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El modelo de Navidad de Sevilla

Buena parte de los debates en Sevilla, que emergen y se sumergen como el Guadiana e independientemente de la época del año, versan sobre las fiestas que se celebran en la ciudad: si la Preferia debe ser considerada Feria o no; si debe haber una segunda ‘Madrugá’ en la Semana Santa y, ahora, si puede haber Navidad sin el  ‘mapping’ y sin el alumbrado de colores que caracterizaron la etapa de Zoido en el Ayuntamiento, los cuales ha decidido someter a revisión por su elevado coste y problemas de seguridad.

El mero anuncio ya ha alimentado el argumento de que Espadas liquidará la Navidad según Zoido al igual que ya ha liquidado el modelo urbanístico de su predecesor al tumbar el convenio con Altadis, el puente en la Cartuja y el gran centro comercial que nunca existió en la Gavidia.

Poco podía imaginar el entonces primer teniente de alcalde y portavoz del grupo municipal de IU, Antonio Rodrigo Torrijos, que una frase suya pronunciada a la ligera y luego convenientemente amplificada -y hasta tergiversada- sobre que aquel año pondría alumbrado de solsticio de invierno  al presentar la iluminación de la Navidad, acabaría convirtiendo la celebración por excelencia de los cristianos en un motivo de conflicto político que sería aprovechado por el PP para tratar de patrimonializar la conmemoración y poco menos que reinventarla.

EL SOLSTICIO

El solsticio de invierno es el momento en que la posición del sol en el cielo se encuentra a la mayor distancia del ecuador , hecho que suele acontecer en una franja estimada entre el 21 y el 23/24 de diciembre en el hemisferio Norte, y en fechas equivalentes del mes de junio en el hemisferio Sur. Como consecuencia, en nuestro hemisferio (Norte) acaece la noche más larga del año, con todo lo que en las primitivas creencias se asociaba a la oscuridad, pero una vez alcanzado ese momento crítico, empieza de inmediato el proceso de alargamiento de las horas de luz hasta el mes de junio, para a continuación menguar hasta diciembre, y así repetirse el ciclo anualmente.

El solsticio de invierno tenía en los pueblos antiguos y paganos un significado especial, como el del tránsito de la muerte (la noche más larga) a la vida (la luz), en lo que sería un volver a nacer, un renacimiento. Historiadores sostienen que, de forma inteligente para ganarse la adhesión de los pueblos paganos, la Iglesia, sobre todo a partir del calendario juliano, situó el nacimiento de Cristo en torno al solsticio de invierno, para equiparar así la Navidad al nacimiento de la luz y al final de las tinieblas nocturnas.

CONFLICTO ECONÓMICO

Torrijos, de ideología comunista, no pudo compendiar en una frase toda esa compleja explicación histórico-religiosa. Por aquel entonces era también el delegado responsable del alumbrado navideño, y su afán por ahorrar energía colocando bombillas tipo LED de incipiente desarrollo pero menos deslumbrantes en principio que las tradicionales, y que los comerciantes del Centro contribuyeran con más dinero a su financiación, se convirtieron en campo abonado para que sus palabras fueran ‘traducidas’ a un supuesto propósito de celebrar una Navidad poco menos que atea y sin motivos cristianos en el alumbrado: cristales de nieve, renos, abetos, figuras geométricas….

Por eso, una de las formas que empleó Zoido cuando llegó al Poder para desmarcarse de la etapa de Monteseirín y Torrijos -derogación del Plan Centro aparte- fue dar el máximo realce posible a la Navidad, en contraste con la ‘pobreza’ (en vez de ser considerada como un ahorro energético) lumínica del alumbrado impulsado por el portavoz de IU.

Esa intención manifiesta quedó explícita en el lema ‘En Sevilla se llama Navidad’, y en el derroche de luces de colores (sin que los que antes protestaban por la ausencia de motivos cristianos alzaran entonces la voz) y la importación del ‘mapping’, proyecciones tridimensionales para un público masivo que generalmente por razones publicitarias (por ejemplo, un lanzamiento de Vodafone) se habían celebrado con éxito de público, por su espectacularidad, en ciudades extranjeras y en Madrid.

PATROCINIOS PRIVADOS

Para tratar de justificar estas proyecciones, al coste de unos 300.000 euros, en tiempos de gravísima crisis económica y en una ciudad que en diciembre de 2011 tenía 81.135 parados, Zoido argumentó que no costarían nada al erario público porque serían patrocinadas por empresas privadas en su totalidad. Sin embargo, ya el año pasado la empresa municipal Emasesa tuvo que salir en auxilio del alcalde y desembolsar 200.000 euros para cubrir la diferencia ante la falta de suficientes patrocinadores.

Y aunque la situación económica general parece haber mejorado, en Sevilla hemos pasado de aquellos 81.135 parados de la primera Navidad de Zoido a 84.127 el pasado mes de agosto. En este contexto socioeconómico, el nuevo gobierno entiende que el mantenimiento del ‘mapping’ sólo se justificaría por su patrocinio privado al 100%, sin que hasta ahora los sectores más beneficiados por la masiva afluencia de público al Centro en los días de proyecciones (hoteleros, hosteleros y comerciantes) hayan dado un paso al frente, por más que el PP estime en un 8% el incremento de sus ventas en esas fechas y el presidente de los hosteleros dijera en su día que estaban dispuestos a financiar “no una, sino tres Copas Davis en Sevilla”.

CENTRO Y BARRIOS

El segundo elemento en cuestión es el coste del alumbrado navideño y su distribución por la ciudad. Zoido dejó atado el contrato por dos años más, por lo que el gobierno de Espadas se ve obligado a gastar 500.000 euros, de los que 110.000 los va a aportar una aseguradora por colocar un árbol con las letras de su marca en la Puerta de Jerez y el resto, 390.000, el Ayuntamiento a través de la Gerencia de Urbanismo.

Con este dinero se van a iluminar al menos 169 calles de forma obligatoria, de las cuales 70 (el 41,42%) están en el Centro. El grupo político Participa ya ha subrayado que entre el Centro y Los Remedios acaparan el 52% del presupuesto navideño, mientras que al distrito Este, con casi el doble de población, sólo se le asigna el 3%, por lo que a su juicio el mapa del alumbrado navideño no es más que una trasposición del mapa de las desigualdades existentes en la ciudad, con la agravante de que quien las mantiene en este caso es el propio Ayuntamiento.

El debate que plantea Participa es similar al que hace un decenio quiso abrir Torrijos al querer cambiar el modelo de concentración de la iluminación navideña en el Centro histórico para extenderlo a la periferia, aunque cometió un error marketiniano al hablar de solsticio de invierno en vez de Navidad.

 

El solsticio de Zoido

Hace casi un año por estas fechas, las crónicas periodísticas reflejaban que la primera Navidad con Zoido al frente del Ayuntamiento había servido para recuperar “el verdadero espíritu” con el que se celebra esta fiesta en la ciudad, y que el delegado de Empleo, Economía, Turismo y Fiestas Mayores, Gregorio Serrano, había presentado una guía de actividades  con la oferta cultural y de ocio denominada “En Sevilla se llama Navidad”, en clara referencia a la manera en que el anterior teniente de alcalde de Monteseirín, Antonio Rodrigo Torrijos (IU), se había referido a esta celebración. Para Gregorio Serrano, aquella campaña, que incluía la de ‘En Sevilla como un Rey’, que dio lugar a otra gran polémica y que popularmente fue conocida como la de ‘los Reyes vagos’, difundía el disfrute de “las tradiciones religiosas”, así como la riqueza artística y arquitectónica de la ciudad y su “inmensa” oferta cultural.

El lema ‘En Sevilla se llama Navidad” era, todavía cuatro años después, la respuesta del PP a una ocurrencia de Torrijos, expresada a mediados de noviembre de 2007, conforme a su militancia en el marxismo-leninismo y a su visión materialista de la historia, de que él prefería llamar a  la Navidad solsticio de invierno.
Ciertos medios interpretaron que el portavoz municipal de IU había propuesto cambiar la denominación de la Navidad por la de solsticio de invierno, y ello dio amplia munición a la artillería del PP y a la derecha mediática para fustigar de forma inmisericorde en aquel entonces al político comunista (subrayando expresamente esta adscripción ideológica) y ya, a partir de ese momento, a medida que se acercaba cada Navidad y el Ayuntamiento acababa enfrentado a los comerciantes del Centro, grandes beneficiarios ‘a posteriori’ de las políticas de Zoido, por la iluminación navideña y el reparto o no reparto de la factura de la misma, casualmente dependiente de la Delegación de Torrijos (Infraestructuras para la Sostenibilidad).

Como es sabido, nuestro planeta gira alrededor del sol, y por la inclinación del eje de la Tierra en su órbita alrededor del astro rey hay un momento en que el hemisferio Norte está más cerca de nuestra estrella y, por tanto, un día con más luz en todo el año (el del solsticio de verano, alrededor del 21 de junio), y otro en que el hemisferio Norte está más lejos y, por tanto, con un día de menos luz y la noche más larga (el del solsticio de invierno, en torno al 21 de diciembre).

Las culturas paganas festejaban el solsticio de invierno como la fecha del nacimiento del dios-sol, porque era justamente el momento en que la noche dejaba de crecer y la luz emprendía la senda de su triunfo sobre la oscuridad hasta el cénit del verano.

Sabido es también que la Iglesia Católica, con el fin de facilitar la conversión al cristianismo de los pueblos paganos, instituyó la Natividad o fecha del nacimiento de Jesucristo el día 25 de diciembre, para hacerla coincidir al máximo posible con el solsticio de invierno y para que  así los pueblos bárbaros pasaran sin dificultad el tránsito de adorar al dios-sol al Dios verdadero.

OBVIANDO LA HISTORIA

Un no creyente como Torrijos estaba en su derecho de reconocer sólo el acontecimiento astronómico del solsticio de invierno, pero desde una perspectiva histórica su error consistió en tratar de obviar una realidad innegable: que durante 2.000 años, los países de tradición cristiana como el nuestro lo que festejan no es una efemérides astronómica, sino religiosa, en cuanto fecha tradicionalmente aceptada, fuera o no cierta, como la del nacimiento de Cristo, motivo por el que se iluminan las calles con un alumbrado especial y se celebran el resto de ritos navideños, que concluyen con el día de los Reyes Magos.

Y como el alumbrado navideño dependía de Torrijos, los elementos ornamentales de la iluminación especial  al llegar estas fechas con el anterior mandato eran objeto de las mayores críticas. Para empezar, se extendió el dicho de “¡Feliz solsticio de invierno!”, en vez de “¡Feliz Navidad!”, para desgastar la posición política e institucional de Torrijos.

Luego, en las redes sociales y en opiniones expresadas en ciertos medios de comunicación, se ironizaba sobre los motivos del alumbrado navideño sevillano bajo la responsabilidad del ex-primer teniente de alcalde: “¿Qué motivos tendrá el alumbrado de este año? ¿La hoz y el martillo? ¿Marx, Lenin yEngels? ¿La escuadra y el compás?”.

Los motivos puramente geométricos, los renos y los cristales de nieve como alegorías luminosas de la Navidad utilizados durante la época de Torrijos eran automáticamente identificados con su ateísmo y asociados a su celebración del solsticio de invierno en vez de al nacimiento de Cristo.

EL ARZOBISPO SE PRONUNCIA

Cuando el año pasado, ya con Zoido de alcalde, el arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, censuró a quienes vaciaban de sentido cristiano la Navidad, los medios de comunicación volvieron la vista atrás y a interpretar que las palabras del pontífice sevillano se referían a Torrijos, ya que en su carta pastoral del 22 de diciembre de 2011 decía, entre otros extremos, que “también este año serán muchos los que convertirán estas fechas en la celebración del solsticio de invierno”, y que “con ello se intenta vaciar de contenido estos días santos, convirtiéndolos en vacaciones blancas, en las fiestas del consumismo y el derroche”.

Monseñor Asenjo criticaba “la ambientación navideña de nuestras ciudades y de nuestros hogares” porque “se prescinde del misterio que en estos días celebramos: se sustituye el belén por el árbol de Navidad; los Reyes Magos, por un Paá Noel sin referencias religiosas, signos todos ellos de la secularización de la Navidad”.
El arzobispo aseguraba que “el despojamiento  del sentido religioso” también se manifiesta en el lenguaje, pues la palabra Navidad, que significa natividad o nacimiento del Señor, se sustituye por la palabra fiesta, más inocua y menos comprometedora. Así -continuaba- ‘felices Pascuas’ se sustituye por ‘felices fiestas’, un circunloquio que evita reconocer que el corazón de la Navidad es nuestro encuentro en el Señor”.

SIN SÍMBOLOS RELIGIOSOS

Pues bien, pese a todas las críticas que durante cuatro años -y aun ahora- se hicieron al alumbrado navideño ‘laico’ de Torrijos por su falta de simbología religiosa que aludiera al nacimiento de Cristo, ha resultado que el del primer año de Zoido como alcalde y también el de este segundo año obedecen a las mismas características que los del político de Izquierda Unida.

El mayor exponente de esta Navidad en esta línea van a ser las grandes lámparas como de salón con que se están adornando las calles Tetuán y Sierpes, a las que se unen las enormes bolas de colores de la calle Rioja, los encajes de la Avenida y las figuras geométricas de la Campana.

En la iluminación navideña de Zoido como alcalde, más espectacular por su colorido y por su diseño que las tristes y apagadas de Torrijos por su afán en utilizar lámparas de tipo LED para ahorrar energía, hay esa similar falta de iconografía religiosa por la que tanto se criticó al socio de Monteseirín.

Y entre las novedades que se anuncian para este año figuran un árbol gigantesco (otro de esos símbolos de secularización tan criticados por el arzobispo Asenjo y no un belén más grande que el habitual bajo el arquillo del Ayuntamiento)  además de otra proyección sobre la fachada de las Casas Consistoriales, nieve artificial y hasta un posible tren turístico.

De lo que se colige que entre el ateo Torrijos y el ferviente católico Zoido no hay apenas diferencias temáticas e iconográficas a la hora del alumbrado especial, mismamente como si ambos estuvieran celebrando una fiesta en vez de la Pascua y el solsticio de invierno en lugar de la Navidad.

Torrijos agita a la tribu

La gran antropóloga norteamericana Margaret Mead contaba que en las sociedades primitivas, cuando el jefe de la tribu veía cuestionado su liderazgo, se inventaba la amenaza de un enemigo exterior para unir a todos los miembros del poblado en torno a él, que de esta manera, ante la situación de excepción creada, quedaba reafirmado como el cacique del grupo para organizar la defensa.

A este mismo primitivismo atávico ha recurrido Torrijos tras el amplio eco de la foto de su mariscada en Bruselas a un coste estimado de unos mil euros. Torrijos ha escrito ahora en su página web: “La semana pasada he denunciado en este blog la campaña de acoso y difamación emprendida contra los miembros de Izquierda Unida y contra mí mismo como su portavoz. Sin volver a entrar en detalles, se trata de erosionar planificadamente nuestra imagen y tratar de influir en los resultados electorales de mayo”.

Obsérvese cómo Torrijos presenta la supuesta campaña como dirigida contra sus correligionarios (su tribu) de IU y sólo secundariamente, contra él, para movilizar así a sus afines.

UN PRECEDENTE

El candidato de IU tiene razón en alguna de sus quejas, como la malintencionada interpretación de sus palabras sobre el solsticio de invierno y la Navidad, pero en el ‘affaire’ de la mariscada no son ‘los otros’ quienes erosionan la imagen de su coalición, sino él con su torpeza política y la foto de la ostentación en plan nuevo rico.

Torrijos sigue sin comprender que comunicamos sobre nosotros mismos no sólo con palabras, sino también con el silencio, los gestos y, en fin, con nuestras obras y hasta nuestras omisiones, conforme al clásico libro de Flora Davis ‘La comunicación no verbal’.

Bien lo comprendió antes que él y a su pesar Javier Arenas, a cuenta de otra fotografía: la del limpiabotas del Hotel Palace de Madrid  arrodillado y dándole lustre a sus zapatos mientras el político del PP leía tranquilamente el periódico sin ser consciente del daño que podría causar a su imagen aquella escena y cómo iba a ser voceada, altavoceada y requetedifundida por sus adversarios ideológicos.

Todavía hoy circulan por Internet comentarios del siguiente tenor: “la foto con el betunero ha sido una de las imágenes que mejor han reflejado a Javier Arenas, un señorito andaluz al que le gusta que de rodillas le limpien los zapatos”. O: “Arenas se convirtió en un perdedor sempiterno en Andalucía el día en que se publicó aquella foto”.

VALORES

¿Qué código de valores transmite Torrijos, que quiere pasar por adalid del comunismo y de la izquierda, con la foto de la gran mariscada que tan torpemente o con total desfachatez se dejó hacer? El líder de IU planteó primero la cuestión de forma demagógica al decir que la derecha no quería que los comunistas comieran marisco, sin reparar en que no se trataba de un asequible platito de gambas, sino de pantagruélicas fuentes de todo tipo de ‘delicatessen’ marinas, el símbolo de la riqueza y de los nuevos triunfadores.

Torrijos no dijo toda la verdad cuando alegó que lo normal en una feria del marisco era ir a comer marisco, porque apenas  pisó el certamen, se dedicó a hacer turismo la mayor parte del tiempo según las crónicas y se dio la gran mariscada en un restaurante del centro de Bruselas sito a 7 kilómetros. Después trató de reducir la cuestión a un asunto privado, cuando su viaje y el de sus acompañantes costó 7.064 euros a las arcas de Mercasevilla, empresa municipal sostenida por los sevillanos, que por ende repartió talones de 500 euros entre los expedicionarios como anticipos a cuenta.

El primer teniente de alcalde, que por definición es un fiscalizador del dinero público, se sentó a la misma mesa con mayoristas de Mercasevilla y, según su versión,  se levantó ignorando siquiera quién y con qué dinero pagó la factura. Si, como gato panza arriba sostiene que no fue con dinero municipal y “supone” que alguien invitó,  ese alguien sólo podían ser los mayoristas con sus  particulares intereses, y que para colmo lo niegan y devuelven la pelota a su tejado.

CRISIS COMO TRASFONDO

El líder de IU, que colgó la foto en su blog primero que nadie para reventar una exclusiva periodística, denunció luego que en su publicación por los medios había manipulación política porque irritaban al electorado en plena crisis, cuando la imagen se tomó en un momento, 2008, en que aún no había estallado la burbuja inmobiliaria. Tal como ha recordado el PA, Torrijos también sufre desmemoria selectiva, ya que IU sostuvo en la campaña electoral de aquel año que la crisis ya había llegado a España.

Si después de todo su discurso de ‘sostenella y no enmendalla’ de que se trataba de un asunto personal, que los comunistas también pueden hartarse de marisco y que en 2008 no había crisis económica que le coartase, ¿qué sentido tiene entonces pedir ahora perdón públicamente por una foto ‘entre amigos’? Es el último de una amplia cadena de errores de los que él es único responsable, por más que agite el fantasma de las campañas judeomasónicas.

En la invocación a esos fantasmas ha encontrado un inesperado aliado en Juan Espadas. El alcaldable del PSOE ha pensado ahora que fue demasiado lejos en su condena al edil piquetero y que podría poner en peligro una futurible coalición con IU, de ahí que haya dicho sobre Torrijos que  ha sido víctima de “una campaña de la derecha, a la que no hay que hacer el juego dándole vueltas a este asunto”. Si para Enrique IV París bien valía una misa, para Espadas la Alcaldía de Sevilla bien vale  para justificar la gran mariscada.