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Zoido: Sevilla y/o Andalucía

Introducción con una historia personal que creo viene al caso. Cuando estudiaba Periodismo en la Complutense, acudí a un profesor al que tenía por mentor a pedirle consejo. Había observado la gran cantidad de alumnos que además de Periodismo cursaban una segunda carrera -Sociología, Ciencias Políticas, Derecho…- y le rogué me indicara cuál creía más conveniente para hacer lo mismo. “Mire-me respondió-, ninguna. Con la cantidad de periódicos que debería leer y analizar cada día, emisoras que escuchar y comparar, libros que leer y comentar, géneros periodísticos que ensayar, etc., para tratar de ser un buen periodista, a usted deberían faltarle horas del día para los estudios de Periodismo. Como no creo que esos compañeros suyos sean como Einstein o Marie Curie, unos superdotados, el que puedan cursar dos carreras a la vez sólo demuestra el ínfimo nivel de exigencia de la Universidad española”.

El mismo día en que  Arenas señalaba entre sus diez vicepresidentes a Zoido (alcalde, diputado y presidente de la FEMP) como presidente en funciones del PP (A) y coordinador del congreso que en julio elegirá a su sucesor, se presentaba el XIV Barómetro de  Antares.            Despreciado habitualmente por el PP por tratarse de un sondeo dirigido por el ex-consejero socialista Antonio Pascual y por su universo tan reducido (40 encuestas en cada uno de los 11 distritos; margen de error de +/- 5%), el Barómetro revela la coincidencia entre la opinión publicada (el balance realizado por los medios en el primer aniversario de las elecciones municipales) y la opinión pública, la de los ‘sevillanos de a pie’: el ‘efecto Zoido’ no se ha dejado sentir aún, cuando el alcalde ha agotado la cuarta parte de su mandato y ya tendrá cada vez más difícil escudarse en la desastrosa herencia recibida de Monteseirín. No puede estar invocándola los próximos tres años.

Aunque distintas de las municipales y generales, en las elecciones autonómicas del 25 de marzo,  a las que Zoido concurrió como cabeza de lista por el PP con el plus de ser el alcalde de los 20 concejales, si bien ganó de nuevo en la ciudad se dejó 15.143 votos desde las municipales de mayo de 2011, mientras que, amortizado el recuerdo de Monteseirín, el PSOE de Juan Espadas recuperó 33.170 sufragios.

Y ahora, el Barómetro de Antares refleja que el 80% de los sevillanos creen que Sevilla sigue igual o ha empeorado en este primer año con Zoido en la Alcaldía, le otorgan a su gobierno un aprobado raspado en seguridad ciudadana, transporte público y parques y jardines y suspenden su gestión en servicios sociales, limpieza y vivienda, amén de mostrar como máxima preocupación el paro, cuando Zoido se presentó a sí mismo como el futuro ‘alcalde del empleo’. Este estado de opinión demuestra que el alcalde no puede descuidarse y que lo mismo que gozó del fervor de los votantes puede empezar a perderlo si esta sensación de desencanto se instala durante más tiempo.

UN NUEVO CARGO

Cuando Zoido conmemoró el primer aniversario de su triunfo, aparte de la ‘boutade’ de darle a sus concejales matrícula de honor, incluyó entre las razones de su “no hemos podido hacer más” la sucesión de campañas electorales, en un reconocimiento quizás inconsciente de que sus compromisos políticos con el partido le habían distraído de sus labores como alcalde, el cargo que ejerce en virtud del ‘contrato electoral’ con los 166.000 sevillanos que le votaron el 22-M.           En esta coyuntura en que no ha colmado aún muchas de las grandes expectativas y anhelos de cambio que suscitó, como prueban los 20 concejales obtenidos, Zoido es embarcado ahora por Arenas, del que todo el mundo sabe es su delfín político, y por el PP nacional en la misión-tapadera de organizar como presidente en funciones el congreso de la sucesión a mediados de julio, un cónclave del que más que probablemente emergerá el propio Zoido como presidente regional y, por tanto, lo quiera o no, como el líder de la Oposición a Griñán, ya sea dentro del Parlamento andaluz, ya  fuera si finalmente prospera la incompatibilidad alcalde/diputado, con lo que el PP podría acabar repitiendo el error de la era Teófila Martínez, cuando Arenas teledirigía extramuros de la Cámara a la alcaldesa de Cádiz.

Zoido, que en las primeras 24 horas decía que su prioridad era Sevilla, que no se veía más que como alcalde y que su misión era un encargo de carácter transitorio, a las 48 horas ya se dejaba querer y cambiaba su discurso por el “no barajo presentarme, de momento”. Y a las 72 horas,  Arenas le organizó la adhesión inquebrantable de los ocho presidentes provinciales para que no pueda negarse a ser el líder regional durante los próximos cuatro años y, presumiblemente, cuando proceda, el aspirante a la Presidencia de la Junta.

Arenas, aunque no logró el Gobierno andaluz, ganó las elecciones tras patearse Andalucía durante cuatro años. Zoido ganó Sevilla tras patearse los barrios otros cuatro años. ¿Podrá patearse los casi 800 pueblos de Andalucía, como presidente del PP para mantener viva la llama y no tirar por la borda el trabajo hecho por Arenas,  y los barrios de Sevilla a la vez?

Si Zoido acudiera al despacho de mi tutor universitario, probablemente le diría aquello de “a usted, por ser alcalde de Sevilla, deberían faltarle horas en el día”. El hecho de que Zoido, Griñán (presidente de la Junta y del PSOE, secretario general del PSOE-A y diputado) y tantos otros acumulen tal cantidad de cargos demuestra el ínfimo nivel de exigencia de la sociedad española para con sus políticos, y viceversa.