El PSOE usó en el último Pleno el libro de estilo de Monteseirín: enmerdarlo todo para tapar sus escándalos. Lo hizo desde con el impago del sello del coche hasta con el desalojo de los chabolistas de Los Bermejales, y la caseta de Feria no iba a ser excepción, sino la regla. Fran Fernández se remontó hasta una supuesta irregularidad de los padres del pepero Goro Serrano. Si le hubiera hecho falta habría llegado hasta Adán y Eva, aunque en nada habría cambiado la naturaleza del asunto: Mir se apropió de la caseta de las limpiadoras. El mensaje socialista era claro: todos somos iguales ante la desvergüenza. ¿Dónde, pues, la pretendida superioridad moral de la izquierda? En vez de expulsar a los inmorales, al margen de lo que haga la Derecha, el PSOE los cobija. ¿Es éste el partido de Pablo Iglesias? Lo peor fue ver que Fran Fernández no trataba de depurar responsabilidades, caiga quien caiga, sino que ofrecía al PP un oscuro pacto de silencio. Nunca como en este Ayuntamiento llegó a un nivel más bajo la Democracia, que por definición significa transparencia.
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Incoherencia
El número dos del PSOE(A), Velasco, expresó en Cádiz su sorpresa por el revuelo que se había montado a cuenta de la intervención de Susana en la huelga de Tussam. Velasco proclamó que no iban a arrugarse ante las críticas por la injerencia de la secretaria de Organización en las competencias del (sin) alcalde de Sevilla, porque a su juicio “dan la impresión de querer ahondar en la posible privatización del servicio de la empresa, a lo que el partido se opone”. Recapitulemos: el PSOE de Andalucía se opone a privatizar servicios de una empresa municipal de transportes. Pues al mismo tiempo que Velasco hacía un canto a Galicia en Tussam, resulta que el gobierno ‘de progreso’ PSOE-IU del Ayuntamiento de Jaén proponía que la gestión del futuro tranvía de la ciudad sea asumida por una empresa privada, debido a que el Consistorio debe 300 millones de euros. Tussam, por su parte, adeuda 130 millones. Yo ni quito ni pongo euros, pero veo que el PSOE incurre en una flagrante contradicción: dice en Jaén lo contrario que en Sevilla. Será que allí aún hay alcalde.
Troncoso al cuadrado
Tussam es el nuevo frente de batalla entre los oficialistas de Viera y los críticos de Monteseirín. ¿O es que pensaron que la guerra había terminado? Aunque oficialmente un bando ha sido declarado vencedor, el otro no se resigna y de vez en cuando da un golpe de mano o realiza un sabotaje. Pronto hará falta un manual para saber moverse por este terreno sembrado de minas, porque tras reclutar el (sin) alcalde a su excolega de San Juan y afín al sector turborrenovador como vicepresidente de los autobuses, ahora resulta que hay dos Troncoso en el Ayuntamiento: Juan Antonio Martínez Troncoso y Juan Ramón Troncoso. ¿Quién es Troncoso ‘el bueno’ y quién es Troncoso ‘el malo’? ¿Y si se llama a uno por teléfono y por confusión ponen con el otro y se le habla al segundo como si fuera el primero, y se acaba metiendo la pata hasta el corvejón al echarle un piropo al (sin) alcalde pensando que el susodicho es el de la facción ‘M’ pero resulta que es el de la facción ‘V’, o viceversa? A este paso, para moverse por la Casa Grande va a hacer falta pedir santo y seña.
A buenas horas
El (sin) alcalde de Sevilla ha reaparecido para reivindicar tímidamente la autonomía del Ayuntamiento frente al PSOE y la alcaldesa en la sombra (Susana Díaz) en el conflicto de Tussam. Nótese que Monteseirín, que se ausentó ‘oportunamente’ de la caseta municipal el día en que aparecieron los de la pancarta y fue el causante de que se marcharan a los dominios de Griñán y apareciera luego Susana para darle el quite al jefe máximo, nótese, decía, que Alfredo se atreve a levantar la voz 7 días después y una vez observada la generalizada opinión de los medios en contra de la invasión de sus competencias. El y Fran Fernández han tragado y sólo Gutiérrez se ha ido en un gesto de dignidad. El (sin) alcalde dice que mantendrá el plan de viabilidad en Tussam “para defender el interés general de la ciudad y de los usuarios”. A buenas horas: si hubiera defendido ese interés general no habría hecho falta plan de viabilidad alguno, porque Tussam no habría acumulado 384 millones en pérdidas merced a las concesiones que año tras año él ha hecho a los sindicalistas.
Fastidio
Lo contó el viernes la Cadena SER. El (sin) alcalde había confesado que para él la Feria era un fastidio. Ya la lió al recomendar que los sevillanos se fueran a la playa y dejaran el Real a los turistas. Era una coartada: al instar a la desbandada general podía camuflar la suya propia. Lo peor no fue la recomendación, sino su cobardía al no reconocerla y, cuando supo que no se lo habían grabado, emprender otra caza de brujas contra la prensa. Para el (sin) alcalde ha sido un fastidio esta Feria: reírse en la foto junto a Espadas, el alcaldable ‘in pectore’ que podría ocupar su sillón, y ver cómo Susana hacía de alcaldesa en la crisis de Tussam mientras él ni estaba ni se le esperaba. El ciudadano Monteseirín puede decir que la Feria es un fastidio, pero no es políticamente correcto que lo diga el (sin) alcalde, como no lo fue que Rajoy tachase de ‘coñazo’ el desfile de la Fiesta Nacional. Lo malo para el (sin) alcalde es que como sigue tragando quina con tal de que el PSOE le dé un cargo futuro, aún le queda otra Feria. Si no querías caldo, Alfredo, dos tazas.
La injerencia
La secretaria de Organización del PSOE (A), Susana Díaz, ha dado un balón de oxígeno a los sindicalistas de Tussam que habían declarado huelga de autobuses durante la Feria al involucrarse en el conflicto al margen del Ayuntamiento y lograr así que los huelguistas tuvieran la excusa perfecta para suspender el paro el miércoles bajo la promesa de renegociarlo todo desde cero a partir de mañana.
La injerencia de Susana Díaz es un error desde todos los puntos de vista, por más que el PSOE haya tratado de justificarla diciendo que el objetivo de su mediación era “impedir perjuicios a los ciudadanos durante la celebración de una de las fiestas más importantes y universales de la capital hispalense”. Ese argumento se vuelve en su contra, porque al invocarlo les hace el juego a los huelguistas, los cuales usan precisamente el miedo de los políticos a esos perjuicios a los sevillanos para conseguir su objetivo: doblegar la resistencia de Tussam ante sus exigencias.
Susana Díaz les ha dado un balón de oxígeno cuando más lo necesitaban porque la huelga estaba siendo un fracaso a pesar de los piquetes, las lunas rotas, los balines contra los autobuses, los pinchazos en las ruedas y demás actos de sabotaje de los que los huelguistas dicen no saber nunca nada y que tratan de asociar a “los altercados frecuentes que sufre la línea de Torreblanca”, cuando no se tiene noticia de dichos altercados en todo el año y ‘casualmente’ rebrotan cada vez que hay un conflicto laboral en la empresa municipal.
FRACASO
La huelga habría sido un éxito si la Feria hubiera estado al menos medio vacía, pero tal como reflejaba la crónica de nuestro compañero Chema Rodríguez y puede dar fe quien suscribe, el martes por la tarde y por la noche –primer día efectivo de huelga para el festejo- el Real estaba repleto de gente: “Lo que se preveía un caos de proporciones bíblicas ha quedado reducido a pequeñas molestias. Si alguien pensaba que la huelga de Tussam –escribía Rodríguez- iba a ser algo así como la erupción del volcán islandés de nombre impronunciable, todo apunta a que se equivocó”.
La festividad del miércoles actuó en contra de los huelguistas al dar más margen de maniobra y recuperación a los sevillanos, y de no haberse suspendido la huelga por la precipitada y anómala intervención de Susana Díaz, se habría cruzado el ecuador del festejo y hasta la recta final con la demostración palpable del fracaso sin paliativos del paro y de lo injustificado del miedo que el Ayuntamiento ha tenido al comité de Tussam durante la era Monteseirín.
Ese miedo es el que ha dado alas a los sindicatos y les ha permitido, como reveló Guillermo Gutiérrez, obtener dos tercios de su masa salarial (más de 60 millones de euros/año) en forma de complementos y pluses en la ‘noche del pescaíto’ por la sempiterna amenaza de dejar la Feria sin autobuses. Pues bien, este año, como ya no queda un euro más en la caja y el alcalde ya no tiene nada que perder políticamente, han privado de bus la ciudad y no ha pasado apenas nada: Sevilla ha demostrado que puede con todo y también con la falta de medios públicos de transporte. Se ha roto un tabú.
‘PUENTEO’
Sin embargo, cuanto más débiles estaban los huelguistas y más se estaba fortaleciendo la posición de Tussam en defensa de los contribuyentes sevillanos, que son quienes han pagado los 384 millones de euros de pérdidas en la era Monteseirín, Susana Díaz se involucró absurdamente en el conflicto al plegarse a los manifestantes que previamente habían rodeado la caseta municipal en busca del alcalde y que luego hicieron lo propio ante la caseta del PSOE (A) en busca de Griñán. Lo que nunca pudieron imaginar aquéllos y sobrepasó sus expectativas era que la secretaria de Organización les iba a montar una reunión en la sede de los socialistas sevillanos con el presidente de Tussam, Francisco Fernández, y a forzar a éste a renegociar.
Una cosa fue el intento de mediación que antes del inicio de la huelga realizó Viera, y otra muy distinta ha sido que en pleno conflicto una dirigente política ajena al Ayuntamiento se haya sentado con un comité de huelga que ni había desconvocado el paro y asumiendo unas competencias ajenas. Como dijo Guillermo Gutiérrez, no era un problema del PSOE, por lo que holgaba esa reunión en Luis Montoto, sino un problema del Ayuntamiento. Susana Díaz, a lo máximo que debería haber llegado en un gesto de buena voluntad que no habría merecido reproches tendría que haber sido a pedir la mediación de la Delegación de Trabajo, pero al final ha acabado suplantando las funciones de Tussam, del Ayuntamiento y de la Junta al empeñarse ella en gobernar desde el partido. Veremos ahora qué concesiones se hacen a los sindicatos para salir del atolladero cuando aquellos se habían quedado sin argumentos por la resistencia de la dirección de Tussam y sus propias divisiones internas, ya que muchos conductores veían que iban a perder 1.400 euros por efecto de la huelga (el plus del miércoles festivo y 1.200 euros del plan de calidad) y querían volver al volante.
La única postura coherente en esta historia ha sido la del vicepresidente de Tussam, Guillermo Gutiérrez, que al verse desautorizado desde fuera ha dimitido y señalado con acierto que Susana Díaz ha enseñado a los sindicatos cuál es la estrategia de ‘puenteo’ que deben seguir a partir de ahora. La secretaria de Organización ha convertido una cuestión que atañía sólo a Monteseirín y al Ayuntamiento en un problema del PSOE(A) y de Griñán.
Puente sobre aguas turbulentas
La número dos del PSOE (A), Susana Díaz, ha puenteado a la dirección de Tussam y al Ayuntamiento con tal de apuntarse el tanto de la suspensión, que no desconvocatoria, de la huelga de autobuses. ¿Qué huelga? Sí, porque mientras Susana politizaba el conflicto al sentar a su mesa en la sede de los socialistas sevillanos a quienes antes habían ido en plan bronca y pancartero a sitiar la caseta municipal y la del partido del puño y la rosa, el Real de Los Remedios estaba ‘empetao’ de gente por la tarde, por la noche y por la madrugada a pesar de la falta de autobuses, prueba evidente del fracaso del paro. Por mucha secretaria de Organización que sea, Susana ni siquiera se organizó un servicio de contraespionaje que le informara en tiempo real de que los sindicatos habían pinchado, nunca mejor dicho, y que en todo caso lo único que cabía negociar era su rendición de Breda. Pero como lo ha hecho todo al revés, donde ondea bandera blanca es en el cuartel general de Tussam, y con un crespón en señal de luto por el primer caído (Gutiérrez) por ‘fuego amigo’.
Comulgar con ruedas en Tussam
El delegado de (in)Movilidad y presidente de Tussam, Francisco Fernández, el mismo que fue obligado por Susana Díaz a sentarse a negociar en la sede del PSOE con los huelguistas y que ya antes fue en peregrinación a Luis Montoto a decir que aunque a él lo incluían en el sector crítico en realidad también era enemigo de Caballos (mensaje subliminal: el enemigo de tu enemigo en el fondo es tu amigo), va diciendo a quien hace el paripé de escucharle que aunque su vice Gutiérrez ha dimitido no había motivos para sentirse desautorizados por la doña, ya que no han cedido en nada. Según el hombre grande del Ayuntamiento, que no al revés, si los huelguistas han levantado el paro no ha sido porque se les haya prometido poner el contador a cero y por tanto arrojar a la papelera la externalización de líneas deficitarias y la congelación de sueldos y de plantilla, sino por “responsabilidad” de los sindicalistas, los mismos a los que se tachaba en los últimos años de ‘batasunos’ y ‘rompelunas’. A la bajada de pantalones le llaman ahora en Tussam diálogo social.
La Feria de Juan Palomo
El profesor Palma ha presentado el segundo volumen del estudio sobre el impacto económico de las fiestas de Sevilla, que está viniendo de perlas a los que tenían mala conciencia por pasárselo divinamente mientras la Humanidad sigue en la maldición bíblica del trabajo y largando pestes sobre el exceso de fiestas en el calendario laboral hispalense. El catedrático nos da la coartada perfecta al demostrar que la jarana, además de divertida, es un gran negocio, porque sólo la Feria mueve más de 675 millones de euros. Yo, sin ánimo de fastidiar, quiero hacer de abogado del diablo al fijarme en un dato sobre estas tablas Imput-Output del cachondeo. Observo que al final los ‘guiris’ sólo dejan en Sevilla algo más de 61 millones, por lo que casi toda la pasta nos la hemos gastado nosotros mismos (casetas, trajes de flamenca, transporte….) y lo que realmente estamos moviendo es nuestro propio dinero, como en la novela ‘La noria’, de Luis Romero. Así que mucho impacto en el PIB, sí, pero al final esto es la feria de Juan Palomo: yo me la guiso, yo me la como.
El volcán de Tussam
Dicen que es la primera huelga durante la Feria en la historia de Tussam, si bien creo que muchos tenemos la sensación de que siempre había habido huelga de autobuses por las fiestas de primavera, de tanto como amenazaban en vísperas con el conflicto laboral. Y gracias a la primera huelga que ha existido realmente –lo otro fueron percepciones de huelga, meros engaños de nuestros sentidos- nos hemos enterado de que en el Real no sólo hacen sus negocios los empresarios entre copa y copa de fino, sino que también dan sus pelotazos los sindicatos. Guillermo Gutiérrez ha revelado que de los 65,2 millones de masa salarial de Tussam, dos tercios (43,4 millones) son pluses, complementos, incentivos, mamandurrias y chollos obtenidos durante la Noche del Pescaíto. Que tome nota Rubén Sánchez, el de Facua: si este año vamos a pie a la Feria porque por fin no hay bajada municipal de pantalones ante Tussam, ya no habrá motivo para subir el bonobús. Pero verán cómo lo suben, incluso más que el IPC, aunque tengan que echarle la culpa a la OPEP o al volcán de Islandia.