Nos ha dejado Jesús Vozmediano, el abogado ecologista, el paladín de Doñana. Desde nuestra natal provincia onubense, él de la luminosa costa, yo del profundo y minero Andévalo, estábamos predestinados a encontrarnos en aquella Sevilla de la Transición, cuando quien suscribe empezaba en esto del periodismo y antes que por otras ideas me sumí en los quijotescos ideales de aquellos verdes que denunciaban lo mismo que con horror ya había visto y sufrido en mi tierra, desde la contaminación como “precio a pagar por el progreso” del Polo químico, hasta el masivo arranque de miles de hectáreas de encinares para convertir la Huelva interior en un inmenso eucaliptal mero suministrador de materia prima barata para la Celulosa de San Juan del Puerto, llevándose por delante con aquellos quercus indefensos toda una cultura tradicional campesina.
Y así fue cómo acabé conociendo a aquel abogado ayamontino, que con el paso del tiempo, tanto en espíritu como en apariencia física, me pareció cada vez más un Don Quijote, luchador indesmayable contra tantos molinos gigantescos que se interpusieron en su camino a lo largo de la vida. Fue en la sede de una modesta asociación llamada Andalus, cuyo símbolo era la figura de un pato malvasía, especie de la que entonces apenas sobrevivían unas decenas de ejemplares en la laguna cordobesa de Zóñar. Aquella sede estaba en la calle Marqués de Paradas, casi junto a la estación de Córdoba.

No sólo estaba Jesús, sino también su afable alter ego, un técnico de Telefónica llamado Anastasio Senra, prematuramente desaparecido -¡cuánto le afectó su muerte a Vozmediano!- y a quien tanto debemos todos los andaluces la preservación de las Marismas del Odiel con sus espátulas, marismas que por aquella época querían convertir en un apéndice más del complejo industrial onubense. En honor de Senra acabaron bautizando con su nombre un pequeño catamarán que años después surcaba la dársena del Guadalquivir retirando los plásticos y todo tipo de residuos que lanzaba al agua la opulenta sociedad desarrollista, la cual pensaba que nuestro planeta era un recurso infinito que esquilmar y desperdiciar. Ese catamarán fue conocido como “el Anastasio”.
Y también estaba allí, en Andalus, Antonio Camoyán, grandísimo fotógrafo de la Naturaleza y al que se empecinaban por conocer más que por sus méritos profesionales y artísticos por su condición de familiar del que fue presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla y Camoyán. Y con Jesús, Anastasio, Antonio….muchos otros pioneros del ecologismo sevillano y andaluz, a cuyos nombres ya no alcanza mi memoria después de tantos decenios pero sin los cuales no se habría creado el caldo de cultivo propicio para que se lograra la ampliación de Doñana, con aquella ley de Reclasificación del Parque Nacional; la creación de santuarios en Aroche para la protección del buitre negro; la preservación de lagunas endorreicas que en otras circunstancias habrían acabado, como muchas otras anteriormente, condenadas a su desecación para la agricultura intensiva; y también hasta para la creación de la Agencia de Medio Ambiente, convertida posteriormente en Consejería de primordial importancia en la Junta de Andalucía y para nuestra comunidad, departamento ahora tristemente engullido en la reorganización del nuevo Gobierno autónomo.
Entre todos aquellos pioneros, que ofrendaban desinteresadamente -e incluso costándoles el dinero y el sacrificio de sus vidas personales y familiares- su tiempo en pro de la defensa de la Naturaleza destacaba Jesús Vozmediano, por su preparación técnica como abogado que no sólo dominaba la incipiente legislación ambiental española, sino también los convenios internacionales, como por ejemplo el de Ramsar (ciudad iraní) sobre las zonas húmedas, con lo cual siempre podía fundamentar jurídicamente cualquier denuncia contra tantos y tantos desmanes como los que se cometían entonces y se siguen cometiendo hoy día, y a la sobreexplotación del acuífero de Doñana mediante innumerables pozos ilegales ante la pasividad de la Administración -sólo reacciona cuando interviene Bruselas- me remito.
Vozmediano, pese a su asma crónica, se expresaba con enorme pasión y poder de convicción, rasgos de su carácter que no le abandonaron a lo largo de su vida. Como pasa en todas las organizaciones, con el tiempo y las vicisitudes personales y laborales, aquel grupo de pioneros se fue disgregando y dispersando, pero Jesús siempre se mantuvo en primera línea de combate del ecologismo, a pesar de que podría haber vivido infinitamente mejor sin complicarse la existencia merced a su pujante bufete profesional. Alternó la abogacía con la ecología, o más bien se apoyó en la primera para dar rienda suelta a su pasión, que era la Naturaleza, especialmente Doñana, máximo símbolo en Europa de la lucha entre dos conceptos por entonces antitéticos, conservación y desarrollo, hasta que merced a la labor de tantos como él la sociedad ha empezado a comprender que la conservación es el desarrollo. Además, Vozmediano tuvo la visión, también pionera, de avanzar en la denominada ecología urbana, cuando la mayoría sólo identificaba la ecología con lo que ocurría allende las ciudades pero nunca dentro de las mismas. En esa evolución o mirada interior era lógico que su campo de preocupaciones se extendiera a la defensa del patrimonio histórico, también como miembro de Adepa.

Vozmediano formó un tándem esencial con otro gigante de la conservación en nuestra tierra, el exdirector de la Estación Biológica de Doñana, Javier Castroviejo, otro gallego como el ilustre historiador y astrónomo José Luis Comellas que nos vino del húmedo Norte y que ha acabado siendo más defensor de Andalucía que muchos de nosotros, los nativos. Jesús y Javier, Javier y Jesús, han luchado durante años codo con codo desde el Patronato del Parque Nacional.
Dentro o fuera de este organismo, como vicepresidente del Comité Español del Programa MAB de la Unesco y como fundador del Club Doñana, Jesús Vozmediano ha estado en todas las batallas dadas, y hasta en las dejadas de dar pero que él continuó en plan llanero solitario, en defensa de este Patrimonio de Andalucía y de la Humanidad, desde la oposición a la carretera costera Huelva-Cádiz, permanente espada de Damocles, hasta el proyecto especulativo de Costa Doñana.

Vozmediano tocó tantos palos en sus facetas jurídica y ambiental que su currículo ocupa 69 páginas, y porque ya no tuvo fuerzas para seguir actualizándolo. Más allá de su docena de libros y de su labor investigadora hasta como recopilador del léxico empleado por los habitantes de Doñana y su entorno, destacaría particularmente su empeño en lo que llamaría sus Memorias-río, un libro electrónico que fue escribiendo a lo largo de los últimos años de su fecunda vida y del que antes de su irreparable pérdida ha dejado escritas nada menos que 4.130 páginas.
En cada capítulo-año de esta auténtica enciclopedia ya más que libro, fue narrando sus recuerdos y vivencias, como acuñó Ortega y Gasset, en, con, por y para Doñana durante más de medio siglo de simbiosis y de amor a este paraíso andaluz, siempre acechado por infinidad de peligros. Estas Memorias-río son como un acta notarial levantada sobre tantos incumplimientos políticos y administrativos, y al mismo tiempo un testimonio esencial para la historia de nuestro primer espacio natural.
Como pequeño homenaje a esta ingente labor se bautizó con su apellido un par de especies tras su descubrimiento, una rana en Venezuela y una diatomea en su amado parque. Su recuerdo no sólo perdurará asociado a aquéllas, sino también entre quienes tuvimos el honor de compartir al menos una pequeña parte de su quijotesco batallar y nos honramos con su amistad más allá de los avatares del día a día.
Fundido para siempre con la Naturaleza que tanto amó y por la que tanto luchó, Jesús Vozmediano ya forma parte, al igual que su añorado Anastasio Senra, de una marisma infinita desde la que en espíritu seguirá velando por que Doñana no deje de ser el edén andaluz.
reacciones contrapuestas entre los ecologistas (WWF se opone y Ecologistas en Acción es favorable, con matices) y que empiecen a hacerse especulaciones, como que en el yacimiento hay 80 millones de toneladas extraíbles, se van a crear 5.000 empleos y sería necesario trasladar el mineral en bruto para ser tratado en Riotinto.
plata por tonelada. José Manuel Cantó tomó como referencia las cotizaciones en la Bolsa de los Metales de Londres durante julio para ver a qué precio se pagarían hoy los metales contenidos en Aznalcóllar: cobre, 5.287 euros por tonelada; plomo, 1.559 euros; zinc, 1.405 euros por tonelada; plata, 15,30 euros la onza.
balsa de lodos tóxicos. Porque se construyó sobre un suelo inestable geológicamente; se almacenaron los residuos en forma húmeda; se vertieron piritas flotadas, de gran peso específico y se recreció la balsa para que albergara el doble de toneladas de su capacidad inicial. Todo ello contribuyó a acabar con la capacidad de resistencia del terreno, que al deslizarse fracturó la presa y provocó el vertido.
Es el caso de la mina de Aguas Teñidas, en Almonaster (Huelva), cuya compañía extrae anualmente en subterráneo 2,2 millones de toneladas de mineral y va rellenando la explotación con los restos una vez beneficiados los metales existentes y ya secos. No es descartable, pues, un cambio en la metodología de extracción, aunque ‘a priori’ resultara aparentemente más cara: de corta a cielo abierto a galerías subterráneas, al modo tradicional.
Cantó estima que la planta de procesamiento actual de la mina de Gerena deberá ser cambiada en unos años, cuando haya que tratar no el cobre secundario actual y más cercano a la superficie, sino el primario, sito a más profundidad y contenido en un mineral de las mismas características que el de Aznalcóllar, por lo cual podría construirse una planta para el uso compartido de las dos minas sevillanas.
también tan negligente en este capítulo -y no sólo en el de la economía- que únicamente dejó aprobado el Plan Hidrológico de las cuencas catalanas (para colmo, tumbado por los tribunales ‘a posteriori’), cuando debió haber presentado a Bruselas todos los de las cuencas hidrográficas españolas en 2009. Así que por estas fechas acumulamos ya cuatro años de retraso, empeorando aún más si cabe ante nuestros socios europeos la imagen de la ‘marca España’ y demostrando que Larra se había quedado corto con aquello de “vuelva usted mañana”. Hay demoras españolas que son cuatrienales, como los planes en el antiguo régimen o en la economía soviética.
Hace unos días, Arias Cañete, con los pies más alados que Aquiles el de los pies ligeros, llevó a la mesa del Consejo de Ministros el Plan Hidrológico de la cuenca del Guadalquivir, el río vertebrador de Andalucía, del que Sevilla es su mejor don, como Egipto el del Nilo.
Zoido ha desvinculado la futurible zona franca del dragado en profundidad del río, pero en la campaña que no cesa se dice que en Hamburgo y Rotterdam se draga y no pasa nada. El de Hamburgo en el río Elba siempre ha sido un puerto de aguas profundas, hasta el punto de que en Alemania se le considera puerto marítimo pese a distar 110 Kms. del mar del Norte; el de Rotterdam, dada la afición de los holandeses a construir diques y canales conforme al dicho de “Dios creó el mundo y Holanda la hicieron los holandeses”, depende de un canal artificial que facilita la conexión del Rin y el Mosa con el mar, pero también nuestros ingenieros se han hartado de llenar de cortas el Guadalquivir para acercar Sevilla al Atlántico. Ni Hamburgo ni Róterdam tienen al lado 36.000 Has. de arrozales que generan 145 millones de euros brutos anuales y un Patrimonio de la Humanidad como Doñana, que pueden verse en peligro por el dragado. Eso es de lo que carecen Hamburgo y Rotterdam y en lo que los adalides de meter la draga nunca reparan al hablar de Sevilla: un factor diferencial.
La Ley de Reclasificación de 1978 creó unas figuras para Doñana en función del grado de protección que se otorgaba por la valía ecológica de los terrenos: el Parque Nacional, para los mejores ecosistemas; el Preparque, áreas ‘blandas’ de transición en las que se permitían los usos agropecuarios tradicionales y extensivos de la comarca, y las Zonas de Protección del precioso arroyo de La Rocina y un kilómetro océano Atlántico adentro. Luego llegó la Junta de Andalucía y en esta España de taifas autonómicas creó su propio chiringuito en la corona de Doñana: el Parque Natural. Después, con la mezcolanza de las competencias compartidas, el Gobierno autonómico difuminó los límites y acuñó la denominación ‘Espacio Doñana’: un totum revolutum. Pero ahora, cuando se trata de justificar el depósito de gas y el gasoducto que le ha endosado al ‘Espacio Doñana’ ese asesor de Gas Natural llamado Felipe González, el consejero Planas dice que no hay que preocuparse porque está más allá o más acá del Parque Nacional, como si la Naturaleza y los animales supieran de fronteras.
El encharcamiento natural de las Tablas se redujo al 1% de su superficie original (ahora es mantenido de forma artificial y sólo en parte gracias a trasvases especiales desde el río Tajo) y acabó ocurriendo lo que predijeron los científicos: incendios por la combustión de la turba del subsuelo y la liberación de gases tóxicos como el CO2. Una zona húmeda como las Tablas de Daimiel literalmente salió ardiendo.
con pozos ilegales en el entorno de Doñana. O sea, barra libre a la ilegalidad. Pero con ser gravísimo la proliferación de pozos ilegales y el alarmante descenso del nivel del acuífero que nutre al Parque Nacional, gracias a la incompetencia e ineficacia de sus órganos rectores, incapaces siquiera de cumplir hasta siete sentencias del Tribunal Supremo sobre los riegos ilegales en los Hatos, peor aún es lo que está ocurriendo con las aguas superficiales de las marismas del Guadalquivir en este emblemático espacio natural, sitas en la provincia de Sevilla.
La denuncia empieza refiriéndose a las actuaciones de la Administración responsable en materia de aguas (primero, la Confederación Hidrográfica; luego, la Agencia Andaluza del Agua; y ahora, de nuevo, la CHG) en relación con las fincas Hato Blanco Viejo y Hato Ratón Viejo, sitas en el término de Aznalcázar (Sevilla), desde 2006 hasta la fecha. Los organismos públicos tienen, según Ecologistas, notorio conocimiento de que en las mismas se producen extracciones ilegales de agua porque existen resoluciones de expedientes sancionadores previos del Consejo de Ministros que obligaban a indemnizar por los daños causados al dominio público hidráulico en cuantías incluso superiores a 1,5 millones de euros y referidas a superficies de riego no autorizado de miles de hectáreas. Por tanto, se trata de extracciones ilegales del acuífero que se evalúan del orden de 15 millones de m3/año (el 15% de las extracciones ilegales para regadío desde el acuífero).
Asimismo, Ecologistas denuncia ante el fiscal la realización de informes por parte de la jefa del Dominio Público Hidráulico de la Junta de Andalucía que ‘maquillan’ la situación real del acuífero del que se nutre el Parque Nacional y que eleva al Consejo Rector del mismo, compuesto en su gran mayoría por personas carentes de conocimientos hidrológicos. Por tanto, esa información no del todo cierta y que contrasta con la de otros organismos puede inducir a aquéllas a adoptar decisiones erróneas sin saberlo. La jefa del Dominio Público Hidráulico desoía al jefe de Aguas Subterráneas, su subordinado y persona de reconocido prestigio en Hidrología, con una dilatada experiencia como responsable del acuífero de Doñana.
Esa turbidez es consecuencia de las elevadas concentraciones de materiales sólidos en suspensión. Y como todo en la Naturaleza es una cadena de causas y efectos, el barro y los sedimentos limitan la penetración de la luz y coartan el desarrollo del fitoplancton, cuya concentración es ya en el estuario veinte veces menor que la de otros ríos similares, y hasta cuarenta veces inferior en primavera.
Y en esta política de hechos consumados, el presidente de la Autoridad Portuaria, Manuel Fernández, hace de su capa un sayo y anuncia que a principios de año va a licitar las obras del dragado aunque siga sin contar con autorización administrativa, salvo que bajo cuerda ya le hayan dado vía libre porque esté todo atado y bien atado. En un alarde de irresponsabilidad para un administrador del dinero público, ha declarado que él va a licitar, “y luego que se pronuncie quien quiera pronunciarse, ya sea por vía administrativa o judicial”. Y ha añadido: “Me espero cualquier cosa después de ver que un grupo de vecinos han sido capaces de echar abajo la biblioteca del Prado de San Sebastián y enterrar así muchos millones de euros”.
El Consejo de Participación del ahora denominado Espacio Natural Doñana, que preside Felipe González, no tiene más constancia de lo que se debate y acuerda en el seno de la Comisión de Aguas que lo que quiera transmitirle, sea o no acorde con la realidad, el ponente de la misma, un representante de la Junta de Andalucía que, por ende, ya no tiene competencias sobre el acuífero del que se nutre esta gran reserva ecológica, patrimonio de la Humanidad.
En contraste, se presentó otro informe realizado por el Servicio de Aguas Subterráneas de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en el cual se llega a la conclusión de que el estado del acuífero es “preocupante” debido al descenso en los niveles de los pozos piezométricos, los cuales muestran una tendencia clara al descenso, fruto de las extracciones ilegales de agua que siguen sin ser evitadas. El descenso del nivel del agua subterránea supera incluso al registrado durante la gran sequía de 1995.
