En la víspera de la festividad de los Santos Inocentes, el acalde dio una entrevista a su emisora amiga, en la que dejó varias perlas que podrían pasar por inocentadas anticipadas si no se conociera previamente los diez años del personaje en la Casa Grande. Él, que se enteró del caso Mercasevilla a principios de febrero pero que ni siquiera preguntó a su interlocutor y luego hasta felicitó a Mellet por su “brillante” gestión, ha dicho ahora totalmente en serio que “lo denunciamos nosotros”. Luego ha aclarado por qué no aparece en los actos públicos y ha dado pie así a las cábalas sobre su posible relevo: si lanza a Celis por delante no es para placearlo y darle por saco a Viera, sino porque él está muy ocupado pensando en la solución del paro (sic). Recuérdese: en la presentación de su candidatura prometió el pleno empleo y VPO sin sorteos. Tres años después, más de 70.000 sevillanos han tenido que participar en la rifa de los pisos de las antiguas cocheras del Porvenir y más del 100.000 figuran inscritos en las listas del INEM en demanda de un trabajo.
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Mariscos Alfredo
Creo recordar que fue Eddie Murphy el actor que encarnó en una película a aquel personaje que a los pocos meses de llegar a una empresa y ser asignado al departamento de contabilidad asombró a sus compañeros apareciendo en la fábrica con un cochazo último modelo. Nadie podía explicarse cómo un simple administrativo que había acudido a la gran compañía en demanda de empleo había progresado tanto en tan poco tiempo como para permitirse aquellos lujos, cuando quienes llevaban allí desde toda la vida apenas si podían llegar a final de mes y pagar las letras de sus humildes utilitarios.
El trasunto de Eddie Murphy fue encumbrado por su acelerada capacidad de progresar en el salvaje mundo de los negocios partiendo desde lo más bajo de la escala social, pues su exhibicionismo con coches de gama alta, trajes italianos y relojes de oro era la prueba absoluta del triunfo de una inteligencia superior aplicada a la economía.
El personaje no era un genio de las finanzas, sino un pícaro que a la hora de hacer las nóminas de los miles de empleados de la multinacional había descubierto que en las cantidades a percibir siempre había una serie de centavos como decimales, pero que por comodidad contable la cifra final se redondeaba cuando se hacía la transferencia bancaria. Por tanto, si derivaba a su propia cuenta corriente toda esa despreciable ‘calderilla’ que se obviaba en la contabilidad oficial para facilitar que cuadraran las cuentas, la adición de aquellos decimales en que nadie reparaba le supondría a él millares y millares de dólares mensualmente.
Recordé a Eddie Murphy al leer el argumento dado por Mercasevilla para tratar de justificar el penúltimo escándalo en la empresa que preside Monteseirín en su calidad de alcalde de la ciudad: el regalo de dos cestas de 23 kilos de mariscos y por importe de 875,26 euros en la Nochebuena de 2008 a los señores Mir y Fernández. Casualmente, esos apellidos coinciden con los de dos concejales del PSOE, aunque ellos juran y perjuran en un comunicado que no han sido los beneficiarios de la mariscada. ¿Quién, pues, ha utilizado en falso sus nombres como coartada? Los dos ediles deberían ser los primeros interesados en averiguarlo.
Mercasevilla ha dicho que estos regalos son habituales, y, atención, “al igual que en cualquier otra empresa”. ¿Habituales en las empresas? He preguntado en mi entorno, y los de mi entorno al suyo, y así sucesivamente, y resulta que nadie ha recibido nunca su cesta de mariscos por Navidad como dice Mercasevilla que es práctica habitual en las empresas. Si se fijan en la factura de las cestas, importan 875,26 euros. ¡Una cifra con decimales! Seguro que en cada compañía deben de consignarse unos céntimos de euro diarios para nuestro regalo navideño, pero que émulos de Eddie Murphy los están desviando a sus propias cuentas. Esto, y no el cobro de comisiones ilegales o la venta fraudulenta de los terrenos, es el auténtico escándalo que hay que investigar y que ahora ha revelado Mercasevilla: saber quién se está apropiando de las cestas de marisco a las que todo sevillano tiene derecho.
En casa del herrero….
Sornas aparte, la actuación y las explicaciones de Mercasevilla en este caso son un paradigma de la deriva municipal durante el mandato de Monteseirín, presidente además de la empresa pública, porque para colmo las cestas de mariscos fueron enviadas a través de una marisquería privada, cuyo dueño ha confesado que estos encargos los recibe desde hace al menos diez años, justo el tiempo que lleva Monteseirín de alcalde.
Sorprende que Mercasevilla, que presume de ser el mercado de pescado y marisco más importante del Sur de Europa y que según la Memoria del año 2006 vende cada mes más de dos millones de kilos de estos productos (casi 28 millones de kilos en todo ese ejercicio, por valor de 97,3 millones de euros), tenga que recurrir a la hora de enviar una cesta navideña a una marisquería privada. En casa del herrero, cuchillo de palo. O deja de sorprender, si se piensa que éste era el método idóneo para evitar preparar las cestas destinadas a los supuestos concejales dentro de la propia empresa pública, con el riesgo de tener que dar enojosas explicaciones. La factura de la marisquería privada quedaría así difuminada entre los miles y miles de papeles tramitados cada año y el concepto de pago podrìa ser especificado de forma genérica para no despertar sospechas.
Flores como coartada
Desde la empresa presidida por Monteseirín se ha abundando en la idea de la ‘normalidad’ de este tipo de regalos a sus consejeros (suelen ser concejales del Ayuntamiento) y ha revelado que también envió un ramo de flores a un edil del PP cuando fue padre. Un ramo de flores es un detalle. Cestas de mariscos con ¡23 kilos! de gambas, langostinos, cigalas, nécoras, mejillones, patas, bocas, bogavantes y langostas no son ni siquiera una ‘pincelada’ a las que están habituados ciertos altos cargos municipales a costa de los contribuyentes sevillanos, sino sencillamente una obscenidad, y máxime en tiempos de crisis como los que ya se vivían en las postrimerías del año pasado.
Como alcalde, como presidente de Mercasevilla y como socialista, Monteseirín debe explicar a los más de cien mil parados sevillanos y a los centenares de miles de jóvenes que ni siquiera alcanzan la condición de mileuristas y que por eso hacen cola para aspirar a una VPO, cómo una empresa del Ayuntamiento se gasta 875,26 euros en cestas de mariscos por Navidad, y no ahora, sino desde que él llegó a la Alcaldía.
Quizás esta práctica sea otro signo de la modernización de Sevilla según (mariscos) Alfredo.
Manos en el fuego
Un centenar de profesionales han firmado un documento de apoyo a la funcionaria de Urbanismo imputada en el caso Mercasevilla por su intervención en el pliego de condiciones del concurso que la juez sospecha fue amañado para adjudicar los suelos al grupo Sando. Dicen que la imputada es persona “seria, rigurosa, honesta y muy humana, incapaz de cualquier hecho antijurídico mínimamente censurable socialmente”. Previamente, dos centenares de técnicos del Ayuntamiento firmaron otro comunicado avalando “la total lealtad y honestidad” de su compañera de Urbanismo. Si la juez Alaya, de la que también puede decirse que es “seria, rigurosa, honesta, etcétera”, ha imputado a la funcionaria, sus razones habrá tenido, sin que ello prejuzgue culpabilidad. Esta recogida de firmas tiene cierto tufillo corporativista y puede interpretarse como un intento de coacción a la magistrada, porque cien amigos no pueden erigirse en jurado y emitir un veredicto exculpatorio sin siquiera juicio previo. La Justicia, por más que lo dijera Pedro Pacheco, no es aún un cachondeo.
La otra ley de dependencia
El grupo Noga pierde el negocio que podría haber hecho con los suelos de Mercasevilla pese a que su oferta de compra superaba en 62 millones de euros a la de Sando. Sin embargo, cuando la juez Alaya pregunta a su representante por qué ni formó un escándalo ni presentó un recurso, éste, para sorpresa general, contesta: “No tuvimos la percepción de haber sufrido ningún perjuicio”. La juez, con su perspicacia habitual, inquiere: si Noga no alzó la voz ¿fue por temor a represalias municipales, dados sus muchos intereses en la ciudad?. Obviamente, la víctima del concurso de Mercasevilla lo niega todo, pero en el ambiente flota que su señoría ha dado en el clavo. ¿Quiere más pistas? Dragados no es que perdiera un concurso: Monteseirín le quitó directamente por el procedimiento del tirón la obra en marcha del edificio de Moneo en el Prado en 1999. Le exigió 5 millones ante el Juzgado Nº 5 de lo Contencioso, pero el año pasado retiró la demanda sin más, conforme a una ley no escrita: quien pleitea contra una Administración que se despida de nuevos contratos.
El burro y el trigo
En la Andalucía profunda se recuerda la historia del burro y el trigo. Un labriego observó cómo el asno de otro invadía sus campos, y exclamó: “¡Eh, oiga, ese burro está en mi cercado!”. “Pero, ¡si está capado!”, respondió el aludido. Réplica del afectado: “¿Y qué tienen que ver los c…. con el trigo?”. Al director de Mercasevilla, Jordi Maymó, le han grabado proponiendo a un mayorista que declarara oficialmente haber comprado parte de un puesto por 20.000 euros, cuando su coste era de 50.000. Mercasevilla habría ingresado así 6.000 euros por traspaso en vez de los 15.000 que le habrían correspondido si no se hubiera pagado con dinero negro parte de la operación. Tras ser pillado, Maymó ha salido como el del burro: “Pero, ¡si me han grabado sin mi consentimiento!”. ¿Acaso grabaron con su permiso a Mellet y compañía los hosteleros de La Raza cuando les pedían comisiones ilegales? La cuestión es si Mercasevilla puede confiar en un director que en vez de dar ejemplo propone irregularidades cuando piensa que nadie le oye y que habla ‘off the record’.
La prueba del nueve
Un derecho de 700.000 sevillanos
Zoido denuncia que se ha silenciado una reunión de la Ejecutiva de Mercasevilla y, maliciándose que hubiera visto la auditoría encargada a Deloitte a raíz del escándalo de las comisiones y la venta de suelo por 56 millones menos de la cuenta, le pide a Monteseirín una copia. Maribel Montaño hace honor a su apelativo de la ‘portacoz’ del gobierno y con cajas destempladas dice que Zoido “no tiene derecho alguno” a exigirla. ¿Cómo que no? Mercasevilla es empresa pública municipal y como tal sus dueños son los sevillanos. El Ayuntamiento, pues, debe rendir cuentas no sólo a Zoido, sino a cualquiera de nosotros y ser una casa de cristal por transparente. Si no tuviera nada que ocultar no tendría reparo incluso en colgar el documento en Internet, pero como es deliberadamente opaco ha dejado fuera de las empresas municipales a la Oposición. Ya puestos, Zoido, que ganó las elecciones, tiene más derecho que la Montaño a ver la auditoría: él fue elegido por los sevillanos mientras que ella fue nombrada a dedo por Monteseirín y se limita a ser ‘la voz de su amo’.
La prueba del algodón
La juez ha imputado a Montaño, Medrano y Torrijos por la prohibición del acto de homenaje a Foxá en un centro cívico. Según habría declarado Torrijos en la radio cuando pensaba en su posible imputación en Mercasevilla y no en ésta, ir a declarar como imputado es una gran ventaja porque al poder disponer de abogado se tiene una gran tranquilidad y, además, se puede mentir o no decir la verdad sin que ocurra nada, al contrario de lo que podrìa pasar en caso de acudir como testigo. ¿Es éste el sentido de la ética marxista de Torrijos, cuando se permite aludir a la mentira como posible estrategia de defensa? Recuérdese cómo Torrijos presentó en 2008 una moción en el Ayuntamiento en la que exigió el cese o la inhabilitación de los cargos públicos implicados en procesos judiciales y calificó su propuesta como “la prueba del algodón”. Esa prueba ya se la hizo IU a Agustín Pavón en Camas y acabaron quitándolo del medio. Falta ahora saber si Torrijos se la hará a sí mismo o acabará como en el pasaje bíblico: viendo la viga en ojo ajeno y sólo paja en el propio.
El ‘bien pagao’
Monteseirín declara tras la fracasada maniobra de distracción de su viaje a Londres que se da por bien pagado si le recuerdan por su honradez. Hasta ayer, dándosela de buena gente, quería camuflar con su supuesta bonhomía sus incompetencias. Ahora quiere contraponer a la imagen de dispendio que proyecta su viaje -si no hubiera tenido mala conciencia no tendría por qué haberlo ocultado- la honradez como suprema virtud. Honradez no es sólo no meter la mano en la caja. El Diccionario la define como “rectitud de ánimo, integridad en el obrar”. Debe preguntarse si actuó íntegramente cuando estuvo tantos años sin pagar el sello del coche; cuando apenas llegar al cargo ya se subió el sueldo; cuando cobra las dietas de empresas públicas como Mercasevilla y luego no da la cara; cuando compra silencios y/o complicidades periodísticas con la publicidad institucional; cuando a su sombra estallan escándalos que manchan el nombre de Sevilla y no dice como dijo Nixon tras el Watergate: “Me voy, no por lo que he hecho, sino por el clima de corrupción a mi alrededor”.
Mensajes ‘boomerang’
Le llaman el portavoz oculto y el Iznogoud de Monteseirín, en referencia a aquel personaje del cómic caracterizado de visir y cuyo único sueño era ser el califa en lugar del califa. Pues Celis ha emergido para decir que la doble imputación de Domingo Enrique Castaño, ahora por las facturas falsas, no afecta al grupo municipal socialista. ¿Acaso quiere Celis lanzar el mensaje subliminal de que afecta al alcalde, al que aspira a sustituir? Porque cuando Castaño fue imputado en Mercasevilla, la portavoz visible, Maribel Montaño, dijo ‘urbi et orbi’ que de asesor de Monteseirín, nada de nada, que Domingo Enrique era en realidad asesor del grupo socialista. Una de dos: o la doble imputación de Castaño salpica al alcalde o salpica al grupo del puño y la rosa, porque, como dijo Pérez (el del PP, no el de Mallorca), su situación procesal deriva del ejercicio de unas funciones en las que fue nombrado por el grupo o por Monteseirín. Como Celis y la Montaño lanzan mensajes contradictorios, lo más probable es que acabe afectando a los dos: al PSOE y al alcalde.