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Siete Puertas

Recordarán que Manuel Rey, el delegado de Urbanismo inventor de las pastillas Macabeo, se sacó de la chistera un estudio en la línea del innombrable (para Monteseirín) Emilio Carrillo en que cuantificaba en ‘cienes’ y ‘cienes’ de miles de millones y de empleos el impacto económico de las setas de la Encarnación. Pues menos lobos. El centenario comercio de ‘Las siete puertas’, uno de los teóricos beneficiarios del Parasol sin Metro(pol), ha hecho honor a su nombre y nos ha dado con la puerta en las narices. Vamos, que ha echado el cierre. Su propietario  culpa de su desgracia a las setas del cuento de la lechera del (sin) alcalde. Dice que en vez de ser el  “balón de oxígeno” para el comercio prometido por el Ayuntamiento, el Parasol ha convertido el área de la Encarnación “en un desierto”. ¿Ven cómo va a ser verdad que Sevilla acabará siendo similar al desierto de Tucson, en Arizona, conforme al augurio de los meteorólogos? El pronóstico le va a venir de perlas a Monteseirín, Marchena, Rey and Cía. La culpa no la tendrán las setas, sino el cambio climático.

Vagos

Tras ganar  Felipe González por mayoría absolutísima las elecciones aquel 28 de octubre de 1982, la cola de funcionarios dio la vuelta a los Nuevos Ministerios de Madrid para picar a las 8, de acojonados que estaban porque decían que había venido el lobo y los iban a meter en cintura. En el resto del país se conocieron historias en organismos oficiales donde se vio el careto a personal en nómina que jamás había aparecido por sus puestos de trabajo y con los que se hacía la vista gorda por aquello de las protecciones de que gozaban en las alturas. Luego, como la montaña parió un ratón y la confianza da asco, se normalizó la estampa de los Nuevos Ministerios y el personal fue otra vez a lo suyo, entre compras en grandes almacenes y cafelito y cafelito. Veintiocho años después de aquel 28-O, la Fundación DeSevilla paga 2.200 euros/mes desde hace dos años a un exdirigente socialista pese a que ni siquiera aparece por el trabajo. Antes, el PSOE daba miedo a los vagos; ahora,  los vagos se cobijan en el PSOE. ¿Era esto el cambio prometido por  Felipe González?