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La Ordenanza del Ruido lleva seis meses en vía muerta

El Ayuntamiento aún no ha respondido a todas las alegaciones presentadas

Arguye que la complejidad del tema requiere de un estudio riguroso

Anticipa que el texto aprobado inicialmente será finalmente modificado

El gobierno municipal lleva ya medio año estudiando las alegaciones presentadas por asociaciones de vecinos, colectivos y hasta partidos de la Oposición a uno de sus proyectos más polémicos por la fuerte contestación social que suscitó en su día: la nueva Ordenanza sobre Contaminación Acústica, Ruidos y Vibraciones. El equipo de gobierno expresó en una respuesta a la Comisión de Ruegos y Preguntas que la demora se debe a la complejidad del asunto y a la necesidad de extremar el rigor en el análisis.

El Pleno del Ayuntamiento aprobó inicialmente en julio de 2013 la nueva Ordenanza popularmente conocida como del Ruido, la cual contó únicamente con los votos a favor del grupo Popular y el rechazo de la oposición. A este rechazo político se le unió en la calle el de asociaciones de vecinos y diversos colectivos, como Juristas contra el Ruido y la Plataforma contra el Ruido.

El texto vio la luz con una fuerte polémica tras conocerse que el primer proyecto, redactado por técnicos municipales y que llegó incluso a ser tomado como modelo para su aplicación en toda Andalucía por la Federación Andaluza de Municipios y Provincias, fue desestimado por el gobierno municipal, el cual a continuación gastó 21.000 euros en contratar una asesoría externa para que elaborara un texto alternativo.

El nuevo proyecto fue objeto de un dictamen muy negativo por parte del catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Hispalense Jesús Jordano Fraga, tras un encargo en tal sentido realizado por asociaciones de vecinos y la Plataforma contra el Ruido. Entre las muchas deficiencias observadas, el dictamen destacaba fundamentalmente tres: no se consideraban los veladores como fuentes emisoras de contaminación acústica, vía libre a que se otorguen nuevas licencias en zonas acústicas saturadas y legalización de actividades emisoras de ruidos en el seno de las viviendas.

El dictamen del profesor Jordano fue tomado como base por entidades ciudadanas para la presentación de numerosas alegaciones antes del cierre del plazo establecido, que se cumplió el 14 de noviembre de 2013.

LENTITUD

Desde entonces ha pasado medio año y el gobierno local, con las elecciones europeas en puertas y las municipales en lontananza, mantiene ralentizado el proceso administrativo e aprobación de un texto que no satisface a los hosteleros, los cuales lo consideran demasiado restrictivo, ni a asociaciones vecinales, que lo ven demasiado permisivo.

Extrañado por esta tardanza, el Grupo Socialista elevó el asunto antes de Semana Santa a la Comisión de Ruegos, Preguntas e Interpelaciones del Ayuntamiento para saber por qué no se había respondido todavía a todos los alegantes, no se había comunicado si se había modificado el texto original y tampoco se había tramitado para su aprobación definitiva en Pleno.

Según la respuesta del delegado de Medio Ambiente, Maximiliano Vílchez, el Servicio de Protección Ambiental no ha podido atender a todos los alegantes debido a que tiene que compaginar sus tareas con el estudio de las alegaciones. El retraso se debe fundamentalmente al “estudio riguroso” de todas ellas. “Dada la complejidad de la materia objeto de la Ordenanza y la importancia que la misma tiene en la sociedad sevillana -afirma el delegado- están siendo (las alegaciones) analizadas y estudiadas para determinar su incorporación al texto….”.

Vílchez anticipa que “lógicamente, del resultado del estudio y estimación de muchas alegaciones, el texto aprobado inicialmente será modificado”.

 

Arboles

Me he leído las 23 páginas de la nueva Ordenanza de Arbolado, Parques y Jardines Públicos en el municipio de Sevilla que ha redactado el gobierno de Zoido y que no han suscitado excesivo entusiasmo, sino más bien lo contrario, entre las asociaciones protectoras de las zonas verdes. El problema no son las Ordenanzas, donde teóricamente se protege todo lo protegible, se prohíbe todo lo prohibible y se sanciona todo lo sancionable, sino el desprecio al árbol innato en nuestro incivismo y que acabarán por convertirlas, como las anteriores, en papel mojado.

Hace unos años pudieron verse imágenes de una calle de París, cercana a la sede de la Unesco, toda levantada por obras. Lo que más me llamó la atención era que el tronco de todos y cada uno de los árboles había sido rodeado por un perímetro de tablones que llegaban hasta la cruz, desde donde partían las ramas, de forma que quedaban protegidos ante cualquier golpe accidental de los albañiles y/o de su maquinaria. Pues bien, similar protección del arbolado durante la ejecución de obras se decreta en el artículo 14 de las Ordenanzas de Sevilla, pero ¿ha visto alguien alguna vez que esta medida se haya aplicado durante la infinidad de obras acometidas en los últimos años en nuestra ciudad?

Durante el anterior mandato municipal se dio bula a los ciclistas, o si no ellos se la tomaron debido al interés político en fomentar el uso de la bicicleta para justificar la inversión (bien hecha, por otra parte) en la red de carriles bici, para que ataran sus vehículos de dos ruedas a cualquier tipo de soporte vertical en la vía pública. De las señales de tráfico y farolas se pasó sin solución de continuidad a  troncos de los árboles, especialmente de naranjos, que acabaron presos, y con la corteza dañada, de las cadenas antirrobo. Sobre el papel de la Ordenanza se trata de una práctica prohibida. ¿Quién la respeta y quién la hace respetar?

Monteseirín, que se las daba de progresista y moderno, fue tan bárbaro que en vez de trasplantarlos, como se habría hecho en una urbe civilizada, cortó a ras de suelo (lo vieron mis ojos) todos los naranjos de la Plaza Nueva, considerados un obstáculo durante los trabajos para el nuevo enlosado perimetral.

Así que yo, más que artículos sobre la tala y abatimiento en las Ordenanzas, le pediría a Zoido que cumpliera a rajatabla una de aquellas promesas que hizo cuando estaba en la oposición: para cortar un árbol en Sevilla será condición ‘sine qua non’ el permiso previo y por escrito del alcalde.

Saturación

De las acepciones que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua da para la palabra ‘saturar’ me quedo con la que aprendí en las clases de Física: “añadir una sustancia a un disolvente hasta que éste no admita mayor concentración de ella”. Eso era hasta ahora, porque al igual que el científico italiano que creyó descubrir que los neutrinos viajaban a mayor velocidad que la luz contrariando así las inmutables leyes de Einstein, Zoido ha revolucionado los principios de la Física con su ‘borrador’ de Ordenanza de Veladores, la cual permite instalar nuevas terrazas en zonas acústicamente saturadas. O sea, que aunque ya están saturadas, aún pueden saturarse de más ruido ( y que les den por saco a los vecinos) porque al Ayuntamiento aquél no le merece la calificación de contaminación acústica, sino que le suena a música celestial al activar la caja registradora de la Hacienda Municipal. Mientras en otros sitios todo el monte es orégano, en Sevilla todo metro cuadrado es susceptible de albergar un velador y, aunque sea imposible físicamente, dos mejor que uno.