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La torre de la discordia

Zoido no quiere pasar a la historia como el alcalde en cuyo mandato Sevilla fue expulsada de la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco a causa del rascacielos de la Cartuja, sobre el que ya aquélla ha dado dos avisos. Aunque la licencia fue otorgada  por  Monteseirín (mediante un procedimiento cuestionado ‘a posteriori’, por su oscurantismo, por los colectivos opositores), Zoido ha escrito a Gobierno y Junta para plantearles la hipótesis de que si por evitar la descalificación de Sevilla como Patrimonio de la Humanidad hubiera que revisar o anular la licencia del rascacielos e indemnizar a Cajasol   (se habla de 200 millones de euros), ¿quién y bajo qué criterios debería asumir ese coste?
La consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, en sintonía con el delegado del Gobierno, ha responsabilizado del problema exclusivamente al Ayuntamiento:“Lo que haya que decidir sobre eso recae sobre la Administración que concede la licencia, que no es la Junta de Andalucía”.
Al margen de otras consideraciones, la cuestión clave a la que alude la consejera es precisamente ésa: cómo la Junta, que ahora se lava las manos, creó las condiciones necesarias para que se construya este rascacielos y no otra cosa.
Siempre ha existido en Sevilla una ‘ley’ no escrita (como la Constitución británica o las alternancias continentales de las sedes olímpicas) en el sentido de que ningún edificio se aproximara, equiparara o superara en altura a la Giralda, el símbolo de la ciudad. En virtud de esa ‘ley’ se tumbó en los 90 el proyecto de torre de unos 30 metros de altura de Pérez Escolano en la Plaza de Armas.
El rascacielos en construcción es el último de varios proyectos en la explanada Sur de la Expo, cuyo primer exponente, ‘Puerto Triana’, incluía un lago circular para puerto deportivo y que fue promovido tras el 92 (gobierno local PP-PA) por los empresarios José Antonio Sáenz y José Luis Manzanares y El Monte. Aquéllos  eran vistos desde la Junta y el PSOE como afines al PA, razón por la que sus sucesivas modificaciones del proyecto e incorporaciones de inversores para darle músculo financiero (Rodamco fue el último) nunca recibieron luz verde.

EL ‘CAMPANILE’

A la desesperada, ficharon a un arquitecto de la ‘gauche divine’ bien visto por el PSOE, hasta el punto de que Felipe González llegó a ‘pre’nombrarle comisario para la Expo antes que a Olivencia: Ricardo Bofill. Fue repudiado por las fuerzas vivas  por el mero hecho de ser catalán, así que encomendándole este proyecto de alguna manera se reparaba el agravio cometido. El divo arquitecto presentó un diseño que incluía un ‘campanile’, una torre de 80 metros como hito del nuevo Puerto Triana.
En mayo de 2002, la Junta emitió un informe en el que advertía que el planeamiento sólo permitía en la zona una altura máxima de cinco plantas -y seis el de la ciudad- para usos terciarios (un máximo de 23 metros). Por tanto, concluía, “se está proponiendo una excepcionalidad a escala de ciudad de notable alcance en lo que respecta a las alturas”. A la vista de esta singularidad, la Junta decía que la construcción de la torre “debiera estar suficientemente analizada y justificada”. La consejera de Obras Públicas exigió además que el Ayuntamiento garantizara las inversiones con el fin de evitar la saturación del tráfico y recortar la edificabilidad.
También instó a optar por otra vía en caso de no querer reformarse el proyecto: tramitarlo en la revisión del nuevo PGOU, lo que podría significar una demora mayor. Por entonces los promotores llevaban 8 años esperando, por lo que cuando al año siguiente Monteseirín pactó con IU para librarse del PA tiraron la toalla y lo traspasaron todo a las Cajas, en manos del PSOE.

DESBLOQUEO

Y todo cambió. El Ayuntamiento, las Cajas  y Agesa firmaron un convenio para desbloquear el proyecto “después de que el anterior –dijo Bueno Lidón- decayese (sic) por causas ajenas tanto al Ayuntamiento como a los promotores”.
Si antes la Junta instaba a esperar a la revisión el PGOU, ahora el convenio se tramitaría como modificación puntual del Plan entonces vigente  con el fin de lograr un desarrollo más rápido del que supondría esperar a la aprobación del nuevo PGOU (al menos un año).
Monteseirín declaró que se haría un hito como la Torre Bofill “o algo parecido”, mientras que Carrillo, aún a su lado, expresó que el Ayuntamiento aplaudiría “todo lo que suponga un edificio en altura”, y animó a los promotores a que fueran valientes y “rompieran moldes”. Monteseirín atribuyó este “momento de éxito” a los cambios políticos producidos (la salida del PA).
Cuando trascendió que el “algo parecido” a la torre Bofill podía ser un rascacielos de 50 plantas y un máximo de 225 metros (finalmente rebajados a 178), el delegado de Cultura de la Junta ya no veía pega alguna a la altura. Bernardo Bueno declaró que el rascacielos no tendría problemas con las leyes de Patrimonio en ese sentido siempre que no tocara la lámina del río.

METROS DE ‘MODERNIDAD’

Y Monteserín hizo su particular silogismo: “Los edificios de gran altura son elementos consustanciales a las grandes ciudades. Sevilla es una gran ciudad que debe tener lo que tienen todas las grandes ciudades”.
Si hoy, por causa del rascacielos de 178 metros propiciado por la Junta e impulsado por un alcalde con complejo de inferioridad, peligra la Sevilla Patrimonio de la Humanidad no será por culpa de Zoido.
El rascacielos, al igual que las ‘setas’, irá ligado por siempre a su predecesor. Por eso no sé por qué le llaman torre Cajasol o torre Pelli, cuando debería ser conocido como  torre Monteseirín.

Mejor callado

Espadas ha reprochado a Zoido que no haya organizado ni acudido como alcalde a un acto de inauguración oficial del paso subterráneo de las avenidas Bueno Monreal y La Palmera y que lo haya puesto en servicio sin más, sin ninguna pompa y circunstancia con música triunfal de Edward Elgar. Según el líder de la Oposición municipal, esta inauguración clandestina se ha debido a que “el PP no quiere que los sevillanos identifiquen que es una obra que lleva la marca socialista”. ¿Será ingenuo (con perdón) Espadas? Mira que quejarse de que los ciudadanos sigan sin asociar la marca PSOE a un túnel que se presupuestó en 5,8 millones de euros y que ha acabado costando 9 millones (una desviación del 55%); que se iba a abrir a principios del año 2010 (última de las sucesivas fechas anunciadas) y que ha acabado poniéndose en servicio con un año y medio de retraso. ¿Existe algún motivo para sentirse orgullosos de la gestión de Monteseirín y Fran Fernández? Hay ocasiones (y son ya demasiadas), Juan, en que lo mejor para la marca PSOE y para ti son los sonidos del silencio.

 

Armonía

Fue en la última respuesta en la entrevista que le hizo  Teresa López Pavón donde Soledad Becerril resumió su pensamiento político sobre la ciudad: “Yo quiero una Sevilla –dijo- limpia y verde. No hacen falta grandes torres, sino que los niños tengan donde jugar y los mayores donde sentarse. Que la ciudad transmita armonía”. ¡Armonía! Sí, en esta maravillosa palabra se resume todo. Como ‘el clave bien temperado’ de Bach, la Sevilla bien temperada de Soledad. Habría bastado con preguntarse si las setas en la Encarnación transmitirían armonía en pleno centro para saber a qué atenerse respecto a la obra faraónica de Alfredo, despilfarro económico aparte. ¿Armonizaba la biblioteca universitaria en los jardines del Prado? ¿Será más o menos armónica la visión de Sevilla con el rascacielos de la Cartuja dominando el horizonte desde sus 180 metros? Cada vez que se hable de una nueva obra emblemática o de cualquier otro proyecto, ya sea menor, mayor o mediano, aplíquesele primero el ‘principio’ de Soledad para hacerse una idea previa: ¿transmite armonía o disonancia?

 

 

 

 

 

Imán de madera

En el nuevo capítulo del culebrón sobre los bancos de la Alameda de Hércules que nos está entreteniendo en  esta ‘rentrée’ y que al Ayuntamiento le gustaría fuesen de quita y pon (la delegada Asuidea ‘dixit’) para así contentar a tirios y troyanos, el mobiliario urbano ha sido repuesto pero en un sitio distinto y distante y en menor número que antes, lo que ha sido considerado ‘casus belli’ por una facción del vecindario y garantiza la continuación de esta apasionante telenovela municipal. Además, ha aparecido en escena un nuevo despropósito: cambiar de lado la puerta del parque infantil. Empezamos por los bancos y ya vamos por las puertas. ¿Qué será lo siguiente? ¿Las farolas porque atraen a las polillas? Lo más peregrino es el argumentario para justificar estos viajes de ida y vuelta: esos elementos funcionaban como “un imán de ruidos”. ¡Eureka! ¡Qué gran descubrimiento! El Ayuntamiento ha inventado una figura administrativa nueva. A partir de ahora podrá declarar unas calles  como zonas acústicamente saturadas, y otras,  como zonas saturadas de bancos.

 

 

La ciudad verde

Malmoe es la tercera ciudad de Suecia y con su área metropolitana tiene una población cercana a la de Sevilla: unos 650.000 habitantes. Si Sevilla dice ser nodo entre Oriente y Occidente, Malmoe lo es realmente entre el Norte y el Sur escandinavos por el puente de Oresund, un alarde de ingeniería que salva los 18 kilómetros que la separan de Copenhague mediante una combinación de puente  (7,5 kilómetros de longitud, con pilares de hasta 204 metros y vanos centrales de 490 metros), una isla artificial de 4 kilómetros y un túnel de 3,5 kilómetros bajo el Báltico.
La ciudad tiene hasta su particular torre Pelli, en este caso de  Calatrava. Cuando, por la crisis de los astilleros  (otra similitud con Sevilla), desapareció la gigantesca grúa que era  el símbolo de la  ciudad industrial, el Ayuntamiento decidió sustituirla por un rascacielos en el mismo puerto pero un kilómetro más lejos, a modo de icono de la nueva urbe en transformación: el ‘Turning Torso’, así llamado porque representa un torso humano en giro. Complejo residencial con oficinas en la zona inferior de sus 54 plantas, mide 190 metros. 

Esta ciudad tan sueca como Ikea afrontó el reto de reinventarse al sufrir la crisis de la construcción naval y la industria pesada. Su Plan Estratégico fue convertirse en una ciudad verde, con construcción,  energía y  transporte sostenibles. Si la UE se marcó el objetivo del 20-20-20 (lograr en 2020 un 20% de energías renovables y reducir en un 20% la emisión de CO2), el de Malmoe es conseguir para entonces  el 100% de la reducción de gases de efecto invernadero y que en 2030  la energía generada y consumida en la ciudad sea 100% limpia.
Todo  en Malmoe es en función de su Plan Estratégico verde, no propagandístico como aquí, sino un compromiso real de habitantes y empresas. Así, tanto la iniciativa priva como la Administración se comprometen a destinar un 50% de la superficie de cualquier nuevo proyecto constructivo a zonas verdes en las que incrementar la biodiversidad con todo tipo de plantas, y no sólo en el suelo, sino también en los edificios: trepadoras en las fachadas y jardines en las azoteas y/o cubiertas, dotadas de sistemas para recoger el agua de lluvia.
El Ayuntamiento ha recalificado grandes zonas del puerto, pero antes de ponerse un ladrillo  se analizan lo suelos para  eliminar cualquier posible resto contaminante, y se han llegado a cubrir con dos metros de tierra para que tengan la misma calidad que la de los parques.
El modelo de actuación fue un nuevo barrio, el ‘Bo01’, con 350 apartamentos, donde se ha llegado a cero emisiones de CO2 mediante la profusión de zonas verdes en que las plantas sembradas eran elegidas en función de su producción de néctar para la atracción de abejas y otras especies polinizadoras, amén de la instalación de casetas y nidos artificiales para aves y murciélagos. Un aerogenerador produce la energía para el vecindario.

ENERGÍA LIMPIA

Generar energía limpia es obsesión. Las cubiertas de los colegios, museos, oficinas públicas, guarderías, residencias de ancianos….se aprovechan para placas fotovoltaicas, colectores solares y miniaerogeneradores.
El Ayuntamiento lanzó una campaña sobre la necesidad de separar los residuos orgánicos en la basura para producir energía con ellos. La idea-fuerza era que 10 kilos de restos de comida podían convertirse en combustible para recorrer 10 kilómetros. Ahora la basura se aprovecha tanto que parte de la calefacción se nutre de la energía obtenida de la incineración de residuos orgánicos: el biogás.
Cuando Calatrava diseñó su rascacielos, tuvo que instalar un tanque especial de almacenaje de los restos de comida que molían los residentes en cada apartamento con las trituradoras con que fueron dotados, a fin de transformarlos  en biogás o fertilizantes.
No sólo se produce energía verde;  también se fomenta su ahorro. El Ayuntamiento ha creado un servicio gratis  de auditores energéticos que chequean las viviendas, comercios y empresas y aconsejan cómo reducir el gasto de electricidad y calefacción.

BICICLETAS

Los autobuses funcionan con gas natural desde hace un decenio. Han sido progresivamente adaptados  para que usen una mezcla de biogás al 50%, y ahora el reto es que consuman únicamente biogás. También los taxis.
La red de carriles bici se extiende ya a lo largo de casi 500 kilómetros y se han arbitrado todo tipo de medidas para favorecer el transporte en bicicleta: aparcamientos vigilados, bombas en las calles para inflar las ruedas y sensores en semáforos que detectan a los ciclistas y los ponen en verde para darles prioridad.
El Ayuntamiento regala bonos para bicicletas a quienes dejan los coches e incentiva a los fucionarios para que se muevan en bici. También lanzó la campaña ‘Business on bikes’, gracias a la cual los empleados de medio centenar de empresas han cambiado el coche por la bicicleta para acudir al trabajo.
Alrededor de las estaciones de tren y de autobús se han construido aparcamientos para bicicletas y se han creado billetes de transporte que incluyen el parking-bici.
El resultado de esta política es que, hoy, un 30% de los desplazamientos se hacen en bicicleta y que el uso del automóvil para trayectos urbanos inferiores a los cinco kilómetros ha caído al 38%.
No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va. Malmoe sabe su destino  porque tiene un modelo definido: la ciudad verde. ¿Cuál es el de Sevilla,  aparte de ser la difusa ‘ciudad de las personas’?

Tempelhof y Tablada

En  1909, en una explanada que con el tiempo sería rodeada por Berlín, el francés Armand Zipfel realizó la primera exhibición aérea de la historia, a la que siguió otra de Orville Wright. Aquellos vuelos marcaron el destino de los terrenos, donde se construyó la primera pista de lo que sería el aeropuerto de Tempelhof.
Un decenio más tarde accedió al poder en Alemania el nazi Hitler, el cual convirtió Tempelhof en otro símbolo del poderío del Tercer Reich. Al concluir las obras encomendadas entre 1937 y 1941 a Erns Sagebiel bajo la planificación y supervisión del arquitecto del régimen, Albert Speer, la terminal aeroportuaria era el edificio más grande del mundo, sólo superado luego por el Pentágono, en Washington.
Esta imponente terminal y las alas adyacentes que formaban un cuarto de círculo y permitían a los aviones llegar casi al pie de los pasajeros, causan aún la admiración de arquitectos como Norman Foster, que calificó Tempelhof como “la madre de todos los aeropuertos”. 

EL PUENTE AÉREO

Como es sabido, tras la derrota nazi en la II Guerra Mundial, Alemania y su capital, Berlín, fueron repartidas entre las cuatro superpotencias victoriosas (Estados Unidos, Unión Soviética, Francia e Inglaterra), y el aeropuerto de Tempelhof quedó, providencialmente, bajo el control aliado, en concreto de Estados Unidos.
El 26 de junio de 1948, en pleno auge de la denominada ‘guerra fría’, la Unión Soviética del genocida Stalin bloqueó  las rutas terrestres y fluviales de acceso a Berlín como medida de presión para que los aliados le cedieran el control de los sectores bajo su mando.
Completamente aislados y rodeados por la zona ‘roja’  en manos de los soviéticos, dos millones y medio de berlineses no tenían forma alguna de abastecerse de alimentos, medicinas y otros productos básicos, pero tan sólo una semana después de establecido el bloqueo Estados Unidos comenzó a usar el céntrico aeropuerto de Tempelhof como base de despegue y aterrizaje de aviones solidarios, que lanzaban en paracaídas las provisiones sin las que los habitantes de Berlín Oeste habrían muerto de hambre.
Aviones de todos los países aliados se sumaron al que ha sido el mayor ‘puente aéreo’ de la historia, mientras en el aeropuerto se trabajaba sin descanso para construir dos nuevas pistas en tiempo récord (tres y cinco meses). En los dos años que duró el bloqueo hasta que Stalin se dio por vencido, gracias a los 280.000 vuelos realizados desde Tempelhof y dos pequeños aeródromos complementarios se lanzaron sobre la población de Berlín 2,3 millones de toneladas de alimentos, carbón para cocinar y calefacción y medicinas. Particularmente famosos se hicieron entre los niños los aparatos Douglas DC-3 llamados ‘Candybombers’, que les lanzaban golosinas y chocolate. La foto de las criaturas con las manos alzadas al cielo esperando las chocolatinas es considerada un documento histórico de la ciudad.

ABOCADO AL CIERRE

El aeropuerto de Tempelhof salvó Berlín y quedó convertido para siempre en un símbolo heroico de resistencia y en la memoria sentimental de los berlineses, pero su misma ubicación estratégica en el centro de la capital acabó progresivamente trocándose en la causa que abocó a su cierre.
Por la proximidad de los edificios a las pistas, los nuevos y cada vez más grandes aviones comerciales no podían aterrizar en él y tenían que ser desviados a aeródromos del extrarradio. Su explotación devino en ruinosa y se decretó su cierre para 2004.
La oposición de los berlineses a tal medida por todo lo que significaba para ellos el aeropuerto lo impidió, pero el déficit era insostenible. En 2007, de los 20 millones de pasajeros de los aeropuertos berlineses, tan sólo 350.000 tuvieron como destino Tempelhof, reservado únicamente a vuelos chárter y avionetas.
La clausura del complejo aeroportuario, de 380 hectáreas de superficie (la dehesa del aeródromo sevillano de Tablada mide 367), no pudo lograrse hasta el 31 de octubre de 2008,  previo referéndum no vinculante en que 580.000 ciudadanos de un censo electoral de 2,4 millones votaron a favor de su supervivencia.

PRESIONES INMOBILIARIAS

Inmediatamente, el Ayuntamiento del Berlín reunificado y capital del, otra vez pese a todos los fantasmas históricos,  país más poderoso económicamente de Europa recibió todo tipo de presiones para convertir Tempelhof en el mayor negocio inmobiliario de todos los tiempos en Alemania. Ahí es nada: 380 Has.  de suelo libre en pleno centro de la ciudad.
Sin embargo….

Hace ahora poco más de un año, 200.000 berlineses se dieron cita en las pistas y terminales del aeropuerto más antiguo de Europa para festejar por todo lo alto, con cometas y fuegos artificiales, su reconversión en el mayor parque público de la ciudad.
Seis kilómetros de pistas de despegue y aterrizaje de aviones son desde entonces circuitos para ciclistas, patinadores y deportistas urbanos. Se han habilitado 2,5 hectáreas de terreno para encender barbacoas y cuatro para que los berlineses paseen sus perros con plena libertad.
La terminal aeroportuaria, que en su día fue el mayor edificio del mundo (1.200 metros de longitud y 290.000 m2 de superficie), es ahora escenario de todo tipo de actividades, como el festival de moda ‘Bread & Butter’ y el ‘Berlin Music Week’, que cada septiembre congrega en la capital germana a miles de jóvenes europeos.
Al leer la historia del mítico aeropuerto berlinés me acordé, no sé por qué, de otro aeródromo sevillano no menos mítico.
Tempelhof, verde. ¿Y Tablada?

Muerto el perro

La versión oficial de la delegada del distrito municipal Casco Antiguo, Amidea Navarro, sobre la polémica retirada de los bancos colindantes con un parque infantil en la Alameda de Hércules es que se ha debido a las quejas de otros vecinos, motivadas porque aquéllos eran utilizados durante las noches para la celebración de botellonas y juergas musicales, con lo que los residentes más cercanos necesitaban hasta ingerir pastillas para poder dormir. Insólito. La idea de Amidea es que el causante del problema es el mobiliario urbano y el parque donde juegan los niños en vez de los niñatos de la movida, así que muerto el perro (retirados los bancos), se acabó la rabia. Como el Ayuntamiento de Zoido es incapaz de obligar a cumplir la ley antibotellona aprobada por el Parlamento andaluz en tiempos de Evangelina Naranjo de consejera de Gobernación (Zoido empieza a parecerse en esto peligrosamente a Monteseirín) y de imponer el orden público en la Alameda, la toma contra los objetos en vez de contra los incívicos y los vándalos. Como  los bancos no votan, son botados.

Zoido y Mr. Hyde

El gran novelista  Robert Louis Stevenson narró en ‘El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde’ un caso de desdoblamiento de personalidad: cómo pueden convivir extremos antitéticos en  una misma persona. Recordé a Stevenson y su alegoría moral al leer la noticia de que el Ayuntamiento ha provocado un conflicto vecinal al retirar unos bancos de la Alameda. El Consistorio presidido por quien inició la carrera a la Alcaldía haciendo bandera de un banco en una plaza de Bellavista ahora quita los bancos  en otra plaza. El mundo al revés, como en el poema de José Agustín Goytisolo, o ‘El extraño caso de su señoría don Juan Ignacio y el señor Zoido’. Si Zoido fuera consecuente, emplazaría al alcalde a que repusiera los bancos de la Alameda en 48 horas so pena de hacerlo él mismo con sus propias manos. De paso, daría satisfacción a Espadas, que le acusa de seguir pensando como líder de la Oposición en vez de como primer edil. Zoido, alcalde y jefe de la Oposición simultáneamente, y volviendo a sus orígenes con los bancos. Todo en uno. La cuadratura del círculo.

A huevo

Max Estrella es un personaje de ficción creado por Valle Inclán para ‘Luces de Bohemia’, con la que inauguró un nuevo género teatral: el esperpento. (Max)imiliano Vílchez es un personaje real, para más señas delegado de Urbanismo, que amenaza con convertirse en la estrella mediática de la era Zoido merced a sus esperpénticas observaciones urbanísticas sin haber hecho previamente un cursillo de Urbanismo en siete días. Tampoco es tanto. Recuerden que Jordi Sevilla se comporometió a enseñarle economía a ZP en tan sólo dos tardes. La última de Max, declarar que Espadas aprobó once modificaciones del PGOU en 2006, durante su anterior etapa como consejero de la Junta. Naturalmente, el PSOE no ha perdido la oportunidad de dejarlo en ridículo con un comunicado ‘ad hoc’ en el que, aparte de mentarle sus confusiones sobre las tipologías urbanísticas,  le recuerda que Espadas no fue consejero hasta 2008, por lo que no pudo firmar resolución alguna sobre el PGOU. Con el estrellado Max, Zoido se las pone a Espadas como decían que se las ponían a Fernando VII: a huevo.

El modelo de ciudad

El  presidente de Gaesco, Miguel Rus, ha aprovechado la polémica sobre la recalificación de Ikea para exigir que se cambie el PGOU. A su juicio, el Plan General “ha provocado una paralización en el sector parecida a la de Marbella”, pese a que “hay demanda” y a que Sevilla “no tiene problema de stock de viviendas”.

Según Rus, “el PGOU se aprobó en un momento en el que sólo se pensaba en cómo recortar el crecimiento desmedido del sector inmobiliario. Ahora –añade- tenemos las mismas normas o más, la misma inflexibilidad que pusimos para frenar el sector, cuando lo que hace falta hoy es lo contrario: reactivar y facilitar a los pocos empresarios que quieran implantar su proyecto, invertir y generar riqueza”.

La patronal intenta hacer creer que el Plan coarta el desarrollo de Sevilla con otros argumentos similares, como que sólo ha sido ejecutado en un 2%: “Si en cinco años –afirma Rus- no se hizo ningún bordillo es que algo no funciona”. ¿Puede decirse con seriedad que un Plan que ha reservado suelo para 55.000 viviendas y del que aún quedan por desarrollar 13 millones de m2 de terreno industrial está frenando la construcción? ¿Quién si no los promotores y constructores deben desarrollar ese 98% pendiente?

El problema no es el PGOU, sino que los constructores todavía no se creen que la dorada –para ellos- época de la burbuja inmobiliaria ha terminado. Rus queda en evidencia cuando dice que Sevilla no tiene problemas de ‘stock’  justo cuatro días antes de que el Ministerio de Fomento difundiera que hay 18.803 viviendas nuevas sin vender. No digamos las usadas, de las que la banca tiene para dar y repartir como consecuencia de las ejecuciones hipotecarias.

Las  catorce inmobiliarias más grandes del país sólo han vendido en el primer semestre 900 pisos. ¿Dónde está la demanda de que habla Rus en una nación que anualmente construía más viviendas que Alemania, Francia e Inglaterra juntas –ahora sobran dos millones de pisos-, con cinco millones de parados, sin desgravación fiscal por compra de vivienda que siga inflando la burbuja, sin ayudas a la VPO por la falta de fondos de las Administraciones y sin financiación hipotecaria por la delicada situación de la Banca?

En los cinco años del PGOU, los promotores sólo desarrollarán –y porque el Ayuntamiento les adelanta 14 millones de euros- dos bolsas de suelo: Hacienda del Rosario (Gabriel Rojas) y Palmas Altas Sur (Metrovacesa). Pero esta última empresa  ha comunicado a la CNMV que suspende el desarrollo de nuevos proyectos residenciales ante el deterioro del mercado inmobiliario: en el primer trimestre sólo logró ‘prevender’ trece pisos. ¿También esto es culpa del PGOU y de su supuesta inflexibilidad? Y todavía Rus aboga  por construir en Tablada. Si se hubieran hecho pisos en la dehesa, ¿cuántos estarían hoy vacíos y qué ruina no habrían causado a los compradores a crédito y a la banca financiadora.

El PGOU ha calificado suelo de sobra y está aún por desarrollar. El problema de fondo es que los promotores y constructores, insaciables, quieren  recalificaciones a gogó para que con el exceso de edificabilidad sus inversiones les salgan gratis. ¿No era el riesgo el factor diferencial de los empresarios y la razón que justificaba su lucro?

Ikea exige 41.400 m2 más de edificabilidad para un parque comercial en torno a su segunda tienda frente al aeropuerto. Con su ‘efecto llamada’, pese a que lo niegue Zoido, ha abierto la veda y ahora se acumulan las exigencias de recalificaciones a la carta. Isla Mágica pide que sus 45.000 m2 en la Cartuja, con 1.700 m2 de uso comercial,  se le recalifiquen para poder construir sin limitación más áreas comerciales y lúdicas. El Sevilla F.C., beneficiario ya de dos recalificaciones (el Nervión Plaza es fruto de la primera), plantea una tercera para colmatar aún más una zona ya saturada de comercios. El Betis, al que se le regaló una zona verde de Heliópolis para comercios y hoteles, también quiere más en línea con el Sevilla, aunque sea a costa de embutir en ladrillo el Benito Villamarín. Primark plantea otra operación comercial en la Gavidia. Altadis, que cerró la fábrica de tabacos más antigua del mundo, pretende que le cambien la calificación industrial …..

¿Es la salida a la crisis multiplicar los centros comerciales en una ciudad que ya tiene 25 grandes superficies y regalar edificabilidad a tutiplén? ¿Hay que cambiar el PGOU continuamente para acoger sólo y exclusivamente proyectos comerciales cuando según el Instituto de Estadística de Andalucía las ventas en las grandes superficies han caído un 6,3% en mayo?

Volvamos al ejemplo de Ikea: la recalificación de 41.400 m2 que pretende en San Nicolás sería a costa de detraer esa edificabilidad de la prevista para la implantación de empresas de servicios avanzados. Si se van colmatando los espacios y ocupándolos con lo primero que venga -como ocurrió en la Cartuja por el ‘horror vacui’, y ahora falta espacio para la Tecnópolis-  nos quedaremos sin suelo de calidad que ofrecer a otros inversores que no sean meramente del comercio, porque sólo con una economía diversificada y no con un monocultivo (ladrillos y centros comerciales no han impedido que tengamos más de 70.000 parados) se resiste mejor la crisis.

Para eso se redacta un PGOU: para planificar el futuro. Si el Plan se cambia continuamente por los intereses de unos y de otros, significa que Sevilla carece de modelo económico y de modelo de ciudad.