Archivo de la etiqueta: olmo

El rebrote de los plataneros

¿Recuerdan el precioso poema de Antonio Machado dedicado a un olmo seco? Aquel que empieza ‘Al olmo viejo, hendido por el rayo/ y en su mitad podrido,/ con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido’.

Parafraseando al gran poeta sevillano, en este caso no a un olmo, sino a los plataneros que el alcalde Espadas ordenó talar en la avenida de Italia (Los Bermejales) no algunas hojas verdes, les están rebrotando tallos enteros que en algunos casos superan el metro de altura.

No se sabe si la política forestal del gobierno de Espadas consiste en dejar abandonados a su suerte los tocones de los árboles cortados para ver si actúa la Madre Naturaleza y se regeneran con su ayuda o, por el contrario, tiene un ignoto plan de replantaciones, con cambio de especies incluido, que aplicar antes de que dentro de tres años acabe éste su segundo mandato.

Por de pronto, gracias a la desidia municipal con la arboleda estamos asistiendo, como habría dicho Machado, a otro milagro de la primavera.

El ficus seco

En el extremo de la ciudad deportiva del Betis, Heliópolis y su émulo Nuevo Heliópolis se alza, como un triste espantapájaros vegetal con sus muñones secos, un enorme ficus ya renegrecido que en su día fue un árbol frondoso en los jardines del Prado. Bajo sus ramas jugaron los niños y en su copa anidaron los pájaros, hasta que un día alguien decidió que estorbaba a la biblioteca universitaria de Zaha Hadid y, para evitar más protestas de vecinos y ecologistas, lo trasplantó a esta tierra extraña.. Se convirtió así en un solitario ejemplar en medio de una pradera de jaramagos que a duras penas verdea en verano. Dijeron no se sabe qué expertos que ninguno de los árboles trasplantados fuera del Prado se había perdido y que la operación fue todo un éxito. Este esqueleto vegetal prueba lo contrario. Quizás murió al verse solo, de la misma tristeza que los naranjos, por no poder oír más las risas infantiles y el trino de las aves. A este ficus seco, al contrario que al olmo de Machado, ya no le brotan ramas reverdecidas, ni espera milagro alguno de la primavera.