El gobierno presidido por Espadas y la oposición liderada por Zoido discrepan abiertamente sobre la necesidad de la actualización de los valores catastrales y sobre sus efectos en los bolsillos de los sevillanos. Mientras que el PP se reafirma en que ha sido el alcalde el que ha pedido de forma voluntaria e innecesaria la revisión a Hacienda, lo cual tendrá un efecto dominó sobre una serie de impuestos aunque se congele el IBI, el gobierno alude a una revisión poco menos que obligada por el tiempo transcurrido y la normativa, y minimiza las consecuencias en el resto de impuestos al margen del IBI.
El exdelegado municipal de Economía y edil de confianza de Zoido, Gregorio Serrano, ha vuelto a acusar a Espadas de haber solicitado al Ministerio de Hacienda la revisión de los valores catastrales en Sevilla, sin la cual no tendría necesidad de congelar el IBI e incluso podría haberlo rebajado en un 10%.

Serrano afirma que la petición de revisión de los valores catastrales es voluntaria por parte de los ayuntamientos y que en la etapa de Zoido al frente del gobierno local nunca se tramitó nada en tal sentido.
Esta presunta voluntariedad se contradice con la posterior aseveración del exdelegado de Economía en el sentido de que el año pasado el Ministerio de Hacienda les dio a elegir entre dos opciones: o actualización de los valores catastrales o aplicación de la prórroga del incremento del 10% del tipo de gravamen. Según Serrano, el gobierno de Zoido optó por esta última opción, “aunque asumimos -asegura- la subida financiándola y añadiendo un 4% más de bajada, para que los sevillanos no sólo no notaran el aumento, sino que vieran rebajado el recibo del IBI”.
SEVILLA, DE LAS MÁS ANTIGUAS
Por su parte, el gobierno de Espadas presenta la cuestión como obligada por el tiempo y la normativa: los vigentes valores catastrales entraron en vigor en 2001, hace casi quince años, y son fruto de una ponencia de valores cuyo trabajo de campo se realizó en 1998 y 1999 cuando aún no se había desarrollado el llamado boom inmobiliario. Estos valores catastrales se fijaron en 2001, aunque su aplicación fue progresiva durante diez años con subidas del 10% anuales.

De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 28.3.a) de la Ley del catastro Inmobiliario, los valores catastrales en Sevilla deberían haberse revisado, mediante la elaboración de una nueva ponencia de valores, en 2011. Han pasado más de cuatro años, por tanto, sin que los trabajos al respecto se hayan iniciado ni tengan visos de iniciarse en un futuro próximo.
Según el gobierno local, la actualización que se va a hacer para 2016 viene fijada por el Estado y es de un 10 por 100 porque, como puede comprobarse en el Proyecto de Ley de Presupuestos para el año próximo, está en función de la antigüedad de la ponencia de valores que dio lugar a los valores a actualizar. Como la de Sevilla es de la más antiguas, resultará aplicable un coeficiente de actualización del 10 por 100.
Ahora bien, la actualización no tiene por qué incidir necesariamente en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), ya que el Ayuntamiento puede jugar con el tipo impositivo en las Ordenanzas Fiscales. En este caso, aunque el valor catastral suba ese 10% citado, el coeficiente se reduce al no aplicar el gobierno local ningún incremento de similar cuantía. El resultado es que el recibo se congela en el principal impuesto municipal y que más incidencia tiene sobre los ciudadanos.
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Queda otro tributo municipal: el Impuesto sobre el incremento del valor de los terrenos de naturaleza urbana. Se calcula tomando como referencia el valor catastral de una vivienda en el momento de su adquisición y el valor de su transmisión multiplicado por un coeficiente en función del número de años transcurridos. El gobierno dice que puede haber incidencia según la diferencia entre uno y otro pero la estima baja y dependerá del coeficiente que se vaya a aplicar en las Ordenanzas Fiscales.
OTROS TRIBUTOS
En cuanto a la repercusión en los impuestos que cobran otras Administraciones, tenemos los siguientes:
-Impuesto de Transmisiones Patrimoniales: Para calcular el valor real de una vivienda se tomará como referencia el valor catastral más un índice corrector. Si el valor catastral se actualiza, se rebaja el índice corrector y, según el Ayuntamiento, el efecto será nulo.
-Impuesto sobre la Renta (IRPF): La primera vivienda está exenta en el IRPF. Se aplica por tanto únicamente a la segunda vivienda dentro del mismo término municipal. En estos casos se imputa el 1,1% del valor catastral de un inmueble. La subida de los valores catastrales un 10% tendría una incidencia máxima de un 0,9% sobre ese 1,1% que se imputa por el valor del inmueble a la declaración del IRPF de aquellas personas con más de una vivienda en Sevilla.
-Impuesto de Patrimonio: Sólo se aplica a aquellas personas con valores patrimoniales superiores a 700.000 euros, teniendo en cuenta que las viviendas con valores de menos de 300.000 euros no computan. Es decir, que para que afecte a una persona esta subida del valor catastral mínimamente, debe tener un patrimonio de más de 700.000 euros.
En cualquier caso, se puede elegir entre varias opciones la más favorable, de forma que puede computar el valor catastral o, por ejemplo, el valor de la adquisición.
Si la Feria hubiera transcurrido al gusto del Ayuntamiento, los ediles, especialmente Gregorio Serrano, no se habrían pasado hasta el ecuador del festejo justificándose con el argumento de que la Feria se ha celebrado en mayo y con estos calores (un periodista se llevó un termómetro al campo de Los Remedios y registró 35º a la sombra) por atender la petición del sector turístico de la ciudad. Es pura cuestión de psicología humana y política. Si la Feria hubiera sido el éxito que tratan de ‘vendernos’, el Consistorio no habría sentido la necesidad de justificarse ni de desviar la atención sobre el sector turístico, sino que había capitalizado el evento por sí solo y sin necesidad de invocar pretexto alguno.

¿Es tan estratégico el sector turístico? ¿Por qué hay que fijar la fecha de la Feria en función de sus deseos y no, por ejemplo, del sector tecnológico de la Cartuja, donde se facturan casi 2.000 millones de euros y trabajan unas 15.000 personas? ¿O del sector aeronáutico, que exportó por valor de 1.002 millones de euros -casi el doble de todo lo que genera la Feria- y que dentro de 23 días organiza con ADM 2014 el mayor evento aeroespacial de España, con profesionales y empresas de primer nivel mundial? ¿Y si el sector aeronáutico hubiera dicho que para sus intereses y como factor añadido de atracción habría sido mejor hacer coincidir ese evento con la Feria pero celebrándose ésta del 12 al 18 de mayo?
Si, como ciudad, la estrategia con la Feria consiste en tratar de rentabilizarla al máximo captando el mayor número posible de turistas de Madrid y aprovechando para ello la coincidencia buscada con las fiestas allí del 1 y 2 de mayo, entonces, en la medida de lo posible (factor Semana Santa), debería celebrarse siempre en los últimos días de abril (primera mitad) y principios de mayo (segunda mitad). De paso, ello permitiría disponer de un festivo de por medio o al final (la fecha del 1 de mayo), se acabaría así con la anomalía de que la de Sevilla es la única Feria sin festividad local y se preservarían las dos fiestas locales actuales de San Fernando y el Corpus.


Y esta polémica sobre el inicio de la Feria nos ha llevado a la segunda, sobre la celebración de la Preferia en el fin de semana previo, costumbre (su reiteración la convierte en tradición) de los últimos años y que en éste, nada más detectarse a través de las redes sociales mensajes llamando a congregarse en el Real, el Ayuntamiento trató de prohibir inicialmente mediante la movilización de los servicios municipales y el veto a los suministros de agua y electricidad en el recinto, unas disposiciones coercitivas que anuló en 24 horas al cambiar de criterio y activar el Plan de la Feria en previsión de que los sevillanos tomaran el campo de Los Remedios por la fuerza de los hechos consumados.
Al inicio del puente de mayo, termómetros exteriores marcaban 34º a las 10 de la noche. El intenso calor de estos días provocó un éxodo masivo de sevillanos a las playas, y todas las crónicas coinciden en señalar el escaso ambiente existente en las casetas y en la calle del Infierno, amén de en las vías del Centro, que ni mucho menos estaban abarrotadas como en el puente de la Constitución.

Serrano ha tachado la petición de la Junta de Andalucía de “obsesión por hacerse una foto y por abrir un museo sin las garantías adecuadas”, obviando que la foto ya se la hizo el consejero de Turismo, Rafael Rodríguez, el 16 de enero durante su visita al Centro de Cerámica de Triana y que quien entonces prometió su apertura en febrero y por tanto sin esas “garantías adecuadas” a las que alude el delegado de Empleo, ya que no ha estado listo para el pasado mes tampoco, fue su compañera en el gobierno municipal, María del Mar Sánchez Estrella.
Ayuntamiento de Sevilla alardea por tanto de mantener o de dotar de personal las instalaciones municipales en contraste con las de la Junta de Andalucía justo en el peor momento posible para sostener sus tesis, ya que en los últimos días se han producido varias circunstancias que lo dejan sin argumentario al respecto:
Casi coincidiendo con la exigencia del Consejo de Cofradías al Ayuntamiento de que se le aplique la tasa cero -por el negocio que genera en la ciudad- en vez de la de 12.000 euros por ocupación de la vía pública con las sillas en Semana Santa, se ha conocido que la Hermandad de la Lanzada le ha fijado una tasa de 100 euros diarios a la de Monte-Sión por ocupar la iglesia de San Martín para los cultos a su Dolorosa. Monte-Sión podría argüir para no pagar, aparte de la solidaridad entre iguales, que la afluencia de sus hermanos y de los devotos a la Virgen prestigia el templo de su colega y hasta genera mayor oportunidad de negocio por donativos al cepillo parroquial, velas, estampas y demás muestras de fervor. La Lanzada, sin embargo, sostiene que, y máxime en tiempos de crisis, debe contribuir a los gastos añadidos de luz y limpieza y al pago de las horas extra del capiller que su estancia en el templo provoca. Me da la impresión de que, con su argumentario, La Lanzada se ha adelantado a la respuesta que Gregorio Serrano está pensando darle a Carlos Bourrellier.
Casi coincidiendo con la exigencia del Consejo de Cofradías al Ayuntamiento de que se le aplique la tasa cero -por el negocio que genera en la ciudad- en vez de la de 12.000 euros por ocupación de la vía pública con las sillas en Semana Santa, se ha conocido que la Hermandad de la Lanzada le ha fijado una tasa de 100 euros diarios a la de Monte-Sión por ocupar la iglesia de San Martín para los cultos a su Dolorosa. Monte-Sión podría argüir para no pagar, aparte de la solidaridad entre iguales, que la afluencia de sus hermanos y de los devotos a la Virgen prestigia el templo de su colega y hasta genera mayor oportunidad de negocio por donativos al cepillo parroquial, velas, estampas y demás muestras de fervor. La Lanzada, sin embargo, sostiene que, y máxime en tiempos de crisis, debe contribuir a los gastos añadidos de luz y limpieza y al pago de las horas extra del capiller que su estancia en el templo provoca. Me da la impresión de que, con su argumentario, La Lanzada se ha adelantado a la respuesta que Gregorio Serrano está pensando darle a Carlos Bourrellier.
Ahora, por fin, el delegado municipal de Economía, Gregorio Serrano, ha convencido a hoteleros, agentes de viaje y dueños de clínicas y hospitales locales a crear el producto ‘Turismo sanitario de Sevilla’ y una cartera de servicios médicos comercializable al alimón por el sector turístico y el de la salud.
Además de la Guerra de las Naranjas, que enfrentó durante 18 días a España y Portugal hace 212 años, la Historia recogerá otro conflicto en la Península Ibérica: la Guerra del Salmorejo, que estalló hace 15 días entre Sevilla y Córdoba cuando Goro Serrano tuvo la ocurrencia de incluir el salmorejo, plato típico cordobés por excelencia, en la lista de 18 tapas del patrimonio gastronómico hispalense. El conflicto se ha saldado con una completa victoria de la ciudad califal, después de que Gregorio rindiera platos, cucharas, tenedores y gazpacheras y retirara al salmorejo la otorgada carta de naturaleza sevillana. Estos deslices, como el de ubicar en las crónicas televisivas y periodísticas la aldea del Rocío en esta provincia en vez de en la de Huelva y la salida de la Santa María, la Pinta y la Niña del río Guadalquivir para descubrir América en vez del puerto de Palos de la Frontera (ojo, no Palos de Moguer, otro error garrafal), han contribuido más a labrar la leyenda negra sobre el centralismo sevillano que el nombramiento de Sevilla como capital de Andalucía.
Así que Serrano, para subsanar su lapsus de memoria, ha impulsado junto con el poder fáctico de la Asociación de Hosteleros un concurso en las redes sociales para que los internautas decidan qué tapas y qué benditos bares deben ser declarados ‘patrimonio gastronómico’ de la ciudad. O sea, que a su manera, nuestro delegado se ha erigido en una Unesco muy particular, que en vez de inscribir monumentos en la lista del Patrimonio Mundial concederá tales honores a las croquetas, los pavías de merluza, las papas aliñás y demás especialidades: las tapas-chef de Sevilla. ¿Acabará Zoido como con la torre Pelli, rogando que no se incluya ninguna en la lista negra de tapas en peligro?
A Gregorio Serrano, el multidelegado de Zoido, se le encendió la bombilla cuando vio que por la conjunción astral este año coincidían en la misma fecha el Corpus Christi y el Día de San Fernando. Como el patrón de Sevilla lo es también del Arma de Ingenieros, aprovechó la ocasión para proponerle a la Capitanía General una mezcolanza festiva, de forma tal que tendremos Corpus con jura de bandera y desfile militar en la Plaza Nueva. Aunque Goro dice que nada tiene que ver una cosa con la otra (el Corpus con la parada militar y tal), el resultado es un ‘totum revolutum’ que hará las delicias de la Sevilla eterna, sobre todo si el invento es gratis total. Ahora que viene el Príncipe Heredero de Japón, esperamos que a Serrano se le encienda otra bombilla; a ser posible un poco menos festiva y más economicista, para cambiar de costumbre. Que recuerde que no sólo es delegado de Fiestas Mayores sino también de todo lo demás.