Sevilla tiene una calle del Infierno oficial y otra oficiosa. La oficial es la de la Feria de Abril. Su nombre se debe al infierno de ruidos a la máxima potencia que tradicionalmente han emitido los cacharritos que allí se instalan y que convierten en otro infierno la vida de los vecinos del colindante barrio de Los Remedios, algunos de los cuales tienen que emigrar durante la semana festiva por no poder soportar tal agresión ambiental.
Afortunadamente, la asociación de padres de niños autistas logró en 2019 que el Ayuntamiento decretara una reducción del ruido de cuatro horas durante un día de la Feria de Abril en atención a la extrema sensibilidad de estos niños al impacto del ruido extremo.
Mientras en la calle oficial del Infierno se empieza a aminorar el ruido ambiental -la diversión en las atracciones no tiene por qué ser sinónimo de contaminación acústica-, en la otra calle del Infierno de Sevilla, que es la Ciudad Deportiva del Real Betis Balompié, hacen alarde de todo lo contrario. Allí, cada dos por tres el Betis organiza algún evento que acompaña de megafonía y música atronadoras para martirio de los colindantes vecinos de Los Bermejales y de Heliópolis.
El último suplicio acústico infligido por el club verdiblanco a su sufrido entorno ha sido con motivo de la Liga Genuine Santander, celebrada en su Ciudad Deportiva el 29 de febrero y el 1 de marzo de 2020 y en la que han participado 18 equipos compuestos por personas con algún tipo de discapacidad intelectual.
¿Necesitan estas personas para jugar al fútbol acompañamiento de música atronadora y de un vociferante “speaker” desde antes de las 9 de la mañana hasta al menos las 20 horas, como ocurrió el sábado 29 de febrero? ¡Once horas seguidas machacando los oídos de los jugadores, sus familiares y los pobrecitos vecinos de Los Bermejales y Heliópolis, sin que al club de las trece barras le preocupara lo más mínimo la situación de enfermos, niños y ancianos! ¿Hace falta que a los atronadores aporreos de los hinchas en los tambores, como en aquella sevillana rociera, se una por megafonía un coro permanente de decibelios rockeros y rumberos?
¿Mide alguna vez el Ayuntamiento el volumen de la megafonía de la infernal Ciudad Deportiva del Betis, a cuyos responsables les da igual que viva gente al lado? ¿Permitiría el gobierno de Espadas que otras entidades emitieran similar contaminación acústica que el Betis?
Dicen que en la Liga Genuine Santander no sólo se tienen en cuenta los resultados deportivos, sino también las actividades positivas que se realicen durante los partidos. Pues en tal caso al Betis hay que calificarlo con un enorme negativo, por este innecesario y reiterativo despliegue híper sónico, máxime ante personas que se supone son más sensibles al ruido como las que sufren algún tipo de discapacidad y, como ya es costumbre, para los residentes del entorno, sus pacientes habituales.
Como los clubes de fútbol en esta ciudad tienen bula para todo, y a los antecedentes me remito, los vecinos de Los Bermejales y de Heliópolis tendrán que seguir soportando no sólo los excedentes de vehículos que no caben en el aparcamiento de Lagoh, sino también esta segunda calle del Infierno de Sevilla que es la Ciudad Deportiva del Betis ante la vista gorda y los oídos sordos del Ayuntamiento.