Tal como auguramos, Celis ya no nada entre dos aguas sino que ha emergido completamente a la superficie y seguro que a Alfredo le habrá parecido que ha actuado no como su delfín, sino como un submarino de Viera. Sí, porque el delegado de Urbanismo convocó una insólita rueda de prensa tras el Consejo de Gerencia para proclamar ‘urbi et orbi’ que él se siente representado por el secretario general. Osea, que al sector crítico, si te he visto, no me acuerdo, pues ya Griñán dictó sentencia en la víspera y dijo que lo del nuevo alcalde lo deja en manos de los oficialistas. Parafraseando a Julio César, Monteseirín bien podría decirle a Alfonso lo mismo que aquél le dijo a Bruto cuando lo vio entre los conjurados contra él: ‘Tu quoque, fili mi!’ (¡También tú, hijo mío!). ¡Y pensar, Alfredo, que ordenaste matar políticamente a Emilio Carrillo porque en su día también osó decir aquello de que se alineaba con Viera!. La defección de Celis supone algo más de lo que decía Bob Dylan: los tiempos ya han cambiado. Ni siquiera ha hecho falta que cantara tres veces el gallo.
Tu quoque Celis
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