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La Fundación Cajasol ha comercializado su caseta en la Feria de Abril 2015

Cobra 500 euros por reservas de mesa en la “zona noble”

 

El lote mínimo para entrar es de cinco pases, a 25 euros cada uno

La Fundación Cajasol ha comercializado a través del Instituto de Estudios Cajasol la caseta que, en los números 113-117 de la calle Pascual Márquez, tiene concedida en la Feria de Abril de Sevilla la que, según se deduce por los textos, sería su titular primigenia, la Fundación Monte/San Fernando.

La oferta estuvo dirigida en principio a los usuarios del Instituto Cajasol, si bien se abrió el abanico para otorgar tal consideración a otras empresas/personas “que quieran disfrutarla -rezaba el escrito- con nosotros en un ambiente inigualable”.

La cuota por el disfrute de la caseta, una de las grandes del Real de la Feria, está determinada por el número de pases o accesos que se proporcionen, conforme a la siguiente estructura:

-De uno a mil pases, 25 euros por pase. La cantidad mínima que se exige son cinco pases, con lo que el desembolso también mínimo a realizar asciende a 125 euros.

-A partir de mil pases, la cuota deberá ser negociada y pactada entre las partes.

 

Asimismo, el Instituto de Estudios Cajasol ha ofertado la posibilidad de realizar reservas en las mesas de la “zona noble” (así se dice textualmente) previo pago de una cuota extraordinaria de 500 euros por todos los días de la  Feria de Sevilla de 2015.

La excepción es el mediodía del martes, en el que está prevista la celebración de una recepción institucional.

Se podía reservar una mesa para un máximo de diez comensales tanto en los almuerzos (sic) como en las cenas, si bien esta posibilidad estaba sujeta a su disponibilidad. La cancelación injustificada implica la pérdida del derecho a reservar en los días siguientes.

Para poder adquirir la condición de usuario de la caseta de la Fundación Cajasol / Fundación Monte San Fernando se debía solicitar la inscripción por escrito por medio de un impreso a tal efecto que se tenía que presentar en la sede del Instituto Cajasol. Una vez que el Instituto admitía la solicitud, el interesado debía abonar el importe en una cuenta de la Fundación Monte San Fernando antes de las 15 horas del día 10 de abril de 2015.

La Consejería de Justicia de la Junta de Andalucía aprobó el pasado mes de julio una modificación de los estatutos, en virtud de la cual la Fundación Monte San Fernando  se convierte en una fundación ordinaria, “decayendo su carácter especial y con expresa sujeción al protectorado de la Consejería competente para la regulación y control de las Cajas de Ahorro”, según la resolución firmada por Carmen Belinchón como directora general del Departamento.

 

Preferentes

Una de las primeras medidas de la Junta nada más llegar a la Presidencia Susana Díaz, la misma que, casualidad o coincidencia, hizo en Madrid aquel discurso contra las veleidades de Zapatero con el ‘Estatut’ de Cataluña, fue imponerle una sanción de 455.000 euros a la catalana Caixabank por infracciones muy graves en la comercialización “irregular” de preferentes. El Gobierno andaluz le abrió un expediente tras la denuncia de afectados de Sevilla y de cinco provincias más, por haberles colocado de cualquier manera 617 millones de euros en participaciones en esa ruina financiera. El rasgo diferencial, como dirían los catalanes y que es de justicia señalar, es que de los 47.400 afectados andaluces por este chanchullo ninguno lo ha sido a causa de Caixabank, sino de la sevillana Cajasol, absorbida por aquélla para evitar su quiebra, dados los agujeros de queso emmental que tenía en el balance. El pufo de las preferentes, como el de la torre Pelli, formaba parte de la herencia recibida, pero por aquello de las balanzas fiscales ahora la multa la pagarán en Barcelona.

 

Silencio

Caixabank ha anunciado que le sobran sólo en Sevilla 491 de los antiguos empleados de Cajasol/Banca Cívica del total de los 864 que quiere amortizar en toda Andalucía. Estos casi 500 trabajadores que van a perder su puesto en Sevilla por la vía de las prejubilaciones, bajas incentivadas y traslados a Cataluña superan la suma de los de Danone (85), Cargill (101) y Roca en Alcalá de Guadaíra (227) por los que se han visto encierros en la catedral, manifestaciones populares, concentraciones ante el Parlamento y hasta llamamientos a no comer más yogur de la multinacional francesa. Y, sin embargo, en este caso es como si no pasara nada. Hasta puede que no se haya enterado casi nadie del espeso manto de silencio que ha cubierto la noticia. Ni siquiera el beligerante Juan Espadas ha incitado a boicot alguno ni ha repetido eso de convertir el carro de la compra en una especie de carro de combate contra el capital. Será que para el portavoz socialista en el Ayuntamiento es más fácil cambiar de marca de yogur que osar molestar a quien le presta los dineros a Griñán.

Dilatación

Caixabank, el banco de La Caixa o La Caixa reconvertida en banco, que tanto monta monta tanto, presentó sus resultados en la capital económica de Andalucía, o sea Barcelona, adonde acudieron en peregrinación desde las colonias los periodistas sevillanos a quienes antaño bastaba con darse un paseíto hasta la Plaza de San Francisco, aún no velada, cuando Cajasol era la Caja de Sevilla en vez de un brazo menor de la estrella catalana o ni siquiera éso. Y en la ciudad Condal, el presidente de la entidad, Isidro Fainé, que confesó haberse subido a lo más alto de la torre Pelli para observar sus nuevas conquistas, como San Fernando se subió a lo alto de la Giralda para contemplar la Sevilla arrebatada a los moros, confirmó que la inversión inicial -subráyese el término- en el rascacielos de la Cartuja y futura sede del CaixaFórum exAtarazanas va por los 350 millones de euros. Recuérdese que la torre gemela de Pelli para Iberdrola en Bilbao ha costado 200 millones, ¡casi la mitad menos! Será que en Sevilla, por el calor u otros efectos, se dilatan hasta los precios.

Gol a la Junta, autogol a Sevilla

La celeridad con que Zoido (tan sólo horas después de hacerse, sonriente, la foto con los directivos de La Caixa que le comunicaron la renuncia a instalar el Caixafórum en el antiguo astillero medieval de Sevilla) envió una carta al consejero de Cultura para exigirle la rehabilitación de las Atarazanas, el plan director de usos a que se vaya a destinar el edificio y un calendario de ejecución por una consejería que, debido a los recortes, carece de capacidad inversora alguna, demuestra que el alcalde ha utilizado el monumento como arma arrojadiza contra el Gobierno autónomo, que le negó la recalificación de la Gavidia, y como un nuevo elemento de confrontación.

Dicho de otro modo, al propiciar con sus dilaciones urbanísticas la coartada que necesitaba La Caixa para desistir de su proyecto en el Arenal, Zoido, como bien ha interpretado el consejero Luciano Alonso, pensaba que le estaba metiendo un gol a la Junta de Andalucía, sin reparar en el autogol que le marca a Sevilla, ya que la ciudad pierde una inversión de 25 millones de euros en la rehabilitación de las Atarazanas, otra comprometida por La Caixa con el Gobierno autónomo de 4 millones de euros anuales durante 75 años (un total de 300 millones) y todo el efecto económico inducido que habría tenido para el casco histórico la ubicación del gran centro cultural de La Caixa en este privilegiado espacio de Sevilla.

BANDAZOS URBANÍSTICOS

La falta de criterio y de modelo de ciudad de Zoido, que ha pasado de oponerse a la torre Pelli a defenderla ante la Unesco y, ahora, a llenarla de contenido con el Caixafórum al apoyar su traslado desde las Atarazanas, se pone de manifiesto de nuevo con estos antiguos astilleros que datan del siglo XIII. El alcalde es capaz, sin inmutarse, de decir sí y no y blanco y negro a lo mismo. Cuando tan sólo unos días antes de la decisión de La Caixa trascendió que su íntimo enemigo, el alcalde malagueño Francisco de la Torre, negociaba con la entidad catalana a la vista de las pegas urbanísticas que al Caixafórum se le ponían en Sevilla, Zoido declaró: “Málaga, como siempre, que reivindique lo que le parezca oportuno, pero hay que decir que no hay otro enclave igual a las Atarazanas para desarrollar un Caixafórum”. No hay otro enclave igual, pero cuando días después La Caixa lo abandona en beneficio de su torre Pelli, a la que Zoido se oponía cuando aún no era alcalde, declara que “es un día muy importante para Sevilla”.

Sobre el proyecto de Vázquez Consuegra para las Atarazanas y sobre la figura del propio arquitecto se ha dicho de todo, tanto a favor como en contra. Los conservacionistas y la Fundación Atarazanas se han opuesto a su diseño de Caixafórum por entender que suponía la adulteración del monumento, y al final Zoido, de forma más o menos explícita, ha hecho suyo este argumento cuando dijo durante la polémica con Málaga que el proyecto “podía tener correcciones que no pusieran en peligro ni el monumento ni su entorno, declarado Patrimonio de la Humanidad”, como dando a entender que había una exigencia de modificación por parte de la Unesco tras la controversia por el rascacielos de la Cartuja.

LA UNESCO SE DESMARCA

Ese argumento ha sido rechazado de plano por Icomos, el órgano asesor de la Unesco en materia de patrimonio histórico, que al contrario que en el caso de la torre Pelli, a la que se oponía frontalmente, nunca ha llamado la atención sobre el proyecto de Vázquez Consuegra para las Atarazanas. El secretario general de Icomos España y profesor de la Hispalense, Víctor Fernández Salinas, ha declarado al respecto: “Salvo que se pretendiera hacer un rascacielos en las Atarazanas, este asunto nada tiene que ver con el Patrimonio de la Humanidad”.

Desmentido el argumento patrimonial de última hora, independientemente de lo que cada uno piense sobre el proyecto y que no es objeto de este análisis, el único intento de justificación que le ha quedado al Ayuntamiento en este tiempo para boicotear el Caixafórum en las Atarazanas  por identificarlo como un proyecto de la Junta a la que devolver políticamente el golpe por, a su juicio, el boicot del Gobierno autónomo a su proyecto de conversión de la Gavidia en un centro comercial, era de índole urbanística: si hacía falta o no la redacción de un Plan Especial previo a la concesión de la licencia de obras.

Recordemos brevemente la génesis del proyecto. Las Atarazanas estaban en manos del Ejército, que había levantado sobre sus cubiertas durante el siglo pasado una serie de instalaciones militares, cuando la Junta se las compró por algo más de 3,7 millones de euros hace una veintena de años. El Gobierno andaluz había invertido 8 millones de euros en su rehabilitación -cantidad manifiestamente insuficiente, habida cuenta la magnitud del edificio, de 7.200 m2 de planta- hasta que La Caixa, en su política de implantación en Andalucía y Sevilla frente a las Cajas sevillanas (El Monte y Caja San Fernando, unidas luego en Cajasol), se interesó por el inmueble para ubicar en el mismo un Caixafórum, a modo de escaparate de su Obra Social y Cultural. Hasta tal punto tuvo interés la entidad catalana, que la Junta modificó la ley para poder ampliarle el plazo de concesión: de 50 a 75 años.

EL PLAN ESPECIAL

Fue La Caixa, y no la Junta, la que, con las Atarazanas ya en su poder, convocó un concurso restringido de arquitectura al que invitó a diez estudios españoles, y en octubre de 2009 eligió como proyecto ganador al del sevillano Guillermo Vázquez Consuegra. El arquitecto redactor del PGOU de Sevilla, el jerezano Miguel Angel González Fustegueras, había introducido en el Plan General un mecanismo de salvaguarda para los bienes de interés cultural (BIC), con el fin de que cualquier intervención en los mismos contara siempre con la aprobación de la Junta de Andalucía  a través de la Comisión de Patrimonio. Ese mecanismo era el Plan Especial. Sin embargo, en la práctica, el Consistorio no venía exigiéndolo si comprobaba que la Junta autorizaba previamente los proyectos de rehabilitación de los BIC, como ha ocurrido con las intervenciones en el castillo de San Jorge y los conventos de Santa Paula y de las Teresas, entre otros ejemplos.

Parece obvio: si el objeto del Plan Especial es conseguir la luz verde de la Junta y ésta ya lo ha dado, no tiene sentido exigir la redacción de un Plan, con gasto añadido de tiempo y dinero, para que la Junta autorice lo que ya ha autorizado.

Cuando La Caixa tramitó la licencia de obras ante Urbanismo en octubre de 2010 y aún gobernaba Monteseirín, desde la Gerencia se le dijo que con el aval de la Junta resultaba innecesario perder medio año en redactar un Plan Especial. El proyecto de Vázquez Consuegra pasó un primer examen de la Comisión de Patrimonio del Gobierno autónomo, que le exigió al arquitecto mayores precisiones sobre las cubiertas, precisiones que fueron incorporadas al proyecto de ejecución, mucho más detallado que un Plan Especial.

INFORMES FAVORABLES

En enero de 2012, cuando Zoido llevaba ya siete meses de alcalde, el director técnico de la Gerencia de Urbanismo, Andrés Salazar, en línea con la doctrina seguida hasta entonces por el departamento, emitió un informe favorable a la tramitación de la licencia de obras “sin necesidad de redactar y tramitar un nuevo documento de planeamiento”. Es, pues, con el gobierno de Zoido cuando se ratifica que no hay necesidad de Plan Especial para otorgar la licencia al Caixafórum en las Atarazanas. Y gracias a este documento, el Colegio de Arquitectos da su visado al proyecto de Vázquez Consuegra.

Por tanto, cuando en febrero de 2012 La Caixa pide definitivamente la licencia de obras, se daban ‘a priori’ todas las condiciones favorables para otorgarla en un proceso que además es reglado y que no puede estar al capricho de los gobernantes: debe darse licencia si se cumplen las condiciones y no darse si no se cumplen. Y se cumplían en aquel entonces: visto bueno de la Comisión de Patrimonio, informe favorable de la Gerencia de Urbanismo, y visado del Colegio de Arquitectos.

Pero en paralelo o casi a continuación se van a producir varios acontecimientos que cambiarán el curso de esta historia. Por una parte, la Comisión de Patrimonio de la Junta de Andalucía se opone a la modificación del PGOU de Sevilla para avalar jurídicamente dos proyectos del Ayuntamiento presidido por Zoido: un parking subterráneo en la Alameda de Hércules y la venta de la antigua comisaría de La Gavidia para su conversión en centro comercial.

GIRO DE LOS ACONTECIMIENTOS

Casualidad, coincidencia u otra cosa, desde Urbanismo se emite otro informe, contrario al del mes de enero, en el que se concluye que La Caixa debe redactar un Plan Especial para las Atarazanas si quiere conseguir la licencia de obras, lo cual suponía una demora mínima de seis meses más. La lectura política quedaba clara: como Zoido entiende que la Junta le boicotea sus proyectos urbanísticos, el Ayuntamiento boicotea en correspondencia el proyecto del Caixafórum en un monumento propiedad de la Junta.

Y, por otra parte, el 26 de marzo de 2012 La Caixa compra Banca Cívica, y con ella Cajasol y todos sus activos -incluida la faraónica torre Pelli- por 977 millones de euros. La entidad catalana ya no necesita gastarse 25 millones de euros en las Atarazanas, más 300 millones en los próximos 75 años, para disponer de un escaparate ante Sevilla, porque Sevilla toda es ya territorio conquistado comercialmente con la absorción de su hasta entonces rival local, Cajasol.

Confluyen a partir de ese momento los dos intereses, el político de Zoido de devolverle el golpe urbanístico a la Junta, y el económico de La  Caixa de ahorrarse 325 millones de euros en las Atarazanas y de rellenar el vacío de la torre Pelli con el Caixafórum para dotarlo de un gancho comercial con el que incentivar la venta futura de oficinas en el rascacielos.

En medio, sacrificada a los intereses de unos y de otros, Sevilla.

Una estrella de mar en Sevilla

Sevilla no tiene playa, pero está constatando una invasión de estrellas de mar como símbolo de su colonización financiera por Cataluña: el logotipo de La Caixa, que se está colocando en las oficinas de la absorbida Cajasol. El Destino también ha querido que acaezca durante un aniversario caído en el olvido: los 170 años de la apertura, el 5 de agosto de 1842, de la primera oficina  del Monte de Piedad de Sevilla, génesis de la Cajasol emanada de la fusión entre el Monte y la otra caja sevillana, San Fernando (refundada en 1937 como Caja Provincial de Sevilla, por la Diputación) en diciembre de 2006.
Manuel Titos, catedrático de la Universidad de Granada y estudioso de las cajas andaluzas, asegura que El Monte fue la caja más grande de Andalucía durante todo el siglo XIX, “con mucha diferencia sobre las restantes”. Este liderazgo financiero en Andalucía lo mantenía todavía en la primera mitad del siglo XX, en palabras del catedrático granadino: “Respecto de la magnitud que históricamente ha sido más definitoria de las Cajas de Ahorro, los depósitos o saldo de ahorro, hay que decir que la Caja más importante, con mucha diferencia sobre las demás, fue El Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla”.

UN SIGLO DE HEGEMONÍA

¿Cómo después de haber sido la principal caja de Andalucía durante más de un siglo, El Monte, al final Cajasol, pierde primero el liderazgo y luego queda convertida sólo en una marca  de La Caixa? Manuel Titos destaca cómo tras la Guerra Civil una caja, la de Ronda, constituida en un pueblo del interior de Andalucía, se erige a partir de 1950 en la primera de la región (cuando Juan de la Rosa se hizo cargo de ellla en 1937 estaba totalmente arruinada) y adelanta a entidades centenarias, o casi, como las de Sevilla y Córdoba. ¿La clave? Una adecuada gestión y una excelente política expansiva, que la llevó muy pronto fuera de su provincia y de Andalucía, y por ser pionera de las fusiones con la constitución, en 1991, de Unicaja, resultado de su  unión con las de Antequera, Málaga, Cádiz y Almería y que nace con un saldo de ahorro acumulado equivalente al 43% del que administraban todas las cajas de Andalucía.

Unicaja es, por tanto, líder por la suma de cinco cajas orientales, mientras que Sevilla no responde con otro proceso aglutinador en la zona occidental hasta quince años después con la fusión El Monte (que en 1990 había absorbido la Caja de Huelva) y San Fernando, pero con la cordobesa CajaSur al margen y en unas circunstancias muy diferentes. Todavía en 2003, tres años antes del nacimiento de Cajasol, una unión anticipada entre El Monte y San Fernando podría haber hecho algo de sombra a Unicaja, conforme a los siguientes  datos comparativos:

-Unicaja: 16.053 millones de euros en activos totales; 13.022 millones en depósitos de ahorro; 207,7 millones de euros en beneficios antes de impuestos; 798 oficinas y 4.408 empleados.

-El Monte+San Fernando: 16.031 millones en activos totales; 12.619 millones en depósitos de ahorro; 102,3 millones en beneficios; 758 oficinas y 4.624 empleados.

Obsérvese que casi todas las ratios están igualadas salvo una: los resultados de Unicaja duplicaban los de la teórica unión de las por entonces dos cajas sevillanas por separado.

 

 

‘LA CAIXA’ ANDALUZA

 

Un estudio publicado en 2002 en la Revista de Estudios de Economía Aplicada por un grupo de profesores sevillanos (Arévalo Quijada, Gómez Domínguez, Vázquez Cueto y Zapata Reina) concluía que la Caja San Fernando era la peor caja de las seis que quedaban en Andalucía: ocupaba las últimas posiciones en casi todas las características financieras y económicas.

Teniendo en cuenta globalmente todos los aspectos financieros, colocaron a la cabeza a El Monte, a su juicio todavía la más rentable por entonces, y CajaSur, por su productividad y estructura de costes. Unicaja era la que ocupaba peor posición pese a ser la más grande, al concentrar más de la tercera parte de los activos totales.

Paradójicamente, observaron que El Monte y Unicaja eran “alternativas discordantes”, es decir que “mientras una de ellas es buena en algunos criterios y mala en los demás, la otra es mala en los primeros y buena en los demás”. Por tanto, El Monte y Unicaja se complementaban para el caso de una posible fusión entre ambas y hubieran formado, salvando las distancias, el equivalente a ‘La Caixa’ en Andalucía.

Una opción B podría haber sido una fusión entre El Monte y CajaSur de Córdoba, unión que habría superado a Unicaja en todo salvo en los beneficios, como muestran los siguientes datos: 19.144 millones de euros en activos totales; 15.507 millones en depósitos de ahorro; 153,5 millones en beneficios; 822 oficinas y 5.011 empleados.

 

 

EL GERMEN DEL DESASTRE

 

 

Por imposiciones o interferencias políticas y viscerales rivalidades localistas, tanto en Málaga como en Córdoba y Sevilla, ninguna de las mejores opciones ‘a priori’ para El Monte era posible, salvo la fusión con la otra entidad sevillana: San Fernando. La unión de la caja más rentable de Andalucía con la peor equivalía metafóricamente a la estrategia futbolística de poner al peor jugador del equipo marcando al mejor del rival, “y así juegan los diez mejores nuestros contra los diez peores suyos”.

Probablemente, la fusión ‘política y no económica’ El Monte/San Fernando para crear Cajasol ya encerraba el germen del final de las dos cajas sevillanas. El invento intermedio de Banca Cívica, una caja ‘zombie’, no fue más que una huida hacia adelante. Su rescate por La Caixa, aunque ha significado el fin de la independencia financiera de Sevilla, era, dentro del desastre, la mejor de las opciones posibles.

 

1.500

Un proverbio dice que cuando el sabio señala la Luna, el necio mira el dedo. Yo, más que mirar el dedo que señala los 178 metros de la torre Cajasol, sus 43 plantas, si afecta o no a la Giralda, el Alcázar y el Archivo de Indias y si por éso o a pesar de éso nos retirará la Unesco o nos mantendrá el título de Patrimonio de la Humanidad, miro la ‘lógica’ económica de gastarse 350 millones en un cilindro de oficinas con el mercado inmobiliario hundido y cuando el Banco de España obliga ya a Banca Cívica a provisionar 1.248 millones por su riesgo y/o pérdidas con el ladrillo. ¿No queríais que nos quitáramos del ladrillo? Pues toma, dos tazas con la torre Cajasol, que dirá Pulido. Y Mafo echándole paletadas de billetes al Frob para salvar las Cajas con nuestro dinero. Ahora, Banca Cívica amenaza con rebajarle el sueldo un 20% a sus trabajadores supervivientes y despedir a 1.500. Decían que por crear con las obras 1.500 empleos (indirectos y efímeros, no se olvide) la torre iba a dar de comer a Sevilla, pero han acabado poniendo a 1.500 trabajadores en la calle.

La margarita de Zoido

El debate sobre la torre Pelli, que algunos, como José Luis Manzanares  en las páginas de El Mundo, tratan de reorientar a su terreno, me recuerda la historia de los campesinos a cuenta de un burro:

-¿Eh? ¡Oiga! ¡Que ese burro se ha metido en mi trigal!

-Pero…. ¡si está capado!

-¿Y qué tienen que ver los c…. con el trigo?

A Sevilla han venido los inspectores de Icomos y han dicho:

-Hay que frenar las obras del rascacielos y revisar su altura porque al afectar al paisaje histórico, la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias pone en peligro la declaración de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad.

-Pero…¡si da de comer a Sevilla! (replica el presidente de Ayesa).

Desvía así la atención sobre la cuestión de fondo, pero aunque es muy fácil hacer demagogia con un tema tan delicado como el pan de las personas, veamos la auténtica realidad. Los 600 trabajadores en la torre y los 1.000 a los que indirectamente ocupa, según las cifras de Manzanares, equivalen al 0,17% de la población activa de Sevilla. Esta ‘ración alimenticia’ supone su construcción, a pesar de la cual el paro no deja de crecer (8.075 desempleados más en enero, con la torre a toda máquina).

LA SEGURIDAD JURÍDICA

A Manzanares, al igual que a mí, le parece absolutamente digna tanto la postura del partidario como la del detractor de la torre, porque “todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión”. Y añade: “Lo provinciano no es eso, sino pretender que un proyecto, una inversión con licencia, se pare, con el riesgo de que aquí no venga un inversor nunca jamás sin otra sustentación que la de una opinión”. E insiste: “una vez que se da la licencia, el proyecto debe ir a misa….¿hay algún ayuntamiento del mundo democrático que pararía una obra con licencia por miedo al vacío?”.
Respuesta: Sí. ¿Dónde? En la misma Sevilla. ¿O es que ya no recuerda que apenas llegado Monteseirín a  la Alcaldía  en 1999 lo primero que hizo (y sin polémica previa como la de Zoido con la torre, ni debate, ni aviso, ni nada de nada), sólo por, como diría Torrijos,  “tufillo de venganza” contra Soledad Becerril, fue paralizar la obra recién iniciada del edificio de Moneo en el Prado?
Y Moneo era premio Pritzker,  equivalente al Nobel en Arquitectura. Y Dragados, la constructora más importante del país. ¿Alzaron la voz entonces Manzanares y la CES contra aquella quiebra de la seguridad jurídica? Silencio, como en la frase de Bertolt Brecht, que aún no han venido por mí y no es cuestión de señalarse ante el Poder.

Y SIGUIERON INVIRTIENDO

Y, ¿no vino un inversor nunca jamás a Sevilla? Hagamos memoria de todas las empresas que han invertido desde 1999 hasta hoy, empezando por la propia Dragados, involucrada desde 2003 en el Metro. Una gran empresa prefiere llegar a acuerdos extrajudiciales con la Administración y no enfrentársele, porque sabe que a la larga pierde. Basta con que no la contrate más.
Ahora que se cumple el XX aniversario de la Expo, las cinco sociedades de servicios que crearon bancos y constructoras para el 92 me confesaban que no tenían interés en acometer muchos de los ‘marrones’ a que las obligaba Pellón, pero que no tenían más remedio porque así funciona el sistema: hazme tal infraestructura y por este dinero en Sevilla por el supremo interés del Gobierno en quedar bien ante el mundo, que ya te daré una autopista, un pantano, un aeropuerto, un Metro…. en otra parte.
¿O es que acaso a Manzanares no le han dado la obra de la torre Pelli para compensarle por haberle frustrado su inicial proyecto de Puerto Triana, que además chocaba contra el PGOU entonces vigente al demandar más edificabilidad comercial de la permitida? El principio de la seguridad jurídica se invoca o cuestiona según convenga.

LUZ Y TAQUÍGRAFOS

Zoido le ha ‘comprado’ a Manzanares su argumento de que la torre “no se puede parar porque costaría un dineral” al decir que el Ayuntamiento no tiene fondos para indemnizar a Cajasol. ¿Y cómo sabe el alcalde –y Manzanares- que el Consistorio no tiene dinero para frenar el rascacielos si aquí nadie ha cuantificado objetivamente, partida por partida y concepto por concepto, el coste de la presunta indemnización? Zoido, que prometió ser el alcalde de la “luz y taquígrafos”, no ha dado cifra alguna. ¿Por qué?
No hace falta dinero. Se puede compensar en suelo. Recuérdese el antecedente del traslado de la edificabilidad a la Buhaira para compensar por la paralización de la torre diseñada por Pérez Escolano en la Plaza de Armas. Otro ejemplo también de Sevilla.
La plataforma ‘Túmbala’, que tiene recurrida la licencia urbanística de la torre Pelli, sostiene que el coste de frenarla ahora es de cero euros, porque como la parcela sobre la que se alza mide 41.400 m2 permitiría sobradamente que en otras zonas de la misma se pudiera materializar la edificabilidad que se ‘perdiera’ en la torre si se recortara su altura. Y da una solución gratis: incrementar en dos plantas la altura de los dos ‘edificios podio’ que se construyen a sus pies y así no habría lucro cesante ni perjuicio para Cajasol.

Según Icomos, la torre pone en peligro la Sevilla Patrimonio de la Humanidad. La ciudad no está obligada a permanecer en el exclusivo club del Patrimonio Mundial, pero si quiere seguir ha de cumplir sus reglas. Si, por el contrario,  valora más el pan para hoy que significa la torre y no sufrir publicidad negativa como el reportaje del ‘Guardian’, que se salga. Zoido no puede perder más tiempo y oportunidades deshojando la margarita. Debe optar entre el rascacielos y la Unesco, entre el ladrillo y el patrimonio, porque gobernar es elegir.

Imprecisiones

Los Antonios (Pulido, presidente de Cajasol; Muñoz, portavoz adjunto del PSOE) descalifican el informe del Icomos sobre la torre Pelli basándose en sus “imprecisiones” por decir que dista 600 metros de la Giralda en vez de 1.600. Se ve que se trata de una errata u omisión atribuible a los famosos duendes de la imprenta. Ya puestos, veamos “imprecisiones” de los paladines del rascacielos. ¿Cómo cuando se pide la licencia de obras al Ayuntamiento se valora el proyecto a la baja en 130 millones de euros pero públicamente Deloitte hincha la cifra hasta los 353 millones? ¿Cómo se dice que genera 2.000 empleos directos y luego en la radio el más listo de los ingenieros los rebaja a tan sólo 600? ¿Y cómo fuentes cercanas a Cajasol dicen que por cada día que la obra estuviera parada se perderían 8 millones de euros? En tal caso, no poner un ladrillo en mes y medio valdría más que lo que según Deloitte costaría construir las 43 plantas del rascacielos.  ¿Quién, pues,  es más “impreciso”, Icomos o Cajasol? Algunos se agarran a las erratas como a un clavo ardiendo.

El lucro cesante

Zoido reiteró en el encuentro ‘Nueva Economía’ que no pondrá en riesgo la declaración de Sevilla como Patrimonio de la Humanidad y, lo más significativo, añadió en presencia del presidente de Cajasol, promotora de la torre Pelli, que “ni la Caja permitirá que la ciudad la perdiese”, aunque la entidad financiera sigue insistiendo en que el rascacielos es “muy positivo” para la ciudad (Pulido ‘dixit’).
El alcalde, pues, apunta a un hipotético (subrayo lo de hipotético) escenario en que el Ayuntamiento declararía lesiva para el interés público la licencia de obras  e iniciaría la negociación para indemnizar a Cajasol, un supuesto para el que se ha barajado una cifra de 200 millones de euros por lucro cesante.
Pero antes de llegar a ese extremo hay que preguntarse hasta qué punto es “muy positivo” para la propia Cajasol y Sevilla el rascacielos y si tiene lógica económica, al margen de cómo se haya otorgado la licencia y del debate patrimonial.
Cuando Pulido anunció en 2007 que el proyecto de torre de 178 metros diseñado por César Pelli sería el que se construiría en la Cartuja, con una cifra de inversión elevada dos años más tarde por la consultora Deloitte hasta 353 millones de euros, aún nos hallábamos en pleno ‘boom’ inmobiliario.
El ‘boom’ en realidad era una burbuja que estalló con la quiebra de Lehman Brothers en 2008 por  las hipotecas-basura, las cuales desvelaron el desmedido riesgo inmobiliario asumido por las entidades financieras.
Ya en plena crisis, Cajasol difundió en marzo de 2009 el estudio de Deloitte para acallar la oposición a la torre: con su construcción se iban a crear más de 4.000 empleos en Sevilla; en su primer año generaría más de 561 millones de euros y mantendría 11.327 puestos de trabajo; en el segundo, 795 millones y 16.106 empleos; y en el noveno, 1.351 millones y 27.910 empleos.
El rascacielos lleva meses en construcción (se ha rematado ya en una cuarta parte) pero el paro no deja de crecer en Sevilla: un 7,47% más que hace un año y 217.689 personas afectadas. Por tanto, su efecto en el empleo (los anunciados 4.000 puestos de trabajo se habrían tenido que notar) no ha sido el estimado o se ha diluido.

EL RIESGO INMOBILIARIO

El estallido de la ‘burbuja’  ha puesto de manifiesto la incoherencia de asumir un riesgo inmobiliario aún mayor con una obra de la magnitud del rascacielos  y al coste de 353 millones de euros. El Banco de España ha levantado el velo de las Cajas, forzado por los tests de estrés impuestos por la UE al sector financiero, y el pasado enero aquéllas desvelaron su exposición al riesgo del ladrillo: 148.969 millones de euros en conjunto. Previamente, según publicó este periódico, Cajasol fue obligada por el Banco supervisor a integrarse en Banca Cívica debido a un ‘agujero’ estimado en mil millones de euros. Pues bien, la exposición de Cajasol/Banca Cívica al riesgo inmobiliario ascendía a 9.187 millones de euros.
La morosidad en el sector promotor e inmobiliario de Cajasol era del 16,5%, muy superior a la media de las entidades financieras. Cajasol/Banca Cívica tuvo que pedir una primera ayuda de unos mil millones de euros al FROB para paliar esta situación y sufragar, a un coste inicial de 327 millones de euros, la prejubilación de 1.100 empleados y el cierre de 116 sucursales para ahorrar costes, número que se sumó a las 200 oficinas clausuradas previamente.
La carta de Zoido al Gobierno en la que planteaba la asunción de responsabilidades por el rascacielos, es lógica a la luz de estos datos porque ¿tiene sentido que a través del FROB se inyecten mil millones de euros a Cajasol/Banca Cívica debido al riesgo inmobiliario contraído para que esta entidad incremente ese mismo riesgo destinando 353 millones de euros a construir una torre de oficinas? ¿Tiene sentido gastar por un lado 353 millones en un rascacielos mientras que por otro se aplian 327 millones del FROB a reducir la plantilla en 1.100 empleados? ¿Crea empleo Cajasol/Banca Cívica con la torre Pelli o más bien lo destruye para seguir construyéndola?
Tal como está la situación, ¿puede el rascacielos ser un gran negocio inmobiliario que reporte esos augurados beneficios a Cajasol/Banca Cívica y Sevilla? Confrontemos las expectativas con la realidad. En Madrid, con mucha más actividad económica que aquí, los cuatro rascacielos más altos de España (uno, de 250 metros) y que componen el ‘Business Area’ de la capital aún estaban vacíos en un 75% dos años después de su comercialización a entre 29 y 42 euros/m2.
BNP Paribas presentó EN 2010  un informe sobre el mercado inmobiliario sevillano según el cual la contratación de oficinas se redujo en un 37% en 2009 por tercer año consecutivo y había una superficie disponible de 174.000 m2, equivalente a dos veces y media la futura torre Pelli. Así pues, no sólo se ha hundido la demanda, sino también los precios, con varios años de reajuste a la baja (-10% en 2009).
Para que se pueda conceder una indemnización por lucro cesante la jurisprudencia exige: 1) que exista y pueda ser probado; y 2) que pueda determinarse la cuantía que se ha dejado de percibir.
¿Se han dejado de percibir acaso rentas por alquileres en la torre Pelli por valor de 200 millones de euros? No. ¡Si aún no hay tales oficinas!. Y ya hemos visto cómo de hundido está el mercado inmobiliario. Por tanto, salvo el valor tangible de lo construido físicamente, el resto de lo que rodea a la torre se basa en meras lucubraciones sobre el papel. Y en este caso el papel, al contrario de lo que se dice, no lo soporta todo.