Es la diferencia entre el valor de la parcela municipal de 8.308 m2 y la contrapartida que ofrece para los vecinos
La operación planeada por el Betis y el Ayuntamiento presidido por José Luis Sanz de entrega de la parcela pública de 8.308 m2 contigua al estadio verdiblanco para la construcción de una mole anexa de 31.500 m2 a cambio de 3.000 m2 para uso público en un sitio indefinido y una plaza sobreelevada de 2.500 de difícil utilización favorece a la sociedad anónima deportiva (entidad privada) en una proporción de 9 a 1, según los datos aportados durante la Jornada de debate sobre ‘El nuevo estadio Benito Villamarín: un proyecto icónico controvertido’, celebrado el pasado 12 de noviembre (2024) en la ETS de Arquitectura de la Universidad Hispalense.
El arquitecto y urbanista Manuel Ángel González Fustegueras, redactor del vigente Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla, reveló cómo desde los primeros pasos para la elaboración del PGOU el Sevilla y el Betis expresaron su deseo de sacar mayor aprovechamiento a sus respectivos estadios con nuevos usos en los suelos públicos colindantes, máxime tras su negativa a abandonar aquéllos para jugar en el estadio único de la Cartuja.
Según Fustegueras, las pretensiones de ambos clubes parecieron razonables al gobierno local, presidido entonces por Monteseirín, pero éste no cedía nada. Esos suelos tenían un valor que tenía que ser compensado, para destinar las compensaciones a equipamientos públicos, razón por la que se firmaron los convenios urbanísticos. En el caso del Betis, el del año 2004 fue sometido a información pública y en 2008 se firmó otro que modificaba el anterior e incluso el PGOU pero que no llegó a aprobarse.
El arquitecto y urbanista desveló que los dos clubes presionaron para que mediante el Plan General se les autorizaran usos como grandes superficies comerciales y gasolinera, pretensiones que fueron rechazadas en aquel entonces. En opinión de Fustegueras, ahora se ha elegido otra vía urbanística más fácil merced a la LISTA, que equivale a «modificar el Plan General sin modificarlo» con la figura del Estudio de Ordenación, pero que también conforme a la LISTA hay que demostrar con el mismo que se mejora la ciudad existente.
El padre del PGOU estima que con el Avance del Estudio de Ordenación en realidad se ha pretendido introducir los usos que el Betis no pudo conseguir ni con sus presiones al equipo redactor del Plan ni en los convenios anteriores, si bien recientemente el gobierno de Sanz ha autorizado cualquier uso en los estadios del Sevilla, Betis y de la Cartuja, más el pabellón de San Pablo, mediante una modificación del PGOU.
La mesa de los conferenciantes, en que aparecen de izquierda a derecha Antonio González Liñán, Teresa García Azcárate, Pablo Arias Sierra, Manuel Jesús Florencio (moderador), Manuel Ángel González Fustegueras y Cristina Rus Tabernero
La ingeniera agrónoma Teresa García Azcárate, miembro de la asociación Parque Vivo del Guadaira, calificó de mal negocio para la ciudad el proyecto del Betis de quedarse con la parcela pública -amén de la calle entre la misma y el estadio- de 8.308 m2 para la construcción de una mole de 31.500 m2 y hasta 47 metros de altura anexa al Benito Villamarín, más el subsuelo (que no computa urbanísticamente) para un aparcamiento a cambio de 3.000 m2 para uso público en un sitio indefinido y de una plaza elevada de 2.500 m2 en la zona que no se ocuparía con la mole pero que por esa misma cota elevada sería difícil que cumpliera esa función de plaza. Y puso como comparación la Plaza Nueva, que mide 14.000 m2.
La ingeniera citó un estudio realizado a partir de las valoraciones del suelo público que se quedaría el Betis para alzar la mole y de los que entregaría como contraprestación y en el que se llega a la conclusión de que la proporción entre lo que se da y lo que se recibe es favorable por 9 a 1 al club verdiblanco. Por tanto, en su opinión, el interés general queda claramente dañado y hay un desequilibrio evidente en favor de una entidad privada como es la sociedad anónima deportiva Real Betis Balompié.
Si, parafraseando a Fustegueras, este Avance del Estudio de Ordenación conjunto de la parcela del Betis y la del Ayuntamiento es la culminación de los convenios anteriores, para Teresa García Azcárate ya no se adapta a la nueva realidad de los barrios del entorno ni puede convertirse en la nueva centralidad cuando se ha construido el centro comercial Lagoh y la Ciudad de la Justicia y otros proyectos. Tampoco se han cumplido los plazos del último convenio (6 meses para el Estudio de Detalle, presentado 3 años y medio después y 2 años para el Proyecto de Edificación tras el PGOU, que se aprobó en 2006). Por tanto, en su opinión debe ser nulo de pleno derecho.
La ingeniera agrónoma también destacó los riesgos que para la seguridad del estadio y su evacuación en caso de emergencia tendría la construcción de la mole anexa ocupando gran parte del último suelo libre que queda, la parcela pública de 8.308 m2, un riesgo que va contra las directrices del Convenio de Saint-Denis (Consejo de Europa), que España suscribió en 2017. García Azcárate dijo que «este tipo de riesgos son los que los políticos asumen como si no existieran y luego pasa lo que pasa», en clara alusión a la riada catastrófica de Valencia.
La mole proyectada en la parcela libre y pública contigua al estadio del Betis
Para la ingeniera, este asunto tiene similitudes con la prevención de los riesgos de avenidas e inundaciones, ya que se pretende ocupar un espacio que debe ser reservado sin uso para facilitar un acceso y un desalojo seguros. Puso como antítesis el estadio de La Rosaleda, en Málaga, donde por exigencia de la FIFA se va a construir un puente-plaza de gran capacidad sobre el río Guadalmedina para facilitar la evacuación del campo de fútbol en 7 u 8 minutos.
Cristina Rus, gestora cultural y también miembro de la asociación Parque Vivo del Guadaira, mencionó las múltiples razones por las que la construcción de la mole anexa al estadio sería incompatible con una mejora urbana para los barrios vecinos: problemas de movilidad por el tráfico generado, contaminación acústica y lumínica por el modelo de negocio, deterioro de la calidad del aire en un sector que en la actualidad tiene los peores datos de la ciudad y del área metropolitana, así como deterioro de los valores de Heliópolis, legado de la Exposición Iberoamericana de 1929 y próximo a cumplir su centenario.
Pablo Arias Sierra, profesor del Departamento de Urbanística de la ETS de Arquitectura, reflexionó sobre el contexto urbanístico de estadio Benito Villamarín, habló de estudios de expertos anglosajones que ya demostraron la capacidad de las grandes infraestructuras de generar cambios en su entorno, incluso en zonas distantes, por lo que al final todos los ciudadanos están implicados en este debate.
Arias constató que los estadios han devenido en algo más que estadios de fútbol, lo que supone nuevos desafíos. En este sentido, los usos minoristas comerciales que se implantan en los mismos son los que generan una mayor atracción de personas y de tráfico. En Inglaterra, en los años 80, se comprobó que la percepción de los estadios era algo disruptiva: origen de molestias e incluso de inseguridad física. Arias se preguntó cómo una ciudad como Sevilla, cuyo Ayuntamiento tiene problemas para pagar las horas extra de sus policías y otros servicios municipales, apoya la celebración de grandes eventos en los estadios de fútbol al margen del fútbol.
El salón de actos de la ETS de Arquitectura, donde se celebró la Jornada
Tras las continuas quejas de los vecinos del entorno sobre los problemas de movilidad, por los atascos de las calles y desvío del transporte público, que ya generan los partidos dominicales del Betis y que temen su agraven con la mole y el anuncio de actividad 24 horas/365 días al año, Pablo Arias destacó la disociación existente en el Ayuntamiento entre la movilidad y la planificación urbana y que no puede alegarse ignorancia de los problemas que se están produciendo.
El profesor de la ETS de Arquitectura estima que Sevilla ya necesita una revisión del Plan de Movilidad Urbana (PMUS), aprobado durante el mandato de Espadas como alcalde. «La relación entre los usos del suelo y los impactos que provoca no es discutible, es verificable», afirmó con rotundidad. Y expresó su sorpresa por que pese a todos los testimonios vecinales no se ha ya realizado un mero análisis prospectivo de la situación y del proyecto del Betis.
Antonio González Liñán, que colaboró con su padre (Antonio González Cordón) en el proyecto del estadio actual del Betis (1998) y ha participado luego en el concurso internacional promovido por el club, considera que la colonización de la parcela anexa al Villamarín responde al nuevo concepto de instalaciones deportivas.
González Liñán reveló que en tiempos de su padre se llegó a plantear la demolición del estadio antiguo y la construcción de uno nuevo desde los cimientos y que cuando se le encargó el proyecto a su progenitor el planteamiento era para uso deportivo puro y duro, fútbol únicamente, como se concebían los estadios hace una treintena de años. El proyecto original de González Cordón se ha quedado, en palabras de su hijo, » a medias», pese a que aunaba estética, funcionalidad y estructura, en un todo cerrado y con el uso de sólo tres elementos: hormigón, acero inoxidable y prefabricados.
El Villamarín tenía asignados en el Plan General una edificabilidad específica y unos usos y el proyecto de González Cordón cumplía todos los requisitos exigidos. Los urbanísticos, al detalle. Tiene agotados los límites en sus alineaciones exteriores (La Palmera, Iguazú…). Según el testimonio de González Liñán, se trabajó con una sección muy vertical porque había unos límites de suelo muy pequeños para un estadio tan grande en cantidad de espectadores, por lo que es muy apretado en sus costuras, concebido para cumplir el Plan General de entonces.
Luego advino la redacción del nuevo PGOU y se firmaron los convenios urbanísticos entre el Betis y el Ayuntamiento con la idea, según Liñán, de ayudar a tener un gran equipamiento de ciudad y a que los dos clubes consolidaran sus espacios deportivos, pero en el caso del club verdiblanco, cada Directiva fue interpretando de distinta manera el acuerdo firmado con el Consistorio.
González Liñán reveló que cuando a su estudio de arquitectura le pidió el Betis que diera opciones para colmatar la edificabilidad, su concepción fue que se configurara un espacio urbano que potenciara la ciudad pero con el menor impacto posible.
El club, con el que siguen teniendo un contrato abierto, les invitó a presentarse al concurso de ideas, cuyo resultado ha servido de base para la posterior redacción del Avance del Estudio de Ordenación. En este sentido, la propuesta de González Liñán y su equipo fue que se acabara el estadio diseñado por su padre adaptándolo a las necesidades actuales y siendo más sostenible para convertirlo en «un pulmón verde». Según Liñán, la cubierta le hubiera dado un valor singular, ya que todo el proyecto estaba pensado para el anclaje de la misma, pero ni se ha ejecutado la misma ni -aseveró- se ha terminado lo realizado tal como lo diseñó González Cordón.
Consideró que la apuesta del club responde a un nuevo modelo de estadio, considerado como un activo financiero. Los estadios se conciben como un valor fijo que puede generar más valor, al contrario que los jugadores, que pueden cambiar, pero los estadios permanecen. En opinión de Liñán, el modelo en el que se basa el Betis le ha venido grande, ya que se inspira en el modelo americano de grandes estadios fuera de la ciudad, cuando el Villamarín es un estadio urbano.
Maqueta del estadio del Betis que diseñó Antonio González Cordón
En el coloquio posterior, González Liñán afirmó que el estadio diseñado por su padre se podía evacuar en tal sólo 4 minutos en caso de emergencia y cuando se planteó si la construcción de la mole desvirtuaba el proyecto de aquél y por tanto vulneraba el derecho moral del autor al respeto a la integridad de su obra, el arquitecto no descartó la posibilidad de exigir jurídicamente el cumplimiento de ese derecho, si bien aseveró que el Betis todavía no ha metido una máquina en la parcela y que lo que circula son meros renders sobre lo que por el momento no es más que un futurible.
La portavoz del grupo municipal Con Podemos-IU, Susana Hornillo, asistente al acto, habló sobre la posibilidad de que el proyecto se impugne al incumplirse, en su opinión, lo previsto en la LISTA (Ley de Impulso para la Sostenibilidad del Territorio de Andalucía) sobre el reparto de las plusvalías y sobre la participación pública.
Muchas intervenciones del público se centraron en el impacto que causaría la mole de 31.500 m2 de edificabilidad y hasta 47 metros de altura, porque en su opinión agravaría la situación de «estado de excepción» que ya los vecinos del entorno del Villamarín sufren cuando hay un partido de fútbol cada dos semanas, cuanto más con la anunciada, por el Betis, futura política de actividades las 24 horas durante los 365 días del año.
Otros intervinientes calificaron muy negativamente la política urbanística de las recientes corporaciones municipales, que a su juicio aplicaron y aplican un «urbanismo miope, a la carta, de parches y a espaldas a los ciudadanos, como ha sucedido con La Palmera, el Distrito Urbano Portuario y Altadis».
Fue muy comentado negativamente en los prolegómenos, durante la presentación de la Jornada y en el coloquio la espantada a última hora que protagonizaron el gerente de Urbanismo, Fernando Vázquez Marín, y Miguel Rojas, miembro del equipo redactor del Avance del Estudio de Ordenación por encargo del Betis. Sus excusas para tratar de justificar sus ausencias (problemas de agenda y una reunión en Madrid, respectivamente) no resultaron convincentes y se subrayó que en última instancia podrían haber delegado en otros miembros de sus respectivos equipos, pero que no lo hicieron.
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Gracias por una explicación tan completa de lo que se habló en la jornada.
Espero que nuestros gobernantes en el Ayuntamiento, alguna vez tomen nota y sean coherentes con la realidad y no con los negocios (además negocios que son malos).