Cuanto más pienso, más genial me parece la idea del compañero Vega del contrato-programa inverso, que es a la política lo que la hipoteca inversa a la economía. Decir “hipoteca” es mentar la bicha: pago mensual al banco por nuestra vivienda. En la “hipoteca inversa” el banco nos da dinero por nuestro piso. El término “programa” se asocia a las falsas promesas electorales de los partidos, de ahí la pésima suerte de Anguita, que nos recetaba tres dosis de su “programa, programa, programa”. Vega ha inventado el contrato-programa inverso: el elector, en vez de comprar la mercancía averiada de los partidos en el mercadillo político, expone su propio programa (en su caso, voto a cambio del derribo de las ‘setas’) para que se lo compre el partido interesado en su sufragio. ¿Imaginan que se creara una plataforma en Internet con la oferta política de cada sevillano? En conjunto saldría el programa que demanda Sevilla en vez del que, de espaldas a la realidad, redactan en un despacho los cabezas de huevo de los partidos. Y éstos vendrían a comer a nuestra mano.
Hipoteca política inversa
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