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Globalización

Recientemente se ha inaugurado al Norte del campus de la Universidad de Michigan (EEUU) el Museo de Arte Eli y Edythe Broad. Les invito a que en el buscador de imágenes de Google tecleen ‘Museo Broad’ y comprueben si las fotos y dibujos del edificio, sobre todo las de su silueta lateral, no les resultan familiares. Salvando la geometría de pliegues, la forma del nuevo museo norteamericano se asemeja bastante a la de la Biblioteca proyectada en el Prado de San Sebastián, derribada por ilegal. Y es que ambas son hijas de la misma madre, la arquitecta iraquí Zaha Hadid. La reflexión de fondo es que este tipo de arquitectura de la globalización lo mismo (no) sirve para Estados Unidos que para Sevilla, porque se factura desde estudios multinacionales al margen del contexto en que se materializará y de la historia, la cultura y la tipología de cada ciudad. Por eso, la torre Pelli es, con ligeros retoques, la misma en la Cartuja que en Bilbao. Así que si quieren saber cómo habría quedado la Biblioteca del Prado no tienen más que irse a Michigan para ver su copia.

 

El escándalo del Prado

La arquitecta angloiraquí Zaha Hadid ha tachado de “escándalo” la orden de derribo decretada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, conforme a sus sentencias previas ratificadas por el Tribunal Supremo, de demoler la biblioteca (o más bien el esqueleto levantado hasta la fecha) diseñada por ella sobre los jardines del Prado de San Sebastián. La estrella del ‘establishment’ de la arquitectura internacional a raíz de ser distinguida con el premio Pritzker (considerado como el Nobel de su profesión) ha hecho sus declaraciones en Madrid, adonde ha viajado para inaugurar en la galería Ivorypress la exposición ‘Zaha Hadid Beyond Bo undaries. Art and Design’.

Dice la arquitecta nacida en Bagdad y afincada en Londres: “No conozco los detalles. Quizás alguien cometió un error. No tengo idea de la historia completa, pero en estas circunstancias, cuando España está pasando por serios problemas financieros, demoler un edificio que ya se está construyendo cuesta dinero y es, simplemente, inaceptable”. Y añade: “Es una locura; es una pena; es un proyecto maravilloso. No es una casa privada, es un edificio público, bueno para los estudiantes. Tenía todos los permisos de edificación”.

 

Este proyecto que ella misma califica de “maravilloso” es obra de su oficina, con arquitectos auxiliares a su servicio como es típico en los grandes estudios internacionales; no es un proyecto singular ni específico para Sevilla, sino de su catálogo previo, con variantes a partir de un diseño primigenio y luego trasplantado a cualquier sitio con mentalidad cateta que crea que por comprar un trabajo firmado por un/una arquitecto/a estrella ya ha entrado de golpe en la vanguardia y en la modernidad. Al igual que el arquitecto argentino César Pelli le ha vendido a Cajasol una mera variante del rascacielos que previamente le ha construido a Iberdrola en Bilbao, Zaha Hadid, o más bien su estudio, le ha trasplantado a Sevilla una copia de uno de sus diseños para Alemania, como las ‘setas’ de Jürgen Mayer en la Encarnación recuerdan inevitablemente la cubierta de una gasolinera de Hamburgo. Arquitectura internacional comodín valedera para cualquier parte al margen de su historia e idiosincrasia.

Ese es, pues, el primer escándalo: comprar supuesta modernidad arquitectónica a golpe de talonario, independientemente de si encaja o no encaja en su contexto, porque lo más importante no es la ciudad donde debe incardinarse, sino el objeto arquitectónico mismo, en línea con el programa iconográfico ideado por Monteseirín para dejar su huella para la eternidad ‘resolviendo’ los espacios vacíos de la ciudad, como la Encarnación, con las ‘setas’, y el Prado, con la biblioteca universitaria.

INSEGURIDAD JURIDICA

Es comprensible, por otra parte, que a Zaha Hadid no le quepa en la cabeza que se pueda demoler una obra que tenía todos los permisos de edificación. Es la misma queja de tantos miles de extranjeros que han comprado una vivienda en España con licencia de obra municipal y que luego los tribunales han declarado ilegales por hallarse situadas sobre una zona rústica, inundable o afectada por la Ley de Costas.

Para un extranjero es, sencillamente, inconcebible que una Administración Pública u órgano oficial pueda incurrir en un acto ilegal. Pero el nuestro es un país diferente como rezaba el lema turístico, y justamente por su inseguridad jurídica (ya sea en urbanismo como en energía o fiscalidad), que la coloca a la altura de una república bananera, hoy la ‘marca’ España está por los suelos y nuestra prima de riesgo disparada en unos mercados internacionales a los que no inspiramos confianza. Nada es casual.

Ya que, por su inhibición o exceso de ocupaciones, Zaha Hadid desconoce todos los detalles del escándalo del Prado con ‘su’ biblioteca, habría que explicarle que se le dio la licencia para construirla sobre una zona verde financiada hace veinte años por los contribuyentes de la Unión Europea, algo que sería inconcebible en un país avanzado de la UE que no fuera España, donde hasta ponen un policía a dirigir el tráfico cuando descubren que un nido de pájaros ha inutilizado un semáforo, en vez de interrumpir la nidificación de las aves para repararlo.

JARDINES MUTILADOS

Habría que explicarle a Zaha Hadid lo escandaloso de que su biblioteca hubiera obligado a suprimir decenas de árboles de los jardines, mutilados así para meter con calzador arquitectónico su proyecto con aires del pabellón de México en la Expo-92. El escándalo ha sido que se eliminara un buen trozo de los jardines del Prado cuando los vecinos, apoyados por otros colectivos del resto de la ciudad, señalaban que en el entorno de los cinco ‘campus’ de la Hispalense había terrenos libres, e incluso en el mismísimo Prado de San Sebastián, justamente en los solares de enfrente, sin que el Ayuntamiento dirigido por Monteseirín y la Hispalense se atuvieran a razones en su política de hechos consumados para desembocar, en su abuso de poder, en la situación por la que ahora se escandaliza la arquitecta: ya que hemos gastado 6 millones de euros o más en la obra, ¿cómo la vamos a demoler ahora?

Pues bien, este derribo simboliza el triunfo del Derecho sobre el Poder y de la razón de una causa refrendada por numerosas sentencias de los tribunales, que fueron desestimando uno tras otro los sucesivos recursos de la Universidad. Se ha cumplido en este caso la máxima de los romanos: ‘Hágasela Justicia aunque se hunda el mundo’.

OIDOS SORDOS

Habría que explicarle a Zaha Hadid que el escándalo radicó en que, pese a las reiteradas advertencias de los vecinos de defender, conforme a Derecho y al dinero de sus propios bolsillos frente a una Universidad soberbia que exigía fianzas millonarias para que no pudieran seguir adelante con el pleito, la zona verde vigente desde hacía veinte años, la Hispalense se lanzó segura de su victoria en todos los frentes a materializar el proyecto en plan Goliath que desprecia a David con su humilde honda. Hasta tal punto pecó de soberbia que le firmó al Ayuntamiento de Monteseirín y Marchena un documento por el que le exoneraba de cualquier responsabilidad por la concesión de la licencia urbanística y asumía plenamente las consecuencias de su actuación irreflexiva. Estos vecinos han defendido con sus escasos medios frente al gigante de la Administración (Ayuntamiento+Universidad) el interés general por la preservación de un equipamiento que, como han ratificado los tribunales, era esencial y que derivaba de un ejido comunal durante siglos.

No es lo mismo construir una biblioteca ex-novo sobre un suelo baldío y rodearla de jardines que sacrificar parte de unos jardines consolidados desde hacía veinte años y sus árboles para levantar una biblioteca que podría haberse alzado sin problemas justo enfrente y cuyo sentido hasta cabe cuestionar en esta era de Internet, cuando ya es posible subir los libros a la ‘nube’ de la Red para que tanto estudiantes como cualquier ciudadano puedan descargárselos directamente a su ordenador sin necesidad de desplazarse, perder tiempo, gastar dinero en viajes y / o hacer cola para coger sitio en una mesa física.

El escándalo, pues, radica en que Zaha Hadid ignore todos estos extremos y en que los responsabes de este quebranto para las arcas públicas y del desprestigio para la Universidad se hayan ido de rositas. Será Sevilla quien pague este doble error: el de la construcción primero y (el coste) de la demolición después.

El escándalo del Prado

A la piqueta

El TSJA no se ha dejado engatusar, como tampoco los vecinos, por el ‘regalo envenenado’ de la Hispalense y ha decretado la completa demolición a sus expensas de los pilares de la biblioteca y la reposición de los jardines del Prado a su estado original. ‘Regalos envenenados’ llamaba Cassinello a los pabellones de la Expo que los Participantes querían legar a España al final del 92, porque aquel altruismo escondía la intención de ahorrarse los gastos de la demolición, obligada por el Reglamento de la Muestra. La Hispalense, con su oferta de convertir los muñones de cemento en unos jardines colgantes de Babilonia y en miradores para pájaros, no pensaba ni en los vecinos ni en Sevilla, sino en ella misma: ahorrarse la vergüenza y, sobre todo, el coste del derribo. No ha colado su plan porque está más que calada tras seis años de pleitos con unos vecinos a los que en su soberbia amenazó con exigirles 10.000 euros por cada día de parón a su obra faraónica. Con la decisión del TSJA impera la justicia y el sentido común. Lo contrario habría sido primar la ilegalidad.

Rector ni-ni

Al contrario que el PNV, cuya máxima frente al Gobierno era “se acata pero no se cumple”, el nuevo rector de la Hispalense, Antonio Ramírez de Arellano, ha declarado estar dispuesto a “acatar y cumplir” la demoledora sentencia del TSJA y del Supremo sobre la ilegal biblioteca de inspiración marchenera y monteseirinesca erigida en mala hora en el Prado por la Universidad que debe dar ejemplo. Pero a continuación añadió que trabaja en las alegaciones a la demanda vecinal de que se ejecuten ya los doce o no sé cuántos fallos judiciales a su favor en estos años de lucha. O sea, que el nuevo rector, compadre con Luque de la criatura concebida por la arquitecta Zaha Hadid en una zona verde, que te quiero verde, del Prado de todos hace lo contrario de lo que dice, pues si prepara alegaciones significa que no tiene intención de tirar ese esqueleto de cemento que cada día que pasa le cuesta un pico en vigilancia a los contribuyentes. Total, como dijo un día que ese dinero era de la Junta y no de la US…. Con Arellano nos ha salido un rector ni-ni: ni acata ni cumple.

Rectora

Antonio Ramírez de Arellano, futuro rector de la Universidad Hispalense y aún mano derecha de Joaquín Luque, que tan poca mano izquierda ha tenido con la ilegal biblioteca en el Prado de San Serbastián, presentó su equipo de gobierno, continuista de la actual etapa. De sus catorce componentes –incluido el rector en ciernes-, nueve (el 64%) ya están gobernando la universidad con Joaquín  Luque. Segundo rasgo característico: la mayoría de sus miembros proceden de carreras científicas y técnicas. Y es que son malos tiempos para la lírica. Y el tercer aspecto subrayable: hay el doble de mujeres (nueve) que de hombres (cinco), sin que nadie haya abogado por las listas-cremallera o hable de discriminación feminista, al contrario de lo que, con la demagogia habitual, habría hecho la clase política en esas circunstancias. Esta mayoría refleja el creciente poder y la valía de las féminas universitarias. Por cierto: el Vicerrectorado de Infraestructuras lo ocupa una mujer, de lo que se infiere, conforme a la tradición de esta universidad, que más pronto que tarde habrá por fin una rectora pastoreando el rebaño de la Hispalense.

Compatibilizar

La biblioteca del Prado da más juego que la de Alejandría. Ahora, Espadas insta a Zoido a que se pronuncie “sin intermediarios” sobre la sentencia y sobre cómo se “compatibilizará” su ejecución con “la conservación de una inversión que ya ha supuesto un importante gasto”. En su obsesión por meterle las cabras en el corral a Zoido o viceversa, yerra. Desde que Monteseirín y Marchena embaucaron a la Hispalense y ésta les firmó un papel exonerador de responsabilidad, quien debe pronunciarse es el rector, no el alcalde. Se nota en Espadas la nefasta cultura del “ya que”. Ya que la Universidad ha gastado un dineral en las obras, ¿cómo se van a derribar?, plantea subliminalmente con el término “compatibilizar”. Ya que hemos gastado 170 millones en la esclusa, ¿cómo no se va a hacer el dragado?, dicen los del Puerto. Ya que se alzó el ilegal hotel en el Algarrobico, ¿ahora cómo se va a tirar?, dicen los del ladrillo. “Compatibilizar”, amigo Espadas, equivale en todos estos  casos a premiar la política de hechos consumados y a saltarse a la torera el Estado de Derecho.

Usted paga

Tras el fallo del Supremo que aboca inevitablemente al derribo de la biblioteca medio construida
por la Universidad en suelo amputado a los jardines del Prado, la Hispalense debería haber
reaccionado acatando públicamente la sentencia y anunciando en consecuencia la inmediata
demolición ‘motu proprio’ del adefesio de cemento perpetrado sobre una zona verde. Pero no.
Han sido el Ayuntamiento y el vecindario quienes han clamado por que este caso se acabe de
una vez por todas, mientras que la culpable y condenada, la entidad cinco veces centenaria
cuya historia quedará mancillada por  este baldón, guarda un inexplicable silencio y no asume
sus responsabilidades. Como la Universidad no se mueve ni se conmueve pese a los trece
fallos judiciales en contra que acumula, otra vez tendrán que ser los vecinos quienes insten a
que se dice un auto de ejecución de la sentencia, que puede tardar seis meses más. Como
cada día de demora supone 10.400 euros, la sinrazón universitaria supondrá un coste añadido
de 1.872.000 euros, que pagarán los sevillanos. Luque, suma y sigue.

Tarjeta roja

El Supremo estima inadmisible el recurso contra la anulación de la biblioteca en el Prado porque era nula de pleno derecho al haber sido expulsada ya del ordenamiento jurídico. Tarjeta roja. Es la decimotercera sentencia favorable a los vecinos y contraria a la Hispalense, cuyo rector, Joaquín Luque, era vicerrector de Infraestructuras cuando se promovió el ilegal proyecto y se acordó eximir al Ayuntamiento de Monteseirín y Marchena, los dos embaucadores, de cualquier responsabilidad sobre lo que acaeciera. La Hispalense debió haber demolido las obras en julio de 2009, cuando las paralizó el TSJA, y no gastar 10.400 euros/día  en su vigilancia y mantenimiento, empecinada en un recurso tras otro. Los ha perdido todos y en estos dos años y medio, aparte del dinero en la fallida construcción, ha gastado 11.232.000 euros en sostener aquel esqueleto de cemento. Un despilfarro del que Luque, cuya única salida es la dimisión, se hace el loco. Hoy, como no han derruido la biblioteca, la locura de Luque nos cuesta a los sevillanos otros 10.400 euros. Y así sucesivamente.

Reponer

El rector de la Hispalense, que ya era vicerrector de Infraestructuras cuando se gestó el proyecto de la ilegal biblioteca universitaria por él mismo ejecutada en una zona verde del Prado, está buscando escaparse por la tangente al declarar que el Supremo no ha sentenciado que haya que derribar la susodicha en ningún caso y que está evaluando la mejor manera de ejecutar esa sentencia de común acuerdo con el Ayuntamiento. Esto huele a componenda, contubernio, pasteleo o como quiera llamarse y, para más ‘inri’, con un alcalde juez. ¿Se saltará Zoido a pídola el fallo del Supremo? Los vecinos le han recordado al rector que la sentencia ordena “reponer el estado original de la parcela”, lo cual implica la demolición. Es lo mismo que decía el Reglamento de la Expo a los participantes: devolver la parcela tal como se les había entregado. Y todos lo entendieron a la perfección: sin pabellón, osea, con el pabellón demolido. Claro que España, y más aún Sevilla, es diferente. Para el rector la palabra ‘reponer’ sólo le evoca al ‘reponedor’ de mercancías del supermercado.

Jardín

La Universidad Pablo de Olavide ha inaugurado un jardín de plantas aromáticas, medicinales y culinarias de libre acceso a todos. Me recuerda, en pequeñito (1.000 m2 y unas 50 especies) al ‘Jardin des Plantes’ de París (23,5 Has. y 4.500 variedades sólo en su Escuela Botánica), con similar fin didáctico. Uno, a orillas del Guadaira; otro, a orillas del Sena. El consejero de Medio Ambiente, José Juan  Díaz Trillo, poeta al igual que su paisano Juan Ramón, no ha podido cantarlo mejor, con estas bellas palabras: “Un jardín que se lee, se estudia; un jardín que se huele, se saborea; y un jardín que cura”. Sí, el jardín de la UPO tiene efectos curativos sobre las heridas causadas por la otra universidad sevillana a todos los que amamos las plantas y los árboles, por haber mutilado los Jardines del Prado para construir una biblioteca que pudo erigir en cualquier otro sitio sin necesidad de hurtarnos un trozo de ese parque. Si no toda, al menos parte de la mancha de mora dejada por la Hispalense se ha quitado con esta  mora verde, que te quiero verde, de la Olavide.

 

 

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