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Melonares se llenó contra el protocolo de seguridad

La presa sevillana alcanzó su máxima capacidad en sólo 4 días

Iznájar desembalsó en plena situación de alerta en Ecija por la crecida del Genil

El temporal de lluvias y la crecida de los ríos han dejado en evidencia los pésimos resultados de la transferencia de las competencias sobre la cuenca hidrográfica del Guadalquivir a la Junta de Andalucía, ya que la Agencia Andaluza del Agua ha cometido significativos errores en la gestión de embalses que han provocado un gran malestar entre los alcaldes de los municipios afectados por la riada y entre los regantes que han visto sus campos anegados.

Probablemente el desbordamiento del Guadalquivir habría sido igual de inevitable, pero el efecto de la inundación no habría sido el mismo con un mejor manejo de la situación por parte de la Agencia del Agua, cuyo modelo de organización, descentralizado y con primacía de criterios políticos sobre los técnicos, se ha demostrado ineficaz en graves situaciones de riesgo como las sufridas en Andalucía

Los alcaldes afectados por las inundaciones de sus términos municipales (casas o tierras de cultivo)  que se reunieron a puerta cerrada en Palma del Río el pasado sábado durante la visita del presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, y la vicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, expresaron en privado fuertes críticas a la gestión de los pantanos y de la crecida del Guadalquivir por parte de la Agencia Andaluza del Agua, aunque decidieron no hacer público su malestar para no enturbiar aún más el ambiente y porque consideraron prioritario resolver la situación creada por las inundaciones y atender a las necesidades de centenares de afectados, ya fueran propietarios de viviendas desalojadas o de campesinos que han perdido sus cosechas.

Aunque los responsables políticos de la Agencia Andaluza del Agua, que por primera vez se han enfrentado a una riada tras las transferencias de las competencias sobre el Guadalquivir, han preferido mantenerse en silencio y los andaluces no tenían ningún referente al que mirar en busca de orientación o información durante el temporal y las posteriores inundaciones, poco a poco van trascendiendo datos que ponen en cuestión su proceder en las últimas semanas.

Así, por ejemplo, la presa de Melonares se dejó llenar completamente en tan sólo cuatro días de la segunda quincena de febrero en contra del protocolo de seguridad para un pantano recién construido y que debe ser probado de forma gradual para verificar que no existen fisuras en el muro y funcionan todos sus sistemas. Este protocolo no es gratuito, ya que se han dado casos de aparición de grietas en pantanos durante su período de pruebas (en la provincia de Madrid, sin ir más lejos), por lo que el muro no habría aguantado la presión del agua a plena capacidad.

Mientras los puentes se verifican colocando encima camiones de gran tonelaje repletos de cemento, arena, rocas o cualquier otro material de elevado peso para comprobar su grado de resistencia, los pantanos se prueban  mediante su llenado/vaciado a diferentes cotas, y jamás deben llenarse sin interrupción.

IMPRUDENCIA

A finales de enero, el agua alcanzó en Melonares los 72 metros de altura y un volumen de 83,1 Hm3 (el 46% de su capacidad total, estimada en 180 Hm3), por lo que se procedió a realizar una nueva prueba de carga, con desembalse al río Viar. La siguiente prueba debía realizarse cuando el agua llegara a la cota 78, y la última, cuando alcanzara los 82 metros y la máxima capacidad.

En vez de abrir y cerrar gradualmente la presa, la Agencia Andaluza del Agua cerró las válvulas y permitió que durante el temporal de lluvias de febrero el patano pasara en tan sólo cuatro días del 50% de su capacidad al 104%, con lo que Melonares empezó a desembalsar y, por tanto, a agravar la situación de una cuenca hidrográfica ya de por sí desbordada por el vertido de agua de 60 presas simultáneamente.

Los técnicos de las empresas constructoras de Melonares (Ferrovial y Sando) se echaron las manos a la cabeza al ver la imprudencia temeraria de completar el llenado del pantano en tan sólo cuatro jornadas y sin cumplir el protocolo de seguridad. Si hubieran aparecido fisuras en el muro, poco se hubiera podido hacer ante la presión de una ingente cantidad de agua como la que se había dejado acumular y la que en avalancha venía desde la cuenca alta del río.

Los regantes acusan a la Agencia Andaluza del Agua además de no coordinarse con la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, ya que simultáneamente hubo que aliviar el pantano del Pintado, hecho que habría contribuido a agravar aún más la situación de Melonares.

ABIERTO EN VEZ DE CERRADO

Otro caso de manejo desacertado de la situación ha sido el del pantano de Iznájar, situado en el tramo medio del río Genil y considerado por su capacidad de 981 Hm3 como el lago de Andalucía. En foros de Internet se reflejaba la preocupación ciudadana con diálogos como éstos:

-Hola, yo hablo desde la ignorancia, pero ¿no sería mejor que soltasen ya agua de Iznájar? En Ecija el río ahora no llega a los dos metros y el Iznájar está al 90% y subiendo. ¿A qué esperan para desembalsar agua?

-Comprendo la preocupacion en localidades como Ecija, Puente Genil o Palma del Río, pero mirad: las imágenes de Lora son acojonantes. Esperemos que el nivel del Guadalquivir baje al menos entre hoy y mañana y entonces que desembalsen agua de Iznájar. No creo que los encargados de la red hidrográfica sean tan torpes.

-Pues los encargados de Iznájar deberían dejarse de tonterías y empezar a desembarsar yaaa!!!!! Luego les entraran las prisas y empezarán a desembalsar más de lo que el río permite y nos inundaremos en todos los pueblos ribereños. Esto es por una gravísima falta de previsión, sabiendo desde enero que llovería sin parar durante todo el mes de febrero y no dieron largas poco a poco.

Y pasó lo que temían en los municipios ribereños con el río, ya que el Iznájar no fue aliviado cuando la situación era más propicia y, sin embargo, empezó a desembalsar  cuando aún se encontraba al 82% de su capacidad pero con el río Genil llevando 700 m3 de agua por segundo a su paso por Ecija, que se encontraba en estado de máxima alerta por la crecida del río. Este desembalse, que llegó a ser de 60 m3/segundo, agravó la situación río abajo, cuando debió haberse actuado justo al revés: reteniendo agua, ya que aún quedaba margen de llenado (un 18%). La Agencia Andaluza del Agua se percató de su error y trató de corregirlo mediante la posterior reducción del caudal de desembalse a 10 m3/segundo.

LA AGENCIA ANDALUZA DEL AGUA NO

ALIVIÓ PANTANOS CUANDO AÚN TENÍA TIEMPO

La Consejería de Medio Ambiente, de la que depende la Agencia Andaluza del Agua, trató de justificar el desembalse del Iznájar con Écija en estado de alerta (lo lógico habría sido lo contrario) con un argumento que deja en evidencia su actuación en la semanas previas a la reactivación del temporal durante la segunda quincena de febrero. Según Medio Ambiente, si desembalsó de forma controlada 50 m3/segundo del Iznájar, fue como medida de prevención ante la posibilidad de que en días posteriores continuaran las precipitaciones intensas y para evitar riadas en municipios como Puente Genil y Écija.

Justamente la falta de desembalses cuando el tiempo dio una tregua a partir de mediados de enero es de lo que acusaron a la Agencia del Agua alcaldes y regantes que se dieron cita en Palma del Río durante la visita de Griñán y Fernández de la Vega para conocer los daños de las inundaciones. Las mediciones del caudal del Guadalquivir por la presa de Alcalá del Río indican que hasta el 16/17 de enero se registraron unas medias de alrededor de 2.000 m3/segundo (1.800 m3 en estas fechas; 1.959 m3 hacia la festividad de Reyes), pero que entre el 21 de enero y el 15 de febrero aproximadamente el caudal medio descendió de forma muy acusada, con una media incluso inferior a los 300 m3/segundo (416 m3 el día 20 de enero; 112 el día 27).

Aun así, los embalses se hallaban al 75% -80% de su capacidad (en función de cómo se contabilice el de La Breña) y la previsión meteorológica indicaba un nuevo temporal con fuertes lluvias a partir de la segunda quincena de febrero. La Subdelegación del Gobierno en Sevilla envió por entonces al Ejecutivo central a Madrid un informe en que preveía que el Guadalquivir alcanzaría los 3.000 m3/segundo a su paso por Sevilla, pero estos datos no fueron tenidos en cuenta por la Agencia Andaluza del Agua, responsable de la gestión del río tras la transferencia de las competencias, la reivindicación estrella de Chaves durante su última etapa al frente de la Junta.

La Agencia Andaluza tuvo una bonanza climática de veintinco días para haber acompasado los desembalses de pantanos, entonces al 75% de su capacidad en previsión de la segunda gran oleada de lluvias, pero cuando quiso reaccionar ya era tarde. El día 16 de febrero vuelve a llover con intensidad. Para el 20 de febrero, de los 92 embalses de la comunidad autónoma, 52 estaban al 90% de su capacidad, 27 se habían llenado completamente y hubo que aliviar agua de 60 presas, pero ya el caudal del Guadalquivir iba enormemente crecido, hasta el punto de que el día 25 se registraba una media de 2.958 m3/segundo por la presa de Alcalá.

Probablemente el río se hubiera desbordado, pero si la Agencia hubiera sido más previsora, en línea con las estimaciones del Gobierno central y de la Agencia Estatal de Meteorología, las consecuencias de la inundación hubieran sido menos graves, pero los pantanos ya no tenían apenas capacidad de regulación y la de laminación había quedado agotada.

LA JUNTA ACABÓ CON EL MANDO

ÚNICO SOBRE EL GUADALQUIVIR

El modelo organizativo para la gestión de la cuenca hidrográfica del Guadalquivir que a través de la Agencia Andaluza del Agua ha impuesto la Junta de Andalucía una vez conseguidas las tranferencias sobre el río, que históricamente había depositado el Gobierno de la nación en la Confederación Hidrográfica, ha impedido paliar las desastrosas consecuencias del desbordamiento del río durante este temporal de lluvias al faltar un mando único que actuara en tiempo real tomando decisiones y coordinando todo el aparato administrativo.

Históricamente, desde su creación en 1927, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir fue un organismo eminentemente técnico, compuesto por experimentados ingenieros que hicieron del conocimiento y dominio del gran río de Andalucía su ‘leit motive’ con el objetivo de evitar las desastrosas consecuencias de sus desbordamientos y su máximo aprovechamiento para el abastecimiento urbano y los regadíos agrícolas.

Todos actuaban por criterios de eficacia y bajo un mando único nombrado por el Gobierno de la nación pero que se regía por el principio de la profesionalidad. Estos ingenieros fueron los que construyeron los pantanos, las cortas y los muros de defensa y se convirtieron en auténticos expertos en el manejo del río.

La Junta liquidó este sistema para imponer otro descentralizado en que el máximo poder lo ostentan las Delegaciones Provinciales de Medio Ambiente, al margen incluso de los Servicios Centrales en Sevilla, y en que una superestructura de cargos políticos sin acreditada experiencia ha sido colocada por encima de unos ingenieros a los que incluso se les ha prohibido relacionarse con los alcaldes y los regantes, con quienes compartían hasta entonces el día a día de la cuenca hidrográfica en su calidad de servidores públicos.

Las inundaciones han demostrado la ineficacia de la nueva organización, ya que la crecida del río y de los pantanos exigía una coordinación máxima y una capacidad de decisión sobre la marcha de un mando único conforme al principio de unidad de cuenca, que ha sido una de las aportaciones de España al mundo y un modelo imitado en todos los países.

La estructura provincializada y descentralizada se ha demostrado como una rémora a la hora de la toma de decisiones y en estas situaciones el tiempo es oro. La Agencia Andaluza del Agua ha estado además “desaparecida en combate” ante la opinión pública, sin presencia alguna durante el temporal, cuando siempre la Confederación Hidrográfica era el referente natural a la que se volvían los ojos de los andaluces e informaba antes, durante y después de cuanto acaecía en el río. Las deficiencias organizativas pueden taparse en el día a día, pero quedan en evidencia en los momentos críticos, como los que ha vivido la cuenca con este temporal.

Nueve pantanos, a más del 90%

El Gergal, Zufre, Agrio y José Torán están completamente llenos y aliviando agua

La presa con más volumen es la del Pintado y la de mayor lluvia registrada, la de José Torán

Sevilla no tendrá problema de abastecimiento de agua en los próximos tres o cuatro años, ya que todos sus embalses (incluidos los dos situados en la Sierra de Huelva –Aracena y Zufre- y que abastecen a la capital hispalense) se encuentran a más del 75% salvo la presa de Alcalá del Río, que está a la mitad. El año agrícola está siendo el sexto más pluvioso de la historia hasta el momento y sólo en los dos últimos meses (desde mediados de diciembre a mediados de enero) ha llovido en 40 de los 60 días de ese periodo de tiempo.

De los doce embalses sitos en la provincia de Sevilla o que estando fuera de ella están al servicio de núcleos urbanos sevillanos (Aracena y Zufre), y descontando la presa de Cantillana por falta de datos, la situación al 19 de febrero conforme a la estadística de la Agencia Andaluza del Agua era la siguiente:

-Cuatro pantanos llenos y aliviando agua: Agrio, Gergal, José Torán y Zufre.

-Cuatro a más del 95% de su capacidad: Pintado, Huesna, La Puebla de Cazalla y Torre del Aguila.

-Uno a más del 90%: Aracena.

-Uno a más del 85%: Cala.

-Uno a más del 75%: La Minilla

-Uno al 50%: Alcalá del Río.

El volumen de agua embalsada en este mes de febrero supone en algunos casos, como el de la presa utrerana de Torre del Aguila, un 65% más de lo que es habitual por estas fechas. La situación de los pantanos sevillanos, con la que se aleja por varios años el fantasma de la sequía, es fruto de un año excepcional, en que en conjunto las precipitaciones se acercan a la cifra de 700 litros por m2 desde el mes de septiembre, lejos aún de los 805 litros del año 1990, que precedió a la gran sequía de un lustro posterior a la Exposición Universal y que aún perdura en la memoria de los sevillanos.

Por tanto, es perfectamente posible, como acredita la experiencia, que a un período de grandes lluvias como el que estamos viviendo en estos meses siga luego otro incluso proporcionalmente más seco. Por de pronto aún quedan seis meses en el calendario para que en 2010 pueda superarse el récord histórico de precipitaciones de hace veinte años.

Aquilatando aún más los períodos de tiempo, de los últimos 60 días ha llovido en 40, lo que significa el lapso temporal más lluvioso desde el año 1950. Los registros del mes de diciembre en el aeropuerto de Sevilla han sido espectaculares: 296,4 litros/m2, cuando lo normal en los últimos 30 años es que no se sobrepasaran los 100 litros (en concreto, 95). A partir de diciembre es cuando se han multiplicado las lluvias, puesto que noviembre, tradicionalmente uno de los meses más húmedos en nuestra ciudad, fue extraordinariamente seco: sólo cayeron 18,1 litros sobre el aeropuerto, frente a una media de 84 litros en el período 1979-2009.

La intensa pluviosidad se refleja hasta en la estadística de los embalses. El de José Torán, sito sobre el río Guadalbarcar (entre los términos municipales de Constantina, Lora del Río y La Puebla de los Infantes), es sobre el que más lluvia ha caído desde el 1 de octubre de 2009 a la fecha: 860,40 litros/m2, lo que significa prácticamente el doble de lo habitual en el período 1971-2000. Las cifras son también espectaculares para presas como las del Huesna, La Minilla, La Puebla de Cazalla y Cala.

El embalse que más agua acumula es el del Pintado, destinado a regadío agrícola, con 202,23 Hm3 (95,03% de su capacidad), y entre los de abastecimiento, el de Zufre (dentro de la red de Emasesa), con 187,62 Hm3, es decir, 12 Hm3 más de su propia capacidad, por lo que está aliviando agua. En la misma situación de superación de capacidad por exceso de agua y por tanto desaguando se hallan El Agrio, Gergal y José Torán, hasta el punto de que estos embalses se han convertido en focos de atracción de visitantes como ocurrió en la Sierra Norte cuando las nevadas de finales y principios de año.

Los excursionistas acuden a contemplar el espectáculo de las presas soltando agua a chorros y a hacerse fotos con el telón de fondo de estas cataratas domésticas. Se ha dado el caso de que El Gergal ha aliviado en tan sólo 24 horas casi 16 Hm3 de agua, cifra equivalente al consumo de toda Sevilla capital durante mes y medio.

SITUACIÓN EMBALSES SEVILLA Y ÁREA DE INFLUENCIA

Pantano                       % de llenado                            Media últimos años

en mes de febrero

Cala                                           85,01                                       50,04

El Agrio                                 100,00                                      79,45

El Pintado                                95,03                                      53,08

Gergal                                    100,00                                       55,24

Huesna                                     97,89                                       71,86

José Torán                           100,00                                       59,99

La Minilla                                76,70                                       57,65

Puebla de Cazalla                  96,16                                       49,23

Torre del Aguila                   98,67                                       33,55

Aracena                                   93,05                                       71,22

Zufre                                       100,00                                      74,64

Alcalá del Río                        50,02                                      82,95

Fuente.- Agencia Andaluza del Agua