El rector de la Hispalense, que ya era vicerrector de Infraestructuras cuando se gestó el proyecto de la ilegal biblioteca universitaria por él mismo ejecutada en una zona verde del Prado, está buscando escaparse por la tangente al declarar que el Supremo no ha sentenciado que haya que derribar la susodicha en ningún caso y que está evaluando la mejor manera de ejecutar esa sentencia de común acuerdo con el Ayuntamiento. Esto huele a componenda, contubernio, pasteleo o como quiera llamarse y, para más ‘inri’, con un alcalde juez. ¿Se saltará Zoido a pídola el fallo del Supremo? Los vecinos le han recordado al rector que la sentencia ordena “reponer el estado original de la parcela”, lo cual implica la demolición. Es lo mismo que decía el Reglamento de la Expo a los participantes: devolver la parcela tal como se les había entregado. Y todos lo entendieron a la perfección: sin pabellón, osea, con el pabellón demolido. Claro que España, y más aún Sevilla, es diferente. Para el rector la palabra ‘reponer’ sólo le evoca al ‘reponedor’ de mercancías del supermercado.
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