Esta ola está siendo la más explosiva: 20.000 muertos, 1,4 millones de infectados, 110.000 hospitalizados y 9.800 ingresos en UCI
Se ha debido a la flexibilización de las restricciones a la movilidad y las relaciones sociales en diciembre y fiestas navideñas
Si las Administraciones no priorizan el control de la pandemia a la economía y la fiesta sufriremos una cuarta ola
No se debe bajar la guardia hasta que la tasa de infectados en 14 días sea inferior a 50, y a mitad de febrero era de 476
El cansancio y el agotamiento de la población, junto con los graves impactos económicos y de desempleo en muchos sectores de los servicios, no deberían inducir a las autoridades a relajar rápidamente las medidas de protección y
distanciamiento social, sobre todo ante la próxima Semana Santa, que podría conducirnos a la cuarta ola de la pandemia: la experiencia navideña debería habernos inmunizado frente a estos errores. Así lo afirma Joan Corominas, ex director de la Agencia Andaluza del Agua, en la undécima actualización (a fecha 16 de febrero de 2021) de su ‘Aproximación al análisis estadístico de la pandemia del coronavirus en España’.
«Con perspectiva se puede calificar como errónea la estrategia de las administraciones para permitir el comercio y las fiestas navideñas antes que priorizar el control de la pandemia. Bien es verdad -afirma Joan Corominas en su informe- que empresarios y ciudadanos reclamábamos poder celebrar las fiestas lo más parecido a un año
normal, pero las administraciones no tuvieron el valor de anteponer la salud a la economía y la fiesta. ¡Lo hemos pagado caro en vidas, infectados, presión en el sistema sanitario y más deterioro de la economía y el empleo!»
Esta tercera ola, iniciada hacia el 5 de diciembre de 2020, ha causado, según Corominas, 20.000 fallecidos, 1,4 millones de infectados, 110.000 hospitalizados y 9.800 ingresados en la UCI, siendo la más intensa de las que hemos padecido. Se ha traducido en colapsar los servicios hospitalarios a finales de enero de 2021 con
un 26% de las camas ocupadas por paciente Covid y un 53% de camas UCI. En varias comunidades autónomas la saturación de estas últimas ha superado el 70% y ha puesto en serio peligro la salud de los enfermos más graves.
En España, según los datos oficiales, hemos alcanzado los 3.107.172 infectados (confirmados con test PCR o de antígenos) y 66.316 muertos a la fecha de 16 de febrero de 2021. Cifras que multiplican por 12,6 veces los infectados y un incremento del 135% de fallecidos en relación con el final del primer estado de alarma. Existe una diferencia muy importante en la comparación de las cifras de las dos olas: antes se detectaba con test PCR uno de cada diez infectados; actualmente se detecta el 65%.
Bien avanzada la segunda ola, casi en su pico, se declaró el 25 de octubre de 2020 el segundo estado de alarma. Con las medidas de restricción de la movilidad y de la interacción social se logró controlar la aceleración del proceso infeccioso e irlo reduciendo significativamente hasta principios de diciembre. Sin embargo, la mayor laxitud que se autorizó durante el periodo prenavideño y las propias fiestas propiciaron el desarrollo de la tercera ola de la pandemia, más intensa y de rápido desarrollo que
las anteriores.
No obstante, la segunda y tercera olas se caracterizan por una menor gravedad de los síntomas que ocasiona el coronavirus entre los infectados, por lo que disminuyen las tasas de hospitalización, de cuidados en UCI y fallecimientos, debido en gran parte a la detección de muchos asintomáticos o con síntomas muy leves. En la primera ola se hospitalizó a la mitad de los infectados, frente al 5,6% en la actualidad; en la UCI se trató al 5% de los infectados frente al 0,45% en las dos últimas olas; en la primera ola falleció el 11,5% de los infectados y en ésta, el 1,2%.
Desde finales de enero de 2021 se ha superado el pico de contagiados de la tercera ola y está decreciendo rápidamente el número de infectados diarios; en los próximos días se consolidará esta tendencia en los fallecimientos.
NO SE DEBE BAJAR LA GUARDIA
«No se debe bajar la guardia hasta que la tasa acumulada de infectados en 14
días, actualmente de 476 infectados por cada 100.000 habitantes, sea inferior a 50 como sucedía a primeros de mayo en el inicio de la desescalada», afirma Joan Corominas. El experto añade: «El cansancio y el agotamiento de la población,
junto con los graves impactos económicos y de desempleo en muchos sectores de los servicios, no deberían inducir a las autoridades a relajar rápidamente las medidas de protección y distanciamiento social, sobre todo ante la próxima semana santa, que podría conducirnos a la cuarta ola de la pandemia: la experiencia navideña debería habernos inmunizado frente a estos errores».
La tasa de reproducción del COVID 19, que indica el ritmo de crecimiento exponencial de la pandemia si es superior a 1, o su desaceleración si es menor que la unidad, es un indicador adelantado de su evolución: sigue una tendencia similar a la evolución diaria de los infectados pero los picos de la misma se adelantan unos 7 días al pico de infecciones diarias y unos 12 días al pico del indicador de Incidencia acumulada a 14 días, que es el usado preferentemente en la información oficial.
Utilizar el indicador de la tasa de reproducción debería permitir anticiparse en la
toma de medidas de contención de la pandemia. Actualmente tiene un valor de 0,6, lo que indica una intensa reducción de la propagación de la pandemia, pero muestra una ligera tendencia creciente. Cualquier aumento brusco de su valor, y siempre que supere la unidad, debe conducir a rediseñar y endurecer las medidas de protección social por parte de las autoridades sanitarias.
En el horizonte del primer trimestre de 2021 es probable que se haya vacunado a los colectivos más vulnerables y que en el tercer trimestre se extienda la vacunación a toda la población, siempre que aumente el suministro actual de vacunas. A partir del segundo trimestre se podrían ir reduciendo lentamente las medidas de protección y distanciamiento social acompasándolas al ritmo de vacunación de la población, pero controlando que nunca la tase de reproducción del COVID sea superior a 1.
Como ejemplo, dice Corominas, controlar la pandemia y mantener el tipo de movilidad y relaciones sociales del verano pasado solo será posible cuando se supere el 15%-20% de la población vacunada.
La vacunación de la población va avanzando muy lentamente por el escaso ritmo de suministro de vacunas. Desde el 27 de diciembre de 2020, primer día de vacunación, se han distribuido 3,6 millones de dosis, utilizado 2,7 millones de dosis y 1,19 millones de ciudadanos (2,38% de la población) han recibido las dos dosis (residentes y trabajadores de residencias de mayores y personal sanitario). La Unión Europea responsable del programa común de adquisición de vacunas contempla que las
farmacéuticas aceleren el suministro de vacunas a partir de marzo y sobre todo en el segundo trimestre. Solo así se conseguirá cumplir el plan de vacunación del 40% de la población en el mes de junio y alcanzar el 70% a finales del verano, lo que permitiría alcanzar la inmunidad de rebaño.
En España, la última previsión del Ministerio de Sanidad es que en junio esté vacunada el 40% de la población; la inmunidad de grupo se alcanzará cuando esté vacunada al menos el 70% al 75% de la población.
COMUNIDADES AUTÓNOMAS
En todas las autonomías se ha repetido el crecimiento de la pandemia en esta tercera ola, aunque tendiéndose a igualar su prevalencia, que alcanza los 66.073 infectados por millón de habitantes. Aragón, Castilla La Mancha, Castilla y León, Madrid y, sobre todo, la Comunidad Valenciana superan en más del 25% la prevalencia española. Por el contrario Canarias, Galicia, Asturias y Cantabria la han sufrido un 30% menos.
La tasa de mortalidad se eleva a 1.410 fallecidos por millón de habitantes, con notables diferencias entre comunidades autónomas: Canarias y Baleares tienen una tasa de mortalidad inferior al 50% de la española; La Rioja, Aragón, Castilla La Mancha y Castilla y León la superan en más de un 60%.
Para mejorar el conocimiento de la pandemia y predecir su evolución futura en función de las estrategias de mitigación que se han ido adoptando, Joan Corominas ha desarrollado un modelo epidemiológico SIR de tres compartimentos, del que se desprende que actualmente están infectados cerca de 6,7 millones de españoles y que las muertes serían unas 102.500, datos que multiplican por 2,2 y 1,55, respectivamente, las cifras oficiales, al no contemplarse muchos de los infectados asintomáticos y
con leves síntomas.
GENTE MÁS JOVEN
La no detección de todos los infectados, debido a la poca extensión de los test a buena parte de la población, infravalora la cifra de los infectados en las estadísticas oficiales al no contemplar los pacientes asintomáticos o con patologías leves. El aumento de test PCR o de antígenos que se viene realizando desde el inicio de la desescalada ha puesto en evidencia el gran número de infectados asintomáticos y la muy importante disminución de pacientes con síntomas muy graves o graves.
En la fase de confinamiento, el 54% de los test PCR positivos correspondían a personas
con patologías muy graves o graves, mientras que en los últimos meses únicamente representan el 8%. El total de infectados estimados era superior a 10 veces el número de diagnosticados con test PCR, habiéndose reducido actualmente a 1,66 veces, lo que indica la ampliación del número de diagnósticos con test PCR a los nuevos infectados y a su círculo de relaciones.
Al mismo tiempo la pandemia afecta actualmente a gente más joven, con síntomas más leves, habiéndose reducido los casos de personas mayores de 70 años desde el 36,8 % al final del confinamiento al 12,5 % en la actualidad.
El diagnóstico temprano, junto con el cambio de cohortes de edad afectadas, ha permitido reducir mucho la cifra diaria de fallecidos, desde el 11,8% de los
infectados al final del estado de alarma al 1,22% actual.
La prevalencia de la pandemia en las distintas cohortes de edades ha sido muy diferente entre la 1ª ola y la 2ª y 3ª, ya que la primera crecía exponencialmente con la edad y en las dos últimas es bastante homogénea en todas las edades como consecuencia de la extensión de los test PCR y de antígenos, que permiten detectar a gran parte de los asintomáticos o ligeramente sintomáticos.
A fecha de 16 de febrero de 2021, la cifra oficial de infectados es de 3.107.172 (de los cuales unos 123.500 serían infectados asintomáticos), que se corresponde con una tasa oficial de 66.100 infectados por millón de habitantes. En su estimación, Corominas eleva la cifra de infectados a 5,3 millones.
Teniendo en cuenta los infectados asintomáticos no detectados, la incidencia total del coronavirus alcanzaría a 6,73 millones de personas, un 14,3% de la población.
La cifra oficial de fallecidos es de 66.300, pero probablemente asciendan a cerca de 103.000, al dejar de reflejar las estadísticas oficiales a los fallecidos con trastornos compatibles con el coronavirus pero a los que no se les ha hecho el test de diagnóstico (téngase como referencia las más de 18.000 muertes en residencias de mayores durante la 1ª Ola).
Esta estimación también reduce la tasa de letalidad actual desde el 2,1% oficial al 1,53%, cifra más cercana respecto a las señaladas en la bibliografía sobre el coronavirus.
Por otra parte, desconocemos el número de recuperados (no se informa de ello desde el 24 de mayo de 2020) pero según Corominas se acercarán ya a los 2,83 millones (91% de los infectados).
Según el modelo matemático de Joan Corominas, al final de la 3ª oleada de la pandemia, y en el supuesto de que no se produzca una 4ª ola, podríamos alcanzar 3,37 millones de infectados diagnosticados con test PCR y del orden del 5,64 millones de infectados totales, incluyendo los asintomáticos no detectados y con síntomas leves, que representarán un 12% de la población (la cuarta ronda del estudio nacional de seroepidemiología señalaba una prevalencia del coronavirus del 9,9% a finales de diciembre). Los infectados totales (sintomáticos y asintomáticos) podrían llegar a 7,16 millones (15,2% de la población).
La cifra de muertos alcanzaría las 78.500 fallecidos contabilizadas y del orden de 74.000 muertos totales, incluidos aquellos a los que no se les ha hecho el test PCR de confirmación. La tasa de letalidad descendería hasta el 2,33% según cifras oficiales y hasta el 1,1% con referencia a la totalidad de infectados (sintomáticos y asintomáticos).
LARGA CONVIVENCIA CON EL VIRUS
Subraya Corominas que, como era de prever, los intentos de volver al estilo de vida “habitual” durante el verano de 2020 no permitieron mantener la pandemia controlada, y por ello desembocamos en la 2ª Ola y a continuación, sin transición, en la 3ª ola, al reincidir en el período pre festivo de diciembre y la Navidad y relajarse la movilidad y las interacciones sociales.
En este momento se está dominando la 3ª ola, «pero el futuro de la pandemia -afirma Corominas- no está escrito: en gran parte dependerá del acierto en la modulación de las restricciones sanitarias que determinen las autoridades, basadas en el mejor
conocimiento de los expertos y al mismo tiempo que aminoren los impactos socioeconómicos y la tensión sociológica de la población. Y cómo no, de la responsabilidad individual de todos los ciudadanos para adaptarnos a las limitaciones de nuestra libertad. Del conjunto de la sociedad -añade- depende que no estemos abocados a una 4ª ola».
Ayudará a no abandonar la senda de reducción y control de la pandemia el que vaya avanzando la vacunación de la población, aunque hasta el momento sólo haya llegado a la población de las residencias de mayores, sus cuidadores y el personal sanitario (2,4% de la población ha recibido las dos dosis). Las previsiones del Gobierno son que a finales de junio de 2021 esté vacunado el 40% de la población, y a finales de septiembre el 70%, fecha en la que estaríamos cerca de alcanzar la inmunidad de rebaño.
Se plantea a la hora de fijar los protocolos de vacunación qué grupos sociales deben priorizarse, tanto a nivel nacional como mundial, utilizándose criterios sanitarios y éticos, que a veces parecen excluyentes, «cuando en realidad -asevera Corominas- la preferencia entre ellos puede ser únicamente temporal, puesto que hasta que la población mundial no esté inmunizada totalmente ningún ciudadano lo estará
definitivamente». Surge, además, la duda de si habrá que vacunar anualmente a toda la población de riesgo, como pasa con la gripe.
En España, la tasa de mortalidad crece exponencialmente con la edad, y por tanto este criterio debe ser, a juicio de Corominas, el que prevalezca, más allá de la pronta vacunación de colectivos cuyos trabajos son esenciales para la sociedad.
Corominas recomienda que las autoridades mejoren el liderazgo, la transparencia y la coordinación, para que durante el desarrollo del período de vacunación no se relajen las medidas de restricción de la movilidad y de las relaciones sociales y manteniendo la finalidad de que la tasa de reproducción sea siempre menor a la unidad en todo este período.
Y concluye: «Hay que desoír las voces que reclaman que podamos celebrar la Semana Santa o el verano y priorizar el control de la pandemia».
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