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El solsticio de Zoido

Hace casi un año por estas fechas, las crónicas periodísticas reflejaban que la primera Navidad con Zoido al frente del Ayuntamiento había servido para recuperar “el verdadero espíritu” con el que se celebra esta fiesta en la ciudad, y que el delegado de Empleo, Economía, Turismo y Fiestas Mayores, Gregorio Serrano, había presentado una guía de actividades  con la oferta cultural y de ocio denominada “En Sevilla se llama Navidad”, en clara referencia a la manera en que el anterior teniente de alcalde de Monteseirín, Antonio Rodrigo Torrijos (IU), se había referido a esta celebración. Para Gregorio Serrano, aquella campaña, que incluía la de ‘En Sevilla como un Rey’, que dio lugar a otra gran polémica y que popularmente fue conocida como la de ‘los Reyes vagos’, difundía el disfrute de “las tradiciones religiosas”, así como la riqueza artística y arquitectónica de la ciudad y su “inmensa” oferta cultural.

El lema ‘En Sevilla se llama Navidad” era, todavía cuatro años después, la respuesta del PP a una ocurrencia de Torrijos, expresada a mediados de noviembre de 2007, conforme a su militancia en el marxismo-leninismo y a su visión materialista de la historia, de que él prefería llamar a  la Navidad solsticio de invierno.
Ciertos medios interpretaron que el portavoz municipal de IU había propuesto cambiar la denominación de la Navidad por la de solsticio de invierno, y ello dio amplia munición a la artillería del PP y a la derecha mediática para fustigar de forma inmisericorde en aquel entonces al político comunista (subrayando expresamente esta adscripción ideológica) y ya, a partir de ese momento, a medida que se acercaba cada Navidad y el Ayuntamiento acababa enfrentado a los comerciantes del Centro, grandes beneficiarios ‘a posteriori’ de las políticas de Zoido, por la iluminación navideña y el reparto o no reparto de la factura de la misma, casualmente dependiente de la Delegación de Torrijos (Infraestructuras para la Sostenibilidad).

Como es sabido, nuestro planeta gira alrededor del sol, y por la inclinación del eje de la Tierra en su órbita alrededor del astro rey hay un momento en que el hemisferio Norte está más cerca de nuestra estrella y, por tanto, un día con más luz en todo el año (el del solsticio de verano, alrededor del 21 de junio), y otro en que el hemisferio Norte está más lejos y, por tanto, con un día de menos luz y la noche más larga (el del solsticio de invierno, en torno al 21 de diciembre).

Las culturas paganas festejaban el solsticio de invierno como la fecha del nacimiento del dios-sol, porque era justamente el momento en que la noche dejaba de crecer y la luz emprendía la senda de su triunfo sobre la oscuridad hasta el cénit del verano.

Sabido es también que la Iglesia Católica, con el fin de facilitar la conversión al cristianismo de los pueblos paganos, instituyó la Natividad o fecha del nacimiento de Jesucristo el día 25 de diciembre, para hacerla coincidir al máximo posible con el solsticio de invierno y para que  así los pueblos bárbaros pasaran sin dificultad el tránsito de adorar al dios-sol al Dios verdadero.

OBVIANDO LA HISTORIA

Un no creyente como Torrijos estaba en su derecho de reconocer sólo el acontecimiento astronómico del solsticio de invierno, pero desde una perspectiva histórica su error consistió en tratar de obviar una realidad innegable: que durante 2.000 años, los países de tradición cristiana como el nuestro lo que festejan no es una efemérides astronómica, sino religiosa, en cuanto fecha tradicionalmente aceptada, fuera o no cierta, como la del nacimiento de Cristo, motivo por el que se iluminan las calles con un alumbrado especial y se celebran el resto de ritos navideños, que concluyen con el día de los Reyes Magos.

Y como el alumbrado navideño dependía de Torrijos, los elementos ornamentales de la iluminación especial  al llegar estas fechas con el anterior mandato eran objeto de las mayores críticas. Para empezar, se extendió el dicho de “¡Feliz solsticio de invierno!”, en vez de “¡Feliz Navidad!”, para desgastar la posición política e institucional de Torrijos.

Luego, en las redes sociales y en opiniones expresadas en ciertos medios de comunicación, se ironizaba sobre los motivos del alumbrado navideño sevillano bajo la responsabilidad del ex-primer teniente de alcalde: “¿Qué motivos tendrá el alumbrado de este año? ¿La hoz y el martillo? ¿Marx, Lenin yEngels? ¿La escuadra y el compás?”.

Los motivos puramente geométricos, los renos y los cristales de nieve como alegorías luminosas de la Navidad utilizados durante la época de Torrijos eran automáticamente identificados con su ateísmo y asociados a su celebración del solsticio de invierno en vez de al nacimiento de Cristo.

EL ARZOBISPO SE PRONUNCIA

Cuando el año pasado, ya con Zoido de alcalde, el arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, censuró a quienes vaciaban de sentido cristiano la Navidad, los medios de comunicación volvieron la vista atrás y a interpretar que las palabras del pontífice sevillano se referían a Torrijos, ya que en su carta pastoral del 22 de diciembre de 2011 decía, entre otros extremos, que “también este año serán muchos los que convertirán estas fechas en la celebración del solsticio de invierno”, y que “con ello se intenta vaciar de contenido estos días santos, convirtiéndolos en vacaciones blancas, en las fiestas del consumismo y el derroche”.

Monseñor Asenjo criticaba “la ambientación navideña de nuestras ciudades y de nuestros hogares” porque “se prescinde del misterio que en estos días celebramos: se sustituye el belén por el árbol de Navidad; los Reyes Magos, por un Paá Noel sin referencias religiosas, signos todos ellos de la secularización de la Navidad”.
El arzobispo aseguraba que “el despojamiento  del sentido religioso” también se manifiesta en el lenguaje, pues la palabra Navidad, que significa natividad o nacimiento del Señor, se sustituye por la palabra fiesta, más inocua y menos comprometedora. Así -continuaba- ‘felices Pascuas’ se sustituye por ‘felices fiestas’, un circunloquio que evita reconocer que el corazón de la Navidad es nuestro encuentro en el Señor”.

SIN SÍMBOLOS RELIGIOSOS

Pues bien, pese a todas las críticas que durante cuatro años -y aun ahora- se hicieron al alumbrado navideño ‘laico’ de Torrijos por su falta de simbología religiosa que aludiera al nacimiento de Cristo, ha resultado que el del primer año de Zoido como alcalde y también el de este segundo año obedecen a las mismas características que los del político de Izquierda Unida.

El mayor exponente de esta Navidad en esta línea van a ser las grandes lámparas como de salón con que se están adornando las calles Tetuán y Sierpes, a las que se unen las enormes bolas de colores de la calle Rioja, los encajes de la Avenida y las figuras geométricas de la Campana.

En la iluminación navideña de Zoido como alcalde, más espectacular por su colorido y por su diseño que las tristes y apagadas de Torrijos por su afán en utilizar lámparas de tipo LED para ahorrar energía, hay esa similar falta de iconografía religiosa por la que tanto se criticó al socio de Monteseirín.

Y entre las novedades que se anuncian para este año figuran un árbol gigantesco (otro de esos símbolos de secularización tan criticados por el arzobispo Asenjo y no un belén más grande que el habitual bajo el arquillo del Ayuntamiento)  además de otra proyección sobre la fachada de las Casas Consistoriales, nieve artificial y hasta un posible tren turístico.

De lo que se colige que entre el ateo Torrijos y el ferviente católico Zoido no hay apenas diferencias temáticas e iconográficas a la hora del alumbrado especial, mismamente como si ambos estuvieran celebrando una fiesta en vez de la Pascua y el solsticio de invierno en lugar de la Navidad.

Símbolos

Juan Ignacio Zoido, el mismo que abominaba de la torre Cajasol (¿por qué la llaman torre Pelli, si el pobre rico de César Pelli no es más que un mandado?) y ahora se ha convertido en su defensor ante la Unesco, se ha rendido también ante las ‘Setas’ de la Encarnación. Ha lanzado una campaña de promoción turística de nuevo con los Reyes Magos/Vagos de protagonistas, y en vez de sacar a Melchor, Gaspar y Baltasar posando ante, por ejemplo, nuestro Patrimonio de la Humanidad en peligro (la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias), el Parque de María Luisa, la Plaza de España, la antigua Fábrica de Tabacos, el Salvador, el Barrio de Santa Cruz, la Macarena…… aparecen en el spot ante el Metropol/Parasol, el mayor símbolo del despilfarro, con el coste oficial de 102 millones de euros sin contar todo lo gastado en enterrar el proyecto previo del PA. Zoido, como abogado defensor del rascacielos y propagandista de las ‘Setas’, ha acabado convirtiéndose en el padre putativo (no se escandalicen: consulten el Diccionario de la Academia) de los iconos de Monteseirín.

Reyes de la ‘grasia’

Si el Ayuntamiento quería destacar como elemento diferenciador de Sevilla en Navidad su buen tiempo -en contraste con el gélido clima de otras latitudes- y usar como imagen promocional de esa idea-fuerza a los Reyes Magos en su campaña ‘En Sevilla, como un Rey’, podría haber situado a Sus Majestades con sus camellos en un París o un Londres nevados y evocando una Sevilla soleada, por ejemplo. Pero como aquí somos el jugador número 12 en cualquier evento y ‘la grasia no se pué aguantá’, los Reyes Magos del vídeo municipal aparecen durmiendo al solito en un banco próximo a la Catedral, musitando entre ellos un “¡Ojú!” y con los regalos a sus pies, olvidados y sin repartir. El PSOE ha pedido la retirada del vídeo por la imagen de vagancia que proyecta de Sevilla, máxime tras la acusación de “vagos” que nos lanzó el reprobado Duran i Lleida. El edil Serrano acusa a los socialistas de haber perdido “el sentido del humor”. ¿Y no hay otro sentido asociable a la ciudad que no sea el humorístico? Sevilla es algo demasiado serio como para tomársela siempre a guasa.

Carta del (sin) a los Reyes Magos

El autobombo de Monteseirín en Plaza Nueva

El autobombo de Monteseirín en Plaza Nueva

El (sin) alcalde va diciendo que ya es la hora de Espadas, pero él no deja de chupar cámara (y no sólo de su particular caja ‘tonta’, Giralda Tv) con su romería de despedida sin fin y esa  macrocampaña publicitaria que aunque use el nombre de la ciudad en realidad debería llamarse ‘Monteseirín se ve’. El (sin), que también dice que él es médico pero que sólo vio un fonendoscopio en la Facultad y de lejos, no quiere bajarse del coche oficial ni a tiros y ya le ha escrito una carta a los Reyes Magos, que para él no son ni el imputado Melchor ni los padres, sino el PSOE, y probablemente su presidente (el del partido, no de la Junta), Chaves. Y ha revelado su deseo: “si se piensa en mí para política, que sea fuera de Sevilla”.¿No decía que estaba saciado de popularidad? Si fuera tan popular como pregona, ¿por qué quiere largarse lo más lejos posible de aquí? Yo le pido a los Reyes Magos que se cumpla su afán, para darle así una variante a los versos de Machado: “Sevillanos, que no os dé ninguna pena: ¡qué bonita estará Sevilla sin Monteseirín ni Marchena!”.

Descreído

felicitacion marchenaMonseñor Asenjo, al que cuando era sólo obispo de Córdoba le vaticiné que sería arzobispo de Sevilla, ha criticado “el secuestro que sufre la Navidad”. El pontífice hispalense lamenta que la iluminación navideña haya perdido todo su simbolismo religioso -Torrijos, deja de silbar-; que los árboles nórdicos sustituyan a los belenes y que las felicitaciones sólo contengan motivos periféricos a la celebración, como ciervos o nieve. Pues todo esto, monseñor, no es nada comparado con el christma (merezco ser condenado por este anglicismo) del imputado Manuel Marchena: una foto de la maqueta de las ‘setas’ de la Encarnación con, sobreimpresa, una tópica frase de Wayne W. Dyer (otro extranjero, para variar) cogida por los pelos, pese a que el valido del (sin) alcalde es calvo. Comprenderán ahora por qué Marchena no merecía salir de rey Melchor en la cabalgata del Ateneo, colofón de las Pascuas. El ahora despreciado por los señores del ladrillo ha dado ya suficientes muestras de no creer en la Navidad. El sólo adora a su particular becerro de oro: Monteseirín.

La cobradora del frac

Maribel Montaño persigue en plan cobradora del frac a los organizadores de la Cabalgata de su pueblo, Carmona, para que le paguen los 1.999 euros que gastó en un traje de Rey Gaspar que no lució. Tras aceptar salir en el cortejo, comprar telas y encargar la confección de sus ropajes, sufrió un ataque de feminismo ‘progre’ y exigió salir sin barba, como si en vez de tres Reyes Magos hubiera habido sólo dos y una Reina, la Reina Gaspara. Sus paisanos le aplicaron la Ley de la Memoria Histórica y le dijeron  que se desfilaba conforme a la Biblia y a la tradición, que obliga a Gaspar a llevar barba rubia oscura, y que tal disfraz en nada sería un desdoro para una mujer. La doña se indignó y renunció ‘a posteriori’, pero no ha cejado en su empeño de traspasar la factura. Su última intentona ha sido tratar de que los 2.000 euros que la obra social de La Caixa donó a la Cabalgata fueran destinados a pagar a su sastre en vez de a los centros asistenciales de Carmona. La caridad, según la muy ‘progre’, feminista y socialista Maribel Montaño, empieza por ella misma.