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Imaginación

Caminaba por la Avenida abarrotada cuando se hizo el milagro eléctrico de Tesla y se encendió el alumbrado con predominio del llamativo color púrpura. Ocurrió entonces lo que nunca había visto antes: la gente prorrumpió en una espontánea salva de aplausos y se alzaron decenas de cámaras expresamente llevadas para la ocasión –y no de turistas, precisamente- y de teléfonos móviles, para fotografiarse unos a otros con las luces de Navidad como telón de fondo. Al éxito de la iluminación en las calles del Centro hay que sumar la masiva afluencia -el Ayuntamiento ha hecho una estimación de medio millón de personas- a las proyecciones sobre la plateresca fachada de las Casas Consistoriales como pantalla; la Giralda (esa maravilla toda de carne rosa, como la describió Juan Ramón) teñida de azul, y hasta la nueva escenografía para el cortejo del Heraldo de la Cabalgata. Estos gozos de diciembre de Zoido han costado casi la mitad del presupuesto que, sin lucimiento, gastaba Monteseirín, con lo cual se demuestra que más importante aún que el dinero es la imaginación.

El Zoco

Las ‘Setas’ iban a ser, al bilbaíno modo, un Guggenheim y se han quedado reducidas al zoco que de toda la vida fueron el mercado de la Encarnación, Regina y calles adyacentes. Monteseirín prometió que este icono de la modernidad no sólo iba a democratizar el panorama de los tejados, sino que también iba a atraer un público de alto ‘standing’ y negocios acordes con su poder adquisitivo. Al final, los marcheneros restaurantes de cinco tenedores se han convertido en una barra de bar récord Guinness, por esos 50 metros para el tapeo con vistas a los tendederos de ropa en las azoteas; y las tiendas de lujo, en un mercadillo de bisutería remedo del Portobello londinense, con el añadido de los poneys dando vueltas a los niños como en un trasunto de la calle del Infierno, los vendedores de globos, los manteros exhibiendo su mercancía  y los desfiles de bandas de cornetas y tambores. Monteseirín dijo que con el tiempo Sevilla haría suyas las ‘Setas’; lo que nunca podía sospechar era que se apoderaría de su obra la que él, despreciativamente, llamaba la Sevilla rancia.

Gratis total

Todos los alcaldes que en Sevilla han sido –y Zoido no iba a ser la excepción- han justificado la organización, cueste lo que cueste, de eventos de todo tipo por los beneficios que reportan al sector turístico de la ciudad: hoteles, bares, restaurantes, tiendas de ‘souvenirs’…. Ha sido ése también el motivo invocado para pedir la final de la Copa Davis: el Ayuntamiento paga un canon de un millón de euros porque el tenis va a reportar 30 millones. Zoido ha pasado luego entre las empresas el platillo con el barniz de los patrocinios para que aflojen la tela. Han sacado la cartera veintinueve, que han apoquinado en conjunto incluso más pasta de la que supone el canon, de lo que se colige el olfato mercantil del alcalde, desarrollado en la pastelería de su pueblo adoptivo. Leo la lista de los patrocinadores y entre multinacionales de todo cordaje sólo hay una empresa turística, Abades, que además lo es sólo en especie y no en metálico. Toda una ciudad trabaja para un sector, el turístico, que siempre está llorando y que a la hora de la verdad no se retrata nunca.

Dodotis

Los turistas japoneses caminaban confiadamente por la Avenida de la Constitución al tiempo que apuntaban sus cámaras fotográficas hacia lo alto, a la Giralda y los arbotantes de la Catedral; por eso no repararon en que se iban metiendo de lleno en una extensa ristra de cagajones frescos, con las consecuencias imaginables. ¿Qué imagen de Sevilla pregonaron luego en Japón? En todas las ciudades turísticas que conozco –y son algunas- los coches de caballos circulan con pañales, vulgo ‘dodotis’, y las calles no están alfombradas de excrementos secos de equinos ni emanan insoportables efluvios. El nuevo Ayuntamiento, con un criterio que responde al sentido común del que carecen algunos, ha anunciado que impondrá pañales a los équidos. Los cocheros, que llevan veinte años boicoteando la medida en plan vasco (“se acata, pero no se cumple”), vuelven a oponerse con argumentos tan peregrinos como el de que el problema lo causan las yeguas por excretar como excretan. Pues entonces la solución es muy sencilla: que los coches sean, como su nombre indica, de caballos.

 

 

 

Imán de madera

En el nuevo capítulo del culebrón sobre los bancos de la Alameda de Hércules que nos está entreteniendo en  esta ‘rentrée’ y que al Ayuntamiento le gustaría fuesen de quita y pon (la delegada Asuidea ‘dixit’) para así contentar a tirios y troyanos, el mobiliario urbano ha sido repuesto pero en un sitio distinto y distante y en menor número que antes, lo que ha sido considerado ‘casus belli’ por una facción del vecindario y garantiza la continuación de esta apasionante telenovela municipal. Además, ha aparecido en escena un nuevo despropósito: cambiar de lado la puerta del parque infantil. Empezamos por los bancos y ya vamos por las puertas. ¿Qué será lo siguiente? ¿Las farolas porque atraen a las polillas? Lo más peregrino es el argumentario para justificar estos viajes de ida y vuelta: esos elementos funcionaban como “un imán de ruidos”. ¡Eureka! ¡Qué gran descubrimiento! El Ayuntamiento ha inventado una figura administrativa nueva. A partir de ahora podrá declarar unas calles  como zonas acústicamente saturadas, y otras,  como zonas saturadas de bancos.

 

 

Muerto el perro

La versión oficial de la delegada del distrito municipal Casco Antiguo, Amidea Navarro, sobre la polémica retirada de los bancos colindantes con un parque infantil en la Alameda de Hércules es que se ha debido a las quejas de otros vecinos, motivadas porque aquéllos eran utilizados durante las noches para la celebración de botellonas y juergas musicales, con lo que los residentes más cercanos necesitaban hasta ingerir pastillas para poder dormir. Insólito. La idea de Amidea es que el causante del problema es el mobiliario urbano y el parque donde juegan los niños en vez de los niñatos de la movida, así que muerto el perro (retirados los bancos), se acabó la rabia. Como el Ayuntamiento de Zoido es incapaz de obligar a cumplir la ley antibotellona aprobada por el Parlamento andaluz en tiempos de Evangelina Naranjo de consejera de Gobernación (Zoido empieza a parecerse en esto peligrosamente a Monteseirín) y de imponer el orden público en la Alameda, la toma contra los objetos en vez de contra los incívicos y los vándalos. Como  los bancos no votan, son botados.

Zoido y Mr. Hyde

El gran novelista  Robert Louis Stevenson narró en ‘El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde’ un caso de desdoblamiento de personalidad: cómo pueden convivir extremos antitéticos en  una misma persona. Recordé a Stevenson y su alegoría moral al leer la noticia de que el Ayuntamiento ha provocado un conflicto vecinal al retirar unos bancos de la Alameda. El Consistorio presidido por quien inició la carrera a la Alcaldía haciendo bandera de un banco en una plaza de Bellavista ahora quita los bancos  en otra plaza. El mundo al revés, como en el poema de José Agustín Goytisolo, o ‘El extraño caso de su señoría don Juan Ignacio y el señor Zoido’. Si Zoido fuera consecuente, emplazaría al alcalde a que repusiera los bancos de la Alameda en 48 horas so pena de hacerlo él mismo con sus propias manos. De paso, daría satisfacción a Espadas, que le acusa de seguir pensando como líder de la Oposición en vez de como primer edil. Zoido, alcalde y jefe de la Oposición simultáneamente, y volviendo a sus orígenes con los bancos. Todo en uno. La cuadratura del círculo.

Sí pero no

El portavoz de la Oposición, Espadas, tachó la derogación del Plan Centro de “imposición” y medida “objeto de campaña electoral”. Es una “imposición” en la misma medida en que lo fue su aprobación por Monteseirín, y es “objeto de campaña electoral” ‘a posteriori’ por cuanto supone el cumplimiento del programa con el que el alcalde concurrió a las municipales.

Desmintiendo la cínica frase del socialista Tierno Galván de que las promesas electorales se hacen para no cumplirlas (de este tipo de actitudes deviene el desprestigio de la clase política), Zoido ha sido consecuente al derogar el Plan y en este sentido se diferencia de los políticos que  hacen lo contrario de lo que dijeron.

Se ha intentado que  incumpliese su programa electoral esgrimiendo un sondeo de tan sólo 440 encuestas telefónicas del Centro Andaluz de Prospectiva  en el que el 53,8% de los encuestados se mostraba a favor del Plan. Ese porcentaje son 236 sevillanos, frente a los 166.000 que apoyaron el programa de Zoido en las urnas. Quienes citan el sondeo obvian un dato revelador: en el ditrito Centro, el sufridor/beneficiario del Plan, sólo cuatro de cada diez encuestados se muestra partidario de mantenerlo. Es decir, apoyan el Plan desde fuera quienes menos se ven afectados por sus medidas.Monteseirín dio alas a los sectores contrarios a la limitación del tráfico, una tendencia irreversible en Europa, al aplicarla de forma precipitada e improvisada, marca de la casa, y sin haber creado previamente las alternativas de transporte y aparcamientos  que habrían permitido su implantación sin división social.El clamoroso fracaso en la construcción de 60 aparcamientos en el entorno del Centro es la mejor demostración de su huida hacia adelante. A ello hay que añadir que, al contrario que en la mayoría de las ciudades europeas con planes similares, no existe un Metro que penetre en el casco antiguo, sino que lo bordea. También los autobuses dejaron de acceder hasta lugares estratégicos como la Encarnación y la Magdalena.

La reordenación del tráfico se ha hecho de tal forma que para trasladarse de un punto a otro  del casco antiguo primero hay que salir a la Ronda. Los taxistas ponían como ejemplo una carrera de la calle Feria a la Alameda. Otrosí, los sentidos únicos obligan a tener que circular por la periferia para llegar desde ciertas zonas del Centro hasta la Macarena.

La pretensión de los impulsores del Plan de que los conductores y los profesionales podían realizar una gestón en tan sólo 45 minutos era irreal, hasta el punto de que fontaneros y electricistas han preferido dejar de hacer pequeñas reparaciones en el Casco Antiguo por temor a sanciones de 70 euros si sobrepasaban el tiempo de estacionamiento.

 

DEFICIENCIAS

 

Prueba de las deficiencias del Plan es que el propio Espadas había propuesto  su modificación para que se incrementara el tiempo de circulación de 45 a 60 minutos, la disminución del horario restrictivo en una hora (desde las 8 a las 21), la introducción de permisos especiales para los profesionales y bonificaciones para los familiares de los residentes en el  Centro y trabajadores y clientes de los parkings.

Además, Monteseirín ha hecho un uso torticero del Plan, como demuestra el hecho de que entre diciembre, fecha de su inicio, y marzo  impuso 7.000 multas a infractores y que a partir de primavera dejó de tramitar sanciones porque faltaban dos meses para las elecciones de mayo y no era cuestión de irritar a los votantes.

Por eso tiene razón Zoido cuando dice que ‘de facto’ Monteseirín ya había derogado el Plan, aunque como los automovilistas no lo sabían se siguieron comportando como si siguiera vigente. Pese a sus deficiencias, el Plan ha cumplido el objetivo de reducir la afluencia de vehículos, como reconoce el nuevo director de Movilidad: “Desde 2007 a 2011 se ha producido un descenso del 48% del tráfico de vehículo particulares a la zona Centro de Sevilla”. Un informe de la anterior Delegación realizado en  febrero estimaba que se había pasado de unos 200.000 vehículos diarios a 97.900. De esta cantidad, 22.000 sobrepasaban el límite de tiempo. Además, esta disminución del tráfico habría redundado  en la eliminación de 3.800 toneladas de CO2.

Es indudable, pues, que la reducción del tráfico ha mejorado la calidad de vida en el Centro (menos contaminación, menos ruido, más seguridad) y que si Zoido tenía razones (su programa electoral) para derogarlo, Espadas, Torrijos y los 23 colectivos  que han abogado por su mantenimiento previa corrección de sus errores también tenían argumentos  para defenderlo, en línea con las políticas internacionales de movilidad. Cabe preguntarse hacia dónde va el sentido de la historia, si por que los coches sigan tomando el centro de las ciudades o al contrario.

Una vez cumplida su promesa, el reto de Zoido debe consistir en crear cuanto antes las condiciones que permitan disfrutar de un Centro sin automóviles. En su apresurada derogación del Plan por la misma vía del decreto con que Monteseirín lo implantó (pese a lo cual, un error político al darle munición a la Oposición por sustraerse al debate), sorprende su anuncio de que estudiará la alternativa después del verano, cuando se suponía que la debería tener más que estudiada desde su etapa en la oposición. Las asignaturas troncales nunca deben dejarse pendientes para septiembre.

 

No por mi calle

Un dicho popular inglés dice ‘pero no en mi patio trasero’, en alusión a que los apoyos que se brindan a cualquier tema genérico se tornan de inmediato en oposición cuando obligan a la implicación personal o afectan a los intereses particulares de las supuestas personas solidarias. Los comerciantes del Centro achacan todos sus males a las peatonalizaciones, la limitación de acceso al tráfico impuesta (de mentirijillas) por Monteseirín y la falta de autobuses y de Metro. Ha llegado Zoido, ha empezado a hablarse de implantar líneas de microbuses eléctricos como alternativa al derogado Plan Centro e ‘ipso facto’ los comerciantes de O’Donnell han dicho que los buses de Tussam crucen por cualquier sitio, pero no por su calle. Osea, que han dejado a Aprocom sin argumentario por esta rebelión en plan ‘Boston Tea Party’ de la movilidad. Como ven, pese a ser O’Donnell un patriota irlandés, allí se rigen por el mismo principio de los ingleses y, además, no quieren que, con el paso de  microbuses, les consideren el patio trasero de las calles Rioja, Tetuán y Velázquez.

Fraude

Lo ha dicho Pérez, no el que estuvo veraneando en Mallorca (acaso también), sino el que, siendo sevillano, vino de Huelva en plan cantes de ida y vuelta y que es ahora la voz a ti debida de Zoido: “El Plan Centro es un fraude de principio a fin”. Ni las cámaras de vigilancia habrían cumplido el pliego técnico (en algunos casos apenas superaban el 65% de fiabilidad) ni se habría sancionado a los conductores que se paseaban por el Casco Antiguo durante ¡más de 200 minutos!, cuando el límite eran 45. Fraude es, según la tercera acepción del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, un delito. Palabras mayores. La defraudada en este caso sería la ciudad de Sevilla, que ha pagado 956.946 euros por el ‘Gran Hermano’ miope elegido por Monteseirín para vigilar a todo hijo de vecino sobre ruedas por el Centro. Ante las graves acusaciones del portavoz del gobierno municipal, a Zoido ya no le queda más opción que la de irse directamente al Juzgado de Guardia en defensa de Sevilla. Como juez que es se presupone que no se le ha olvidado el camino al Prado.