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Incoherencias

El PP propone una macrosede municipal tras haber rechazado una idea de Espadas en tal sentido hace dos años

La propuesta es una variante de la diseñada por Carbajal en la Cartuja para Urbanismo y Emvisesa en 2007

 

El portavoz del PP en el Ayuntamiento de Sevilla y candidato a la Alcaldía, Beltrán Pérez, ha presentado lo que ha calificado como su “primera gran propuesta de corte electoral”, fruto -ha dicho- del trabajo de su ampliado Consejo de Ciudad, ese órgano asesor compuesto por medio centenar de profesionales con la misión de dotar de contenido al programa del partido para las municipales.

La gran propuesta de Pérez consiste en unificar en un “edificio de vanguardia dotado de tecnologías y avances de última generación” las veintisiete sedes municipales dispersas por la ciudad y dejar las históricas Casas Consistoriales de la Plaza Nueva únicamente para la celebración de actos institucionales  y “usos ciudadanos de excelencia”.

Según la idea de las eminencias grises del alcaldable del PP, la sede municipal unificada se construiría en el sitio de la Cartuja cercano a la torre Pelli y ocupado por las caracolas de la Gerencia de Urbanismo desde la finalización de la Expo-92. Beltrán Pérez ha tirado del PGOU para recordar que allí el Ayuntamiento cuenta con 38.324 m2 edificables para usos terciarios, con una altura máxima de seis plantas y con 10.873 m2 de espacios libres.

En el “edificio de vanguardia” se podrían concentrar 2.100 empleados municipales, se construiría en el plazo de cinco años con un coste de unos 53 millones de euros y su diseño sería fruto de un concurso internacional de ideas. La factura se pagaría con recursos propios del Ayuntamiento, el dinero ingresado por la venta de propiedades municipales, subvenciones de la Unión Europea y préstamos bancarios ya concedidos (para otros objetivos, se entiende) y aún no utilizados por la Corporación Municipal.

 

Aparte de que cuando surge la palabra “vanguardia” hay que echarse a temblar porque es la justificación para que los arquitectos-estrella diseñen sus sueños faraónicos, o los de los políticos, a costa (habría que decir más bien sobrecostes) de los contribuyentes, y a las Setas de la Encarnación me remito, la supuesta original idea, que no es tal sino un poco antigua, de Beltrán Pérez y de sus cabezas pensantes supone una incoherencia política.

 

PLAZA NUEVA

 

Y es que el grupo Popular municipal que ahora lidera Pérez ya rechazó en noviembre de 2016 , en un Pleno municipal extraordinario, una propuesta de corte similar pero a coste mucho más barato que presentó Espadas. Consistía en comprarle a la Junta de Andalucía el edificio de la Consejería de Gobernación, sito en la Plaza Nueva, con ese mismo fin de concentrar las sedes municipales dispersas por la ciudad.

La idea del alcalde era empezar comprando a la Junta el 35% del inmueble de Gobernación (2.934 m2 de un total de 8.383 m2 construidos) por 6.080.000 euros y alquilarle los dos tercios restantes con opción de compra en el futuro. Según Espadas, con la compra de ese tercio el Ayuntamiento se ahorraría 5,7 millones de euros en nueve años respecto del precio que habría que pagar por un alquiler.

Además, la Junta estaba dispuesta a incluir en la operación sin coste adicional un edificio trasero que había comprado en tiempos para ampliar la Consejería y como el Ayuntamiento disponía de la sede de Emvisesa en la calle Bilbao al final se podía encontrar con cuatro inmuebles en el área de la Plaza Nueva (las Casas Consistoriales, la sede de Gobernación, su anexo y la sede de Emvisesa) donde concentrar los servicios y funcionarios municipales.

 

La propuesta de Espadas fue rechazada con el voto negativo del PP, el cual argumentó que “no era una prioridad” para Sevilla sino “una prioridad impostada”. El entonces portavoz, Gregorio Serrano, dijo que mientras se hacía ese planteamiento de gasto (6 millones de euros), el patrimonio “se sigue cayendo a pedazos”, por lo que a su juicio era mejor redirigir el dinero a asuntos sociales, un plan de empleo propio o el arreglo de calles.

 

Si para el PP no era una prioridad hace poco más de dos años gastarse 6 millones de euros en unificar las oficinas municipales, ¿cómo pretende ahora justificar Beltrán Pérez un gasto de al menos 55 millones para ese mismo fin y allende el río, ni siquiera en el Centro?

 

SATURACIÓN

 

En julio de 2018, cuando se preveía la apertura del centro comercial vinculado al rascacielos de la Cartuja para septiembre de dicho año, Beltrán Pérez auguró un “colapso de tráfico”. El alcaldable del PP ofreció una rueda de prensa en la que dijo que con el rascacielos ya prácticamente a pleno funcionamiento el circuito vial de este entorno, que acoge el tráfico de entrada a Sevilla desde la A-49 y el sector Norte de la cornisa del Aljarafe “está ya a punto de colapsar”, máxime tras el previsible impacto de las “decenas de miles de ciudadanos” que atraerá el nuevo centro comercial de los edificios Podio. Así pues, Beltrán Pérez concluyó augurando “atascos monumentales en la zona”.

Si el alcaldable del PP temía el colapso del tráfico por exceso de coches y de personas en el entorno del rascacielos, ¿con qué argumento puede justificar erigir allí, tras cinco años de obras, un macroedificio municipal con al menos 2.100 funcionarios al que tuvieran que acudir a diario los sevillanos y las empresas a arreglar cualquier papeleo, contribuyendo así a saturar aún más aquel entorno?

 

EL CONCURSO

 

Por último, la idea de Beltrán Pérez de construir una macrosede en la Cartuja no es nueva ni original. Es una variante ampliada de la propuesta de unificar las sedes de la Gerencia de Urbanismo y de Emvisesa, que se lanzó hace doce años. En 2007, el gobierno de Monteseirín convocó ese concurso de ideas arquitectónico del que habla Pérez, un concurso que ganó el arquitecto sevillano José Antonio Carbajal y al que también se presentaron, entre otros, Guillermo Vázquez Consuegra, Cruz y Ortiz y Francisco Torres.

 

Según los detalles revelados por el entonces vicealcalde, Emilio Carrillo (aunque se pueden consultar en el portal en Internet del propio estudio de arquitectura: http://www.estudiocarbajal.com/es/nueva-sede-para-la-gerencia-de-urbanismo-y-emvisesa/ ), el diseño ganador del concurso consistía en un edificio de planta cuadrada, articulado mediante una sucesión de patios interiores y exteriores y que se remataría con hormigón blanco teñido, acero lacado y grandes planchas solares orientables a modo de celosías.

 

Con una edificabilidad de 40.000 m2 (23.000 sobre rasante), dispondría de 11.000 m2 de oficinas para los 600 empleados de Urbanismo y de Emvisesa y se dejaría reserva de espacio para un incremento de personal del 25%. La faraónica idea del gobierno local entonces era la de gastarse 70 millones en la obra y financiarla con los 100 millones que pensaba obtener por la venta, en plan cuento de la lechera, del edificio de Emvisesa en la calle Bilbao y de la parcela de las caracolas de la Expo.

 

FIN DE LA BURBUJA

 

Sin embargo, estalló la burbuja inmobiliaria y aquellos planes se fueron al traste. El Consistorio  pensó a continuación en una colaboración público-privada como solución: cedería el suelo a una constructora para que ésta levantara el edificio a cambio de pagarle luego un alquiler por ocuparlo, en línea con lo hecho por la Junta de Andalucía para su macrosede en la avenida de Grecia, en el barrio de Los Bermejales. Posteriormente inclusó pensó en instalar las oficinas de los funcionarios en el rascacielos de la Cartuja.

Finalmente nada se materializó y el PP denunció que el Ayuntamiento acabó pagando 1,6 millones de euros (1,1 millones a Carbajal y el resto a los cuatro arquitectos finalistas en el concurso de ideas) por el proyecto de sede urbanística unificada para al final dejarlo arrumbado en un cajón de la Gerencia.

Así pues, la factoría de pensadores le ha colocado a Beltrán Pérez una idea más bien de segunda mano por la que habría que ver si no tendría que pagarle el “copyright” a Monteseirín, tan propenso a aquel tipo de megalomanías arquitectónicas. Se agradecería que para la próxima ocasión fueran un poco más originales.

Los arquitectos salen de la clandestinidad

Los arquitectos salen de la clandestinidad

Hace años, un prestigioso arquitecto llamó indignado a mi periódico por entonces para denunciar la desastrosa situación de las orillas del Guadalquivir.

El espacio comprendido entre el muelle de la sal y la torre del Oro seguía convertido en un gran parking, en contraste con los muelles del Sena, en París, que el ilustre comunicante ponía de ejemplo.

No quedó ahí la filípica, porque del abandono a su suerte de las riberas del río pasó a criticar con gran fundamento muchos otros aspectos de la ciudad.

El redactor que le atendía le dijo:

-Tienes toda la razón. Voy a darle a tus denuncias el máximo espacio posible. Seguro que viniendo de ti se va a abrir un debate público sobre todo lo que has dicho y que el Ayuntamiento va a tomar buena nota para corregir la situación.

Al otro lado del teléfono se oyó una voz suplicante. El ilustrísimo arquitecto se había arrepentido ‘ipso facto’ y dijo que de ninguna manera podía salir su nombre en los papeles, ya que ello podría ponerle en peligro ante la Junta y el Ayuntamiento. En realidad, según aclaró, él había llamado para que fuera el periodista el denunciante de la desidia o las barrabasadas urbanísticas municipales, nunca él mismo.

AL CABO DE DOCE AÑOS

Recordé este caso tras la reciente presentación por el decano del Colegio de Arquitectos, Angel Díaz del Río, del Consejo Consultivo del ente colegial, formado por José Antonio Carbajal, Rafael Manzano, Fernando Mendoza, Antonio Sáseta y Gabriel Verd.

Consejo consultivoEl decano anunció la celebración de unas futuras jornadas sobre arquitectura con el fin de que Sevilla “recupere la sensatez”, perdida a su juicio durante el mandato de Monteseirín por causa de tres iconos de la modernidad según el alcalde: las ‘setas’ de la Encarnación, la torre Cajasol en la Cartuja y la Biblioteca en el Prado.

Los miembros del recién creado Consejo no ahorraron descalificaciones a estos hitos de la era Monteseirín. Para ellos, supuestos representantes de todas las corrientes arquitectónicas del colegio sevillano, las ‘setas’ son como naves extraterrestres que han aterrizado en una ciudad poseedora de una arquitectura y un urbanismo únicos; la biblioteca del Prado es estrafalaria, de pladur y supone un misil contra el PGOU, y el rascacielos en la Cartuja, aparte de ilegal, representa un modelo de arquitectura-espectáculo que sólo busca hacer negocio cuando en realidad nos lleva a la ruina.

El decano, Angel Díaz del Río, ha resumido la cuestión con estas palabras: “Sevilla no necesita más iconos porque ya los tiene y son los que viene buscando la gente”.

TORRES DE MARFIL

Todas estas opiniones de primeros espadas de la arquitectura sevillana (salvo algún caso, en mi modesta consideración) son tan respetables como sus contrarias, porque el libro de los gustos no está escrito, ni hay unanimidad sobre cuál debe ser el canon arquitectónico de Sevilla, aunque algunos se empeñen en erigirse en martillo de la tradición y otros se rebelen contra los profetas de la modernidad. En realidad, existen tantas Sevilla como sevillanos, pero no es éste, el estético, el debate que quiero suscitar.

No, la cuestión de fondo es por qué ahora, a dos meses y pico de las elecciones municipales tras las que se augura un hipotético cambio de ciclo político, se constituye este Consejo y se lanzan estos ataques contra los símbolos de la era Monteseirín, y no durante cualquiera de los doce años de su mandato.

¿Acaso no es este decano del Colegio de Arquitectos que arroja denuestos contra las ‘setas’, la biblioteca y el rascacielos el mismo que participó en algún jurado o comité de expertos convocado por el Ayuntamiento para elegir esos proyectos faraónicos contra los que ahora se pronuncia?

setas-encarnacion¿Acaso no es este Angel Díaz del Río que ahora tacha de innecesaria la torre Pelli el mismo que, nadando entre dos aguas para no significarse públicamente, lo máximo que se atrevió a decir antaño sobre el rascacielos fue que era “contundente”?

Y, ¿dónde han estado en estos doce años, cuando aún estaban abiertas las mesas del PGOU y se hicieron públicos luego los diseños ganadores de esos concursos o encargos para las ‘setas’, la biblioteca y la torre de casi 200 metros quienes ahora los tachan de platillos volantes, tabiques de pladur y misiles urbanísticos?

¿Estaban acaso en Marte o más bien refugiados tras los seguros muros de  sus propias torres de marfil, sin bajar a la arena ni decir esta boca es mía?

COLECTIVO SIN VOZ

Cuando debieron y pudieron alzar la voz para evitar lo que ahora consideran irreparable permanecieron mudos, y en este momento, tras años de una política de hechos consumados y de urbanismo de mesa camilla que ya no tiene remedio, tratan de ponerse al frente de una manifestación que, dada la insensibilidad predominante (salvo casos aislados), ni siquiera ha sido convocada.

La posición del Colegio de Arquitectos, un referente cívico incluso en momentos más comprometidos como los del franquismo (contestación a la usurpación del ejido comunal del Prado o al Actur de la isla de la Cartuja), recuerda la verídica historia de Caracol el del Bulto, aquel flamenco que fue padre de Manolo Caracol y mozo de estoques del torero Joselito ‘El Gallo’, durante un viaje desde Sevilla hasta Madrid en un tren tirado a duras penas por una locomotora decimonónica.

Cuando, tras descender del tren en la estación de Atocha, caminaba ya por el andén, de pronto la máquina dio un resoplido y lo envolvió por completo en una nube de vapor.

Caracol no pudo contenerse y exclamó:

-¿Ahora me vas a venir con eso? ¡Esos cojones, en Despeñaperros!