socialista Manuel Del Valle, en pleno mes de agosto, hasta el punto de que la procesión de la patrona de la ciudad, la Virgen de los Reyes, discurrió con el decorado de fondo de las bolsas de basura apiladas en las aceras de las calles.

Otro conflicto sonado lo sufrió, siete años más tarde, el andalucista Rojas-Marcos. En aquella ocasión, la fecha estratégica elegida por los sindicatos de Lipasam fue la Feria de Abril, con la consiguiente estampa de la basura acumulada por las calles del Real y acabando con la imagen de ‘glamour’ de la fiesta primaveral sevillana. Rojas-Marcos, que no se dejaba amilanar por nadie, afrontó la bronca de los huelguistas frente a la caseta del Ayuntamiento, episodio que, aumentado, volvió a repetirse al año siguiente, esa vez con los bomberos rebelados contra el alcalde.

UNA CONCESIÓN TRAS OTRA

En estos 30 años de ayuntamientos democráticos, los sevillanos han sufrido en numerosas ocasiones los conflictos laborales en el seno de los servicios básicos, planteados por los sindicatos generalmente en las vísperas de fechas señaladas como Semana Santa, Feria, el día de la patrona o Navidad, con el fin de multiplicar el efecto de las huelgas y doblegarle el brazo al alcalde de turno, temeroso del daño que pudiera sufrir la economía local, basada en el turismo, y la imagen de Sevilla.

Fruto del poderío sindical, acrecentado por la toma como rehenes de los ciudadanos al controlar a su antojo servicios urbanos esenciales, y de la debilidad de los sucesivos gobiernos, las empresas municipales han conseguido históricamente unos convenios colectivos con unas tablas salariales y ventajas sociales sin parangón con sus homólogas del sector privado. Todos los alcaldes han hecho el firme propósito de acabar con estas situaciones de privilegio, pero todos, indefectiblemente, han acabado transigiendo con las demandas sindicales.

Zoido observó en su momento, al igual que todos los sevillanos, la elevada conflictividad en las empresas municipales que marcó la última etapa del gobierno de Monteseirín, cuando la Plaza Nueva se convirtió en pasarela de manifestaciones como las del pasado viernes, cuando con motivo del Pleno desfilaron frente al Ayuntamiento todos los colectivos enfrentados al gobierno del PP. Y el nuevo alcalde se propuso como objetivo vital en su mandato el de evitar este tipo de revueltas sindicales desde su germen, antes de que tomaran cuerpo en la calle, para marcar así las diferencias con su predecesor.

LOS EVENTUALES

Pero Zoido empezó igual que acabaron sus antecesores en el cargo: cediendo. Nada más ganar las elecciones, se dirigió a los eventuales de Tussam, que llevaban más de dos meses acampados en la Plaza Nueva en demanda de que la empresa municipal les hiciera un contrato justo cuando por su situación de quiebra la dirección procuraba recortar gastos como fuera e incluso externalizar servicios a terceros, mucho más baratos.

El nuevo alcalde, en vez de rebajar la masa salarial en Tussam, la incrementó  contratando a los eventuales acampados y camufló la operación justificando su aparente necesidad con una mejora del servicio mediante la ampliación del recorrido de once líneas y/o la creación de otras nuevas, política similar a la que acometió en su día Blas Ballesteros, con catastróficos resultados económicos por la falta de suficiente demanda.

Aquel gesto de Zoido, que mereció la alabanza del portavoz de los acampados, fue el inicio de su luna de miel con los sindicatos en las empresas municipales. En este sentido, Zoido proclamó: “Con el anterior equipo de gobierno, desgraciadamente en cada Pleno se levantaba la Junta de Personal o el comité de empresa; era una constante. A partir de ahora, los entes municipales empezarán a funcionar de otra forma, con respeto al cumplimiento de los acuerdos que se cierren con los comités de empresa”.

Tras la decisión de Zoido de contratar a los eventuales de Tussam, el Ayuntamiento tuvo que aprobar para el ejercicio de 2012 una aportación superior en 6,4 millones de euros, para gastos de personal, mientras que las líneas modificadas ganaron al final de 2011 unos 139.000 usuarios, lo que significó que cada nuevo viajero le costó al Consistorio 46 euros. Cuando a final de año volvieron las dificultades para pagar a tiempo las nóminas en Tussam (con una deuda entonces cercana a los 70 millones de euros), el sindicato CCOO denunció la gestión del alcalde, en estos términos: “El Ayuntamiento conocía los problemas de liquidez que se iban a plantear en octubre y, en vez de actuar con previsión, ha aprobado medidas populistas con un elevado coste económico sabiendo que no había dinero para pagar al personal. La ampliación de la red de líneas para contentar a los comerciantes y de la gratuidad a todos los pensionistas, así como la contratación de los compañeros de la bolsa (de trabajo), a pesar de que siempre hemos defendido la creación de empleo, ha sido una irresponsabilidad por parte de Zoido”.

EL PLAN DE AJUSTE

La diferencia entre Tussam y Lipasam es que en aquel entonces aún no regía el Plan de Ajuste suscrito por el gobierno local para pagar los atrasos a los proveedores merced a la financiación avalada por el Estado y que obliga al ayuntamiento a aplicar un recorte salarial del 5% y ampliar la jornada a 37,5 horas semanales; y que como con la crisis del ladrillo se ha frenado el crecimiento urbanístico de la ciudad, difícilmente se puede justificar un incremento del número de calles a barrer para adoptar medidas similares a las de Tussam. Aun así, la plantilla ha aumentado en un 1% por la contratación de eventuales para acometer las limpiezas de choque realizadas por el nuevo gobierno para mejorar el aspecto de la ciudad.

El Consistorio quiere ahorrar entre 3,5 y 4,5 millones de euros con medidas como no contratar más eventuales en épocas festivas, para que esa labor la haga la plantilla a costa de disfrutar de menos días libres, una pretensión que el comité rechaza, hasta el punto de convocar la huelga en defensa de la bolsa de trabajo de los eventuales, compuesta en buena parte, según fuentes de Lipasam, por familiares de los propios trabajadores. Dado el generoso convenio colectivo del que gozan los empleados de Lipasam, los cuales cobran hasta una paga extra de 1.400 euros sólo por no faltar al trabajo, el alcalde les ha pedido “solidaridad” con la ciudad y que hagan un esfuerzo, ya que el Ayuntamiento está “en la ruina”.

RECHAZO SINDICAL

Para los trabajadores de Lipasam, sin embargo, Zoido carece de fuerza moral para lanzarles el discurso de la “ruina” municipal, por razones como éstas:

-El pago de 600.000 euros a final de año a la Policía como paga extra de Navidad camuflada de productividades atrasadas pese al informe en contra de la Intervención Municipal.

-El establecimiento de un plus de 1,5 millones de euros para gratificar a los 233 empleados de la Agencia Tributaria.

-Los 20 millones de euros de excedente de tesorería colocados a plazo fijo en la banca.

-Los 450.000 euros que ha anunciado para organizar una muestra sobre los trajes que aparecen en las pinturas de Zurbarán.

-Sueldos de los gerentes municipales en el entorno de los 100.000 euros, pese a la prohibición de que superaran la retribución de los gobernantes con mayor responsabilidad.

Así pues, Zoido ha podido mantener la paz social en el Ayuntamiento durante menos de dos años, pero al final, por unas razones o por otras y atrapado entre las promesas que hizo cuando estaba en la oposición y la realidad que le impone la crisis económica y las políticas de ajuste, la plantilla -y ya no sólo Lipasam- se le ha rebelado y el último Pleno empezó y acabó de la misma manera en que él denunciaba le ocurría a Monteseirín, con empleados contestatarios desalojados por la Policía y la Plaza Nueva convertida en un carnaval de protestas.

Es el final de la luna de miel sindical de Zoido, que ahora se ve en el mismo dilema de sus antecesores ante la huelga: ceder o no ceder, ésa es la cuestión.

 

Limpieza

Cruzo por la calle Antonia Díaz. Y como una metáfora de la situación de la limpieza en la ciudad y de la propia empresa municipal responsable -junto con los sevillanos, no se olvide-, aparece ante mí el edificio de Lipasam con las paredes llenas de desconchones. Penosa imagen de abandono en pleno Centro, en la ruta frecuentada por los turistas y a escasa distancia de los fastos luminosos navideños en la Avenida, en los que Zoido ha tirado la casa por la ventana. ¿También le echará el alcalde la culpa del desvencijado aspecto de la sede de Lipasam a la herencia recibida de Monteseirín? Atravieso el Paseo de Colón y mientras espero en la parada del autobús, en la acera más próxima al río, contemplo la impoluta estampa de la Plaza de Toros de la Maestranza, que refulge en su albura. No obstante, la arcada superior ya da señales de que necesita una mano de cal, pero casi sin tiempo de acabar de pensarlo aparecen tres operarios enfundados en monos blancos y cargados de útiles de limpieza. ¿Y si Zoido probara a encomendarles a los maestrantes la gestión de Lipasam?

El conflicto de Lipasam

Espadas y Torrijos han calificado de “intento de desprestigio” y “brutal campaña de satanización” el hecho de que el Ayuntamiento haya revelado que el sueldo medio en Lipasam -cuyos trabajadores han convocado huelga para el día 28- es de 30.855 euros, una cantidad que según el delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, “desearían gran parte de los sevillanos en los tiempos que corren”. Los sindicatos han contratacado diciendo que el sueldo de un peón es de 721 euros frente a los 100.000 del gerente, y que si ésa es la media será por la suma de los sueldazos (sic) de los directivos.

Cada parte presenta sólo un aspecto de la realidad, ya que como hay cerca de veinte pluses distintos y unas treinta categorías profesionales, el sueldo de un peón puede elevarse hasta los 1.800 euros brutos/mes, antes de los descuentos.

Los sevillanos, que sostienen con sus impuestos la quebrada empresa municipal (sólo cubre con los ingresos que genera el 5,5% de sus gastos), la cual se alimenta de las transferencias del Ayuntamiento, por más que los sindicatos (se auto) engañen diciendo que obtiene 8,2 millones de euros de beneficio (sobre el papel); los sevillanos -decía- tienen perfecto derecho a conocer los sueldos que se pagan en Lipasam, por ser los dueños de la empresa y porque además aquéllos son públicos al figurar en el convenio colectivo, divulgado en el Boletín Oficial de la Provincia de Sevilla del 28 de agosto de 2009 y que cualquiera puede consultar.

PAZ SOCIAL ‘COMPRADA’

La pregunta que cabe hacerse es por qué Espadas y Torrijos consideran normal que en los medios de comunicación se publiquen las retribuciones del presidente del Gobierno, de los ministros, del presidente de la Junta, de los consejeros de la Junta de Andalucía, de los alcaldes, diputados y senadores y, sin embargo, hablen de “desprestigio” y de “brutal campaña de satanización” cuando se hace referencia desde el gobierno local a Lipasam en virtud de un convenio colectivo que lleva más de tres años en el BOP.

La respuesta radica probablemente en que PSOE e IU, como socios de gobierno municipal en los ocho años anteriores al de Zoido, fueron quienes, con tal de ‘comprar’ la paz social en Lipasam y en las restantes empresas municipales, se plegaron a sus habituales chantajes bajo la amenaza permanente de huelga y les concedieron unas retribuciones, unas condiciones de trabajo y unas ventajas sociales a costa de los contribuyentes sevillanos que serían impensables en el sector privado e inimaginables en una compañía abocada a la quiebra si no gozara de la permanente inyección de dinero público, como es el caso de Lipasam.

Como dato indicativo y objetivo, los 30.885 euros de salario medio en Lipasam superan en 8.000 euros el salario medio anual declarado en el Impuesto sobre la Renta (IRPF) ante Hacienda en España en el año 2011.

REFLEJO EN LOS SONDEOS

Además, merced a su generosa política retributiva, Monteseirín convirtió a Sevilla en la segunda ciudad española con más gasto per cápita para mantener la plantilla de empleados municipales. Mientras que la media de gasto nacional era de 430 euros anuales, los sevillanos debían aportar 495 euros para los gastos del personal del Ayuntamiento, frente a, por ejemplo, los 270 euros que aportaban los ciudadanos de Barcelona.

Pero todas las cifras son relativas y han de ponerse en relación con los resultados. Los sevillanos probablemente pagarían gustosos el coste de Lipasam si observaran que la ciudad está como “los chorros del oro”, pero sistemáticamente la suciedad y falta de limpieza aparecen entre los principales problemas de Sevilla, como ha reflejado el último Barómetro de Antares. Y es que la plantilla de la empresa municipal no se ha caracterizado precisamente por una respuesta entusiasta a las concesiones de los sucesivos gobiernos, que han tomado siempre como un gesto de debilidad.

PREMIO EN METÁLICO

El absentismo durante el mandato de Monteseirín llegó a ser del 10% (uno de cada diez empleados se daban de baja), hasta el punto de que en el año 2008 se tuvo que aplicar un Plan de Control y al año siguiente contratar a una empresa externa para que estudiara cómo reducir las ausencias al trabajo.

Y como los métodos de control no daban los resultados apetecidos, hubo que recurrir a crear un incentivo cuya existencia debería ser considerada por Torrijos y Espadas, que no dicen nada al respecto, como un desprestigio y denigrante para la dignidad de todo trabajador que se precie: una paga no por trabajar, si no por no faltar al trabajo, de 1.400 euros y de carácter lineal que supone a la empresa un coste extra de unos 2 millones de euros (artículo 39 del convenio colectivo, página 19 del BOP de Sevilla Nº 149, de 28 de agosto de 2009). No hay ahorros en esa partida, por cuanto el dinero que no se paga a los absentistas se reparte entre quienes cumplen con su obligación.

LOS EVENTUALES

Llama la atención la preocupación del comité por los eventuales en una empresa cuya plantilla (1.571 empleados) se ha ampliado con Zoido y en la que el 87% son fijos (1.377 trabajadores) y el resto, temporales (194). Los sindicatos no aceptan la fórmula de aplicación de las 37,5 horas semanales en el sector público si afecta a las fechas clave de Semana Santa, Feria y Navidad porque -dicen- repercute en los 420 contratos eventuales que suele realizar Lipasam a través de la Bolsa de Empleo.

Justamente ahí es donde radica el ahorro que pretende el Ayuntamiento, pero la eliminación de la Bolsa de Empleo afectaría a muchos familiares de trabajadores. Con su oposición a su desaparición, el comité está barriendo para casa.

Mongolia

Zoido se ha dedicado a sembrar en Twitter la polémica sobre una imagen de la Macarena usada  por la revista satírica Mongolia para un anuncio (que no el anuncio oficial) de su presentación en la Casa de la Provincia, dependiente de la Diputación (PSOE), y al que asistirá Felipe Alcaraz (IU). Al margen de meterle el dedo en el ojo a sus rivales aprovechando que el Guadalquivir pasa por Sevilla y de las supuestas heridas en los sentimientos de cada uno -como si a estas alturas no estuviéramos ya curados de todos los espantos menos el de la corrupción-, me pregunto cómo es posible que con la que está cayendo en la Sevilla de los 88.000 parados y en todo el país el alcalde de la capital de Andalucía  y presidente del PP (A) no tenga cosas mucho más importantes que hacer que tuitear sobre superficialidades irreverentes como ésta, en vez de aplicarse a las cuestiones estratégicas de la ciudad. Si yo fuera el director de Mongolia, le pondría a Zoido un piso por la publicidad gratuita que le ha reportado y le haría una oferta para ‘community manager’ de la publicación.

Propositivo

Es proverbial la incontenible verborrea de Antonio Rodrigo Torrijos, su lenguaje barroco, sus circunloquios en vez de ir directamente al grano, retruécanos, perífrasis y su capacidad para inventarse palabros que no existen en el Diccionario. Su penúltima ocurrencia ha sido decir que acudía a la reunión sobre el Pacto por Sevilla “con ánimo propositivo”. ¿Y qué significa ‘propositivo’? La Real Academia de la Lengua no tiene registrado el término (naturalmente, lo acaba de parir en portavoz de Izquierda Unida). Lo más parecido que admite es ‘prepositivo’, relativo a preposición. ¿Qué habrá querido decir Torrijos? ¿Que iba con ánimo positivo, o sea, con intención de ser útil o práctico, conforme a la tercera acepción de la palabra en el DRAE, o más bien con idea de hacer propuestas a los portavoces de PSOE y PP? La palabra que ha acuñado es, además, demasiado rotunda, cuando la marca de la casa consiste en emplear locuciones o retorcer el lenguaje para oscurecerlo. Y es que, al contrario que con Gracián, con Torrijos, lo bueno, si breve, dos veces ‘pronegativo’.

La paga extra

Torrijos, convertido en Gran Inquisidor de Sevilla, exige que el Ayuntamiento revele quiénes son los concejales que han incumplido el acuerdo plenario de donar la paga extra de diciembre al Banco de Alimentos. Al portavoz de IU, que también podría sustituir a la Fley como Gran Fiscalizador municipal, no le salen las cuentas: El Consistorio ha entregado globalmente a la organización caritativa 74.755 euros, pero según Torrijos, que al parecer controla hasta lo que cobra cada uno en la Casa Grande, deberían haber sido diez mil euros más, por lo que deduce que alguno, o más de uno, se ha escaqueado y quiere ponerlo(s) en la picota.

El líder de IU, siempre tan proclive a tender trampas saduceas a los demás, se remite a un acuerdo adoptado por el Pleno y en virtud del cual los concejales, los gerentes y los directores de las empresas públicas, fundaciones participadas y organismos autónomos se veían obligados a donar la extra de Navidad al Banco de Alimentos.

¿Y quién es el Pleno para obligar a nadie, ya sea concejal, directivo o simple empleado de una empresa pública, a donar su soldada? ¿Y quién es el Pleno para decidir, a instancias de Torrijos, que la paga extra se done al Banco de Alimentos, y no a Manos Unidas, el Domund, Médicos sin Fronteras o los Amigos de La Tierra?

La solidaridad no puede ni debe imponerse por decreto, sino que nace del corazón de cada uno  como fruto de una decisión libre e individual. ¿Por qué Torrijos tiene que coaccionar moralmente a los demás a secundar su iniciativa y no la adopta de forma anónima y en solitario sin darle publicidad como quienes en la Biblia se daban golpes en el pecho?

El colmo de la intromisión en la vida privada de ediles y altos cargos es la exigencia de que se revele el nombre de quienes, supuestamente, han incumplido el acuerdo plenario. Y va el portavoz del PP, Juan Bueno, e invita a Torrijos a mirar los expedientes. O sea, que para una cuestión personal que a nadie debe importar no rige la Ley de Protección de Datos, la misma que se invoca desde el gobierno municipal para no abrir infinidad de expedientes que sí afectan a la vida de todos los sevillanos, en cuyo nombre decide el Ayuntamiento.

Bueno tampoco es nadie para rendir cuentas en nombre de terceros, que sólo deben hacerlo ante Hacienda en la declaración individual del IRPF. Aquí nos movemos entre la demagogia y el colectivismo.

Al igual que aquel digno campesino andaluz que le dijo al señorito lo de “en mi hambre mando yo”, los concejales y altos cargos del Ayuntamiento también podrían decirle a Torrijos “en mi dinero mando yo”.

 

Recortes

Zoido cogió carrerilla en el desayuno del ‘Fórum Europa. Tribuna Andalucía’ y como llegó sin haber probado bocado aún se comió de una tacada 200 millones de deuda municipal. El alcalde dijo que cuando aterrizó  se encontró con más de 700 millones de euros en números rojos pero  que ya ha logrado reducirlos a unos 500. Menos lobos, Juan Ignacio. Si las cuentas que le hice en su día al manirroto de Monteseirín, justo antes de tu desembarco en la Plaza Nueva, son correctas, la lápida municipal (Ayuntamiento más consorcio de empresas) ascendía a unos 633 millones de euros. Como al 31 de diciembre de 2012 la deuda (sólo la del Consistorio, sin empresas ni organismos autónomos) era de 519 millones en números redondos, resulta que en el mejor de los casos se habría reducido en 114 millones, no en 200. Si fuera verdad éso de que estás recortando déficit público a un promedio de 10,5 millones de euros mensuales (y los mercados, sin saberlo), habría que convenir en que Sevilla habría ganado contigo un alcalde, pero España se estaría perdiendo un ministro de Hacienda.