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Sin Sevilla

Google ha presentado un nuevo portal llamado ‘World Wonders Project’, en el que los internautas pueden descubrir lugares que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad en dieciocho países del mundo. De momento ya se han subido a la red 1.100 fotos de gran resolución y hasta vídeos de 132 sitios maravillosos del planeta. De España se han incluido los conjuntos arqueológicos romanos de Mérida y Tarragona; los centros históricos de Córdoba, Toledo, Cuenca, Salamanca, Cáceres, Compostela y San Cristóbal de La Laguna; las murallas de Avila y las de Lugo y el acueducto de Segovia. Resulta extraño que no aparezcan la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias, tan Patrimonio de la Humanidad como los demás, aunque a la vista de la propuesta del Comité del Patrimonio Mundial de incluir a Sevilla en la lista del patrimonio amenazado, Google habrá optado por esperar a ver qué pasa y no trabajar en balde, por si luego tenía que retirar el material del portal. Y todavía hay quienes sostienen que estar en la lista negra de la Unesco  no tiene consecuencias para Sevilla.

Atascos

Para que luego diga el PSOE que el PP le aplica el rodillo de sus 22 concejales a la oposición. Antes dice Espadas que Zoido no ha pisado la Tecnópolis durante su primer año de mandato y antes se reúne el alcalde con el Círculo de Empresarios de Cartuja-93. Los tecnológicos le dijeron al defensor de la torre Cajasol que temen un colapso circulatorio en la confluencia del rascacielos con la autovía a Huelva, el muro de defensa y la avenida Carlos III, por lo que exigen un plan especial de tráfico. Ah, pero ¿esos estudios y planes de impacto de la torre no se hicieron antes de conceder, al marchenero y monteseirinesco modo, la licencia de obras? ¿Y dónde estaban los empresarios, tan calladitos con Marchena y Monteseirín, que no dieron la voz de alarma cuando se hablaba del proyecto del rascacielos en la entrada/salida misma de Sevilla? ¿No temían entonces el colapso de tráfico que ahora ven de forma tan clarividente? En la memoria colectiva ha quedado el ‘atasco perfecto’ de aquel día por mor de Ikea. Las ciudades que olvidan la historia están condenadas a repetirla.

Símbolos

Juan Ignacio Zoido, el mismo que abominaba de la torre Cajasol (¿por qué la llaman torre Pelli, si el pobre rico de César Pelli no es más que un mandado?) y ahora se ha convertido en su defensor ante la Unesco, se ha rendido también ante las ‘Setas’ de la Encarnación. Ha lanzado una campaña de promoción turística de nuevo con los Reyes Magos/Vagos de protagonistas, y en vez de sacar a Melchor, Gaspar y Baltasar posando ante, por ejemplo, nuestro Patrimonio de la Humanidad en peligro (la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias), el Parque de María Luisa, la Plaza de España, la antigua Fábrica de Tabacos, el Salvador, el Barrio de Santa Cruz, la Macarena…… aparecen en el spot ante el Metropol/Parasol, el mayor símbolo del despilfarro, con el coste oficial de 102 millones de euros sin contar todo lo gastado en enterrar el proyecto previo del PA. Zoido, como abogado defensor del rascacielos y propagandista de las ‘Setas’, ha acabado convirtiéndose en el padre putativo (no se escandalicen: consulten el Diccionario de la Academia) de los iconos de Monteseirín.

Esto no es….

…parque ni es ná, cantaban hace 30 años Víctor y Diego, por la misma época en que en un reportaje sobre jardinería internacional los suecos mostraban su estupor por que hubiera viales asfaltados por medio del parque de María Luisa y circularan los coches, bien a diario, bien durante la Feria de Abril. Comparto la letra de la canción del dúo musical y el asombro de los nórdicos y el de los vecinos de Heliópolis al enterarnos ahora, ellos y yo, de que entre la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, tan ecológica ella, y el Ayuntamiento, tan firmante y rimbombante de la Agenda Local 21 él, han cambiado el proyecto del parque del Guadaira, que consistía  en la recuperación del curso original del río con preciosas cascadas y molinos, y le han inyectado en plan droga dura una carretera por mitad, camuflada entre árboles, que discurrirá desde la Avenida de la Paz a la rebautizada políticamente correcta por Monteseirín como de Las Razas. Hay un parque en Heliópolis que esto no es parque ni es ná. Y, mientras, el mejor amigo de los coches, Zoido, haciéndose el sueco.

* Canción de Víctor y Diego:

http://www.youtube.com/watch?v=03MFJyUDJwU&noredirect=1

 

El mediador

Curro Pérez ha encargado a Alfonso Orce un “nuevo proceso de diálogo” sobre el alicatado de la zapata de la calle Betis. “Nuevo” presupone que hubo un diálogo anterior, pero nadie conoce a los interlocutores del Consistorio, que ha actuado en plan Juan Palomo y ahora no sabe cómo abortar la protesta contra el mural de los 180.000 euros, la cual suma miles de adeptos en la plataforma de Internet, y cómo quitarse de encima el estigma de aparecer como el destructor de la imagen tradicional del arrabal. La Voz a ti debida de Zoido ha tenido además la inocente ocurrencia de nombrar mediador en el ‘proceso’ (como si esto fuera Euskalerría) a un ceramista de la saga de los Orce (Enrique hizo el mural del Studebaker de la calle Tetuán), que por definición debe de estar a favor del paño de cerámica en el malecón. Todo esto del “nuevo proceso” y del nombramiento de un casco azul del patrimonio no es más que una maniobra de distracción para demorar la única opción sensata: renunciar de una vez al proyecto antes de que se movilice en su contra media Sevilla y toda Triana.

A la piqueta

El TSJA no se ha dejado engatusar, como tampoco los vecinos, por el ‘regalo envenenado’ de la Hispalense y ha decretado la completa demolición a sus expensas de los pilares de la biblioteca y la reposición de los jardines del Prado a su estado original. ‘Regalos envenenados’ llamaba Cassinello a los pabellones de la Expo que los Participantes querían legar a España al final del 92, porque aquel altruismo escondía la intención de ahorrarse los gastos de la demolición, obligada por el Reglamento de la Muestra. La Hispalense, con su oferta de convertir los muñones de cemento en unos jardines colgantes de Babilonia y en miradores para pájaros, no pensaba ni en los vecinos ni en Sevilla, sino en ella misma: ahorrarse la vergüenza y, sobre todo, el coste del derribo. No ha colado su plan porque está más que calada tras seis años de pleitos con unos vecinos a los que en su soberbia amenazó con exigirles 10.000 euros por cada día de parón a su obra faraónica. Con la decisión del TSJA impera la justicia y el sentido común. Lo contrario habría sido primar la ilegalidad.

Sevilla, en la lista negra de la Unesco

“Un escenario realista es que Sevilla entre, tras la reunión de Brasilia, en la lista de ciudades con Patrimonio en peligro. Y podría ocurrir que, en el peor de los casos, expulsaran a Sevilla”. Estas premonitorias palabras fueron pronunciadas el 28-6-2010 por Víctor Fernández Salinas, vicesecretario en España del Icomos, tras comprobar  que la torre Cajasol seguía adelante pese a la primera advertencia dada en junio de 2009, en la misma Sevilla, por la XXXIII Conferencia del Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco.

Desde hace tres años, la Unesco viene dando avisos a España sobre la afección del rascacielos a los tres monumentos sevillanos patrimonio de la Humanidad (Catedral, Alcázar y Archivo de Indias), sin que ni el Gobierno, ni la Junta de Andalucía, ni el Ayuntamiento se hayan dado por enterados.

A LA TERCERA, LA VENCIDA

No ocurrió tras la Conferencia de Brasilia (2010), ni la de París (2011), donde en cada una de ellas la Unesco seguía exigiendo informes sobre la evolución de la torre, pero presumiblemente va a ocurrir  en la próxima de San Petersburgo. Conforme a la primicia de EL MUNDO, se votará la inclusión de los monumentos sevillanos en la ‘lista negra’ del Patrimonio en peligro y si el rascacielos no es paralizado antes del 15 de agosto y rebajado en altura antes de 2014, Sevilla perderá su título de Patrimonio de la Humanidad, un desprestigio equiparable a la expulsión de la ciudad alemana de Dresde en junio de 2009 (Omán renunció antes de que la echaran para poder realizar prospecciones petrolíferas en el hábitat del oryx).

Por tanto, tras tres años de avisos nadie en Sevilla puede llamarse a engaño ni rasgarse las vestiduras  ante un procedimiento que muestra un claro paralelismo con el de Dresde. También la ciudad germana fue advertida en 2006 de que si no renunciaba a construir un puente en el valle del río Elba se le retiraría el prestigioso título del que gozaba desde 2004. Los alemanes contestaron con el mismo argumento que ha hecho ahora suyo Zoido, el alcalde que proclamaba que no permitiría que la torre Cajasol pusiera en peligro la condición de Patrimonio de la Humanidad de Sevilla y que se comprometió ante el Icomos a anular de inmediato la licencia para paralizar las obras: el proyecto del puente era legal y, además, había sido votado en un referéndum.

UN DEBATE SUPERADO

El puente podría ser legal, pero como a juicio de la Unesco  rompía el paisaje histórico que a lo largo de 18 kilómetros incluía desde el centro de la ciudad hasta palacios barrocos y jardines, Dresde fue expulsada en 2009, a los tres años del primer aviso, justo el mismo tiempo dado a Sevilla para que rectificara con la torre Cajasol, infructuosamente.

En Sevilla se han despreciado los informes de Icomos diciendo que era una especie de ONG del Patrimonio, un grupo de amiguetes sin poder ni influencia en la Unesco. Craso error, porque en la Convención de París de noviembre de 1972 y en virtud de la cual se creó el Patrimonio Mundial, Icomos figura en el artículo 8.3 como la voz consultiva para el patrimonio cultural, y la UICN para el natural.

Y, al igual que en Dresde, los informes del Icomos sobre la torre Cajasol y Sevilla dicen que lo más importante es la protección del paisaje histórico de la ciudad en que se hallan incardinados la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias, y no sólo la de estos tres monumentos aislados, fuera de su entorno. Quienes sostienen lo contrario alegando que el rascacielos no afecta directamente a los tres bienes del Patrimonio Mundial nos retrotraen al debate patrimonial de los años 70 y 80 en Sevilla, cuando se tranquilizaban las conciencias protegiendo edificios aislados (tampoco, como prueba el libro sobre la Arquitectura Civil sevillana, convertido en prueba de cargo sobre el valor de lo demolido) o incluso sólo elementos de los mismos (la portada) mientras la piqueta se ensañaba con el conjunto del caserío histórico, dejando descontextualizados a aquéllos.

DE PROTECTOR A INFRACTOR

Por extensión, el concepto de afección indirecta también se contempla en la Convención de París, ya que el artículo 6.3 especifica que cada uno de los Estados signatarios se obliga a no tomar deliberadamente ninguna medida que pueda causar daño, directa o indirectamente, al patrimonio cultural y natural. Y el artículo 11.4 determina que en la ‘lista del Patrimonio Mundial en peligro’ se incluirán los bienes que estén amenazados “por peligros graves y precisos” como “proyectos de grandes obras públicas o privadas”, una casuística en la que se engloba la torre Cajasol.

España no sólo suscribió en mayo de 1982 la Convención del Patrimonio Mundial, sino que fue mucho más lejos cuando el 18-4-2002 firmó con la Unesco un convenio especial pensando en países del Tercer Mundo para identificar más bienes destinados al Patrimonio Mundial, prestar asistencia técnica a otros Estados para asegurar su protección y, paradójicamente, fortalecer la gestión de los bienes ya declarados como tales, “especialmente a través de una nueva confirmación, si fuese necesaria, de los límites del área bajo protección del Patrimonio Mundial y de la revisión del marco de gestión de dicho patrimonio”.
España, pues,  preconizaba para otros lo que no ha hecho en Sevilla y que también le reprocha la Unesco: no haber ampliado el entorno protegido del casco histórico para evitar amenazas como la torre Cajasol, ese icono de 178 metros de altura que según Monteseirín y Marchena iban a poner a Sevilla directamente en la modernidad y que ha acabado poniéndola en la lista negra de la Unesco y a la altura del Tercer Mundo.

La zapata

Por una vez voy a estar de acuerdo con Bernardo Bueno, delegado de Cultura de la Junta, que sin entrar a prejuzgar el proyecto de alicatar la zapata de la calle Betis ha avisado de que debe ser sometido al dictamen de la Comisión del Patrimonio. Naturalmente, porque Curro Pérez -el alcalde trianero-, Max Vílchez y Goro Serrano pretenden, nada más y nada menos, que alterar la fisonomía tradicional del arrabal, ya de por sí adulterada por la torre Pelli, gastando los 180.000 euros que no hay para el Teatro de la Mestranza, sito justamente enfrente, en llenar de azulejos el Altozano con la excusa de que así se ahorran a partir de ahora pintarlo todos los años. Aparte de que todos sabemos que pasa la tira de tiempo sin que se palien los efectos del tiempo y del hombre sobre ese muro del Guadalquivir, ¿para esto se quiere declarar la cal de Morón Patrimonio de la Humanidad, para sustituirla por azulejos? ¿No sería mejor dejar el altozano como ha estado toda la vida de Dios y no empeñarse en reinventarlo? No la toquéis más, que así es la rosa (la rosa de Triana).

La factura de Santa Catalina

Como Zoido necesitaba que se dejara de hablar cuanto antes del fiasco de la ‘Operación Talento’, lanzó de inmediato una iniciativa que llama poderosamente la atención en un ayuntamiento acogido al Plan de Ajuste y que recorta dinero a la cultura pública (la ROSS, el Maestranza, los festivales…) y privada (las salas sevillanas): aportar un millón de euros a Santa Catalina, de cuya declaración como monumento nacional se cumplen 100 años, es propiedad de la Iglesia, lleva ocho años cerrada por amenaza de ruina y para cuya rehabilitación se precisan 3 millones.
El alcalde, raudo, ocupó espacio en los medios al filtrar la carta que ha escrito al nuevo consejero de Cultura, Luciano Alonso, para decirle que “algunos de los pilares se han hundido, con el consiguiente riesgo de derrumbe”. Zoido le ha pedido a la Junta que desembolse dinero para la iglesia con la tesis de que “todas las Administraciones tenemos que dar un paso al frente y, entre todos, salvar Santa Catalina”, porque, a su juicio, “es responsabilidad de los representantes públicos colaborar activamente en la conservación del legado patrimonial de Sevilla, con el fin de preservar para las generaciones futuras el disfrute de un templo histórico de la ciudad”.

Zoido parece ignorar que, según  la Ley 14/2007 de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico de Andalucía, artículo 14, son los propietarios titulares de derechos o simples poseedores de bienes integrantes del Patrimonio Histórico Andaluz, se hallen o no catalogados, quienes tienen el deber de conservarlos, mantenerlos y custodiarlos de manera que se garantice la salvaguarda de sus valores; y, a estos efectos, la Consejería competente en materia de patrimonio histórico podrá asesorar sobre aquellas obras y actuaciones precisas para el cumplimiento del deber de conservación.
Por tanto, es obvio que, en cuanto propietaria de Santa Catalina, a quien le corresponde salvar el monumento nacional en riesgo de ruina desde hace ocho años es a la Iglesia hispalense y no a los contribuyentes, ni a través del Ayuntamiento ni de la Junta.
Aun así, cabe recordar que la recuperación de las cubiertas, sin la cual el templo gótico-mudéjar ya se habría desplomado, se debió a un acuerdo por el que hace cuatro años el Ayuntamiento comprometió el pago de 705.000 euros y la Junta de Andalucía, 403.650, estando aún pendientes de desembolso 270.000 y 90.000 euros, respectivamente.

LAMENTACIONES

El alcalde dona ahora un millón de euros más e insta a la Junta a que haga otro tanto, y una plataforma ciudadana convierte la fachada de Santa Catalina en un ‘muro de las lamentaciones’ donde los sevillanos puedan pegar sus quejas, oraciones y dibujos “a modo de lágrima o triste lamento –dice- de un atentado cultural que puede convertirse, si no se remedia, en irreversible”, porque los pilares se han hundido entre 6 y 8 centímetros y hasta el arquitecto conservador declara que “cabe la posibilidad de que amanezca y Santa Catalina se haya derrumbado”.
Bien, ¿y qué hace y ha hecho en estos ocho años su propietario, al que le corresponde el deber de conservación, y que no es otro que la Iglesia de Sevilla? ¿Deben desembolsar entre el Ayuntamiento y la Junta los 3 millones de euros para la restauración porque la Diócesis carece de fondos para mantener su patrimonio histórico artístico?

MINA DE ORO

Veamos. La Catedral, merced a las visitas turísticas, es una auténtica mina para la Iglesia local que, como promedio, recauda en torno a 6 millones de euros anualmente. En 2011 se registraron 1.448.255 visitas y estuvo a punto de batirse el récord de 2001 (1.453.305 turistas). A cuatro días escasos de que se terminara el año, el dinero ingresado ascendía a 7.844.082 euros, un 9,5% más que en 2010, de lo que se colige que entonces la recaudación ascendió a 7.098.894 euros.
Los ingresos generados por la Catedral tan sólo en 2010 y 2011 equivalen a casi cinco veces el presupuesto necesario para la restauración de Santa Catalina. Pero en vez de destinar partidas al centenario templo en riesgo de ruina, la Iglesia da prioridad a programas de la propia Catedral y que por no ser de extrema urgencia podrían esperar perfectamente.

Por ejemplo, en una actuación en el órgano se han gastado 300.000 euros.
Otros 300.000 euros se han destinado a levantar la solería de la Capilla Real, más que nada para tratar de confirmar alguna hipótesis previa del maestro mayor, Alfonso Jiménez, que a veces se comporta más como arqueólogo que como arquitecto.
Las obras proyectadas en la fachada que da a la calle Alemanes tienen un presupuesto inicial de 1.225.000 euros. La pared está enfoscada y puede aguantar como ha aguantado durante años, pero Alfonso Jiménez quiere saber qué hay detrás, y para ello ya ha realizado unas catas que indican que lo que hay es lo habitual: partes de ladrillo, partes de piedra y partes de adobe.
La inminente restauración del retablo mayor, ya acometida de forma integral por Arquillo en 1979 y revisado por Carmen Alvarez en 1994, por lo que tampoco es urgente gastarse 1,6 millones de euros mientras se cae el templo gótico-mudéjar.
Con estas actuaciones, la Iglesia demuestra de forma fehaciente que tiene dinero para salvar Santa Catalina pero que trata de endosarle la factura de su conservación a los contribuyentes,  ante lo cual la Junta puede recurrir al artículo 24 de la Ley del Patrimonio: enviarle un requerimiento para que, con carácter inmediato, restaure el templo o, en su defecto, rehabilitarlo el Gobierno andaluz con carácter subsidiario y enviar la cuenta al Palacio Arzobispal.

La foto

Recordemos una vez más (y lo que te rondaré, morena) el viejo proverbio de que cuando el sabio señala la Luna, el necio mira el dedo. Todo el gremio periodístico hemos mirado el dedo de los concejales Goro Serrano, Curro Pérez y Max Vílchez señalando los dibujitos de los azulejos con los que, me malicio, se van a cargar las zapatas de la calle Betis gastándose 180.000 euros en poner la tira de azulejos con vistas antiguas de Triana. Todos miramos el dedo menos uno, Raúl Doblado, el único que con su extraordinaria foto en la competencia demostró haberse fijado con su cámara en la luna de la noticia: la torre Cajasol, que emergía cual Polifemo al fondo y que, de tan monstruosa, convertía en liliputienses a ediles y periodistas. Para que luego digan que no tiene ningún efecto perverso sobre Sevilla. Coge esta foto la Unesco y deja a Zoido ‘ipso facto’ sin Patrimonio de la Humanidad. ¿Comprenden ahora por qué van a poner azulejos en las zapatas del Altozano? Pues para que, como muy necios, sigamos mirando el dedo en vez de escandalizarnos por la torre Pelli.