El PSOE dice ahora que respalda la renuncia de Rivas a sus cargos orgánicos en el Comité Director, la Ejecutiva Provincial y la Dirección en Camas “para no erosionar el partido”. Osea, que lo estaba erosionando. Griñán incluso afirma que ve “perfecto” que haya asumido “su responsabilidad”. Osea, que la había. El problema es que Rivas ha tardado casi dos años en asumir esa supuesta responsabilidad y que en todo este tiempo el PSOE ha defendido su resistencia numantina a dimitir, primero como alto cargo de la Junta y luego como dirigente del partido, aunque estuviera tan imputado como Guerrero en el caso Mercasevilla. ¿Cómo es posible, sin caer en la esquizofrenia política, que se apoye por igual una cosa y la contraria: la obcecación en no dimitir y la dimisión misma? Por cierto, a Guerrero lo expulsaron de forma fulminante como presunto culpable y a Rivas lo han dejado caer, pero hay otro imputado en este escándalo que sigue tan campante en su puesto, entre pincelada y pincelada. ¿Será verdad que es intocable porque, como dicen las malas lenguas, sabe demasiado?
El intocable
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