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Nuevo informe Corominas sobre el Covid: el desarrollo de la pandemia aún no está escrito

Dependerá del acierto en la modulación de las restricciones sanitarias y de la responsabilidad de cada ciudadano

Según su modelo matemático estarían afectados casi 10 millones de españoles y los muertos ascenderían a 114.000

Si no hubiera existido la vacuna, en esta quinta ola se habría tenido que decretar un confinamiento similar al de la primera

Con la capacidad de producción de vacunas es probable que hasta finales de 2022 o mitad de 2023 no se consiga vacunar a la mayor parte de la población mundial y continuarán los efectos de la pandemia

Joan Corominas, ingeniero agrónomo y ex director de la Agencia Andaluza del Agua, ha terminado una nueva entrega de su ‘Aproximación al análisis estadístico de la pandemia del coronavirus en España’, a fecha 6 de septiembre de 2021. El investigador cree que, como era de prever, los intentos de volver al estilo de vida “habitual” durante el verano de 2020 no permitieron mantener la pandemia controlada, y por ello hemos
desembocado sin apenas transición hasta la 5ª ola, al reincidir en el período pre
festivo de diciembre y la Navidad relajando la movilidad y las interacciones
sociales; en menor medida durante la Semana Santa, y con la casi desaparición de las
limitaciones conductuales por motivos sanitarios durante este verano de 2021. Según Corominas, «de los éxitos y fracasos en la gestión del coronavirus debemos aprender de cara a ésta u otras pandemias».

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La contaminación en Sevilla se redujo a la mitad durante el confinamiento por el coronavirus

En el periodo de la pandemia marzo-octubre ha disminuido en un 34%, cuatro puntos menos que la media nacional

Hubo picos de dióxido de nitrógeno en julio, septiembre y octubre por una mayor movilidad que influyó, al igual que en el resto del país, en la segunda ola del Covid

Ecologistas en Acción pide más espacio urbano para la movilidad peatonal y que se potencie el uso de la bicicleta

La contaminación ambiental en Sevilla por NO2 (dióxido de nitrógeno, que junto al óxido nitroso o NO es uno de los principales contaminantes de las grandes urbes, por causa generalmente del tráfico) durante el confinamiento decretado por el Gobierno tras la aparición del coronavirus se redujo en más de la mitad según el estudio ‘Efectos de la crisis del Covid 19 sobre la calidad del aire urbano en España’, realizado por Ecologistas en Acción con datos de las 26 principales ciudades del país.

Ocho meses después de que la emergencia sanitaria debida a la COVID-19 fuera elevada a pandemia internacional por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado 11 de marzo de 2020, la crisis sin precedentes que produjo sigue presente, y sus efectos en la actividad económica y, por tanto, en la movilidad, siguen notándose.
De la profunda y aguda crisis inicial, que llevó a restricciones en la libertad de circulación vía declaración del estado de alarma por parte del Gobierno central (Real
Decreto 463/2020, de 14 de marzo, en vigor hasta el 21 de junio tras sucesivas prórrogas), se pasó a una desescalada relativamente rápida, con el objetivo de salvar la campaña turística de verano.

Avenidas desiertas en Sevilla durante el confinamiento por el Covid 19

Esto condujo a un nuevo aumento de los casos a finales del estío, lo que a su vez llevó
a las autoridades autonómicas a establecer, de nuevo, varias limitaciones de carácter local o autonómico, pero en todo caso de menor alcance que el inicial confinamiento domiciliario general.

Uno de los muchos efectos de esta serie de políticas ha sido la reducción generalizada del transporte y, en menor medida, de la actividad industrial y la generación de electricidad, fuentes principales de la emisión de los contaminantes a la atmósfera. El efecto ha sido mucho más claro en los dos meses y medio de restricciones severas. Sin embargo, la suma de cambios en hábitos sociales, modificaciones laborales como el teletrabajo y, en gran medida, el cierre o suspensión de actividad de numerosas empresas en sectores de gran impacto como el turismo, han contribuido a
que esta disminución de las emisiones contaminantes se prolongue el tiempo.

Esta tendencia llevó a caídas de hasta el 90% en el tráfico en grandes ciudades en algunos días, y a descensos medios superiores al 70% en las primeras semanas del estado de alarma. La otra cara ha sido el descenso en el uso del transporte
público urbano, que superó el 90% en las cercanías ferroviarias y en los autobuses urbanos.

Labores preventivas del coronavirus en el interior de un autobús de Tussam

Teniendo en cuenta que el tráfico motorizado es el principal factor que influye en la calidad del aire urbano, un descenso tan marcado de la circulación y de sus emisiones a la atmósfera ha incidido en una mejora muy significativa de la calidad del aire que respiramos, aunque se deba a circunstancias tan excepcionales como éstas. Así lo están poniendo de manifiesto algunas instituciones y centros de investigación, y especialmente numerosos medios de comunicación estatales y locales, a partir de la comparativa de imágenes de satélite y mediciones de estaciones de vigilancia de la calidad del aire, utilizando series de datos en ocasiones muy dispares, para periodos muy cortos y poco homogéneos, dada la todavía escasa perspectiva que tenemos.

Según los estudios del equipo de Julio Díaz y Cristina Linares, del Departamento de Epidemiología y Bioestadística del Instituto de Salud Carlos III, la mortalidad atribuible por la exposición a corto plazo a las partículas, el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono, por causas naturales, respiratorias y circulatorias, ascendería en conjunto en España a una media de 10.000 muertes anuales. Pequeñas reducciones en los niveles de estos contaminantes pueden ser determinantes para salvar vidas, en el corto plazo.


PRINCIPALES CIUDADES

Intentando dar una visión de conjunto y a la vez más precisa de la situación actual, Ecologistas en Acción ha adaptado la metodología que viene utilizando desde hace década y media en sus informes anuales sobre la calidad del aire. El análisis se ha limitado en esta ocasión al NO2, por ser la sustancia más directamente relacionada con el tráfico urbano, frente a otros contaminantes con fuentes alternativas como las partículas PM10 y PM2,5 (inferiores a 2,5 micras). Se han recogido los datos oficiales de 129 de las 600 estaciones de medición de este contaminante existentes en España, correspondientes a las redes de las 26 principales ciudades.

Las 26 ciudades evaluadas suman una población de 13,6 millones de habitantes, el 29,0% de la empadronada en España, y resultan representativas de la contaminación a que se halla expuesta la población urbana en general, por lo que las conclusiones obtenidas pueden extrapolarse a otras ciudades de menor tamaño sin redes de medición suficientemente desarrolladas para el adecuado control del NO2.

Sevilla, durante un episodio de contaminación

El periodo de recopilación de la información ha comprendido entre el 1 de marzo y el 31de octubre de 2020 y los mismos meses de los diez años anteriores (2010 a 2019), con el fin de reducir los sesgos meteorológicos debidos a las variaciones del tiempo. Se trata además de un intervalo temporal en el que por efecto de la crisis económica de 2008 los niveles de contaminación han sido en general más bajos que en la década anterior.

Dentro de este periodo, que permite observar la variación de la calidad del aire a lo largo de ocho meses de 2020 y de la década anterior (media de los años 2010 a 2019), se han analizado y comparado con los correspondientes promedios de los últimos diez años tres periodos separados, en el conjunto de las redes y en la estación orientada al tráfico más significativa de cada ciudad, por su mayor concentración de NO2 y/o por su posición central. Estos periodos han sido: a) 14 de marzo al 21 de junio (primavera y estado de alarma), b) 22 de junio a 31 de agosto (verano y vacaciones escolares, en las que suele haber menos actividad) y c) 1 de septiembre a 31 de octubre (vuelta al colegio e inicio del otoño).

RESULTADOS

Como resultado de las medidas de confinamiento social y limitación de la movilidad derivadas del estado de alarma y meses posteriores, en el periodo comprendido entre el 14 de marzo y el 31 de octubre de 2020 se ha producido una reducción muy importante de los niveles de NO2 en las redes de medición de las 26 ciudades consideradas, por comparación con el promedio del mismo periodo de los diez años anteriores. En el conjunto de las 129 estaciones evaluadas, la reducción se cuantifica en un 38% de los niveles habituales para el total del periodo, mientras que durante el primer estado de alarma (14 de marzo a 21 de junio) la reducción fue del 52%.

Por lo que se refiere a Sevilla capital, la contaminación por NO2 se redujo en similar proporción que la media nacional durante el confinamiento, pero a medida que se fueron relajando las restricciones y se incrementó el volumen de tráfico el dióxido de nitrógeno presente en la atmósfera sevillana también fue creciendo y, en consecuencia, disminuyendo la reducción de la contaminación, que aun así fue significativa: un 20% menos en los meses de verano y un 23% inferior durante el otoño. Globalmente, entre marzo -el mes en que se decretó el confinamiento- y octubre, ambos incluidos, la contaminación por NO2 ha caído en Sevilla en un 34%, menos que la media de las 26 ciudades analizadas, donde la caída ha llegado al 38%.

Ecologistas en Acción también ha analizado las variaciones que se han registrado en estaciones más orientadas al tráfico rodado, como es en Sevilla el caso de la situada en la calle Torneo.

En este caso la reducción de la contaminación ha sido entre dos y tres puntos superior a la que se ha producido en el conjunto de la ciudad, pero no tanto como en estaciones similares del resto de España, donde la contaminación ha disminuido una media del 42%.

La gráfica referida a los valores diarios medios de dióxido de nitrógeno en los periodos comparados (años 2010-2019, en color rojo y de marzo a octubre de 2020, en color azul) para la estación situada en la calle Torneo demuestra cómo en julio, tras el confinamiento y por las vacaciones de verano, y en octubre de 2020 se registraron picos de contaminación superiores a los que se produjeron en el decenio anterior, por una mayor movilidad.

Este comportamiento, común al conjunto del país, influyó en el advenimiento de la segunda ola de la pandemia y obligó al Gobierno a decretar el estado de alarma el 25 de octubre.

Los picos de contaminación en el conjunto de la red sevillana también se produjeron en septiembre y a principios de octubre en comparación con el decenio precedente.

RECOMENDACIONES VERDES

Ecologistas en Acción afirma que en general, es necesario mantener algunas “buenas prácticas” de la crisis que limitan la necesidad de desplazamientos, adaptadas a un escenario de paulatina normalización, como son la compra de proximidad, el teletrabajo como opción laboral voluntaria, una administración electrónica más eficiente o el escalonamiento de los horarios laborales. Se trata de opciones compatibles con el distanciamiento social que permitirían manejar de forma
más racional el acceso de la ciudadanía a los servicios y a ciertos trabajos.

El transporte público es la columna vertebral de la movilidad urbana y de él depende una gran parte del transporte suburbano e interurbano, por lo que su buen funcionamiento es imprescindible en un modelo de movilidad sostenible. Por otro lado, la movilidad peatonal necesita una mayor amplitud de espacios, para garantizar el distanciamiento físico. Al mismo tiempo, surge la oportunidad de potenciar la bicicleta como una forma de movilidad activa segura, sostenible y saludable.

Tussam ha sufrido especialmente la caída de viajeros por causa del coronavirus

La distribución del espacio público urbano debe ser consecuente con las prioridades sanitarias de la desescalada, fomentando una movilidad ciudadana compatible con la salud. Para ello hay que ampliar los espacios reservados a la movilidad activa ciclista y peatonal, priorizando estos modos de transporte en las calles e intersecciones.

Teniendo en cuenta lo anterior, se deben ejecutar de forma urgente medidas para potenciar los medios de transporte sostenibles y limitar el uso del automóvil privado. Para su aplicación en la “nueva normalidad”, Ecologistas en Acción propone las siguientes:

Gestión de la demanda de movilidad

-Reducir las necesidades de transporte, fomentando el teletrabajo, la compra de proximidad y la administración electrónica.
-Reducir al máximo la aparición de horas punta, flexibilizando los horarios y escalonando la entrada y salida a los puestos de trabajo y servicios.
-Campañas a favor de los desplazamientos caminando y en bicicleta en trayectos de
menos de 6 kilómetros.
-Ampliar la extensión de zonas verdes en todas las ciudades para evitar aglomeraciones
en parques y jardines y reducir desplazamientos a lugares de recreo.

Fomento de los desplazamientos a pie

-Ampliación de aceras para facilitar el distanciamiento físico. Se puede realizar a costa del espacio de la calzada o de las bandas de aparcamiento.
-Establecimiento de calles compartidas (sin separación calzada-acera) y zonas con prioridad peatonal, en las calles en las que no se puedan ampliar las aceras, donde las personas tendrán prioridad para caminar por la calzada.
-Ubicación de terrazas, contenedores y aparcamiento de motos preferentemente en la
calzada y no en la acera.

Transeúntes por una calle de Sevilla


-Reducir los límites de velocidad de circulación en las ciudades, generalizando las calles a 30, 20 y 10 km/h para facilitar la movilidad activa.
-Restricción de la circulación de vehículos a motor en torno a los centros docentes, en las horas de entrada y salida del alumnado.
-Programación semafórica para reducir los tiempos de espera en los pasos de peatones, evitando las aglomeraciones de personas.

Fomento de los desplazamientos en bicicleta


-Implantar redes y corredores ciclistas permanentes, y consolidar los de emergencia que se pusieron en marcha durante la desescalada.
-Establecer líneas de financiación estatales, autonómicas y locales para estas infraestructuras ciclistas.

Carril bici en Sevilla junto a la torre del Oro


-Promover aparcamientos seguros en puntos estratégicos (intercambiadores de transporte público, edificios administrativos, estaciones de tren).
-Implantar estacionamientos de bicicletas en los centros de trabajo.
-Plan de ayudas para la adquisición y reparación de bicicletas por particulares.
-Programas de aprendizaje para montar y circular en bicicleta.
-Facilitar y potenciar la intermodalidad, permitiendo viajar con bicicleta en el transporte
público.

Potenciar el transporte público

-Ampliar el número y dimensión de los carriles bus en las zonas urbanas y priorizarlos
semafóricamente.
-Habilitar carriles bus en todas las autovías y autopistas de acceso a las grandes ciudades.
-Ley de financiación del transporte público que garantice su viabilidad, con medidas de
financiación de urgencia.
-Moratoria en la ampliación de autopistas y autovías, destinando su presupuesto para
implementar medidas que favorezcan el transporte público.
-Facilitar sistemas de protección frente a la COVID-19 a las personas que viajen en el
transporte colectivo.

Más de 70.000 españoles habrían muerto ya por el Covid según el modelo matemático de Joan Corominas

El número de muertes oficialmente reconocidas por el Gobierno es de 46.252

El Instituto Carlos III ha registrado 66.700 fallecidos más de lo habitual entre marzo y noviembre, coincidiendo con el coronavirus

El ex director de la Agencia Andaluza del Agua estima que hay 4,5 millones de infectados

El Ministerio de Sanidad mantiene que son casi tres veces menos, 1.685.000

Al final de la segunda ola podría quedar infectada la décima parte de la población

Las prisas de las Autonomías por alcanzar la «nueva normalidad» al inicio del verano han sido determinantes para la segunda ola de la pandemia

Corominas aboga por limitar al máximo las relaciones familiares y sociales en Navidad

Controlar la pandemia y mantener la movilidad y relaciones sociales del pasado verano sólo será posible cuando al menos el 20% de la población esté vacunada

La última previsión de Sanidad es que la vacuna llegue al 40% en mayo y que la inmunidad de grupo se alcance con el 75%

El Covid está afectando ahora a más gente joven y los casos de mayores de 70 años se han reducido al 12%

El impacto de la pandemia en Andalucía depende en un 60% de los factores climáticos

El ingeniero Joan Corominas, ex director de la Agencia Andaluza del Agua, ha terminado su décima actualización -a fecha 3 de diciembre de 2020- de su ‘Aproximación al análisis estadístico de la pandemia del coronavirus’, basado en un modelo matemático que ha ido ampliando y perfeccionando en los últimos meses y que refleja un número estimado de muertos y de infectados superior al oficialmente admitido: 70.500 víctimas mortales (frente a las 46.252 que da el Gobierno de la nación) y 4.475.000 portadores de la enfermedad (en contraste con los 1.685.000 en números redondos que reconoce el Ejecutivo central).

A juicio de Corominas, su modelo epidemiológico es congruente con una tasa de infección real 2,7 veces superior a la deducida de los datos oficiales, lo que conduce a estimar en 0,86 veces la relación de infectados asintomáticos respecto a los sintomáticos. Asimismo, del modelo se desprende que la cifra de muertos reales debe ser del orden de 1,5 veces a la ofrecida en las cifras oficiales de fallecidos, lo que es concordante con el exceso de mortalidad detectado en el estudio MoMo del Instituto de Salud Carlos III.

Este último organismo también ha ido avanzando los Informes MoMo sobre Vigilancia de los excesos de mortalidad por todas las causas ( el último ha sido actualizado a fecha 1de diciembre de 2020), en el que concluye que se ha producido un exceso de mortalidad del 25% en el período del 13 de marzo al 30 de noviembre, probablemente debido en gran parte a la pandemia (unos 66.700 fallecidos en exceso), de los cuales unos 56.000 serían personas mayores de 74 años. Dos terceras partes de estas muertes se produjeron en la primera ola. Es una aproximación al impacto total de la mortalidad del coronavirus.

A fecha de 3 de diciembre de 2020, la cifra oficial de infectados es de 1.685.000 (de los cuales unos 647.000 serían infectados asintomáticos), que se corresponde con una tasa oficial de 35.824 infectados por millón de habitantes; la estimación del ingeniero los elevaría a 4,5 millones.

La cifra oficial de fallecidos es de 46.252, que probablemente asciendan a cerca de 70.500 al dejar de reflejar las estadísticas oficiales los fallecidos con trastornos compatibles con el coronavirus pero a los que no se les ha hecho el test de diagnóstico (téngase como referencia las más de 18.000 muertes en residencias de mayores durante la primera ola). Esta estimación también reduce la tasa de letalidad actual desde el 2,7% oficial al 1,6%, cifra más cercana respecto a las señaladas
en la bibliografía sobre el coronavirus.

Corominas estima que al final de la segunda oleada de la pandemia podríamos alcanzar 1,93 millones de infectados diagnosticados con test PCR y del orden del 4,9 millones de infectados totales, incluyendo los asintomáticos no detectados y con síntomas leves, que representarán un 10,4% de la población (la tercera ronda del estudio nacional de sero-epidemiología señalaba una prevalencia del coronavirus del 5,2% a finales de mayo).

La cifra de muertos alcanzaría los 48.700 contabilizados y del orden de 74.000 totales, incluidos aquellos a los que no se les ha hecho el test PCR de confirmación. La tasa de letalidad descendería hasta el 2,53% según cifras oficiales, superior a la citada por la revista ‘The Lancet Infectious Diseases’, del 0,66%, correspondiente a un estudio sobre los infectados en la región china de Wuhan. La estimación por parte de Corominas de la tasa de letalidad, incluyendo todos los infectados sintomáticos y asintomáticos, descendería hasta el 1%.

Esta importante reducción de la tasa de letalidad se ha conseguido gracias a la buena respuesta, aunque estresada, de nuestro sistema público de salud, puesto que de no haber podido atender las hospitalizaciones y cuidados intensivos de los enfermos con mayores patologías se habría disparado la misma.

Se comprueba así la utilidad de los dos estados de alarma para reducir rápidamente primero la tasa de infectados y, posteriormente, la de hospitalizados, ingresados en UCI y finalmente las muertes. En la segunda ola, el pico de hospitalizados se produjo
hacia el 10 de noviembre, y el de ocupación de camas de UCI, hacia el 15 de noviembre.

En La Rioja y Melilla se superó el 60% de ocupación de camas UCI Y en Aragón, Asturias, Castilla y León y Cataluña, el 40%. En todas estas comunidades se estuvo en condiciones críticas para atender a los enfermos que precisaban las atenciones de la Unidad de Cuidados Intensivos.

LA SEGUNDA OLA

El proceso de desescalada hasta finales de mayo fue un éxito, debido a diversos factores, entre los que debe destacarse el buen diseño de las fases de vuelta a la «nueva normalidad», la colaboración de las administraciones autonómicas y, sobre todo, el comportamiento responsable de la población -más allá de algunas conductas incívicas-, que mantuvo las prácticas de distanciamiento social e higiene sanitaria.

Pero, en opinión del ex director de la Agencia Andaluza del Agua, las prisas de las administraciones autonómicas para alcanzar la «nueva normalidad» al inicio del verano no fue acompañada por un fortalecimiento de la gobernanza sanitaria, que se ha
mostrado débil y frágil al carecer de los suficientes medios humanos (dotación de los centros de salud y rastreadores, entre otros) y de decisión política para dictar con anticipación las normas que aseguraran el distanciamiento social de la población. Ha fallado la cooperación y la coordinación entre las comunidades autónomas y la Administración Central, lo que ha reducido la eficacia para frenar al virus y ha transmitido incertidumbre y confusión a los ciudadanos.

Joan Corominas

Corominas reitera su crítica a los fallos, cambios y retrasos en los datos estadísticos sobre la pandemia, atribuibles a todas las administraciones, que pudieron ser inevitables al principio de la pandemia y que en la actualidad son -afirma- «imperdonables». Necesariamente, a su juicio, deberá fortalecerse el sistema de
información epidemiológica en España, cooperando las diversas administraciones en trasladar a la sociedad y los expertos la información cierta y en tiempo real.

Al finalizar el estado de alarma, a mediados de junio, empezó a aumentar de nuevo la incidencia del coronavirus de manera lenta y se denominó rebrote a lo que a primeros de octubre, al acelerarse el ritmo de contagios, ya se ha llamó claramente segunda ola de la pandemia.

Las escasas medidas que se tomaron para frenar al rebrote nos han conducido, sin casi darnos cuenta, en el mes de noviembre a unas cifras de infectados muy superiores a las de la primera ola, aunque de menor letalidad. Este período no se aprovechó para fortalecer la Atención Primaria y los sistemas de rastreo, lo que ha impedido un freno al desarrollo de la segunda ola.

En España, según los datos oficiales, hemos alcanzado los 1.684.647 infectados (confirmados con test PCR o de antígenos) y 46.252 muertos a la fecha de 3 de diciembre de 2020, cifras que multiplican por 6,7 veces los infectados y un incremento del 60% de fallecidos en relación con el final del primer estado de alarma.

Existe una diferencia muy importante en la comparación de las cifras de las dos olas: antes se detectaba con test PCR uno de cada nueve infectados y actualmente se detecta uno de cada dos.

La tasa de reproducción del COVID 19 indica el ritmo de crecimiento exponencial de la pandemia ( si es superior a 1, o su desaceleración si es menor que la unidad) estuvo durante todo el verano en cifras superiores a la unidad. Ello provocó un aumento lento pero imparable de la incidencia de la infección, por lo que bastó un repunte a primeros de octubre para disparar las infecciones y los fallecimientos y requerir nuevas y duras medidas de distanciamiento social.

EL RIESGO DE RELAJARSE EN NAVIDAD

Afirma Corominas que la segunda ola se caracteriza por una menor gravedad de los síntomas que provoca entre los infectados, por lo que disminuyen las tasas de hospitalización, de cuidados en UCI y fallecimientos, debido en gran parte a la detección de muchos asintomáticos o con síntomas muy leves: en la primera ola se hospitalizó a la mitad de los infectados, frente al 6% en la actualidad; en las UCI se trató al 5% de los infectados frente al 0,3% en la segunda ola; en la primera falleció el 11,5% de los
infectados y en esta segunda, el 1,2%.

En este momento está decreciendo el número de infectados diarios y el ingeniero vaticina que en los próximos días se consolidará esta tendencia en los fallecimientos. Para Corominas no se debe bajar la guardia hasta que la tasa acumulada de infectados en 14 días, actualmente de 300 infectados por cada 100.000 habitantes, sea inferior a 50, como sucedía a primeros de mayo en el inicio de la desescalada.

La inauguración del alumbrado navideño está atrayendo a gran número de personas pese al Covid

Y añade el autor del estudio: «El debate actual sobre cómo celebrar socialmente las fiestas de Navidad debería contemplar el precedente de relajar las medidas de protección y distanciamiento social que tuvimos en verano, y optar por limitar al máximo las reuniones familiares y sociales, manteniendo en todo caso las máximas
medidas de protección».

LA VACUNA

El ex director de la Agencia Andaluza del agua cree que en el primer trimestre de 2021 es probable que se pueda empezar a vacunar a los colectivos más vulnerables y que en el tercer trimestre se extienda la vacunación a toda la población.

En esta hipótesis estima que a lo largo del próximo año deberían reducirse lentamente las medidas de protección y distanciamiento social y acompasarlas al ritmo de vacunación de la población, pero controlando que nunca la tasa de reproducción del COVID sea superior a 1.

Vacuna de Pfizer contra el Covid 19

Como ejemplo, controlar la pandemia y mantener el tipo de movilidad y relaciones sociales del verano de este 2020 sólo será posible cuando se supere el 15%-20% de la población vacunada. La última previsión del Ministerio de Sanidad es que en mayo esté vacunado el 40% de los habitantes y que la inmunidad de grupo se alcance cuando esté vacunado al menos el 70-75% .

En todas las autonomías se ha repetido el crecimiento de la pandemia en esta segunda ola, aunque se mantienen diferencias importantes en su incidencia: Navarra, Aragón, La Rioja, Madrid y Castilla y León superan en un 50% la prevalencia española; por el contrario, Canarias y Galicia, han sufrido la mitad.

EVOLUCIÓN DE LA PANDEMIA

La no detección de todos los infectados, debido a la poca extensión de los test a buena parte de la población, infravalora la cifra de los infectados en las estadísticas oficiales al no contemplar los pacientes asintomáticos o con patologías leves.

El aumento de test PCR o de antígenos que se viene realizando desde hace el inicio de la desescalada ha puesto evidencia el gran número de infectados asintomáticos y la muy importante disminución de pacientes con síntomas muy graves o graves.

En la fase de confinamiento, el 54% de los test PCR positivos correspondían a personas con patologías muy graves o graves, mientras que en los últimos meses únicamente representan el 4,6%. El total de infectados estimados era superior a 8,5 veces el número de diagnosticados con test PCR, habiéndose reducido actualmente a 1,85
veces, lo que indica la ampliación del número de diagnósticos con test PCR a los nuevos
infectados y a su círculo de relaciones.

El coronavirus afecta cada vez más a jóvenes, pese a lo cual siguen con sus botellonas, como ésta de Heliópolis contra la que actuó la Policía Local de Sevilla

La pandemia afecta actualmente a gente más joven, con síntomas más leves. Se han reducido los casos en personas mayores de 70 años desde el 36,8 % al final del confinamiento al 12 % en la actualidad. El diagnóstico temprano, junto con el cambio de cohortes de edad afectadas, ha permitido reducir mucho la cifra diaria de fallecidos desde el 11,8% de los infectados al final del estado de alarma al 2,75% actual.

Desde el inicio de la desescalada empezó a remontar lentamente la incidencia del coronavirus, lo que se llamó un rebrote, que era de esperar al aumentar la movilidad y las interacciones sociales. Tanto las instituciones como los ciudadanos dieron poca importancia a este crecimiento de la pandemia, lo que se tradujo en un verano con bastante movilidad y poco distanciamiento social. No se tomaron mayores medidas de mitigación, sin percatarse de que la tasa reproductiva R0 se mantenía en este período entre 1 y 2,1, lo cual es un indicador de aceleración exponencial de la pandemia en todo este período veraniego: «estábamos instalados en la segunda ola -afirma Corominas- sin haberlo percibido».

SEGUNDO ESTADO DE ALARMA

A primeros de octubre se produjo un nuevo incremento de R0 hasta 1,5. Se tradujo en una aceleración de la segunda ola que puso en tensión al sistema sanitario y obligó a tomar medidas más duras que condujeron al establecimiento del segundo estado de alarma el 25 de octubre de 2020.

Las fuertes restricciones a la movilidad y a las relaciones sociales han sido efectivas y
la pandemia se desaceleró a lo largo del mes de noviembre (R0 actual de 0,73).
El número de infectados a 3 de diciembre es de 1.684.647. Desconocemos el número de recuperados (no se informa de ello desde el 24 de mayo) pero se acercarán ya a los 1,55 millones (92% de los infectados), según el autor del estudio.

Corominas ha realizado unos ajustes en su modelo matemático que le llevan a extrapolar el previsible desarrollo de la pandemia en los próximos meses, en los que de continuar las medidas de mitigación actuales alcanzaríamos 1,9 millones
de infectados a finales de febrero de 2021.

A partir del inicio de la desescalada se ha producido un aumento del ritmo de infectados diarios, esperable pero que se descontroló en verano y se disparó a principios de octubre. Se alcanzaron los 25.000 infectados diarios a finales de octubre, que se han reducido hasta los 9.500 actuales.

La incidencia acumulada en los últimos 7 y 14 días muestra claramente el desarrollo de los picos de las dos olas a primeros de abril y de noviembre, respectivamente. Para volver a alcanzar la incidencia de 100 infectados por millón de habitantes en 14 días que teníamos al levantarse el primer estado de alarma habrá que esperar a finales del invierno, siempre que continúen las tasas reproductivas del orden de R0=0,8 actuales.

El número oficial de fallecidos actualmente es de 46.252 (2,75% de los infectados), contrastados con test PCR, aunque el número real de muertos por efectos del Covid podría ascender a unos 70.500, contando los infectados asintomáticos o muy leves que no han sido detectados.

Las gráficas correspondientes a la distribución diaria de los fallecidos por coronavirus muestran un aumento significativo desde el inicio del verano hasta alcanzar los 360 fallecidos diarios -cifra inferior al de la primera ola, en la que se alcanzaron las 820 muertes diarias-, probablemente debido a una detección precoz de los nuevos casos y a la mejor atención médica por la no saturación de los hospitales y los tratamientos más experimentados.

Previsiblemente los fallecimientos se reducirán más rápidamente que las nuevas infecciones, pudiéndose alcanzar a finales de año las 20 muertes diarias.

IMPACTO EN ANDALUCÍA

Con similares criterios se puede simular el comportamiento de la pandemia en cada comunidad autónoma. Existen grandes diferencias en el desarrollo del covid en cada una de ellas.

En Andalucía y Cataluña se observa que el pico de la segunda ola, en la que se produjo una aceleración a primeros de octubre, se retrasó respecto al de Madrid unos 15 días. En las tres comunidades el último pico ha sido superior al doble del de primeros de abril, especialmente en Andalucía, donde se ha multiplicado por 9.

Las diferencias en la tasa de infección entre las comunidades autónomas son muy grandes, variando en una relación de 1 a 6. Están entre las más bajas Canarias, Galicia, Comunidad Valenciana, Baleares y Asturias, las cuales se sitúan en el entorno de los 10.000-25.000 infectados por millón de habitantes, mientras que Castilla y León, Madrid, La Rioja, Aragón y Navarra superan los 5.000 infectados por millón de habitantes. La media española es de 35.824 infectados por millón de habitantes.

En cuanto a la tasa de mortalidad (muertos por millón de habitantes) las diferencias entre comunidades mantienen la misma tendencia, aún más acusada, ya que varían entre los 160 de Canarias y los 1.900 de Castilla y León. La media española es de 984 fallecidos por millón de habitantes.

La letalidad del coronavirus es también diversa entre los territorios (entre el 1% en Melilla y Murcia y el 4,4% en Asturias), siendo la media española del 2,7%. Un indicador de la importancia actual de la fase de rebrote lo representa la incidencia acumulada
en 7 días de nuevas infecciones: es muy alta en el País Vasco (1.704 nuevos contagios por millón de habitantes) y varía en el resto del territorio entre 800 y 1.600. La menor incidencia acumulada se da en Canarias, con 455. La media española está en 1.200 contagios por millón de habitantes.

La incidencia acumulada de fallecidos en 7 días se sitúa en España en 31 muertos por millón de habitantes; es muy baja en Canarias (3,3) y muy alta en Asturias (116).

Algunas comunidades que habían tenido escasa incidencia en la primera ola, como Andalucía y Asturias y Murcia, han empeorado su posición relativa en la segunda ola, y otras como Canarias, Baleares, Cantabria, Cataluña y Madrid la han mejorado.

La pandemia es de largo recorrido y no está establecido que su incidencia final siga el desarrollo actual de la misma. Dependerá de cómo se diseñen estrategias sanitarias adecuadas, de la fortaleza de los sistemas de salud y del comportamiento responsable de los ciudadanos.

En el caso español la explicación de la diversa incidencia en las comunidades autónomas o en las provincias de Andalucía, en función de los mismos parámetros socioeconómicos y climáticos, es concluyente: en las comunidades autónomas parece que inciden especialmente, aumentando el impacto, las diferencias de PIB per cápita, el porcentaje de población rural y la densidad de población; lo reducen los porcentajes de gasto sanitario sobre el PIB.

Los factores climatológicos representan un 40% del peso de los indicadores considerados; con el aumento de la temperatura y la humedad desciende el impacto de la pandemia.

En el caso de las provincias de Andalucía se repite la ponderación de factores que incidían en las comunidades autónomas, pero adquiere un peso del 60% la influencia de los factores climatológicos.