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Un búnker en la Plaza Nueva

Griñán, presidente de la Junta y secretario general del PSOE (A), sólo ha sabido adoptar como medida de fuerza y autoridad ante el rebelde Monteseirín la consigna de hacerle el vacío desde su Gobierno como respuesta a su desmedido afán de protagonismo y a su torpedeo a Espadas.

A Griñán, que pilló descolocado al alcalde cuando anunció su defenestración mediante el famoso teletipo de Europa Press, le está pasando con Monteseirín lo mismo que a Viera en los últimos años y tras haberlo arrasado en el último congreso provincial: al no rematarlo políticamente cuando lo tenía contra las cuerdas, ni ser capaz de imponer su autoridad orgánica, el alcalde acaba haciendo caso omiso de sus directrices y tensa la situación al máximo para que sean los otros los que reculen por miedo a que decisiones drásticas que afecten a la Alcaldía de la capital de Andalucía tengan un coste electoral para  el partido.

Monteserín se crece a medida que pasa el tiempo y ve que nadie, ni Viera ni Griñán, lo meten en cintura, y acaba convirtiendo el Ayuntamiento en su búnker político.

NINGÚN PASO ATRÁS

Griñán  está comprobando el calificativo con que definió a Monteseirín su antiguo protector, Caballos: “Alfredo es un glotón de la política”.           Por esa glotonería, Monteseirín no va a quedarse en ayunas de fotos y actos, por más que reste protagonismo a Espadas y el PSOE le haya instado a que dé un paso atrás y deje los focos para el candidato, que necesita incrementar su grado de conocimiento a sólo siete meses para las elecciones.

Apenas iniciado el nuevo curso político, Viera lanzó el mensaje de que “ahora llega el turno del candidato y no del alcalde”.

Monteseirín recogió el guante. Seis días después se autoconcedió una entrevista en su televisión particular, Giralda TV, donde proclamó que su candidato a la Alcaldía (en defecto de él mismo) era Celis y no Espadas, y que aunque no había “ningún tipo de diferencias”, él se dedicaría a “visitar las obras, ver cómo van  e inaugurarlas”. Y añadió: “Yo voy a rematar la gestión;  el proyecto político de futuro le corresponde al candidato”.

ESPACIO LLENO

No tardó en desmentirse a sí mismo, como cuando anunció que estaba promoviendo una nueva pasarela sobre el río, proyecto que Espadas interpretó suponía una intromisión en ese futuro que él debía representar y al que por eso calificó de obra no prioritaria: “Claramente –dijo- es una propuesta que corresponde analizar al nuevo mandato municipal”.

Monteseirín, acusado por Del Valle de haber propiciado un exceso de protagonismo de Torrijos por haber dejado vacío el espacio que le correspondía como alcalde, hace ahora justo lo contrario con Espadas y se niega, con una política de hechos consumados, a cederle sitio. El alcalde quiere morir matando y tiende a fagocitarlo todo, haciendo honor a su ‘glotonería política’.

Griñán no sólo ha descubierto que Monteseirín ‘ningunea’ a Espadas, sino que se ha destapado como el hombre de Chaves, justo cuando el presidente más procura desmarcarse de su predecesor (nadie significado de la Junta fue a su conferencia en el club Cámara 500 ni a la reinauguración de la Plaza de España), para no aparecer como una marioneta del hombre que gobernó Andalucía 20 años.

PROTEGIDO DE CHAVES

La identificación de Monteseirín con Chaves no es de ahora, sino de siempre, porque fue el expresidente quien, contra el criterio de Viera y de Blanco, se empecinó en mantenerlo primero como candidato y, luego, como alcalde, cuando el PSOE (A) aún estaba a tiempo de sustituirlo por Carrillo y de remontar en las encuestas.

En Madrid, Zapatero y Blanco esgrimieron los sondeos favorables a Trinidad Jiménez para organizar su asalto a la Comunidad por encima de Tomás Gómez. En Sevilla, Monteseirín no ha aprobado jamás un sondeo en doce años y es rechazado por el 80% de sus correligionarios, pese a lo cual el PSOE no ha podido defenestrarlo de candidato a la Alcaldía hasta que, ido Chaves, Griñán se hizo con el poder orgánico.

Y es que Chaves temía que si daba luz verde a su relevo en pleno mandato como alcalde, abría el debate de su propia sucesión en la Junta a mitad de legislatura, como así acabó sucediendo. Sus destinos estaban entrelazados como cerezas: él acabó en Madrid y Monteseirín, de alcalde amortizado y peripatético por Sevilla.

OPORTUNIDAD PERDIDA

Pero ni Griñán, pese a tener todo el poder, ni Viera han sabido forzar la salida de Monteseirín de la Alcaldía cuando más factible era nombrar como sucesora a Rosamar Prieto y ‘dedil’ a Espadas para que, como delegado de la Presidencia en el Ayuntamiento, cobrara visibilidad ante los sevillanos. El  PSOE ha perdido los meses en buscarle un cargo a Espadas, al que ha dejado huérfano institucional tras quitarlo de consejero (en Madrid, Trinidad Jiménez no se planteó dejar el Ministerio aunque hubiera sido la candidata a la Comunidad) y luego en evidencia con la torpe maniobra para elevarlo al Senado.

Mientras, Monteseirín se ha encastillado en la Alcaldía en una actitud (llegó a exigir un cargo remunerado con 220.000 euros) que recuerda a la de Beneroso y Benjumea en las cajas.

Griñán ha perdido ahora una gran oportunidad con la marcha de Rosa Aguilar a Madrid. Podría haber nombrado consejero de Obras Públicas a Monteseirín y quitarlo del medio en beneficio de Espadas activando la solución Rosamar. Obras Públicas habría sido el destino ideal para Alfredo, el de las setas de la Encarnación. Como allí ya está exiliado Celis, ni siquiera habría hecho falta retocar el organigrama de la Consejería.

Los adioses

El (sin) alcalde inicia su postrero curso político cada vez más solo. Los últimos –por ahora- en anunciar el abandono de un barco que se hunde han sido Alfonso Seoane, con quien compartimos tantas horas en aquella Expo del buen recuerdo y que se pasa del fútbol –fue portero del Real Madrid- al baloncesto como directivo de la Federación, y Rosamar Prieto, a la que Monteseirín le ha cogido más ojeriza que Ibrahimovic a Guardiola desde que ella mostró su predisposición a sustituirle en la Alcaldía si Viera se lo cepillaba. Antes que ellos, dieron o les dieron el portazo el propio Viera, Carrillo, Celis…. El mandato del (sin) alcalde se asemeja a la sinfonía ‘Los adioses’, de Haydn, ésa en que los músicos dejan de tocar, apagan la vela de su atril y se van yendo despacio uno tras otro, hasta que al final se quedan únicamente tocando el violín, y con sordina, dos: el director y el concertino, que en nuestro símil serían Monteseirín y Fran Fernández. El último de ellos, que apague la luz (si es que antes no la corta Endesa por la deudas que deja el sin alcalde).

Coartadas

Monteseirín ha tardado casi dos semanas en fabricar una coartada sobre el envío a Barcelona de su coche durante los tres días que duró su estancia ‘empotrado’ en la expedición del Sevilla a la final de la Copa. Cuando el escándalo destapado por El Mundo ha alcanzado eco nacional y Monteseirín no ha podido constreñirlo al ámbito local, ha decidido romper su silencio culpable y escudarse en que se trató de una cuestión de seguridad y que con la seguridad no se juega.

Dice que la decisión no fue suya –que lo fue- ni de sus asesores de prensa ni de economía, sino que obedecía a un protocolo de seguridad: cuando se prevé situación de riesgo, como acudir a la Moncloa o un partido de fútbol, el  protocolo exige que lo acompañen policías.

El protocolo, que como es de seguridad es secreto y obliga a un acto de fe en el alcalde (¡pero si en Alfredo no cree ni su propio partido!), podrá decir (concedámosle el beneficio de la duda) que lleve escolta, pero no que los policías se vayan dos días antes en el Renault Vel Satis del alcalde (coche valorado entre 35.000 y 60.000 euros según su equipamiento) para que éste se pasee por Barcelona a todo confort en vez de usar transporte público y que luego los escoltas se vuelvan en el coche oficial dejando de nuevo solo al alcalde en su regreso a Sevilla.

¿Cuál era entonces la misión de los policías? ¿Proteger al alcalde o hacerle de chóferes en Barcelona?

LA DIFERENCIA CON GALLARDÓN

La final era una situación similar para el alcalde  de Sevilla y el de Madrid. Monteseirín, además de enviar el coche por delante, estuvo tres días fuera  y alardeó de que iba invitado por el club blanco, aunque ocultó la factura en combustible y dietas de la expedición policial. Gallardón viajó  el mismo día a las 5 de la tarde en un vuelo de Iberia pagado por el Ayuntamiento de Madrid, al considerarse la Copa que lleva el nombre del Rey y la participación de un equipo madrileño, motivos más que suficientes para justificar un viaje oficial.

A su llegada una hora después al aeropuerto de Barcelona, lo recogió un coche del Atlético de Madrid, que lo trasladó hasta el hotel donde se hallaban los colchoneros. Vio el partido y prefirió volverse aquella misma noche en el avión del Atlético para confortar a los perdedores. El vuelo partió a las 2:30 de la madrugada. El llegó a su casa a las 4 de la mañana y a las 9 ya estaba en la Casa de la Villa  presidiendo una Junta de Gobierno.

En plena crisis, Gallardón no le restó ni un minuto a su tiempo de despacho en el Ayuntamiento. Monteseirín, en cambio, se quitó del medio durante tres días. Siguiendo su ejemplo, ¿no iba a caerse también Rosamar de un Pleno para largarse al Rocío?

SETAS INTOCABLES

Ha habido que esperar a su vuelta  para que, tras el desmarque de sus socios de IU al optar por la abstención, el voto de calidad del alcalde en uno de los múltiples Plenos convocados el  mismo día a la proustiana busca del tiempo perdido permitiera librar 13 millones para las ‘setas’ de la Encarnación. El mensaje es difícil de digerir para los funcionarios municipales, a los que se recorta el sueldo con el argumento del ahorro y que simultáneamente ven cómo Monteseirín se saca de la chistera 13 millones para rematar su cada vez más cuestionado proyecto emblemático, su particular Estadio Olímpico.

Ignorando también olímpicamente el informe del secretario municipal, en el que exigía que se depuraran responsabilidades por el sobrecoste en 38 millones, Monteseirín ha atribuido la desviación presupuestaria a la crisis. Otra mentira más. Las ‘setas’ se paralizaron justo antes de las elecciones municipales de 2007, cuando se comprobó que eran técnicamente inviables, y por entonces no había crisis. El sobrecoste, que aproxima el coste final a más de 100 millones de euros sumando la primera fase de las obras, se ha debido a la necesidad de inventarse soluciones técnicas a un problema que se ocultó a los sevillanos para evitar que dieran al PSOE un voto de castigo en las urnas hace tres años.

VIEJAS VANGUARDIAS

Monteseirín esgrime como coartada que “no se trata de hacer un bloque en medio del campo, sino un proyecto de vanguardia que va a dinamizar la parte norte de la ciudad y en la que ya hay muchas empresas invirtiendo”. ¿Es capaz de citar alguna y los empleos creados? Si existieran unas y otros, ya lo habría divulgado ‘urbi et orbi’, pero como no hay nada, se inventa que las ‘setas’ generarán unos beneficios de casi 400 millones/año (Isla Mágica, con casi un millón de visitas, factura sólo 20 millones) y más de 4.000 empleos (¿?).

Mientras Espadas reconoce que las ‘setas’ se le han escapado de las manos al Ayuntamiento, a Monteseirín se le llena la boca con las palabras “vanguardia” y “modernidad”. Pues bien, esta semana se celebrará en Pamplona un congreso de arquitectura con premios Pritzker como Herzog, Piano y Murcutt. Uno de los promotores, Fernández-Galiano, ha declarado: “La bonanza económica ha impulsado la creación de edificios-icono y ha eclipsado el concepto de arquitectura como arte útil y de servicio a las personas. El gran carnaval de exceso y despilfarro debe dar paso a otra arquitectura . La conciencia de que hay que construir de otra manera, con sensibilidad hacia el entorno, está calando. Alemania lo está haciendo de forma decidida…”.

Aquí levantamos las ‘setas’ de un alemán que ya no se harían en Alemania,  por el complejo de Monteseirín de parecer muy moderno y muy de vanguardia. Cuando él va, los demás ya están de vuelta.

Escaqueo

Rosamar  podría parafrasear a Torrijos, que dijo sobre la final de la Copa: “Al final pude hacer un hueco en mi agenda de trabajo y logré ver el partido por televisión”. Ella  al final también pudo hacer un hueco y logró ver la romería del Rocío, pero no por Tv, sino en directo: cogió carreta y manta aunque por el camino se quedara  la agenda de trabajo del Ayuntamiento con un Pleno en el que el PSOE quería aprobar  otro modificado de las ‘setas,’ pero al quedarse en minoría por la afición rociera de la edil ha tenido que diferir la moción. El PSOE creía urgente librar el dinero para las obras, pero Rosamar  pensaría que a qué tanta prisa: en tantos años de retraso dos  semanas más ni se van a notar. Ella dice que avisó de que se iría de Sevilla, porque la devoción está antes que la obligación, pero su grupo no se enteró, como tampoco del viaje del alcalde y Marchena a Turquía. ¿Ven como va a ser cierto que en el PSOE tienen un problema de comunicación? Rosamar, que iba a dar el salto a la Alcaldía, al final se ha quedado sólo para dar el salto a la reja.

La tasación de Alfredo

El escritor Juan de Timoneda contaba la historia de un rey que no sabiendo cómo deshacerse del abad de cierto monasterio para darle su puesto a otro más afín a sus intereses, decidió plantearle tres preguntas saduceas a las que debería  responder en el plazo de un mes, por ver si pillándolo en un renuncio tenía así ocasión de justificar su extrañamiento:

1)      ¿Cuánto vale el Rey?

2)      ¿Dónde está el medio del mundo?

3)      ¿Qué piensa el Soberano?

Atribulado por cuestiones tan imbricadas y sin saber cómo salir de semejante trance, el abad acabó sincerándose con el cocinero del monasterio, el cual, al ver su pesadumbre,  le pidió que le permitiera disfrazarse con sus hábitos para suplantarlo y acudir en su lugar a la presencia del Monarca. Una vez delante del Rey, respondió de esta guisa a las tres maquiavélicas preguntas:

1)      ¿Cuánto vale el Rey? Digo que 29 dineros, porque Jesucristo fue vendido por 30 monedas y Su Majestad no querrá cometer el pecado de soberbia de pretender valer más que Nuestro Señor.

2)      ¿Dónde está el medio del mundo? Donde Su Majestad tenga los pies, pues al ser redondo como una bola, allí donde hollare con sus plantas, es el medio de él.

3)      ¿Qué piensa el Monarca? Que cree estar hablando con el abad y en realidad lo está haciendo con su cocinero.

OFERTA Y CONTRAOFERTA

Hace unas cinco semanas, un emisario fue a ver a Monteseirín en nombre de la Dirección del PSOE para hacerle, mutatis mutandis, la misma primera pregunta que el Rey al abad: ¿cuánto vale el alcalde de Sevilla para que deje el cargo de una vez, se active la sucesión en la figura de transición de Rosamar y el partido tenga vía libre para placear a Juan Espadas como candidato para que lo conozcan los ciudadanos con tiempo y pueda así aspirar al bastón de mando pese al hundimiento al que ha llevado Monteseirín al socialismo sevillano en las encuestas?

El País, medio habitualmente bien informado de cuanto se cuece en el PSOE, dio indirectamente cuenta de aquella reunión en su edición del 16 de abril, en estos términos: “La oferta personal que los socialistas le habían hecho para buscarle acomodo era la del futuro Consorcio del Guadalquivir, un proyecto aún sin definir y que él rechazó. Según fuentes socialistas, Monteseirín ha intentado por su cuenta hacerse con la presidencia de la Compañía Andaluza de Rentas e Inversiones (Carisa), una sociedad dedicada a la gestión de participaciones accionariales de Cajasol y Unicaja”.

El emisario le ofreció a Monteseirín un puesto en un ‘holding’ de empresas, con una retribución de 100.000 euros anuales, coche, secretaria, Visa y otras prebendas. Y, efectivamente, el alcalde señaló  Carisa, al conocerla interiormente por su presencia en su consejo y sus generosas dietas, y exigió como contrapartida la presidencia de la sociedad y unos emolumentos de 220.000 euros anuales. Argumentó que tenía muchas obligaciones familiares y que tras once años en la Alcaldía, más su etapa anterior al frente de la Diputación, se había acostumbrado a ese nivel de vida y debía mantener su rango. El emisario  se echó las manos a la cabeza al oír las desorbitadas pretensiones del alcalde, elevó su informe al PSOE y hasta hoy.

MÁS QUE NADIE

Así pues, Monteseirín cayó en el pecado de soberbia de tasarse a sí mismo muy por encima del valor del propio presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, cuyo salario es de 81.155 euros brutos anuales en los Presupuestos de 2010, y del tope retributivo propugnado por el presidente de la FAMP, Francisco Toscano, para los alcaldes de ciudades con más de 500.000 habitantes y los presidentes de las ocho diputaciones: 79.873 euros, remuneración equivalente a la de un consejero del Gobierno andaluz. El alcalde quería ganar un 271% más que Griñán, y eso lo dice todo sobre su desmedida ambición, porque él, al igual que el Rey de la historia, se cree que allí donde hollen sus pies está el centro del mundo.

Extraoficialmente el PSOE habría difundido que Monteseirín ni siquiera llega a ese máximo salarial, puesto que sus emolumentos como alcalde serían de 65.748 euros anuales, más 11.000 euros en dietas. En total, 76.748 euros. Sin embargo, el alcalde declaró en 2007 unos ingresos por todos los conceptos de 108.693 euros, y aunque haya dejado de pertenecer a los órganos de la Caja, ha metido la cabeza en otro tipo de empresas y en todas las sociedades municipales como presidente, donde cobra dietas por presidir consejos y ejecutivas, con reuniones sin periodicidad determinada pero siempre remuneradas, con el fin de no bajar de un mínimo de 100.000 euros/año.

EN PLENA CRISIS

Si Monteseirín cobra realmente esos 76.748 euros y exigió un puesto remunerado con 220.000 por dejar la Alcaldía y mantener su estilo de vida, ello quiere decir al menos que las compensaciones en especie (viajes -¿se incluye el de Turquía o era aparte?-, hoteles, comilonas, coche oficial, teléfono, gabinete propio….) que le supone el sillón municipal las valora en 143.252 euros anuales.

Al exigir un cargo retribuido con 220.000 euros en plena crisis, estaba demostrando cuál era realmente su espíritu de sacrificio y cómo estaba chalaneando con Sevilla al mostrarse dispuesto a dejar la Alcaldía a cambio de esos emolumentos, en vez de quedarse hasta el final sin importarle el dinero y por compromiso político con sus votantes, o bien haberse ido a su casa en un ataque de dignidad tras haber sido defenestrado de forma humillante mediante un teletipo de Europa Press.

La caseta del cuco

Rosamar Prieto apela a la generosidad del concejal Alfonso Mir para que admita en la caseta que usurpó al Servicio de Mantenimiento de Edificios Municipales a las limpiadoras que se lo soliciten. Ha dicho la delegada de Fiestas Mayores del edil que convirtió esa caseta en familiar compartida aprovechándose para ello de un supuesto ‘error mecánico’ (sigue dándome la risa floja), que “si alguien quiere formar parte de su caseta, él va a ser el primero que no tenga inconveniente en aceptarlo”. ¿Cómo que su caseta? ¿Cómo que hay que solicitarle a un particular un gesto graciable en plan de nuevo señorito cuando se trata de una pertenencia municipal? Mir es como el cuco, que expulsa del nido a sus legítimos concesionarios y encima engorda su ego a costa del Ayuntamiento. Alega Rosamar que Mir se la queda  porque nadie la ha reclamado. Ignora la delegada que la Ley de Bienes  de las Entidades Locales obliga al Ayuntamiento a reclamar, conservar y proteger lo que es suyo/nuestro. Si no da la batalla por una caseta, ¿cómo en caso de ser alcaldesa librará una guerra por Sevilla?

La muralla de sillitas chinas

Para hacer esta muralla cada Semana Santa no se necesitan todas las manos que pedía Nicolás Guillén en su homónimo poema; bastan las sillitas ‘made in China’ que se extienden hasta el horizonte y a las que el Ayuntamiento indulta en aplicación del lema del mayo francés: ‘prohibido prohibir’. Gracias a la bárbara costumbre de las sillitas chinas, huelga que Rosamar relance el debate para ampliar la carrera oficial con el políticamente correcto argumento de que las clases populares tendrían más posibilidad de acceder a una silla de tijeras. Los sevillanos de a pie pasan ya de esa reforma;  justamente porque han dejado de estar de pie merced a esta profusión de sillitas chinas de bazar, las cuales producen un ‘efecto tapón’ mayor aún que el de Matalascañas y ante el que de nada servirán un día los planes de evacuación. La alternativa a las sillitas chinas: unos bastones-sillín que no ocupan espacio y sobre los que es posible apoyarse temporalmente apretando sólo un botón. Fue el antídoto del pabellón de Castilla y León contra las colas y bullas de la Expo-92.

Semana de Pasión política

No crean que la Semana Santa  supone una interrupción en las hostilidades políticas, como antiguamente suponía un alto el fuego en las guerras. Hasta tal punto ha avanzado el laicismo, que Samaranch intentó como presidente del Comité Olímpico Internacional que durante los Juegos los combatientes en cualquier conflicto aceptasen la ‘tregua olímpica’, de tres semanas, a fin de que pudieran ver tranquilamente por Tv las hazañas de los atletas, aunque luego se mataran en las trincheras con más saña aún  que antes.

No hay tregua política porque, al menos entre nosotros, todo cuanto gira en torno al mundo cofradiero se convierte en una escuela de aprendizaje para el desempeño de un cargo público. Si el general prusiano Clausewitz acuñó la famosa frase de que ‘la guerra es la continuación de la política por otros medios’, en Sevilla el universo semanasantero es la cantera donde se forjan, entre candidaturas para juntas directivas y pactos para reparto de puestos, muchos de los que luego dan el santo a la política, de ahí la enorme atención con que siguen la vida interna de las cofradías muchos gerifaltes de la Administración  a pesar de proclamarse ajenos al hecho religioso.

MUCHO ANTES DEL ‘TSUNAMI’

No hay tregua porque en la Semana Mayor el Ayuntamiento ha procurado siempre recoger el fruto de su estrategia del ‘urbanismo morado’, en busca del voto de los más de cien mil sevillanos que, según estimaciones, pagan religiosamente la cuota de su hermandad aunque luego muchos de ellos se olviden de estar al día con la Hacienda municipal, y los casi 50.000 que, según el informe ‘Cíngulo’ patrocinado por la Fundación Cofrade se visten de nazarenos. Es curioso comprobar el ‘tsunami’ (Barbeito ‘dixit’) por las declaraciones del pregonero –“ni voy a misa, ni me confieso (etcétera)”– cuando el susodicho informe ya revelaba hace nueve años –imagínense ahora- que sólo la mitad de los nazarenos confesaban ser católicos practicantes, una cuarta parte decía que procesionaba por afición en vez de por convicción y un 20% reconocía que no iba nunca a misa.

Y no hay tregua  porque en los palcos y  sillas de la Carrera Oficial y en otros cenáculos se van a hacer más que nunca variaciones, combinaciones y permutaciones entre el Ayuntamiento, la Junta y puede que hasta la Delegación del Gobierno a cuenta de la fecha de salida de Monteseirín, de si los ediles nombrados a dedo se van o se quedan, de si Juan Espadas corre por fuera o por dentro su particular carrera electoral y con dorsal o no de delegado del Gobierno, de si alguna de las intoxicaciones periodísticas de Celis va a fructificar por fin en la pedrea de algún cargo autonómico tras haber perdido el tren de la Ejecutiva socialista primero y del nuevo Gobierno de Griñán después, de si Viera va a dejar algún superviviente del sector crítico en la Casa Grande para que pueda contarlo o los va a liquidar a todos…..

MARCADA POR LA POLÍTICA

La política no descansa ni en Semana Santa, y los políticos tampoco descansan de conspirar. El Domingo de Ramos pasado ya estuvo marcado por la salida de Chaves de la Junta, y éste lo está por la salida de Monteseirín de la Alcaldía tras el famoso teletipo de Europa Press, de ahí que estos siete días serán la particular Semana de Pasión del alcalde, ya interino. Alfredo, por mucho que porte la vara en la procesión de la Hiniesta, es consciente de que los sevillanos ya saben que no pinta nada y lo más probable es que se salga de la carrera oficial a la altura del Ayuntamiento para no exhibir más su caída en desgracia.

Si hoy, conforme al dicho popular  ‘Domingo de Ramos, quien no estrena no tiene manos’, Sevilla no ha estrenado alcaldesa con Rosamar Prieto  y Monteseirín no ha tomado las de Villadiego es, probablemente, por mor de Torrijos y su recordatorio de que legalmente él sería el alcalde en cuanto dimitiera el defenestrado Alfredo y  hasta que él mismo convocara un Pleno para elegir el sucesor. Y aunque Torrijos declarara que, por su  condición de agnóstico, no tenía intención de presidir procesiones ni palcos, no parece que el PSOE estuviera por la labor de facilitarle el cargo de alcalde provisional justo en Semana Santa.

EVITARLE LA FOTO A TORRIJOS

De lo cual se infiere que Monteseirín deberá dimitir el lunes de Pascua, y aun así los plazos estarían ajustadísimos, si no quiere continuar de alcalde interino hasta mayo, pues en caso de que siguiera deshojando la margarita de la duda o con el regateo de un cargo de consolación, no habría ya margen de maniobra para que Torrijos convocara  un pleno extraordinario para la elección antes de Feria de Rosamar Prieto como alcaldesa de transición.

El PSOE no quiere que Monteseirín deje pasar más de un día tras esta Semana Santa para irse, pues basta un retraso para que quien se pasee por el Real  como alcalde, presida  las recepciones en la caseta municipal y salga chupando cámara  en las televisiones y  periódicos sea Torrijos como alcalde accidental, ya que no daría tiempo a celebrar el Pleno de la sucesión antes del ‘alumbrao’.

La última carta que le queda a Monteseirín es manejar el tiempo de su sucesión, ya que no la elección de su sucesor, y puede jugar esa baza aunque sin arriesgar demasiado so pena de volverse de médico a San Lázaro con las manos vacías. El PSOE nunca le perdonaría que le diera a Torrijos la oportunidad de disfrutar del bastón de mando, si no en las palmas del Domingo de Ramos, sí al menos en los farolillos de la Feria.

Reina por un día

Como todos los niños de su época, supongo que Torrijos vería en la televisión franquista un concurso llamado ‘Reina por un día’, en el que la ganadora cumplía el sueño de Cenicienta y era coronada para ejercer como simbólica primera dama de un reino virtual durante 24 horas. Torrijos reeditó ayer ese tiempo de su infancia cuando proclamó que, en caso de que Monteseirín dimita antes de agotar su mandato, él también sería ‘reina por un día’, vamos, alcalde en lugar del alcalde, aunque luego deba convocar un pleno extraordinario para elegir a Rosamar Prieto, que sería ‘reina por más de un día’. Torrijos quiere fardar sugiriendo que sería así el primer alcalde comunista de la historia de Sevilla, pero donde él habla de “asumir la Alcaldía”, el Real Decreto dice “desempeñar las funciones del alcalde (que no es ser alcalde) hasta que tome posesión el nuevo”. Por más que se empeñe, Torrijos sería sólo un alcalde accidental, aunque sin Monteseirín de por medio cumpliría al menos el dicho de Andy Warhol: todo el mundo debería tener derecho a 15 minutos de gloria.

Un cadáver en la Casa Grande

Cinco minutos después de que Griñán se lo quitara del medio contando diplomáticamente  que le había trasladado su deseo de no continuar, Monteseirín confirmó con la cara lívida que no repetirá como candidato a la Alcaldía “para beneficiar al PSOE”, con lo que reconocía que resta votos a la marca socialista. Por ironías del destino, el anuncio por Griñán del final de la década ominosa de Monteseirín trascendió el mismo día en que se publicaba la noticia de la ratificación por el Supremo de penas de cárcel para el asesor y el escolta del alcalde en el caso de las facturas falsas.

Esta mácula sobre la gestión municipal en la era de Monteseirín, que tiene a cinco ediles imputados por la Justicia, se une al escándalo de Mercasevilla y a otras situaciones bajo sospecha, por decirlo en su propio argot, como el presunto caso de información privilegiada desde Urbanismo a una inmobiliaria malagueña para que  redactara las bases del concurso del frustrado proyecto de la Ciudad del Empleo siendo ella misma aspirante a la adjudicación. Osea, juez y parte con la complacencia municipal. Marchena ni siquiera se cuidó de guardar las formas.

Por si todo esto no hubiera sido suficiente para Griñán, una reciente encuesta del PSOE confirmaba los peores temores del presidente: el PP obtendría ahora 17 concejales (mayoría absoluta); el PSOE caería hasta los 12 ediles e IU ganaría uno  a costa de los socialistas.

EL ‘TEMPO’ POLÍTICO

En sus declaraciones, Monteseirín dejó un par de perlas, como que ha ganado tres elecciones (mentira reiterada en plan goebbelsiano, ya que sólo ganó una y por mayoría relativa) y que quería que acabara la cacería mediática contra su persona y su proyecto, cuando ha sido al revés: su Ayuntamiento ha realizado una cacería sin precedentes contra los medios, los periodistas y hasta los críticos musicales, como bien puede atestiguar Ramón María Serrera.

Monteseirín ya no es ni siquiera un ‘pato cojo’, metafórica figura con la que la prensa americana define a los mandatarios sin posibilidad de ser reelegidos, sino un cadáver político del que el PSOE necesita desprenderse para que entre aire nuevo en el viciado ambiente de la Casa Grande, donde huele demasiado a podrido. Si Griñán ha anunciado ahora la decisión de aceptarle esa retirada que presentó sin deseo alguno de que le tomaran la palabra, no será para dejar expuesto su cadáver político durante 14  meses en el Ayuntamiento. Lo contrario sería un clamoroso error, ya que el PSOE necesita foguear a un candidato nuevo que devuelva la ilusión a sus votantes y quitarse a un alcalde sitiado por escándalos como el de Mercasevilla.

Lo más probable es que Monteseirín no agote el mandato, aunque Griñán y Viera digan ahora lo contrario, pero  que tampoco se vaya de la noche a la mañana. Por medio queda el congreso del PSOE y  rige la consigna de Zapatero de no provocarle ninguna crisis, por doméstica que sea, durante su presidencia europea, que concluye en junio. Griñán sabe que antes del verano debe resolver los asuntos pendientes y para entonces el PSOE aún tendría 11 meses para lanzar al futuro candidato, aunque no fuera necesariamente alcalde en sustitución de Monteseirín, pero mejor si estuviera dentro del Ayuntamiento.

OPCIONES

Se abre un escenario con estas posibilidades:

1)      Celis alcalde. Sería como continuar el Monteseirinato sin Monteseirín, ya que éste no se ha recatado en postularlo como su sucesor para frenar cualquier intento del partido de renovar a fondo el Ayuntamiento y para asegurarse un peón de cara al futuro, ya que, tal como lo definió su otrora padrino, Caballos, Monteseirín es un ‘glotón de la política’ en todos los sentidos del término, que necesita de la política para vivir mejor y que confiado a su proverbial buena suerte no renuncia a ninguna aspiración. Es dudoso que Celis cumpla su aserto de que “cuando se vaya Monteseirín, me iré con él”, pero la Ejecutiva provincial, a la que últimamente se ha acercado tácticamente, no se fía de él, reconvertido en griñanista de última hora. Viera sostiene que quien ha formado parte del problema no puede ser la solución.

2)      Que Juan Espadas, consejero de Vivienda, deje la Junta y sea nombrado edil por designación directa, previa dimisión de uno de los dos ‘dediles’ del PSOE (Maribel Montaño, portavoz, y Emilia Barroso, delegada de Bienestar Social). Espadas sería delegado de Presidencia y alcalde ‘in pectore’ y Rosamar Prieto sería la alcaldesa nominal hasta las elecciones como única superviviente en la cabeza de lista del PSOE –era la número tres- tras las dimisiones de Monteseirín (necesaria para este supuesto), Viera y Carrillo.

3)      Ni Celis ni Espadas. Se activa la solución Rosamar en espera de una tercera vía externa al Ayuntamiento. La hipótesis de Alfonso Guerra no está descartada, ni la de Viera.

4)      Mantenimiento del ‘statu quo’ municipal. El candidato es externo al Ayuntamiento pero Monteseirín se queda de figura decorativa, probando durante 14 meses la misma medicina que él le aplicó a Borbolla.

Monteseirín quiere una salida para él, su valido y gente de confianza, pero aún  no tiene garantías. En su día se pensó en darle Agesa como refugio, pero en el seno del PSOE hay una corriente que propugna enviarlo lo más lejos posible de Sevilla, por si en el futuro estalla un nuevo escándalo ligado a su gestión que no se le visualice cerca del hipotético alcalde. El PSOE no quiere que Alfredo, al contrario que el Cid, le cause derrotas después de muerto (políticamente, se entiende).