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Vamos a contar mentiras

A falta de cinco meses para las municipales, Monteseirín se ha dedicado durante estas fiestas navideñas a hacer declaraciones a modo de despedida a algunos medios adictos (tras pasar por caja) a su causa, en los que ha contado, como en  la canción infantil que da título a este artículo,  mentiras,  y también medias verdades, de las que entresaco el siguiente ramillete:

Tres mandatos son suficientes. Estoy muy contento de haber tomado una decisión que creo es la mejor para mi partido y para la ciudad: Monteseirín pretende hacer creer que no quería continuar como alcalde, cuando en su círculo llegó a decir que aspiraba a permanecer al menos 20 años, en línea con un Pedro Pacheco en Jerez o  un Francisco Vázquez en La Coruña. Toda su estrategia, tras la clamorosa derrota de su sector crítico en el congreso provincial del PSOE del verano de 1998, fue parapetarse en la capital y buscar la fórmula de ser designado candidato con el aval de Madrid y al margen de la Ejecutiva Provincial.

Chaves y Monteseirín se han apoyado mutuamente hasta el final

Chaves y Monteseirín se han apoyado mutuamente hasta el final

Cuando Chaves, su único valedor frente a José Blanco y José Antonio Viera, deja San Telmo, su suerte está echada. En la era de Internet, las tabletas, los e-readers y el correo electrónico, Monteseirín pasará a la historia por ser el único alcalde defenestrado a través de un medio tan antiguo como un teletipo: el famoso cable de Europa Press  por el que Griñán anunció ‘urbi et orbi’ que no repetiría. Franco mandaba a los ministros cesantes un sobre con un motorista. Griñán ni siquiera se molestó en gastar gasolina. Bastó con el télex de una agencia. Así fue como Monteseirín se enteró de que quien había tomado la decisión de quitarlo del medio fue Griñán y no él.

Le planteé a Chaves que no quería presentarme por cuarta vez a la Alcaldía. Acordamos que lo mejor era no decir nada:  Chaves deja la Junta a principios de abril de 2009 para irse a Madrid, y ya el día 22 de ese mismo mes Griñán es investido como nuevo presidente andaluz. Por entonces faltaban 25 meses exactos para las municipales. ¿Es imaginable que el alcalde de la capital de Andalucía transmita su intención de no continuar cuando faltan más de dos años y que esa comunicación la mantenga con Chaves, ya en Madrid, en vez de, o además de,  con el nuevo presidente de la Junta, y que acuerden mantenerlo en secreto sin preparar rápidamente la sucesión?

En la era de Internet a Monteseirín lo defenestraron por un medio tan antiguo como un teletipo de agencia

En la era de Internet a Monteseirín lo defenestraron por un medio tan antiguo como un teletipo de agencia

Si esto hubiera ocurrido realmente, no denotaría más que su torpeza al haberse mantenido en la estela de Chaves sin comprender que el nuevo hombre fuerte en Andalucía era Griñán, que aunó la doble condición de presidente de la Junta y secretario general regional. Obrando a espaldas de Griñán, Monteseirín se cavó su propia tumba política.

Me he quedado (en la Alcaldía) porque el partido me pide que siga hasta el final para rematar los proyectos pendientes: Declaración contradictoria con esta otra de que él defendía que una persona de su equipo de gobierno (Celis) se hiciera cargo de la Alcaldía cuando faltara algún tiempo, y fuera el alcalde para después ser el candidato. Monteseirín no se ha quedado porque el partido se lo pidiera, sino porque el PSOE no ha querido pagarle el precio exigido por él para dejar la Alcaldía antes de tiempo y no hacerle sombra al alcaldable, y también para hacerle pagar la factura de su negativa a facilitar su sucesión. En su momento le ofreció un puesto en el Parlamento Europeo a cambio de dejarle vía libre a Emilio Carrillo, pero con tal de fastidiar a este último, ha acabado por fastidiarse él mismo. Si le dan una salida será después de las municipales y no antes, porque a cinco meses del 22-M ya no tiene sentido.

Mi proyecto ha sido refrendado en tres ocasiones por los sevillanos: Otra mentira, y una de las más reiteradas por Monteseirín. Sólo ganó una de las tres elecciones municipales a las que se ha presentado, y por mayoría relativa. Las primeras y las terceras las ganó el PP (Soledad Becerril y Juan Ignacio Zoido), y en sus tres mandatos tuvo que pactar (una vez con el PA, dos con IU) para lograr los votos que le faltaban para ser alcalde.

Soy el único alcalde de Sevilla que siempre mejoró sus resultados: Una mentira si afirma esto y una verdad con trampa si afirma que mejoró el número de concejales. No mejoró siempre sus resultados porque el PSOE pasó de 130.958 votos en las elecciones municipales de 2003 a 124.534 en las de 2007. Y si en 2007 obtuvo un concejal más (15 en total) que en 2003 (14) pese a haber perdido 6.424 votos de una elección a otra, esto es sólo posible por las características de nuestro deficiente sistema electoral. Por tanto, en votos populares y en refrendo de los sevillanos, Monteseirín podría decir sin faltar a la verdad que ha sido el único alcalde cuyos resultados han empeorado y que aun así siguió siéndolo.

Me critican en núcleos conservadores, con aires predemocráticos y del nacionalcatolicismo, que no tienen nada que ver con los tiempos en que vivimos: Por eso él, tan progre, ha concedido trece medallas de la ciudad (récord mundial) a otras tantas vírgenes y arbitrado una política de subvenciones a las cofradías conocida como “el urbanismo morado”.

Después de ser alcalde, estoy saciado de popularidad: El 20% de los sevillanos que declaran conocerlo  lo califican directamente con un cero; jamás ha sido aprobado en una encuesta durante sus 12 años de mandato, sin contar el demoledor resultado para él del sondeo encargado por el PSOE a Julián Santamaría, y en el último  divulgado aparece como el segundo alcalde de España peor valorado.

En honor a la verdad, debería haber dicho esto: “Después de ser alcalde, estoy saciado de impopularidad”.

Un búnker en la Plaza Nueva

Griñán, presidente de la Junta y secretario general del PSOE (A), sólo ha sabido adoptar como medida de fuerza y autoridad ante el rebelde Monteseirín la consigna de hacerle el vacío desde su Gobierno como respuesta a su desmedido afán de protagonismo y a su torpedeo a Espadas.

A Griñán, que pilló descolocado al alcalde cuando anunció su defenestración mediante el famoso teletipo de Europa Press, le está pasando con Monteseirín lo mismo que a Viera en los últimos años y tras haberlo arrasado en el último congreso provincial: al no rematarlo políticamente cuando lo tenía contra las cuerdas, ni ser capaz de imponer su autoridad orgánica, el alcalde acaba haciendo caso omiso de sus directrices y tensa la situación al máximo para que sean los otros los que reculen por miedo a que decisiones drásticas que afecten a la Alcaldía de la capital de Andalucía tengan un coste electoral para  el partido.

Monteserín se crece a medida que pasa el tiempo y ve que nadie, ni Viera ni Griñán, lo meten en cintura, y acaba convirtiendo el Ayuntamiento en su búnker político.

NINGÚN PASO ATRÁS

Griñán  está comprobando el calificativo con que definió a Monteseirín su antiguo protector, Caballos: “Alfredo es un glotón de la política”.           Por esa glotonería, Monteseirín no va a quedarse en ayunas de fotos y actos, por más que reste protagonismo a Espadas y el PSOE le haya instado a que dé un paso atrás y deje los focos para el candidato, que necesita incrementar su grado de conocimiento a sólo siete meses para las elecciones.

Apenas iniciado el nuevo curso político, Viera lanzó el mensaje de que “ahora llega el turno del candidato y no del alcalde”.

Monteseirín recogió el guante. Seis días después se autoconcedió una entrevista en su televisión particular, Giralda TV, donde proclamó que su candidato a la Alcaldía (en defecto de él mismo) era Celis y no Espadas, y que aunque no había “ningún tipo de diferencias”, él se dedicaría a “visitar las obras, ver cómo van  e inaugurarlas”. Y añadió: “Yo voy a rematar la gestión;  el proyecto político de futuro le corresponde al candidato”.

ESPACIO LLENO

No tardó en desmentirse a sí mismo, como cuando anunció que estaba promoviendo una nueva pasarela sobre el río, proyecto que Espadas interpretó suponía una intromisión en ese futuro que él debía representar y al que por eso calificó de obra no prioritaria: “Claramente –dijo- es una propuesta que corresponde analizar al nuevo mandato municipal”.

Monteseirín, acusado por Del Valle de haber propiciado un exceso de protagonismo de Torrijos por haber dejado vacío el espacio que le correspondía como alcalde, hace ahora justo lo contrario con Espadas y se niega, con una política de hechos consumados, a cederle sitio. El alcalde quiere morir matando y tiende a fagocitarlo todo, haciendo honor a su ‘glotonería política’.

Griñán no sólo ha descubierto que Monteseirín ‘ningunea’ a Espadas, sino que se ha destapado como el hombre de Chaves, justo cuando el presidente más procura desmarcarse de su predecesor (nadie significado de la Junta fue a su conferencia en el club Cámara 500 ni a la reinauguración de la Plaza de España), para no aparecer como una marioneta del hombre que gobernó Andalucía 20 años.

PROTEGIDO DE CHAVES

La identificación de Monteseirín con Chaves no es de ahora, sino de siempre, porque fue el expresidente quien, contra el criterio de Viera y de Blanco, se empecinó en mantenerlo primero como candidato y, luego, como alcalde, cuando el PSOE (A) aún estaba a tiempo de sustituirlo por Carrillo y de remontar en las encuestas.

En Madrid, Zapatero y Blanco esgrimieron los sondeos favorables a Trinidad Jiménez para organizar su asalto a la Comunidad por encima de Tomás Gómez. En Sevilla, Monteseirín no ha aprobado jamás un sondeo en doce años y es rechazado por el 80% de sus correligionarios, pese a lo cual el PSOE no ha podido defenestrarlo de candidato a la Alcaldía hasta que, ido Chaves, Griñán se hizo con el poder orgánico.

Y es que Chaves temía que si daba luz verde a su relevo en pleno mandato como alcalde, abría el debate de su propia sucesión en la Junta a mitad de legislatura, como así acabó sucediendo. Sus destinos estaban entrelazados como cerezas: él acabó en Madrid y Monteseirín, de alcalde amortizado y peripatético por Sevilla.

OPORTUNIDAD PERDIDA

Pero ni Griñán, pese a tener todo el poder, ni Viera han sabido forzar la salida de Monteseirín de la Alcaldía cuando más factible era nombrar como sucesora a Rosamar Prieto y ‘dedil’ a Espadas para que, como delegado de la Presidencia en el Ayuntamiento, cobrara visibilidad ante los sevillanos. El  PSOE ha perdido los meses en buscarle un cargo a Espadas, al que ha dejado huérfano institucional tras quitarlo de consejero (en Madrid, Trinidad Jiménez no se planteó dejar el Ministerio aunque hubiera sido la candidata a la Comunidad) y luego en evidencia con la torpe maniobra para elevarlo al Senado.

Mientras, Monteseirín se ha encastillado en la Alcaldía en una actitud (llegó a exigir un cargo remunerado con 220.000 euros) que recuerda a la de Beneroso y Benjumea en las cajas.

Griñán ha perdido ahora una gran oportunidad con la marcha de Rosa Aguilar a Madrid. Podría haber nombrado consejero de Obras Públicas a Monteseirín y quitarlo del medio en beneficio de Espadas activando la solución Rosamar. Obras Públicas habría sido el destino ideal para Alfredo, el de las setas de la Encarnación. Como allí ya está exiliado Celis, ni siquiera habría hecho falta retocar el organigrama de la Consejería.

¿Y Espadas?

Si ahora algún partido –por ejemplo el PSOE, tan aficionado a ellas, según Blanco y Zapatero- hiciera una encuesta en Sevilla y preguntara por el nombre de los precandidatos socialistas a la Alcaldía de Madrid (Trinidad Jiménez y Tomás Gómez) y del precandidato a la de  Sevilla, Juan Espadas, ¿a quién creen que citarían más los encuestados por su mayor grado de conocimiento? Estamos en septiembre y faltan tan sólo nueve meses para las municipales, el periodo de un embarazo para un parto político que puede ser feliz o infeliz, un plazo inferior al año con que contó Zoido tras su anterior elección como candidato por el PP y Espadas sigue manteniendo el mismo bajo perfil público que antes del verano, como si el PSOE y él fueran sobrados de tiempo. Mientras en Madrid, por seguir con el símil, la feminista Trinidad Jiménez se ha dejado ver hasta en los partidos del Getafe para chupar cámara, Juan Espadas sigue camuflado entre la multitud, como en el acertijo de ‘¿Dónde está Wally?’. Sí, ¿dónde está Espadas? A Juan se le espera, pero por ahora sigue sin estar.

SE-40

Mal de muchos…..Hay suspiros  de alivio porque el ministro de Fomento, Pepiño Blanco, no le ha metido en demasía las tijeras de trasquilar kilómetros a Andalucía y ha prometido que las obras de la SE-40 van a seguir, aunque con más retrasos que los aviones por las enfermedades imaginarias de los controladores. El eufemismo se llama ‘reprogramación’. Significa que las obras públicas se van a demorar de uno a cuatro años….más del retardo acumulado. Es el sino de Sevilla. Y, ojo, Blanco ha dicho vagamente –las rebajas las concretará en septiembre- que va a seguir lo que está en ejecución (24 kilómetros), no lo que falta, englobable en la categoría del ‘sine die’ o las calendas griegas. Y también ha dicho que hay viaductos que parecen obras de arte en vez de ingeniería; vamos, que podrían hacerse de catálogo. Mucho me temo que los Atlantes en forma de túnel diseñados por el ingeniero trianero José Luis Manzanares para salvar el Guadalquivir pueden poner sus barbas a remojar. Más que al ralentí, Blanco ha puesto la SE-40 en cuarentena. Acabará siendo la SE-50.

El bastón de mando

Dicen que el alcalde es el gran ausente en los actos de la ciudad y eso dispara las cábalas sobre su futuro. O está ausente porque quiere dejar de ser alcalde o al no sentirse ya  alcalde por eso está ausente, como en el poema de Neruda. Dicen también que habría comunicado a Griñán su deseo de dejar el bastón de mando. La percepción hasta en el PSOE es que ese bastón lleva abandonado demasiado tiempo. Recuerden si no lo dicho por Del Valle: si Torrijos tiene más poder que el que representan sus votos es porque está ocupando el vacío que deja Monteseirín. En realidad, Alfredo ha sido siempre un alcalde cogido entre alfileres, primero por las del PA y luego por las de IU.  Viera en Sevilla y Blanco en Madrid han intentado cargárselo al comprobar con horror el rechazo que inspira en las encuestas hasta entre los votantes socialistas, pero ha sobrevivido gracias a la teoría de Chaves de que a un regidor no debe quitarlo el partido, sino las urnas. Que Monteseirín se vaya o se quede, al cabo es indiferente: sólo es una marioneta cuyos hilos mueve  Marchena.