Una simple nevada en comparación con las del resto de España dejó el fin de semana a centenares de imprudentes curiosos y sus vehículos aislados en la Sierra Norte, por incapacidad o retraso de la Administración en despejar las carreteras, si bien la consejera de Obras Públicas sostiene que la Junta actuó en “tiempo real” frente al temporal. Gobernar es prever, pero parece que Rosa Aguilar aún no lo ha comprendido pese a su experiencia. La cuestión no radicaba en que la Junta actuara en “tiempo real”, sino “antes de tiempo”, para prevenir y paliar con margen suficiente de maniobra los efectos de las inclemencias meteorológicas en coordinación con ayuntamientos y Diputación. De los testimonios de los alcaldes se colige que más que ser coordinados por la Junta se coordinaron ellos mismos sobre la marcha y sin un plan preestablecido. Así, en el Ayuntamiento de Guadalcanal manifestaban que aunque había estado nevando durante nueve horas seguidas, no fue hasta el final de la tarde cuando la Junta y la Diputación se pusieron en contacto con ellos.
Las radios contaban desde la mañana del domingo que centenares de curiosos se dirigían a la sierra para disfrutar de la nieve, sin percatarse de que iban a quedar atrapados en una ratonera conforme a las previsiones meteorológicas. Esas previsiones sí fueron tenidas en cuenta por la DGT, que en los paneles informativos de la autovía Huelva-Sevilla alertaba ya el sábado sobre la necesidad de adelantar el retorno en previsión de nevadas al día siguiente. Nadie supo reaccionar desde la Junta para contener la avalancha de turistas ocasionales en las carreteras o hacerles llamamientos a través de los medios de comunicación para que se dieran media vuelta. El resultado: numerosos atrapados, que tuvieron que alojarse en colegios y casas particulares en los pueblos porque la reacción en “tiempo real” fue insuficiente. La Junta envió sólo seis máquinas quitanieves con doce operarios y 7.500 kilos de sal para despejar la red viaria de toda una comarca. Los ayuntamientos tuvieron que suplir la carencia de medios recurriendo a máquinas retroexcavadoras de particulares para apartar el manto blanco.
Nevaba desde por la mañana pero como dijo el alcalde de Alanís, “a la tarde ya llegaron los vehículos de la Junta”. A la tarde y, por tanto, tarde, porque las máquinas quitanieves ya deberían haber estado desplegadas desde la víspera, pero la Junta no actuó hasta que no nevó en “tiempo real”. Osea, a destiempo.
Oír los sondeos
El presidente provincial del PSOE y de la Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos, decía no hace mucho que para la designación del candidato a la Alcaldía de Sevilla “habría que oír las encuestas”. Pues bien, las encuestas ya hablan. El nada sospechoso exconsejero socialista de la Junta, Antonio Pascual, presentó en calidad de director del Centro Andaluz de Prospectiva el último Barómetro de Antares en unos términos que no dejan lugar a dudas: es la primera vez en cinco años que los sevillanos que piensan que la ciudad empeora superan a los satisfechos con la situación actual, por lo que globalmente el 64,1% ven Sevilla igual o peor que antes.
La conjunción de la crisis económica (más de 70.000 parados), la avalancha de obras (ha llegado a haber 400 calles levantadas simultáneamente) y el tráfico insufrible han generado esta percepción en unos momentos en que el PSOE sigue oficialmente deshojando la margarita sobre el alcaldable. Aunque es cierto que las grandes obras suscitan un inicial rechazo por las molestias que causan y que la impresión varía tras su terminación, también lo es el hastío de los ciudadanos por la reiteración de esta política. Conscientes de ello, los alcaldes suelen acometer los trabajos al inicio del mandato para que la percepción sobre las molestias no siga vigente a la hora del voto cuatro años más tarde. Monteseirín prometió no incurrir en el mismo error de atosigar a los sevillanos con tantas obras tras la experiencia anterior del levantamiento del Centro, pero ahora se halla en una situación parecida, forzado por los planes 8.000 y 5.000. Su problema es si le dará tiempo a que varíe la percepción ciudadana antes de las elecciones, pues como él mismo dijo en una ocasión “la realidad no es como es, sino como se percibe”.
Reducido a mero aspirante
El presidente de la Junta, José Antonio Griñán, ya introduce significativos matices en su discurso cuando se refiere a Monteseirín, al que públicamente ha emplazado a que comunique como muy tarde antes del verano si quiere optar a ser candidato a la Alcaldía. Atención: no ha dicho que vaya a ser el candidato del PSOE por que diga que quiera serlo, sino que en caso de que lo comunique quedaría en la condición de mero aspirante, pese a acumular tres mandatos consecutivos como alcalde. Si después de doce años en el sillón no hay aún un apoyo inequívoco y explícito, la percepción (ésta es la palabra de moda) que queda es que el partido ve agotada la figura de Monteseirín.
Ya lo dijo Velasco, el secretario de organización del PSOE (A), que no es lo mismo optar a un segundo mandato –y ahí daba por automática la repetición de la candidatura de alcaldes en su primer cuatrienio- que repetir cuando como en el caso de Sevilla se lleva 12 años en el Poder. Griñán abunda ahora en lo mismo: Monteseirín, después de tanto tiempo en el cargo, “tiene que hacer balance y saber si su proyecto puede continuar o no”. Balance es un término que suena a punto y final.