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“Lo que diga don M….”

No queda lejos en Sevilla la época en que se popularizó la expresión “lo que diga don Manué” para describir la situación en dos estamentos donde no importaba siquiera guardar las formas democráticas y donde se actuaba conforme a las instrucciones y la voluntad omnímoda del jefe, cuyo ejercicio dictatorial del poder era incluso alabado por sus seguidores con la asunción como propia de la frase citada, al modo en que en los tiempos de Fernando VII los sevillanos de entonces gritaban el “vivan las caenas”.

El “lo que diga don Manué” se aplicaba ciegamente en el plano deportivo al Real Betis Balompié bajo la presidencia de Manuel Ruiz de Lopera; y, en el plano político, al PSOE, con Manuel Chaves como secretario general, presidente de la Junta de Andalucía y hasta presidente nacional del partido.

La validez del principio “lo que diga don Manué” la pudo comprobar en sus propias carnes el líder ‘natural’ del PSOE de Sevilla y portavoz en el Parlamento de Andalucía, José Caballos, cuando osó rebelarse frente a los designios de Chaves y aspirar de nuevo a la reelección al frente de la agrupación socialista más poderosa de España. ‘Don Manué’ señaló como el elegido ante el partido y la Junta de Andalucía a José Antonio Viera para la Secretaría General de Sevilla  y Caballos, pese a su numantina resistencia hasta el final,  fue laminado y acabó en el ostracismo político.

LA ‘M’ DE RAJOY

El alcalde de Sevilla y presidente del PP (A), Juan Ignacio Zoido, ha comprobado la vigencia de la expresión dictatorial en su propio partido, con la única diferencia de que la letra ‘M’ responde a otro nombre que no es Manuel, sino Mariano. Mariano Rajoy, a la razón presidente nacional del partido y del Gobierno.

Rajoy ha dejado más que claro, y ya por dos veces en los últimos meses, que en Andalucía no se hace lo que dice o propone Zoido como presidente regional, sino lo que decide él mismo: “lo que diga don Mariano”. Y es que como alardea Rajoy, a él nadie le marca ni los nombres de los candidatos, ni los tiempos ni las formas.

Por éso Rajoy ha abortado en dos ocasiones la operación diseñada por su secretaria general, María Dolores de Cospedal, y su presidente regional en Andalucía y alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, para la designación del alcalde de Tomares y mano derecha de aquél, José Luis Sanz, para disputarle la Presidencia de la Junta de Andalucía a una emergente Susana Díaz, la nueva estrella rutilante en el PSOE andaluz y nacional.

ZOIDO VERSUS SUSANA

El contraste entre Zoido y Susana no puede ser más evidente a ojos del electorado. Mientras la trianera maniobró con independencia en el seno del PSOE en pro de Carmen Chacón y frente a Rubalcaba en el congreso nacional de su partido sin sufrir menoscabo alguno por alinearse con la facción perdedora y luego, ya como presidenta de la Junta, utilizó como un solo bloque a los parlamentarios socialistas andaluces para obligar a Rubalcaba a cambiar el sentido del voto del PSOE en una moción sobre la cuestión catalana, Zoido ha sido desacreditado por dos veces por su líder nacional en su intento de colocar a Sanz como su sucesor en Andalucía.

Primero lo intentó al inicio del nuevo curso político en otoño, tras filtrar convenientemente la operación como un hecho consumado a los medios periodísticos afines, pero se topó con el veto de Rajoy, dicen que instigado por Javier Arenas, el cual no habría dejado nunca de tutelar al PP (A) en la sombra y hasta en la luz (dimitió como presidente regional pero no como diputado de la Cámara autonómica), y al que Rajoy atribuye buena parte de su acceso a la Moncloa tras las tres victorias consecutivas del PP en Andalucía, aunque éso no le sirvió a Arenas para instalarse en San Telmo: elecciones municipales, generales y autonómicas.

El legado político de Arenas es incuestionable a ojos de Rajoy, ya que el PP tiene 50 diputados en el Parlamento autonómico y gobierna en cinco Diputaciones y en 23 de los 29 municipios más poblados de la comunidad. Con ese balance, no es de extrañar que Arenas le mantenga el pulso al dúo Cospedal/Zoido en lo que entiende ‘su’ feudo político, ya que esos resultados se deben en gran parte a los miles de kilómetros que él se hacía cada año para no dejar sin visitar ninguno de los 787 municipios que componen Andalucía.

NI ANTES NI DESPUÉS

Rajoy mandó parar y dio de plazo un nebuloso “hasta después que pase el turrón” para que se moviera de nuevo ficha en Andalucía. Quedó así demostrado que, contrariamente al mensaje de Zoido, el candidato del PP a la Junta no se elige en Andalucía, sino en Madrid y por el dedo del presidente nacional, amén de la escasa influencia del alcalde sevillano ante el supremo líder: “Lo que diga don M…ariano”.

La historia ha vuelto a repetirse hace unos días, cuando tras la convención nacional del PP en Valladolid Cospedal ‘bajó´a Sevilla para anunciar al alimón con Zoido a los presidentes provinciales del partido en una cena convocada a tal efecto el nombre de José Luis Sanz, alcalde de Tomares, como el elegido. Sin embargo, la cena hubo de ser cancelada sobre la marcha por, otra vez, orden de Rajoy y, según los oficialistas de Zoido, por interferencias de Arenas, que quiere controlar la sucesión tras el distanciamiento habido con el alcalde sevillano, su otrora protegido. Se trata de una historia paralela a lo sucedido en el PSOE entre Griñán y Chaves: los delfines acaban orillando a sus padrinos, como temía Saturno con sus hijos.

SIN CANDIDATO OFICIAL

Por primera vez en la historia del PP (A), se llegará al congreso extraordinario convocado para el 1 y 2 de marzo con el fin de elegir al sucesor de Zoido sin un candidato oficial y único ungido desde arriba. En la tradición de los populares es prácticamente imposible que un ‘outsider’ como en su día fue Zapatero en el PSOE se presente al margen o contra un candidato del aparato (como en el caso de aquél era Bono) y encima gane un congreso, lo que demuestra la distancia que aún separa a los dos grandes partidos españoles.

El miércoles acaba el plazo de presentación de candidaturas y aunque sólo hace falta el respaldo de 90 avalistas, conforme a esa tradición monolítica en el seno del PP lo más probable es que de aquí a entonces se forje una candidatura unitaria, pero ¿en torno a quién?.

De momento, José Luis Sanz, el alcalde aljarafeño y secretario general del PP (A) con Zoido, es la persona que sigue teniendo más posibilidades, entre otras razones porque ni Cospedal ni Zoido han podido hallar una alternativa mejor y porque han llegado demasiado lejos en su apuesta por él como para echarse atrás ahora.

FACTORES EN CONTRA

Sanz es visto por el sector crítico, alineado en torno a Arenas y con más fuerza en Cádiz y Málaga, fundamentalmente como el representante del centralismo sevillano (ese tópico nunca puede faltar) y de una circunscripción, Sevilla, que sigue siendo la única en la historia de España en democracia donde el PP no ha sido capaz de ganar unas elecciones, sea del signo que sea. Además, tiene en su contra que está fuera del Parlamento de Andalucía al no ser diputado autonómico y por tanto no podría contrarrestar a Susana Díaz en la cámara autonómica (a Arenas en su día le ocurrió lo mismo respecto de Chaves y Monteseirín fue elegido candidato a la Alcaldía de Sevilla un año antes y estando fuera del Ayuntamiento). Por otra parte, tiene a tres de sus ediles imputados judicialmente por la denuncia de la oposición municipal en un caso de presuntas facturas falsas.

Si pese a todos esos elementos en contra aspira aún a erigirse en el nuevo líder del PP andaluz tendrá que negociar concesiones a sus detractores en la formación de su equipo y en la asignación de cargos de relevancia (secretario general, portavoz parlamentario), pero ya ha quedado marcado ante la opinión pública como el hombre que fue descartado dos veces por don M…ariano Rajoy.

Y si resultara designado candidato sería porque no quedaría nadie más por descartar.

Horas contadas

Recordaba Caro Romero (el periodista, no el pregonero) que en 2004 Chaves, como aviso a navegantes, fulminó al delegado de la Junta en Sevilla días antes de un congreso provincial que se disputaba a cara de perro (entre Caballos y Viera, supongo). Pues aunque ahora Griñán deje en suspenso el nombramiento de los delegados del nuevo Gobierno de coalición PSOE-IU como medida de presión para los congresillos de este fin de semana, hay una que ya tiene todas las papeletas para ser relevada de su cargo: Carmen Tovar, la misma que dio el mitin a los alumnos en el instituto El Majuelo de Gines. La aún nominalmente delegada de Griñán en Sevilla ha tenido la osadía de dejarse ver en el acto de proclamación, como candidato del sector crítico a la Secretaría Provincial del PSOE, de Gutiérrez Limones frente a Susana Díaz, la niña de los ojos del presidente, de lo que se deduce que sabe que la van a poner de patitas en la calle. O sea, que acompañó a Limones porque como ya lo tiene todo perdido no tiene nada que perder. (Y de paso, por si cae no un limón, sino la breva).

 

Vivos y coleando

Pues resultó, como en la canción de Peret, que no estaban muertos. O si lo estaban, se alzaron de sus tumbas y protagonizaron una película de terror para los ‘griñaninis’ y ‘susanistas’ del PSOE de Sevilla en el XXXVIII congreso federal del partido, convertido en un ‘remake’ de ‘La noche de los muertos vivientes’. Así los había adjetivado Villalobos, el ‘cortijero’ de la Diputación según Toscano. Lo que nunca podía imaginar el presidente por invitación del partido en Sevilla  y la cohorte de partidarios de Carmeli Chacón por decreto del ‘aparato’ y de las instituciones por ellos controladas, es que los ‘zombies’ iban a perpetrar una ‘vendetta’ bajo la bandera de un Rubalcaba al que, como los mercados la quiebra de Grecia, daban por descontado. A los chaconistas sevillanos se les aparecieron los fantasmas de Viera, Caballos, Toscano, Limones…. y hasta de Alfonsito Rodríguez Gómez de Celis. Y han acabado con los pelos de punta, sobre todo de cara al 25M. A Villalobos hay que decirle la frase atribuida al Tenorio: “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.

El congresillo

El congresillo del PSOE de Sevilla ha confirmado la validez de aquella frase del recién fallecido Manuel Fraga de que “la política hace extraños compañeros de cama”. Veamos. Viera se cargó hace ocho años a Caballos; y hace cuatro a Monteseirín y su cohorte de críticos (Celis, Evangelina, Demetrio…) con el apoyo como fieles ejecutores de Susana Díaz y Fernando Rodríguez Villalobos. Sin embargo, las cañas se han tornado lanzas –y viceversa- y ahora resulta que Susana y el ‘cortijero’ (Toscano ‘dixit’) de la Diputación han querido ejecutar a Viera, a cuyo toque de socorro han acudido, en plan Séptimo de Caballería, gente otrora víctima del aún secretario general sevillano (un ‘muerto viviente’, según la jerga de su ‘invitado’ como presidente de la Ejecutiva y que, pasando por cordero, ha hecho honor a su apellido de lobo múltiple) como Caballos, Celis y Evangelina, mientras que Carmelo Gómez ya no se sabe si es represaliado o represor de los dos bandos indistintamente. En el PSOE de Sevilla uno puede acabar como (que no con) Julia Roberts: durmiendo con su enemigo.

Dodotis

Los turistas japoneses caminaban confiadamente por la Avenida de la Constitución al tiempo que apuntaban sus cámaras fotográficas hacia lo alto, a la Giralda y los arbotantes de la Catedral; por eso no repararon en que se iban metiendo de lleno en una extensa ristra de cagajones frescos, con las consecuencias imaginables. ¿Qué imagen de Sevilla pregonaron luego en Japón? En todas las ciudades turísticas que conozco –y son algunas- los coches de caballos circulan con pañales, vulgo ‘dodotis’, y las calles no están alfombradas de excrementos secos de equinos ni emanan insoportables efluvios. El nuevo Ayuntamiento, con un criterio que responde al sentido común del que carecen algunos, ha anunciado que impondrá pañales a los équidos. Los cocheros, que llevan veinte años boicoteando la medida en plan vasco (“se acata, pero no se cumple”), vuelven a oponerse con argumentos tan peregrinos como el de que el problema lo causan las yeguas por excretar como excretan. Pues entonces la solución es muy sencilla: que los coches sean, como su nombre indica, de caballos.

 

 

 

El ‘rey’ destronado

Monteseirín llega a la Alcaldía por un pacto entre Chaves y Rojas Marcos tras el hartazgo de Becerril para reeditar el pacto con los andalucistas. El PA lo analizó todo como si fuera una partida de ajedrez: si piden esto, contraofertamos aquello; si rechazan tal cosa, ofrecemos esta otra…..Esta sucesión de tableros políticos visualizados previamente permitió cerrar la coalición en 48 horas, una rapidez que dio pábulo a la tesis del PP de que había sido acordada antes de las elecciones y no después.

Monteseirín, una marioneta de Caballos contra Borbolla, se vio así con el bastón de mando, pero sitiado por un PA que controlaba las delegaciones clave, Urbanismo en especial para redactar el nuevo PGOU, y el 70% de las inversiones.

ESTRUCTURAS PARALELAS

Ya contamos cómo el PSOE diseñó estrategias para romper el férreo control andalucista. Una fueron las inversiones en los barrios a través de los Distritos, raíz del caso Macarena. Otra, la creación de estructuras paralelas de poder aparente, como el  Plan Estratégico para contrarrestar a la Gerencia de Urbanismo y lanzar el mensaje de que el diseño de la Sevilla del futuro estaba en sus manos.

La Oficina del Plan Estratégico se constituyó en noviembre de 1999, con Alfonso Yerga como director, pero Monteseirín se desembarazó pronto de él. Yerga acabó refugiado en la Junta  para dejarle vía libre al valido del alcalde, Manuel Marchena, su ‘eminencia gris’. Marchena, un oscuro y ambicioso profesor de talante chulesco, medró por los vericuetos administrativos del turismo tras escribir un libro sobre el tema, aparte de por sus vinculaciones al partido, y medrando medrando acabó relacionándose con Monteseirín a través del Patronato Provincial de Turismo, dependiente entonces de la Diputación, que aquél presidía antes de saltar al Ayuntamiento.

SIMBIOSIS

Monteseirín, psicológicamente un pusilánime, pronto estableció una relación simbiótica de dependencia con Marchena,  su antítesis y a la vez  alma gemela, individuo sin escrúpulos  y ‘bon vivant’, capaz de cualquier cosa con tal de no volver a la tiza, pues con el magro sueldo de PNN no podía aspirar a trepar socialmente, comer en restaurantes de cinco tenedores, vestir a la última y lucir macizos relojes y gafas de marca. Al cabo de diez años se ha sabido que Monteseirín le había puesto un sueldo en Emasesa de 170.749 euros (declaración de 2009) y que ese dinero aún le parecía poco al alcalde  “para lo que valía” su ‘alter ego’.

Ya refugiado en la Junta, a Yerga empezaron a llegarle noticias del Plan Estratégico. Su sucesor había pedido una Visa Oro y el alcalde quería adscribir un coche y un chófer a la Oficina del Plan. ¿Un coche? ¿Para qué? Pronto comprendió la razón: Marchena no tenía carné. Visa y coche a las primeras de cambio.

Y cuando Monteseirín, para guardar las apariencias, instó a una comida de confraternización entre Marchena como responsable del Plan Estratégico y el andalucista del PGOU, el valido no tuvo el menor empacho en decir que él tendría que comer muchos langostinos para llevarse las papas a su casa. Una declaración de intenciones que ha cumplido a rajatabla durante 11 años.

VALIDO DEL ALCALDE

En 2003, tras las elecciones en que el PSOE demolió al PA con el ‘urbanismo bajo sospecha’ pese a haber sido corresponsable como socio de gobierno, Monteseirín puso a su valido al frente de la Gerencia y lo erigió en el interlocutor ante los poderes fácticos de la ciudad, cuyos representantes no dudaron en adularlo, tratarlo como un igual (‘Manolo’ por aquí, ‘Manolo’ por allá) e invitarlo a los reservados de los mejores restaurantes. No era para menos, si desde Urbanismo había miles y miles de millones en juego con el nuevo PGOU y el alcalde no se recataba en decir que quien quisiera algo del Ayuntamiento, que hablara con Marchena en vez de seguir los cauces administrativos.

Con ese poder delegado, acentuado tras su posterior nombramiento como vicepresidente de la AIE y viéndose servilmente halagado, no es extraño que la altanería de Marchena haya crecido hasta extremos desorbitados y que se vanagloriara de utilizar la publicidad institucional para silenciar voces críticas y comprar periódicos. El valido del alcalde ha procurado tejer una red clientelar particular al presentarse como el desatascador de los problemas de los administrados que recurrían a él como atajo. De esta manera, convertía lo que era un derecho en un favor personal a él debido: un neocaciquismo.

PRINCIPIO DEL FIN

Mediante esta cadena de favores (promesa de patrocinar publicaciones del Ateneo con dinero de Emasesa) se hizo nombrar rey Melchor en la Cabalgata, un peldaño más en su escala de trepa social, pero tras su imputación en el caso Mercasevilla el Ateneo le ha retirado el nombramiento haciendo caso omiso a sus bravatas.

Marchena, que merece la presunción de inocencia pese a ser uno de los adalides del ‘urbanismo bajo sospecha’ sin pruebas, no debió verse en esta tesitura, no por estar imputado, sino porque jamás debió ser nombrado rey mago, ya que encarna lo peor de la era Monteseirín y su corrupción moral, y ninguno de los valores que ha de proyectar la Cabalgata.

Su destronamiento como rey mago puede significar el principio del fin de Marchena, por no inspirar ya temor y haber ligado su destino a un alcalde con fecha de caducidad. Más pronto que tarde, comprobará que quienes le adularon lo ignorarán o despreciarán, porque ha dejado de serles útil. Sic transit gloria mundi.

Un búnker en la Plaza Nueva

Griñán, presidente de la Junta y secretario general del PSOE (A), sólo ha sabido adoptar como medida de fuerza y autoridad ante el rebelde Monteseirín la consigna de hacerle el vacío desde su Gobierno como respuesta a su desmedido afán de protagonismo y a su torpedeo a Espadas.

A Griñán, que pilló descolocado al alcalde cuando anunció su defenestración mediante el famoso teletipo de Europa Press, le está pasando con Monteseirín lo mismo que a Viera en los últimos años y tras haberlo arrasado en el último congreso provincial: al no rematarlo políticamente cuando lo tenía contra las cuerdas, ni ser capaz de imponer su autoridad orgánica, el alcalde acaba haciendo caso omiso de sus directrices y tensa la situación al máximo para que sean los otros los que reculen por miedo a que decisiones drásticas que afecten a la Alcaldía de la capital de Andalucía tengan un coste electoral para  el partido.

Monteserín se crece a medida que pasa el tiempo y ve que nadie, ni Viera ni Griñán, lo meten en cintura, y acaba convirtiendo el Ayuntamiento en su búnker político.

NINGÚN PASO ATRÁS

Griñán  está comprobando el calificativo con que definió a Monteseirín su antiguo protector, Caballos: “Alfredo es un glotón de la política”.           Por esa glotonería, Monteseirín no va a quedarse en ayunas de fotos y actos, por más que reste protagonismo a Espadas y el PSOE le haya instado a que dé un paso atrás y deje los focos para el candidato, que necesita incrementar su grado de conocimiento a sólo siete meses para las elecciones.

Apenas iniciado el nuevo curso político, Viera lanzó el mensaje de que “ahora llega el turno del candidato y no del alcalde”.

Monteseirín recogió el guante. Seis días después se autoconcedió una entrevista en su televisión particular, Giralda TV, donde proclamó que su candidato a la Alcaldía (en defecto de él mismo) era Celis y no Espadas, y que aunque no había “ningún tipo de diferencias”, él se dedicaría a “visitar las obras, ver cómo van  e inaugurarlas”. Y añadió: “Yo voy a rematar la gestión;  el proyecto político de futuro le corresponde al candidato”.

ESPACIO LLENO

No tardó en desmentirse a sí mismo, como cuando anunció que estaba promoviendo una nueva pasarela sobre el río, proyecto que Espadas interpretó suponía una intromisión en ese futuro que él debía representar y al que por eso calificó de obra no prioritaria: “Claramente –dijo- es una propuesta que corresponde analizar al nuevo mandato municipal”.

Monteseirín, acusado por Del Valle de haber propiciado un exceso de protagonismo de Torrijos por haber dejado vacío el espacio que le correspondía como alcalde, hace ahora justo lo contrario con Espadas y se niega, con una política de hechos consumados, a cederle sitio. El alcalde quiere morir matando y tiende a fagocitarlo todo, haciendo honor a su ‘glotonería política’.

Griñán no sólo ha descubierto que Monteseirín ‘ningunea’ a Espadas, sino que se ha destapado como el hombre de Chaves, justo cuando el presidente más procura desmarcarse de su predecesor (nadie significado de la Junta fue a su conferencia en el club Cámara 500 ni a la reinauguración de la Plaza de España), para no aparecer como una marioneta del hombre que gobernó Andalucía 20 años.

PROTEGIDO DE CHAVES

La identificación de Monteseirín con Chaves no es de ahora, sino de siempre, porque fue el expresidente quien, contra el criterio de Viera y de Blanco, se empecinó en mantenerlo primero como candidato y, luego, como alcalde, cuando el PSOE (A) aún estaba a tiempo de sustituirlo por Carrillo y de remontar en las encuestas.

En Madrid, Zapatero y Blanco esgrimieron los sondeos favorables a Trinidad Jiménez para organizar su asalto a la Comunidad por encima de Tomás Gómez. En Sevilla, Monteseirín no ha aprobado jamás un sondeo en doce años y es rechazado por el 80% de sus correligionarios, pese a lo cual el PSOE no ha podido defenestrarlo de candidato a la Alcaldía hasta que, ido Chaves, Griñán se hizo con el poder orgánico.

Y es que Chaves temía que si daba luz verde a su relevo en pleno mandato como alcalde, abría el debate de su propia sucesión en la Junta a mitad de legislatura, como así acabó sucediendo. Sus destinos estaban entrelazados como cerezas: él acabó en Madrid y Monteseirín, de alcalde amortizado y peripatético por Sevilla.

OPORTUNIDAD PERDIDA

Pero ni Griñán, pese a tener todo el poder, ni Viera han sabido forzar la salida de Monteseirín de la Alcaldía cuando más factible era nombrar como sucesora a Rosamar Prieto y ‘dedil’ a Espadas para que, como delegado de la Presidencia en el Ayuntamiento, cobrara visibilidad ante los sevillanos. El  PSOE ha perdido los meses en buscarle un cargo a Espadas, al que ha dejado huérfano institucional tras quitarlo de consejero (en Madrid, Trinidad Jiménez no se planteó dejar el Ministerio aunque hubiera sido la candidata a la Comunidad) y luego en evidencia con la torpe maniobra para elevarlo al Senado.

Mientras, Monteseirín se ha encastillado en la Alcaldía en una actitud (llegó a exigir un cargo remunerado con 220.000 euros) que recuerda a la de Beneroso y Benjumea en las cajas.

Griñán ha perdido ahora una gran oportunidad con la marcha de Rosa Aguilar a Madrid. Podría haber nombrado consejero de Obras Públicas a Monteseirín y quitarlo del medio en beneficio de Espadas activando la solución Rosamar. Obras Públicas habría sido el destino ideal para Alfredo, el de las setas de la Encarnación. Como allí ya está exiliado Celis, ni siquiera habría hecho falta retocar el organigrama de la Consejería.

Pinza contra Sevilla

Las 22 academias de la Lengua Española incorporaron recientemente a la página web del Diccionario voces como ‘abducir’, ‘cultureta’, ‘muslamen’, ‘tsunami’, ‘bróker’, ‘meloncete’, ‘rojillo’….y así hasta 2.996 enmiendas y adiciones al texto normativo de nuestro idioma porque, según el secretario de la Real Academia, ésta está “en el tajo siempre, haciendo aportes continuos para seguir el ritmo de la sociedad y del idioma”.

No estará tan en el tajo cuando aún no ha incorporado la palabra de moda del  verano tras su invención por esa maestra del eufemismo que tiene la Junta de Andalucía y que se llama Rosa Aguilar. Si usted teclea en el buscador web de la Academia los neologismos ‘reprogramación’ y ‘reprogramar’, acuñados por la consejera de Obras Públicas, la respuesta que obtendrá será que “no están en el Diccionario”.

Sí están en el Diccionario palabras de toda la vida como ‘retrasar’, ‘diferir’, ‘aplazar’, ‘posponer’….pero como con ésas se entiende todo y de lo que se trata es justamente de contrariar a nuestro universal poeta Juan Ramón Jiménez, que decía “inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas”, Rosa Aguilar no anunció  este agosto un retraso en la ejecución de 39 obras públicas programadas por la Junta y un recorte de 850 millones de euros en las inversiones, sino una ‘reprogramación’.

DISFRAZAR LA REALIDAD

¿Que cuál es la diferencia? Según la María Moliner del Gobierno andaluz, “retraso significa que no se sabe cuándo culminarán las obras; hablamos de ‘reprogramación’ con la certeza de que las obras se van a culminar”. Extrapolando a la realidad sevillana el argot de la consejera, el que las setas de la Encarnación no se concluyeran en ninguna de las cuatro fechas anunciadas desde 2004 hasta hoy no significa que acumulen tres años de retraso, sino simplemente  que su ejecución fue ‘reprogramada’.

Y cuando a Rosa Aguilar le preguntaron por una obra sevillana cuyo inicio se retrasará, perdón, quería decir ‘reprogramar’, seis meses, estuvo sembrada al decir que sufriría “una deriva en el tiempo”. Genial. Habrá que pensar seriamente en proponer la candidatura de nuestra maga del lenguaje para el primer sillón vacante de la Academia, porque esta inventora de eufemismos se merece una letra mayúscula.

SEVILLA TRAGA

Para que no la acusen de estar al servicio del ‘centralismo sevillano’ y sabedora de que a quien dentro del PSOE levante la voz en defensa de Sevilla le puede pasar lo mismo que a José Caballos, y que todos los suyos aquí van a decir amén o a repetir como papagayos  el argumentario oficial, Rosa Aguilar le ha pasado la mayor parte de la factura de la ‘reprogramación’ a Sevilla, para blindarse frente a las protestas de otras provincias. Así, del ahorro global de 850 millones en toda Andalucía, la Junta le ha metido un tijeretazo de 451,6 millones a Sevilla o, lo que es lo mismo, de cada 100 euros que no invierte, 53 se los quita a nuestra provincia. Y de las 39 obras que se ‘reprograman’, 12 (el 30,76% del total) estaban previstas en Sevilla.

Sufrirán un retraso de entre 6 y 10 meses el viaducto del Pago del Medio -que debe unir La Rinconada con San José-, el ramal de Brenes, la ronda urbana sur de Mairena del Aljarafe y otras tres carreteras. En materia ferroviaria, la consejera no ha osado meterle mano al tren de la Bahía de Cádiz, el tranvía de Jaén o los Metros de Granada y Málaga, pero ha ‘reprogramado’ todas las conexiones de Sevilla. Ni siquiera ha dejado indemne una sola para al menos disimular: dos tramos del tranvía de Dos Hermanas –y Toscano, tan contento-, el tranvía del Aljarafe, el tramo final del tranvía de Alcalá de Guadaíra con la Universidad Pablo de Olavide y dos tramos de la alta velocidad, el de la estación de Santa Justa al aeropuerto y el túnel de los Alcores.

Ésta era, a lo que se ve, la apuesta de la Junta por la movilidad sostenible en el área metropolitana. Si a la ‘reprogramación’ de la Junta en materia ferroviaria se le une la del Ministerio de Fomento en carreteras, especialmente en la SE-40, vemos que Sevilla es la gran víctima andaluza de la ‘pinza’ formada por las dos Administraciones en materia de obras públicas.

CONSECUENCIAS

La Junta va a diferir la inversión de 451 millones de euros en la provincia de Sevilla durante los próximos seis, siete o diez meses si, en el mejor de los casos, se cumplen los plazos de la ‘reprogramación’, pero, por la magia del lenguaje eufemístico de Rosa Aguilar, como no se van a rescindir los contratos, ni se van a paralizar (¿?) las obras, no va a haber repercusión alguna en el empleo, como si las empresas constructoras pudieran mantener en plena crisis mano sobre mano a sus plantillas si no hay carga de trabajo.

Cuando el Ministerio de Fomento anunció su propio plan de recortes y anulaciones de obras públicas, las patronales de la construcción, en un vano intento de frenar al ministro Blanco, hicieron un estudio para estimar los efectos de las desinversiones gubernamentales. Según el informe, por cada millón de euros dejados de invertir en las obras públicas se pierden 18 empleos directos e indirectos, tanto en la construcción como en los sectores auxiliares.

Aplicando estos cálculos al anuncio de la Junta, los 451 millones de euros que por de pronto no se invertirán en Sevilla se traducirán en la pérdida de 8.118 empleos.

Esta cifra equivale a todos los habitantes de un municipio como Santiponce, pero probablemente Rosa Aguilar diría que se trata  de “una deriva temporal en la ocupación”.

Comulgar con ruedas en Tussam

El delegado de (in)Movilidad y presidente de Tussam, Francisco Fernández, el mismo que fue obligado por Susana Díaz a sentarse a negociar en la sede del PSOE con los  huelguistas y que ya antes fue en peregrinación a Luis Montoto a decir que aunque a él lo incluían en el sector crítico en realidad también era enemigo de Caballos (mensaje subliminal: el enemigo de tu enemigo en el fondo es tu amigo), va diciendo a quien hace el paripé de escucharle que aunque su vice Gutiérrez ha dimitido no había motivos para sentirse desautorizados por la doña, ya que no han cedido en nada. Según el hombre grande del Ayuntamiento, que no al revés, si los huelguistas han levantado el paro no ha sido porque se les haya prometido poner el contador a cero y por tanto arrojar a la papelera la externalización de líneas deficitarias y la congelación de sueldos y de plantilla, sino por “responsabilidad” de los sindicalistas, los mismos a los que se tachaba en los últimos años de ‘batasunos’ y ‘rompelunas’.  A la bajada de pantalones le llaman ahora en Tussam diálogo social.

Yo, Alfredo

Robert Graves publicó una de las mejores novelas históricas, ‘Yo, Claudio’, continuada en ‘Claudio, el dios, y su esposa Mesalina’. La BBC hizo una adaptación televisiva protagonizada por Derek Jacobi que obtuvo un clamoroso éxito internacional, repetido en España cuando fue emitida por TVE. Graves narra de una manera magistral las vicisitudes del Imperio Romano bajo la dinastía Julia-Claudia a través del emperador Claudio, que pasaba por ser el más ingenuo y manipulable miembro de la familia. A Claudio lo designaron emperador porque estaba rodeado de gente tan ambiciosa y sin escrúpulos, que el nombramiento de cualquiera de ellos habría sublevado a los demás, con unas consecuencias pavorosas (guerra civil). Se busca por tanto a un individuo que no sea visto como un peligro para el resto, un personaje débil y de transición, al que todos confían en teledirigir en beneficio propio o quitar del medio más pronto que tarde.

El ingenuo Claudio, sin embargo, se consolida en el poder pese a su aparente candidez, mientras que quienes intrigan a su alrededor van cayendo en desgracia, se matan entre ellos o se anulan…. y nunca emerge una alternativa clara, hasta que al final al emperador le dan a comer un plato de setas que ‘casualmente’ resultan ser venenosas.

DE ROMA A SEVILLA

El ascenso al poder municipal de Monteseirín recuerda la trama de la novela de Graves. Salvando las distancias y los dos mil años de civilización, las luchas fratricidas, las caídas en desgracia y las puñaladas políticas están a la orden del día en la agrupación más poderosa del PSOE español.

Borbolla, que fue el instrumento del partido para quitarse del medio a un Escuredo que se había creído demasiado la autonomía de Andalucía y la suya propia (precursor de los barones autonómicos), fue a su vez víctima de otro de esos movimientos pendulares y acabó refugiándose en el Ayuntamiento de Sevilla tras ser forzado a abandonar la  Junta.

Pero aun así, Borbolla seguía suponiendo una amenaza para el ‘establishment’ socialista de la época. Por tanto, cuando se impuso la moda de las primarias, que desembocó en la bicefalia Borrell-Almunia, el ‘líder natural’ del PSOE sevillano, Caballos, ordenó que se votara a Monteseirín, un secundario que pasaba por ingenuo y que gracias al poder de la marca socialista en Sevilla acabó no sólo con Pepote, sino también como alcalde tras un pacto forjado entre Chaves y Rojas Marcos y en el que él  no tuvo arte ni parte.

MATAR AL PADRE

En el paralelismo entre Claudio y Alfredo, este último va viendo desde la privilegiada atalaya del puesto de alcalde de la capital,  única gran urbe andaluza que al cabo gobierna el PSOE, cómo Chaves se sostiene en el Poder merced a una política de equilibrio (cuotas por provincias, por sexos) y que, llegado el momento, hasta recurre a él para que tome el poder en el PSOE de Sevilla y liquide la disidencia que al final  representa su valedor, Caballos.

Alfredo sufre un ataque de pánico y Viera acaba ocupándose de la misión encomendada por Chaves, pero el alcalde se sube en el último segundo al carro ganador tras ver por dónde sopla el viento y aunque sea en el cargo honorario de presidente provincial. Monteseirín mata así simbólicamente a su padre político, Caballos, y a partir de ese momento sólo le queda huir hacia delante para no ser víctima futura en otro de esos movimientos pendulares socialistas.

Su objetivo a partir de entonces será asaltar desde el Ayuntamiento el poder orgánico que encarna Viera,  utilizando el Consistorio (los distritos, las empresas municipales) para crear una gran red clientelar de militantes como ariete y la institución como parapeto desde el que iniciar la Reconquista en caso de fracaso, todo adobado con la bandera de la renovación y poniendo siempre al partido en situación límite por el riesgo de perder la Alcaldía en caso de abrir  una crisis si osara removerlo del cargo.

EL ÚLTIMO PULSO

Sólo la marcha de Chaves (que le dio alas durante estos años) y la necesidad de Griñán de pactar con Viera el apoyo de Sevilla en el congreso extraordinario frente a la amenaza que podían suponer Jaén (Griñán) y Cádiz (Pizarro), han frustrado en el último minuto los planes de Monteseirín de perpetuarse en la Alcaldía y de culminar un segundo asalto contra Viera, tras haber ido liquidando a posibles rivales dentro del Consistorio (Carmelo Gómez, el propio Viera, Emilio Carrillo) a fin de que nunca hubiera una alternativa a él mismo, y aunque el PSOE pagara la factura de su desgaste, como revelan unas encuestas cada vez más demoledoras.

Defenestrado, ahora se niega a irse tras haberse despedido públicamente. Dejando al margen la dignidad personal, dice que sigue hasta el final del mandato atendiendo a un supuesto clamor popular, al que haría oídos sordos si le dieran una embajada o un cargo en la CECA. Usa, pues,  Sevilla como rehén y una vez más coloca  al partido en situación límite al poner precio a su salida y dejar correr el reloj, sin importarle que no dé tiempo a consolidar al alcaldable.

También deja en evidencia la falta de autoridad en el PSOE, esa debilidad interna que le permitió creérselo durante once años y ahora seguir echándole un pulso a la dirección. Pero ya no está Chaves. Quien se la juega ahora, y en gran medida en las próximas municipales, es Griñán, el hombre que pidió para sí todo el poder en el PSOE y que, sin embargo, también es incapaz de poner firme a Monteseirín  y acabar con este sainete en la Plaza Nueva.