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Torrijos agita a la tribu

La gran antropóloga norteamericana Margaret Mead contaba que en las sociedades primitivas, cuando el jefe de la tribu veía cuestionado su liderazgo, se inventaba la amenaza de un enemigo exterior para unir a todos los miembros del poblado en torno a él, que de esta manera, ante la situación de excepción creada, quedaba reafirmado como el cacique del grupo para organizar la defensa.

A este mismo primitivismo atávico ha recurrido Torrijos tras el amplio eco de la foto de su mariscada en Bruselas a un coste estimado de unos mil euros. Torrijos ha escrito ahora en su página web: “La semana pasada he denunciado en este blog la campaña de acoso y difamación emprendida contra los miembros de Izquierda Unida y contra mí mismo como su portavoz. Sin volver a entrar en detalles, se trata de erosionar planificadamente nuestra imagen y tratar de influir en los resultados electorales de mayo”.

Obsérvese cómo Torrijos presenta la supuesta campaña como dirigida contra sus correligionarios (su tribu) de IU y sólo secundariamente, contra él, para movilizar así a sus afines.

UN PRECEDENTE

El candidato de IU tiene razón en alguna de sus quejas, como la malintencionada interpretación de sus palabras sobre el solsticio de invierno y la Navidad, pero en el ‘affaire’ de la mariscada no son ‘los otros’ quienes erosionan la imagen de su coalición, sino él con su torpeza política y la foto de la ostentación en plan nuevo rico.

Torrijos sigue sin comprender que comunicamos sobre nosotros mismos no sólo con palabras, sino también con el silencio, los gestos y, en fin, con nuestras obras y hasta nuestras omisiones, conforme al clásico libro de Flora Davis ‘La comunicación no verbal’.

Bien lo comprendió antes que él y a su pesar Javier Arenas, a cuenta de otra fotografía: la del limpiabotas del Hotel Palace de Madrid  arrodillado y dándole lustre a sus zapatos mientras el político del PP leía tranquilamente el periódico sin ser consciente del daño que podría causar a su imagen aquella escena y cómo iba a ser voceada, altavoceada y requetedifundida por sus adversarios ideológicos.

Todavía hoy circulan por Internet comentarios del siguiente tenor: “la foto con el betunero ha sido una de las imágenes que mejor han reflejado a Javier Arenas, un señorito andaluz al que le gusta que de rodillas le limpien los zapatos”. O: “Arenas se convirtió en un perdedor sempiterno en Andalucía el día en que se publicó aquella foto”.

VALORES

¿Qué código de valores transmite Torrijos, que quiere pasar por adalid del comunismo y de la izquierda, con la foto de la gran mariscada que tan torpemente o con total desfachatez se dejó hacer? El líder de IU planteó primero la cuestión de forma demagógica al decir que la derecha no quería que los comunistas comieran marisco, sin reparar en que no se trataba de un asequible platito de gambas, sino de pantagruélicas fuentes de todo tipo de ‘delicatessen’ marinas, el símbolo de la riqueza y de los nuevos triunfadores.

Torrijos no dijo toda la verdad cuando alegó que lo normal en una feria del marisco era ir a comer marisco, porque apenas  pisó el certamen, se dedicó a hacer turismo la mayor parte del tiempo según las crónicas y se dio la gran mariscada en un restaurante del centro de Bruselas sito a 7 kilómetros. Después trató de reducir la cuestión a un asunto privado, cuando su viaje y el de sus acompañantes costó 7.064 euros a las arcas de Mercasevilla, empresa municipal sostenida por los sevillanos, que por ende repartió talones de 500 euros entre los expedicionarios como anticipos a cuenta.

El primer teniente de alcalde, que por definición es un fiscalizador del dinero público, se sentó a la misma mesa con mayoristas de Mercasevilla y, según su versión,  se levantó ignorando siquiera quién y con qué dinero pagó la factura. Si, como gato panza arriba sostiene que no fue con dinero municipal y “supone” que alguien invitó,  ese alguien sólo podían ser los mayoristas con sus  particulares intereses, y que para colmo lo niegan y devuelven la pelota a su tejado.

CRISIS COMO TRASFONDO

El líder de IU, que colgó la foto en su blog primero que nadie para reventar una exclusiva periodística, denunció luego que en su publicación por los medios había manipulación política porque irritaban al electorado en plena crisis, cuando la imagen se tomó en un momento, 2008, en que aún no había estallado la burbuja inmobiliaria. Tal como ha recordado el PA, Torrijos también sufre desmemoria selectiva, ya que IU sostuvo en la campaña electoral de aquel año que la crisis ya había llegado a España.

Si después de todo su discurso de ‘sostenella y no enmendalla’ de que se trataba de un asunto personal, que los comunistas también pueden hartarse de marisco y que en 2008 no había crisis económica que le coartase, ¿qué sentido tiene entonces pedir ahora perdón públicamente por una foto ‘entre amigos’? Es el último de una amplia cadena de errores de los que él es único responsable, por más que agite el fantasma de las campañas judeomasónicas.

En la invocación a esos fantasmas ha encontrado un inesperado aliado en Juan Espadas. El alcaldable del PSOE ha pensado ahora que fue demasiado lejos en su condena al edil piquetero y que podría poner en peligro una futurible coalición con IU, de ahí que haya dicho sobre Torrijos que  ha sido víctima de “una campaña de la derecha, a la que no hay que hacer el juego dándole vueltas a este asunto”. Si para Enrique IV París bien valía una misa, para Espadas la Alcaldía de Sevilla bien vale  para justificar la gran mariscada.

La mariscada

Torrijos trata de desactivar el efecto de la foto de su pantagruélica mariscada en Bruselas con la tesis de que “tanto si se pagó con dinero público como si no, no se puede criminalizar una actividad normal, propia de un representante público”. Sus palabras denotan su concepción de la política: lo normal es que los  cargos públicos se coman mariscadas de mil euros a costa del contribuyente en cuanto que la factura, presuntamente, corría a cuenta de Mercasevilla, empresa municipal. ¿Habría encargado Torrijos una mariscada de mil euros si la hubiera tenido que pagar de su bolsillo? Probablemente, no. Lo que no habría hecho en su vida privada no tiene empacho de hacerlo en la vida pública. Y con la agravante de que dice representar al partido de la ‘famélica legión’ o/y ‘los esclavos sin pan’y a una empresa con 4 millones de euros de pérdidas, y en una situación (2008) de crisis que deja a 75.000 sevillanos en el paro. La foto de la mariscada es, en el fondo, un retrato moral de Torrijos, un político que ha perdido la credibilidad y su discurso de izquierda.

Chupar cámara

El PSOE ya no sabe qué hacer con tal de que el candidato a candidato (no ha sido designado oficialmente) a la Alcaldía, frustrado candidato a delegado del Gobierno y a senador y ciudadano llamado Juan Espadas chupe cámara en cualquier acto público aunque su presencia no pueda justificarse por carecer de cargo alguno y ser un señor tan particular como usted o como yo. A Espadas ya lo empotraron en la comitiva oficial durante la  inauguración del curso para que se viera que allí estaba Wally, y ahora han hecho lo mismo para que chupara cámara en el Alcázar en la peor foto posible: la entrega de un premio ecológico a Monteseirín, el depredador de árboles,  cuya imagen, como dicen del tabaco en la salud,  perjudica seriamente la marca PSOE. ¿No decía Viera que Alfredo debía dar un paso atrás? Pues al revés: obliga a Espadas a dar un paso al frente y salir en la foto con el que le sabotea y erosiona, sin tener más ‘justificación’ para ello que su remota condición de exviceconsejero de Medio Ambiente. Patético, y más aún que Espadas se preste sin pudor a la jugada.

El dilema

Espadas declaró en Canal Sur que los sevillanos querían “un cambio, una renovación” y que él no se iba a convertir “en el acompañante de Monteseirín para salir en la foto”. Pues bien, Alfredo lo pone hoy a prueba con una invitación saducea, pues además de a sus fieles ejecutados del sector crítico lo ha convocado también a él, por SMS, a una comida de hermandad en el restaurante ‘La nueva victoria’, de Sevilla Este. La denominación del local donde van a reunirse los derrotados en la batalla contra Viera no hace honor a la realidad, pero Alfredo lanza mensajes simbólicos, quizás porque ve demasiadas películas de Nicolas Cage. ¿Qué hará Espadas? Si va y lo sacan en la foto junto a Monteseirín, como ya le pasó en la caseta de la Feria, quedará retratado como el continuista del (sin) alcalde, más de lo mismo, para gozo del propio Alfredo y de Zoido. Y si no va, se arriesga al boicot interno de Alfredo y los críticos. Espadas tiene una coartada perfecta. Hoy es 24 de junio, él se llama Juan y siempre puede decir que acostumbra a pasar su onomástica en familia.