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Premio

El delegado de Empleo, Economía, Fiestas Mayores y Turismo, Gregorio  Serrano, ha anunciado la creación del premio taurino Ayuntamiento de Sevilla, que será entregado por el alcalde en el salón Colón después de la Feria. Esté dotado económicamente o no, para el caso es lo mismo: este gobierno peca de sobredosis tradicionalista, costumbrista y jaranera. Sin volver a recordar el Museo de las Tradiciones que impulsa Zoido, basta con repasar la agenda municipal de cada día. El alcalde aparece  presentando el traje que va a lucir  Eva Yerbabuena en el invento ése de las Santas de Zurbarán, creado por los intelectuales orgánicos del PP para las nuevas mamandurrias. Gregorio Serrano, en vez de ir de la Ceca a la Meca en busca de inversiones y subvenciones para Sevilla, va de la dehesa a la mesa presentando jornadas gastronómicas sobre, otra vez, el toro de lidia. Así que creo que de sus títulos como delegado le sobran la mitad. Huelga eso de Empleo y Economía (total, si siempre dice que no tiene competencias) cuando sobre todo es de Fiestas Mayores, Medianas y Menores.

Tradición y modernidad

El fútbol, deporte-rey y uno de los mayores espectáculos de masas, sólo es capaz de movilizar cada semana en Sevilla en el mejor de los casos (el lleno en los estadios del Sevilla o el Betis) unas 40.000 personas. En comparación, la Semana Santa, según un estudio realizado hace un par de años por la Hispalense, es capaz de congregar en nuestras calles a 909.000, de las que 215.000 (sólo éstas, el equivalente a 5,5 veces el aforo de los estadios) son forasteras, y de generar un negocio de 240 millones de euros.

Los datos de ese estudio demuestran que la Feria atrae a 1.120.000 personas a Los Remedios en una semana y aporta a la ciudad 675 millones. Todo ello sin contar el movimiento económico a lo largo del año, derivado especialmente de la Semana Santa, por los encargos a los artesanos para estrenos, restauraciones y demás labores relacionadas con las cofradías, amén del incalculable valor de la conservación de tallas y enseres que son joyas del patrimonio histórico-artístico y referentes indudables de la ‘marca Sevilla’.

Aparte de su valor simbólico y como seña de identidad, que no la única ni exclusiva, de la ciudad, las fiestas primaverales suponen ese gran negocio. El dinero que generan es el mejor argumento defensivo frente a sus detractores, los mismos que sin construir ninguna alternativa festiva, cultural y económica las señalan como causantes de nuestro subdesarrollo,  por el ‘factor de distracción’ que, según su tesis, suponen para la actividad productiva.

Y, sin embargo, la Semana Santa y la Feria equivalen a casi tres veces la facturación de una empresa sevillana líder nacional, como es Persán, que copa el 50% de los suavizantes y el 33% del mercado de detergentes, en buena parte, méritos propios aparte por supuesto, merced a su estrecha alianza con Mercadona, que le ha permitido un volumen de negocio de 343 millones de euros y dar empleo a 500 personas.

Las fiestas primaverales, pues, son un importante activo de la ciudad, gozan de buena salud, se mantienen vivas durante buena parte del año y no se pueden incrementar ni en el tiempo ni en el espacio (el traslado de la Feria al Charco de la Pava está descartado ‘sine die’ y la nómina de cofradías en la carrera oficial ha llegado prácticamente a su límite), por lo que puede decirse que han alcanzado su dimensión justa, su canon.

Por estas razones, huelga que Zoido presentara poco antes de la Semana Santa un proyecto de 7,5 millones de euros para convertir el Corral de Herrerías -entre el conjunto de la Casa de la Moneda y la Torre de la Plata- en un Centro de Promoción de las Tradiciones Sevillanas, que mostraría a los turistas las esencias de las costumbres locales, con especial atención a la Feria, el flamenco y la gastronomía O sea, más de lo mismo, pese a que, como hemos visto, las tradiciones no necesitan de ninguna promoción especial ni, con la cantidad de edificios/museos vacíos o a medio gas, que se destine tal cantidad de dinero, aunque sea privado, a construir otro mercado gourmet disfrazado al otro lado del Paseo de Colón. De esta manera, Zoido carga de razones a quienes subrayan el exceso de tradición en que se complace Sevilla, con el que eclipsa el resto de sus facetas y cualquier imagen de modernidad. De nuevo lo típico como tópico.

Hemos citado el liderazgo nacional en materia de detergentes de Persán, productos que son el fruto de la investigación en el campo de la química y de la mejora de procesos industriales y de todo tipo que, por ejemplo, permiten hasta envasarlos en cápsulas como en su campo hace Nestlé con el café; pero mientras las innovaciones de la multinacional suiza están en la mente de todos, qué pocos, incluso en la propia Sevilla, son conscientes de esta realidad de una empresa local.

Casi coincidiendo con el anuncio de Zoido sobre su museo de las tradiciones se conoció que Abengoa construirá y operará en California las dos centrales termosolares con las torres más altas del mundo, gracias a una tecnología ‘made in Sevilla’ que la ha dotado del liderazgo mundial en este sector de vanguardia. Y unas semanas antes se supo que con la aportación de científicos sevillanos se está desarrollando el primer dron o avión no tripulado movido por energía solar en el mundo. Tenemos también a Xtraice, la empresa líder mundial en el desarrollo de pistas de hielo sintético y que no la conocen ni en el Maestranza a la hora de montar ballets sobre toneladas de hielo que hay que fabricar a un elevado coste económico y energético.

La lista de la ‘modernidad’ sevillana es muchísimo más amplia de lo que imaginamos y desconocemos, justamente porque en vez de ponerla en valor con un Centro de Promoción a modo de escaparate ante el exterior y que permita equilibrar nuestra descompensada imagen por exceso de tradición, a Zoido no se le ocurre otra cosa que publicitar lo de siempre y que no necesita promoción: la Feria, el flamenco y la tapa.

¿Crisis? ¿Qué crisis?

A finales de los años 70 del pasado siglo, aunque no tan lejano, Gran Bretaña era escenario de continuas protestas y de huelgas contra el Gobierno presidido en aquel entonces por el laborista James Callagham que, obsesionado por controlar la inflación, dictó orden de contención salarial para los funcionarios, a fin de que al apretarse el cinturón sirvieran de ejemplo para los convenios colectivos que habrían de negociarse en las empresas del sector privado. ¿Empieza a sonarles la historia?

Para colmo, el invierno trajo una ola de frío polar como no se conocía en los 15 años anteriores, y los temporales y las continuas nevadas agravaron aún más las penosas condiciones de vida de los británicos. En medio de los conflictos sociales y laborales, el premier tuvo que viajar a una cumbre política que se celebraba en la paradisiaca y soleada isla de Guadalupe.

A su regreso a Londres, Callagham, contra el consejo de sus asesores, que querían quitarlo del medio cuanto antes, dio una rueda de prensa en el mismísimo aeropuerto de Heathrow y en la que, aparentemente ajeno a la realidad de su país, hasta alardeó de que se había bañado en el Caribe aprovechando la cumbre. Y cuando un periodista le preguntó que cuál era su enfoque general sobre la situación, teniendo en cuenta el creciente caos existente, con los parados y los manifestantes en las calles, el presidente del Gobierno británico respondió en tono displicente:

-Bueno, eso es un juicio de valor que está usted haciendo. Usted está adoptando una visión más bien provinciana en este momento, porque, si se mira desde fuera, no creo que otras personas en el mundo compartan esa misma opinión.

Al día siguiente, el periódico ‘The Sun’ tituló la portada referida a la rueda de prensa del primer ministro con una frase que ha pasado a la historia como un lugar común y que incluso inspiró un famoso disco del grupo ‘pop’ Supertramp:

-¿Crisis? ¿Qué crisis?

Al leer la noticia de que en la Sevilla de los más de 90.000 parados oficiales inscritos en las oficinas del Inem, de los 71.383 sevillanos atendidos por Cáritas y de los 6.000 niños que subsisten gracias al Banco de Alimentos se han renovado, con un mes de antelación sobre años anteriores, todas y cada una de las solicitudes para las 1.049 casetas de la Feria de Abril, sin una sola renuncia, no sé por qué me vinieron a la mente aquellas palabras de James Callagham  en el sentido de qué opinarían sobre la crisis en Sevilla quienes nos estén mirando desde fuera:

-¿Crisis? ¿Qué crisis?

Contrastes

El periódico divulgaba la campaña de Cáritas denominada ‘Son derechos, no regalos. Nadie sin hogar’, en la que la organización humanitaria hacía balance de las personas atendidas durante el último año en nuestra comunidad autónoma, la del 30% de parados. Cáritas destinó 672.500 euros a asistir a sevillanos que se han quedado literalmente en la calle, sin techo con que guarecerse de las inclemencias, y tiene ya bajo su manto protector a otros 71.383 en situación de pobreza o vulnerabilidad. Por eso mismo resaltaba mucho más la noticia contigua: pese a que este año se ha adelantado el plazo en un mes, y por consiguiente también la pertinente obligación del pago al Ayuntamiento, se han renovado todas y cada una de las solicitudes para las mil y pico casetas de la próxima Feria de Abril. Horrible mundo de contrastes. En el debate en las Escuelas de Periodismo sobre qué es y qué no noticia, con la gravísima crisis que estamos sufriendo lo más noticioso y que tuvo mayor cobertura periodística no era ya lo de ‘nadie sin hogar’ de Cáritas, sino lo de ‘nadie sin caseta’.

 

Davis2

Casi una semana después de que saltara la noticia, La Voz a Ti Debida de Zoido, Curro Pérez, ha dicho que el Ayuntamiento no había pedido oficialmente la semifinal de la Copa Davis. Sin embargo, Sevilla figuraba entre las ciudades candidatas que manejaba la Federación. El Consistorio se escuda en que todo ha obedecido a charlas informales entre Zoido y Escañuela. Pensábamos que las charletas informales se referían al tiempo atmosférico. Ahora, gracias a Zoido y Escañuela, cuando no sepamos qué decir en el ascensor siempre nos quedará hablar de tenis, como a Bogart siempre le queda París en ‘Casablanca’. Si el gobierno local ha tardado tanto en rectificarse a sí mismo y/o a la Federación/Prensa (sí, la que siempre lo malinterpreta todo) ha sido al palpar la tibia cuando no negativa reacción a la idea:  aún no ha presentado las cuentas de la Final y no hay ánimo ciudadano para más fiestas tras los fiascos de la Semana Santa y la Feria y el recorte o la nueva tasa de cada día. En este peloteo Ayuntamiento-RFET, uno o los dos han tomado en vano el nombre de Sevilla.

Los ‘sincaseta’

Con más moral que el Alcoyano, Goro Serrano anuncia la ampliación de la Feria con 200 casetas a costa de retranquear la calle del Infierno. En pleno aniversario de la Expo,  esa futurible  franja ferial me recuerda la Banda de Servicios de la Muestra. Salvando las distancias y el fin, Goro el empecinado podría aprovechar la oportunidad, que así se traduce la palabra ‘crisis’ en chino, para crear ahí la banda de servicios de los ‘sincaseta’, tanto nativos como visitantes, y acabar con el mito de que como todos los sevillanos conocen a alguien que al final los invita a su caseta siempre encuentran acomodo en el Real. Goro podría pasar a la historia como el creador de las casetas para todos los públicos en su particular Banda de Servicios. Y visto que la Feria ha de ser un negocio sí o sí y de que necesitamos de forasteros que la llenen y se gasten los dineros, el edil debería conceder una caseta a cada uno de los 100 hoteles de la ciudad, para sus turistas, que no es cuestión de organizarles visitas guiadas para luego dejarlos tirados en mitad de la calle.

Lluvia

Al contrario de lo que se dice (o más bien se traduce de forma arbitraria) en las películas ‘My fair lady’ e ‘Irma la dulce’, la lluvia en Sevilla no es una maravilla. Al menos en Semana Santa y Feria, porque a los aguaceros ¿a destiempo? de este año de sequía se les responsabiliza, junto con la crisis, del fiasco económico de una Semana Mayor en la que se perdieron 80 millones de euros y de una Feria de Abril en la que se han dejado de ingresar 75 millones, según las cuentas de Goro Serrano. Demasiado para una ciudad cada vez más dependiente del turismo y  donde cada día se abre un bar y se llena una calle de veladores, a mayor gloria de hosteleros y hoteleros. Desvirtuada la Semana Santa de su sentido religioso y la Feria de su sentido festivo por la conversión de ambas en el negocio colateral que al final acaba siendo lo esencial, la economía  sevillana ya no es el resultado del trabajo sobre la tierra, conforme a su raíz etimológica griega (oikos/nemein, administración de la casa), sino de lo que al margen de la voluntad de los hombres acaezca en el cielo.

La Feria de la crisis

Aviso a navegantes. Coincidiendo con la Feria, se han divulgado dos nuevos estudios (el de Funcas y el de Analistas Económicos de Andalucía) que coinciden en augurar que la recesión seguirá hasta 2013 como mínimo, con caída del consumo, destrucción de puestos de trabajo y crecimiento del paro hasta el 26% de la población activa en España y el 33,5% en Andalucía, región donde no se creará empleo en dos años. Un panorama aterrador pero menos apocalíptico que el de otros informes internacionales, que prevén un decenio y una generación perdidos para España y posponen la recuperación hasta 2017.

Si saco a colación estos análisis no es por amargar las últimas horas de la Feria, sino justamente para incidir en el enfoque puramente economicista con que se ha tratado la fiesta este año, la denominada ‘Feria de la crisis’, y alertar de que no será la única con este apelativo, por lo que habrá que actuar con la antelación suficiente para paliar unos efectos que ya se han notado en esta edición.

MOTOR ECONÓMICO

La Feria, que en su origen fue un negocio ganadero, derivó en un evento festivo con predominio del ocio, aun cuando el componente economicista siempre estuvo latiendo, adoptó nuevas formas en función de los tiempos y en último extremo se sustentó en la ingente demanda de servicios y de todo tipo de abastecimientos de esta ciudad efímera,  por la que podía acabar pasando la tópica cifra del millón de personas.

En los últimos años, la Feria ya no se mira como la gran fiesta, junto con la Semana Santa, de la ciudad, sino como un ‘obligado’ motor para su economía, máxime después de que el Ayuntamiento encargara  a la Universidad Hispalense que evaluara el impacto económico de las fiestas primaverales. El de la Feria se estimó en 675 millones de euros, rebajados este año a 600 por el factor corrector de la crisis.

LOS INDICADORES

Hemos vuelto a la percepción de la Feria como negocio ante todo y a la de los sevillanos no como quienes la disfrutan en un sentido lúdico, familiar o de confraternización, sino como meros consumidores, que alientan las perspectivas de hacer caja en función de los indicadores que van dejando a su paso o incluso por su ausencia: las toneladas de basura recogidas, el número de viajeros de autobuses y Metro, la ocupación de los aparcamientos….

Una tendencia magníficamente descrita por Javier Recio en su crónica ‘La gran mentira’, publicada el viernes en estas páginas, y en que la que exponía: “¿Qué credibilidad pueden tener las estadísticas que hablan de más animación en la Feria en función de los kilos de basura recogidos o de los billetes de Metro expendidos? ¿Alguien ha contado el número de sevillanas bailadas, o la cantidad de sonrisas adolescentes? ¿Dónde está el cálculo de las miradas traviesas? ¿Y el de los besos fugaces? ¿Y el de los abrazos lujuriosos? Avísenme cuando lo hagan y empezaremos a entender mejor el espíritu de esta fiesta”.

Desgraciadamente, aún no se ha inventado para la Feria un índice como el de felicidad por países que acuñó ‘The New Economic Foundation’ y que situó a Vanuatu como el pueblo más feliz de La Tierra, mientras que EEUU, la súper potencia económica, aparecía en el puesto 150. Nuestro reduccionismo nos lleva únicamente a medir el PIB que genera la Feria en función de la crisis y no como un refugio festivo, aunque efímero, contra la misma.

LOS DETALLES

Si de convertir la Feria en motor económico se trata, cuidemos al menos el negocio y no descuidemos detalles, como ha hecho el Ayuntamiento al propiciar la polvareda de los primeros días por ahorrarse capas de albero (la cantera proveedora de Alcalá ha revelado que se esparcieron sólo dos centímetros en vez de los catorce necesarios), con lo que al final ha tenido que esparcir más de 8.000 kilos de cloruro cálcico para fijarlo frente al viento, a modo de lechada de cemento blanco, y cambiado la tonalidad habitual del recinto.

Y a mayor crisis, menos carruajes en el paseo de caballos, con lo que se desluce uno de los atractivos de la fiesta. Tras el colapso que obligó hace años a implantar los días alternos de salida, ha ido decayendo el número de enganches. De los 700 con derecho a salir cada día, se estima que sólo lo hacen unos 400, con lo que cabe preguntarse si tiene sentido mantener el sistema vigente o conviene dotarse de otra normativa para flexibilizar o incluso incentivar su presencia en función de las circunstancias.

EL DÍA FESTIVO

La crisis tiene su traducción sociológica en los cambios de las costumbres, como se ha detectado este año en una mayor afluencia de público por la tarde, tras la hora de la comida familiar en casa para ahorrar y ya no tanto en las casetas (caída del consumo), y en el mayor uso del autobús y del Metro (demasiados fallos esta vez) para desplazarse al Real en vez del coche privado (menor ocupación de los aparcamientos).

En este contexto, una Feria de diez días -porque en realidad empieza el viernes con la Preferia-, y siempre con la amenaza latente de la lluvia en primavera, se antoja demasiado larga para unos bolsillos semivacíos sin que medie un día festivo y confiando en que los forasteros (también afectados por la crisis, no se olvide) reanimen la recta final y den así la coartada perfecta a los sevillanos para irse a descansar a la playa.

Atendiendo a la prolongación de la crisis, que se dejará sentir también o aún más en la Feria de 2013, quizás sea conveniente reflexionar sobre si no es mejor decretar un festivo local en su ecuador  y acortar su duración real al sábado, para que haya no un Lunes, sino un Domingo de Resaca.

Barandas

Con la coartada de la crisis,  el Ayuntamiento ha convertido las barandas de los puentes en soporte publicitario durante la Feria. Dice que en estricto cumplimiento de la Ordenanza, que prohíbe cualquier tipo de anuncio que no forme parte del mobiliario urbano tanto en el Real como en las vías públicas de acceso al campo de Los Remedios en un radio de un kilómetro. A ojo de buen cubero, me pregunto si el puente de las Delicias, uno de los incluidos en la lista, está o no a la distancia prohibida. Al igual que en Madrid el clásico teatro Calderón de toda la vida es ahora el de los helados Häagen-Dazs que lo patrocina, y en Londres el campo del Arsenal ya no se conoce por Highbury sino como el Emirates Stadium, por los petrodólares que lo publicitan, en Sevilla el puente de San Telmo es en estos días el de la Cruzcampo, y el de Los Remedios, el puente Movistar. A este paso, una vez rotos todos los tabúes, la Feria dejará un día de ser de Abril y de Sevilla para llamarse conforme al nombre de la marca que más puje por ella. Al tiempo.

Polvo

“Sevilla vivió ayer una vibrante jornada más de esta Feria…que se está caracterizando por…la presencia constante, casi obsesiva, de una perenne nube de albero que amenaza con enturbiar el desarrollo de una fiesta que aspira a la perfección. Lo curioso del caso es que, a pesar de las difusas explicaciones oficiales, el exceso de polvo de la Feria tiene una justificación, tan simple como incomprensible: el Ayuntamiento ha decidido este año ahorrarse los cuatro millones de pesetas que costaba regar el albero con el llamado líquido antipolvo…”. Este texto, que refleja lo vivido estos días en el Real, no es una crónica de la Feria 2012, sino de la Feria 1992. Sí, exactamente: la del año de la Expo. Así que el Ayuntamiento de Zoido, en su primer festejo abrileño, no ha tenido mejor manera de conmemorar el XX aniversario de la Exposición que copiando lo mismo que se hizo en aquel entonces. Pero como no ha colado, y ante las quejas unánimes, el miércoles tuvo que esparcir 8.000 kilos de cloruro cálcico por el recinto. Hay ahorros sin sentido.