Mauricio Domínguez fue el jefe de Protocolo del Ayuntamiento con todos los alcaldes de la Democracia excepto con Zoido, que llegó cuando él ya se había jubilado. Ahora, ha publicado un libro de recuerdos de sus 40 años de actividad profesional. Al rememorar las aportaciones de los alcaldes en el campo de su especialidad, cuenta que Uruñuela arregló el tema de los palcos de Semana Santa; Del Valle, la presencia municipal ante el Cristo de San Agustín desde la guerra civil; Rojas Marcos, las ceremonias de la corporación bajo mazas; Soledad Becerril, la organización del terrible funeral, por el estado de shock en que se hallaba toda la ciudad, tras el asesinato por los terroristas de ETA de Alberto y Ascen; y Monteseirín…. Bueno, el (sin) tuvo la ocurrencia de proponer que se conmemorara no el aniversario de la muerte de Blas Infante (11 de agosto) sino el de su nacimiento (5 de julio). Para el muy cuco era más importante irse a la playa o no volver de allí antes que honrar al padre de la patria andaluza. Así quedó retratado una vez más por su (sin) sentido de Estado.
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Los Pinzón
En actos dedicados a la Expo se ha dicho que hubo un boicot inicial de Sevilla. Fue al revés, como bien ha recordado el exalcalde Uruñuela. Cuando en sus albores me encargaron coordinar un suplemento periodístico semanal sobre el evento y acudí a la Organizadora a contarle el proyecto y pedir apoyo, Chris Fisher, el inglés puesto por la multinacional norteamericana Burson Marsteller como supervisor de comunicación, intentó, para asombro del periódico, disuadirnos de hacer algo. Según él, el recinto de la Muestra no era más que un inmenso campo de obras allende el Guadalquivir que no tenía interés para la opinión pública salvo cuando el día inaugural (¡y para entonces faltaban cinco años!) se descorriera el telón como en un cine y nativos y turistas exclamaran un ¡oh! de admiración. Como alternativa, Fisher, totalmente en serio, me propuso que el periódico patrocinara entre los lectores un concurso con premios sobre los hermanos Pinzón, por ser andaluces y más desconocidos que Colón. La Expo de Pellón no quería luz y taquígrafos, sino manos libres en la Cartuja.
El cameo
Adverbio
El discurso de investidura de Juan Ignacio Zoido me recordó el poema ‘Andalucía, de Manuel Machado, en la parte en que glosó a sus predecesores. El poeta que ha pasado a la historia por ser el hermano de Antonio en vez de por su obra fue adjetivando cada provincia (Cádiz, salada claridad; Granada, agua oculta que llora…) hasta que no sabiendo qué decir sobre Sevilla concluyó el poema al albur de sólo su nombre. Zoido fue cantando una cualidad de cada alcalde (la caballerosidad de Uruñuela; la fina ironía de Del Valle; el rigor de Soledad Becerril; la capacidad de comunicación de Rojas Marcos) y al llegar a Monteseirín….En aquel momento quizás Zoido se acordó de Lope de Vega y el soneto que le mandó hacer Violante, pues nunca se vio en tal aprieto. ¿Qué decir del Ausente, si Alfredo el Soberbio carece de rasgo positivo destacable alguno? Salió del paso con una evidencia que resultó todo un hallazgo retórico: había sido alcalde durante doce años. A falta de cualidades en el personaje, y por tanto de adjetivos, Zoido redujo a Sánchez Monteseirín a lo que realmente ha sido: un mero adverbio de tiempo.