El presidente de la Confederación Hidrográfica, Manuel Romero, ha dicho una fantástica obviedad sobre los recientes temporales: “Se inunda lo que está en zona inundable”. Es de Perogrullo, pero con ser tal resulta que centenares de alcaldes y miles de andaluces llevan toda la vida viéndolo y a estas alturas de la historia todavía no se han convencido, de ahí las casas construidas sobre los márgenes de los cursos de agua, las urbanizaciones sobre antiguas ramblas aparentemente secas, las calles sobre soterrados arroyos y un largo etcétera de despropósitos puestos en evidencia cuando sobreviene un otoño, invierno o primavera más lluviosos de lo normal o lluviosos como antaño. Por mucho que digan eso de que el periodo de retorno de una avenida son centenares de años, más temprano que tarde los ríos y arroyos siempre acaban mostrando las escrituras de propiedad de sus zonas de influencia. Y entonces hay que volver a recordar lo obvio…. hasta la próxima riada. Y es que ya se sabe: el hombre es el único animal que tropieza reiteradas veces con la misma inundación.
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Llueve sobre mojado en Écija
El vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, abogó el mismo día en que las inundaciones en Écija afectaban a 3.000 hogares por que se fueran adoptando las medidas necesarias que eviten en un futuro su repetición en la paradójicamente conocida como ‘ciudad del sol’ y ‘la sartén de Andalucía’.
Cabe preguntarse ante quién abogará Valderas, ya que el Estado transfirió a la Junta el 26 de marzo de 1984 las competencias sobre programación, aprobación y tramitación de inversiones e infraestructuras de interés en materia de encauzamiento y defensa de márgenes de áreas urbanas.
Así pues, la Junta ha tenido 29 años para resolver al menos una de las dos causas de las inundaciones en la ciudad astigitana, el desvío y nuevo encauzamiento del soterrado arroyo Argamasilla. Y, sin embargo, tanto el Gobierno autónomo como el central y sus organismos han pasado la mayor parte del tiempo haciendo estudios y más estudios sobre la obviedad de que Écija y numerosos municipios andaluces se inundan históricamente cuando llueve incluso no en exceso.
En 1975 ya se había elaborado un inventario de los puntos negros de los cauces en todo el país.
En 1983, la Comisión Técnica de Emergencia por Inundaciones realizó un informe general sobre el problema.
Por la misma época en que el Estado transfirió las competencias a la Junta, el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo realizó nuevos estudios, tras los cuales concluyó que la densidad territorial de inundaciones históricas registradas en Andalucía en los últimos 500 años había sido un 62% mayor que la nacional, y un 111% mayores las pérdidas per cápita por dicha causa.
Año 1985. La Comisión Nacional de Protección Civil redactó un estudio de inundaciones históricas, mapas de riesgos potenciales y acciones para prevenir los daños causados.
Posteriormente se encuestó a todos los ayuntamientos de Andalucía para obtener una nueva estimación oficial de la incidencia de las inundaciones en los núcleos urbanos.
Toda esta serie de estudios, informes y sondeos no sirvieron para evitar que en diciembre de 1997 una crecida del río Genil inundara un tercio del casco urbano de Écija y uno de sus mayores polígonos industriales, obligara al desalojo de unas mil personas de sus hogares y causara daños valorados en 12.000 millones de pesetas (72 millones de euros).
La respuesta de la Junta de Andalucía a la catástrofe fue….. encargar otro estudio de carácter general sobre el problema de las inundaciones urbanas en la comunidad autónoma, que fue concluido al año siguiente.
La Administración central tampoco se quedó atrás. El Ministerio de Medio Ambiente dedicó un amplio capítulo a las inundaciones en el Libro Blanco del Agua en España, por las mismas fechas. Un año más tarde, el Instituto Geológico y Minero empezó a publicar de forma anual informes sobre catástrofes naturales, inundaciones incluidas. A esa tendencia se sumó también el Senado y, por pura lógica, las Confederaciones Hidrográficas presentes en Andalucía, por entonces únicamente las del Guadalquivir y del Sur.
Con tal bagaje de información, el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía acordó en marzo de 1998 la formulación de lo que se denominó Plan de Prevención de Avenidas e Inundaciones, con la finalidad declarada de “constituir el marco de coordinación e intervención en la materia y de prevenir y minimizar los riesgos y daños por inundaciones en los núcleos urbanos andaluces”.
Tres años más tarde, con motivo de la aprobación del Plan Hidrológico Nacional hubo que reestructurar el Plan andaluz de Prevención, sin que la situación hubiera variado en Écija y en otros municipios andaluces.
Todavía hubo que esperar un año más para que el 2 de julio de 2002 la Junta de Andalucía diera por aprobado definitivamente el Plan de Prevención, dieciocho años después de asumidas las competencias transferidas por el Estado. En el documento se identificaron los puntos negros por inundación en toda la región, figurando Écija por partida doble, debido a las amenazas del Genil y del Argamasilla.
Se incorporó una previsión de inversiones para acabar con el problema en toda la comunidad, inversiones que se debían repartir las diferentes Administraciones en dos grandes períodos, 2002-2006 y 2007-2015, con un total de 347 millones de euros en el primero y de casi 888 en el segundo. En total, 1.235 millones, de los que el Estado aportaría casi 675; la Junta, 431,5; los ayuntamientos, 128,6 millones. ¿Se ha cumplido esta programación?
El Plan no sirvió de mucho para Écija, ya que ocho años después de su aprobación, en diciembre de 2010, el Genil y el Argamasilla inundaron de nuevo un tercio del casco urbano y el polígono industrial ‘El Limero’. El agua del Genil, con un caudal que superaba los 1.100 m3/seg. llegó a los 7,4 metros de altura, hubo que evacuar a mil astigitanos y a los enfermos del hospital y recurrir, como en estos días, a la Unidad Militar de Emergencias. En los primeros días se habló de al menos 18 millones de euros en pérdidas.
La inundación se repitió tres veces, y hasta la tercera no apareció Griñán, que la achacó a lluvias sin precedentes, cuando el récord histórico de pluviosidad (unos 160 litros/m2) databa realmente de tres años antes.
Las obras de desvío del Argamasilla, presupuestadas por la Junta y que debieron acabarse en abril de 2012, llevan paradas casi un año y Écija ha vuelto a inundarse. En 29 años con las competencias transferidas, la Junta ha sido incapaz de acabar con las riadas en la ciudad del sol. ¿Cuántas inundaciones más necesitará?
Cuatro perras
El PSOE de Ecija se ha retratado en Twitter al sostener que “a nadie le importan las cuatro perras de los ERE; no son importantes; sí nos importa la corrupción del PP”. A su manera, y salvando las distancias, el PSOE astigitano comparte la doctrina histórica yanki respecto de los sanguinarios dictadores latinoamericanos, personificada en el nicaragüense Anastasio Somoza: “Puede ser un hijo de perra, pero es nuestro hijo de perra”. Mutatis mutandis, la única corrupción importante es la del PP, mientras que, como en el escándalo de los ERE, cuando quienes meten la mano en la caja común son correligionarios, la corrupción es minimizada y se reduce a “cuatro perras”. Un perra chica eran, en tiempos de la peseta, cinco céntimos, pero no son cuatro perras, sino 10 millones de euros defraudados hasta ahora en los ERE según la propia Junta, equivalentes por tanto a 33.277.200.000 de perras. El PSOE ha pasado de predicar la tolerancia cero con la corrupción, a justificarla. Esa es la distancia moral que separa al partido actual del de Pablo Iglesias y Julián Besteiro.
Factor común
He aquí algunas de las noticias que publicaban los periódicos sevillanos en la entrada de año. Muere un anciano tras partirse la cadera al romperse la barandilla de la escalera del centro de salud Cisneo Alto, en el cual no funcionaba el ascensor y donde hubo de esperar dos horas la llegada de una ambulancia. La familia anuncia que se querellará contra la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía. Los afectados por las inundaciones de Écija (cinco durante el mes de diciembre, a un promedio de una cada seis días) han creado una plataforma para demandar a la Administración por su deficiente gestión e imprevisión de las riadas. El Tribunal Supremo confirma que debe pagársele una indemnización de 151.660 euros a un paciente que acudió al hospital San Sebastián de, vaya por Dios, en Écija tuvo que ser, a que le quitaran un sencillo quiste y acabó saliendo con un brazo amputado. ¿Cuál es el denominador común de todas estas noticias con que nos saludó el Año Nuevo para hacernos añorar el muy pésimo 2010? Respuesta: el lema de la Junta (‘Andalucía, imparable’).
Wic
El alcalde de Écija, Juan Wic, ha tratado de justificar las inundaciones en su pueblo con la coartada de que cuando los obreros entraron a limpiar el soterrado cauce del arroyo Argamasilla, se toparon con que la tubería tenía enquistada una capa de grava de 1,40 metros, tan dura por solidificada que había que quitarla picando como si fuera una mina. Y así, picando, les sorprendieron las lluvias y las inundaciones. La grava no se convierte en pedernal de la noche a la mañana, sino tras un abandono de años, pero Wic ataca a la Oposición “porque cuando ellos gobernaron no hicieron nada”. El PP y el PA gobernaron entre 1998 y 2002, osea, hace ocho años. En Estados Unidos impera un principio según el cual, pasados seis meses de su toma de posesión, un gobernante ya no puede echarle la culpa de los problemas a la Administración anterior, porque ha tenido tiempo al menos de adoptar medidas para solucionarlos. Está claro que Écija no es EEUU. Wic, con tal de eludir su responsabilidad, es capaz de remontarse hasta a Adán y Eva o hasta Noé y el diluvio universal.
Imprevisión
Gobernar es prever, una virtud que no caracteriza a nuestros gobernantes, como revelan las riadas que sufre Écija al escupir agua hacia la superficie el entubado arroyo Argamasilla al hallarse taponado por lodo, basura y ramaje su soterrado cauce. De todos es sabido que el otoño -y con esta estación la temporada de lluvias- empieza hacia el 21 de septiembre (este año, oficialmente ha sido el día 23). Para entonces debió haber estado limpio el Argamasilla, máxime tras sus desbordamientos de febrero y marzo. Pues bien, en línea con la imprevisión habitual, las labores de limpieza no se iniciaron hasta el 22 de septiembre, en el último minuto, como ocurre siempre en todos los órdenes de nuestra vida. ¿Ven cómo España nunca podrá ser igual que Alemania? Así no es de extrañar que el temporal del 7 de diciembre pillara a Fomento (¿o habrá que decir Folento?) de Construcciones y Contratas con el arroyo sin destaponar. Los políticos han aprendido que los fuegos se apagan en invierno. Ahora hace falta que aprendan que las inundaciones se previenen en verano.
El argumentario
Griñán, que ha necesitado tres riadas para visitar Écija cuando Arenas fue a la primera, acreditando así más reflejos políticos y dejándolo en evidencia, ha tratado de justificar la catastrófica situación en la ‘ciudad del sol’ diciendo: “ha sufrido borrascas inéditas en Andalucía, que descargan muchísima agua”. En el argumentario de la Junta, la palabra ‘inédito’ sucede a ‘inaudito’, calificativo empleado por el ministrillo andaluz de Medio Ambiente, José Juan Díaz Trillo, tras la primera crecida del río Genil y del arroyo Argamasilla. El Diccionario de la Academia define ‘inédito’, en su tercera acepción, como “desconocido, nuevo”. E ‘inaudito’ como “nunca oído, monstruoso”. Los términos no pueden ser más inapropiados en la boca de nuestros gerifaltes de hogaño, pues basta remontarse sólo 40 años en el tiempo para hallar noticia de borrascas aún peores que éstas en Écija: 162 litros caídos el 20-11-2007 ó 113 el 14-01-1969. ¡Y no se inundó! Lo inédito e inaudito era lo de antaño y no esto. La Andalucía imparable ha devenido en la Andalucía inundable.
Sin coartada
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha emitido un informe sobre el temporal en Sevilla y Andalucía. Recordarán que el ministrillo andaluz de Medio Ambiente, José Juan Díaz Trillo, dijo tras las inundaciones de Écija, Lora y demás que no se debían a los desembalses, sino a unas lluvias inusuales que habían dejado más agua que nunca. Pues ahora la Aemet lo deja sin coartada. Según su informe, el temporal fue significativo pero en ningún caso excepcional porque no se superaron los datos históricos de diciembre. De hecho, hasta en la cuenca minera de Huelva, la tierra del ministrillo de la Ecología, llovió más que en Écija y la Sierra Norte sevillana. Tener de consejero de Medio Ambiente a un poeta implica que hable con hipérboles y que equipare un temporal normal al diluvio universal. Pero cuando los agricultores y la Oposición le piden que a cuenta de la gestión de los pantanos depure responsabilidades en la Agencia Andaluza del Agua, conocida en los ambientes como ‘la triple A’, el ministrillo se hace el sordo. Como si oyera llover. ¿Será por lluvias?
Llueve sobre mojado
Un principio de la Física dice que si un hecho se repite no se debe a la casualidad, sino que probablemente obedece a una ley. En buena parte de Sevilla y de Andalucía se han repetido inundaciones como las de febrero. Dos riadas en sólo diez meses, con la misma secuencia: primero llueve con intensidad y, luego, los desembalses contribuyen a la crecida del Guadalquivir y a los daños en pueblos y cultivos.
Como parte interesada, el consejero de Medio Ambiente, Díaz Trillo, defiende la política de desembalses de la Agencia Andaluza del Agua, sustituta de la Confederación Hidrográfica desde el traspaso a la Junta de las competencias sobre el río. Sostiene el consejero que “desde hace mucho tiempo las decisiones se toman de acuerdo con un rigor que viene avalado por la profesionalidad y la capacidad de los directores de presa, ingenieros y más de 200 técnicos”
EL PODER DE DECISION
La cuestión es quién toma la última decisión en materia de aguas desde que la Junta politizó una gestión que hasta entonces se regía por criterios técnicos. Cabe recordar que los funcionarios transferidos a la Agencia, la mayoría de nivel 26 tras superar unas oposiciones, fueron convertidos en la nueva relación de puestos de trabajo en nivel 26 pero de libre designación. Así fue liquidada una estructura basada en el concurso de méritos y en la capacitación profesional, ya que cualquiera de los transferidos podía ser relevado de su puesto. Quienes no habían consolidado aún su nivel podían ser catalogados en el 22 (el puesto de salida de los opositores de la Junta), y no se tenía en cuenta su antigüedad cuando concursaban a otra plaza.
Así, si un ingeniero que llevaba 20 años como jefe de un embalse aspiraba a la misma plaza en otro pantano, su antigüedad no reconocida le suponía cero puntos, con lo que cualquier funcionario de la Junta con sólo un año de experiencia le ganaba el concurso. Además, como se eliminó el requisito de la titulación específica, cualquier licenciado podía presentarse para jefe de explotación de una presa o como director de una obra hidráulica.
La consecuencia ha sido ver a licenciados en Historia como subdirectores de infraestructuras hidráulicas, a veterinarios ocupando plazas similares y a biólogos como jefes de explotación de pantanos. Díaz Trillo debería preguntarse si no es la politización esa constante que buscarían los físicos a la hora de explicar estas riadas.
SISTEMA FALIBLE
El consejero dice que los desembalses “se apoyan en un sistema automático de información hidráulica que permite averiguar con 72 horas de antelación las avenidas que pueden producirse”. Si ese sistema permite prever con tres días las riadas, ¿cómo es que la Junta no actuó para evitar las inundaciones teniendo tan amplio margen de maniobra?
Una de dos, o el sistema no es tan perfecto o son demasiado imperfectos quienes lo usan. Díaz Trillo ha insistido en que “se han llevado a cabo los desembalses oportunos de acuerdo con las lluvias que han ido cayendo”. El problema ha radicado, a su juicio, en que “en la historia de Andalucía nunca había llovido tanto”. Ni que hubiera caído el diluvio. Habrá que recomendarle la ‘Historia crítica de las riadas o grandes avenidas del Guadalquivir en Sevilla”, en que Borja Palomo data más de cien grandes inundaciones entre 1297 y 1877. Y más recientemente, en la de 1996 hubo cuatro muertos y daños valorados en más de 420 millones de euros. Si habrá llovido más que ahora….
REACCIÓN SIN PREVENCIÓN
Las palabras de Díaz Trillo son reveladoras del proceder de la Junta: “se desembalsa conforme a las lluvias que van cayendo”. Ahí radica una de las claves de la catástrofe. Debería desembalsarse conforme a las lluvias que van a caer, no cuando caen o después. En este sentido, toda España estaba pendiente del tiempo para el ‘puente’ y los meteorólogos alertaban de fuertes precipitaciones hasta el día 8. Si se habían decretado alertas amarillas y naranjas, ¿por qué el temporal sorprendió a la Agencia del Agua manejándose con sus protocolos habituales, osea, como si no fuera a llover?
Tras esta segunda gran inundación el consejero se ha convencido de uno de los pronósticos científicos sobre el cambio climático: “Lo que está claro es que los regímenes de lluvia están cambiando; parece que cada vez llueve más en menos tiempo”. Pero, pese a lo padecido, no hay motivo de alarma, porque según Trillo la Junta está estudiando estos escenarios de pluviometría “a muchos años vista, para que Andalucía pueda estar perfectamente preparada para los acontecimientos que hemos vivido estos días”. ¿Y no hubiera sido mejor haber estado preparados ahora, después de haber presentado a bombo y platillo en 2002 la ‘Estrategia andaluza ante el cambio climático’, en vez de a muchos años vista?
REFLEJOS POLITICOS
En 2002, en Alemania, el canciller socialista Schroeder, perdía en todas las encuestas frente a su rival de la Derecha, Stoiber. Sin embargo, en unas inundaciones como éstas de Andalucía, se metió en el fango para solidarizarse con los afectados mientras Stoiber se quedaba en su casa. Tras aquel gesto, Schroeder acabó ganando las elecciones.
A las 24 horas de la riada, Arenas ya estaba en Écija, mientras que Griñán, falto de reflejos, no salía de San Telmo. En Andalucía, los papeles están cambiados: Arenas, que gana en las encuestas, hace como el socialista Schroeder; Griñán, que pierde en los sondeos, como el derechista Stoiber. Quien ignora la historia está condenado a repetirla.
Segunda inundación con la Agencia del Agua
La crecida del Guadalquivir supera a la que provocó las inundaciones de hace diez meses
La gestión de los embalses no logra contener las riadas en la cuenca del río, traspasada a la Junta
La riada del Guadalquivir en diversas poblaciones de su cuenca hidrográfica y de su afluente el Genil a su paso por Écija ha vuelto a sorprender a la Agencia Andaluza del Agua por segunda vez en 2010, ya que a principios de año el organismo gestor de los recursos hídricos en Andalucía tras el traspaso de las competencias a la Junta por parte del Gobierno ya vio cómo el río se desbordaba e inundaba municipios de su vega.
El manejo de los pantanos no impidió entonces la avenida del río, y ahora, tampoco, con la agravante de que ahora ha circulado aún más agua que hace diez meses por las presas en los momentos álgidos del actual temporal.
El 25 de febrero de 2010 fue la fecha culminante de la penúltima riada del Guadalquivir, cuando con toda la cuenca en estado de alerta por las inundaciones registradas a lo largo del curso del río, en la presa de Alcalá, considerada como el indicador fundamental por su cercanía a Sevilla capital y a los pueblos en situación de mayor riesgo por su ubicación en el tramo final, el caudal circulante era de 2.958,76 m3 de agua por segundo.
Ayer, día 8 de diciembre, a media mañana, el río circulaba por ese mismo punto transportando 3.247,37 m3/segundo. Peor aún era la situación en Peñaflor, donde en febrero el Guadalquivir arrastraba 2.141,90 m3/segundo y ayer el volumen de agua era 1.000 m3 más: 3.144,40.
Hace diez meses, las críticas llovieron sobre la Agencia Andaluza del Agua por su ineficaz manejo de los desembalses en la cuenca del río. Se le achacó que cuando quiso reaccionar fue demasiado tarde y el volumen del agua embalsada era tal que no había margen de maniobra para contener la afluencia de líquido por las fuertes precipitaciones y tuvo que desembalsar sin más remedio.
Hay que recordar que Andalucía sufrió un temporal de lluvias desde la Navidad de 2009 hasta mediados de enero de 2010 y que tras un paréntesis de aproximadamente un mes, el temporal se recrudeció a partir de mitad de febrero, con la máxima crecida del río hacia el día 25 de dicho mes.
Justamente la falta de desembalses cuando el tiempo dio una tregua a partir de mediados de enero es de lo que acusaron a la Agencia del Agua alcaldes y regantes que se dieron cita en Palma del Río durante la visita de Griñán y la entonces vicepresidenta del Gobierno, Mª Teresa Fernández de la Vega, para conocer los daños de las inundaciones.
Las mediciones del caudal del Guadalquivir por la presa de Alcalá del Río indicaban que hasta el 16/17 de enero se registraron unas medias de alrededor de 2.000 m3/segundo (1.800 m3 en estas fechas; 1.959 m3 hacia la festividad de Reyes), pero que entre el 21 de enero y el 15 de febrero aproximadamente el caudal medio descendió de forma muy acusada, con una media incluso inferior a los 300 m3/segundo (416 m3 el día 20 de enero; 112 el día 27).
Aun así, los embalses se hallaban al 75% -80% de su capacidad y la previsión meteorológica indicaba un nuevo temporal con fuertes lluvias a partir de la segunda quincena de febrero. La Subdelegación del Gobierno en Sevilla envió por entonces al Ejecutivo central a Madrid un informe en que preveía que el Guadalquivir alcanzaría los 3.000 m3/segundo a su paso por Sevilla, pero estos datos no fueron tenidos en cuenta por la Agencia Andaluza del Agua, responsable de la gestión del río tras la transferencia de las competencias, la reivindicación estrella de Chaves durante su última etapa al frente de la Junta.
La historia ha vuelto a repetirse, porque el actual temporal, anunciado con reiteración por los meteorólogos en vísperas del ‘puente’ de la Constitución, ha pillado de nuevo, por así decirlo, a la Agencia Andaluza del Agua con los pantanos a una media similar.
Con fecha 7 de diciembre de 2010, la Agencia emitía una nota de prensa en la que recordaba que desde la segunda quincena de diciembre de 2009 y hasta prácticamente el mes de abril del año en curso las cuencas hidrográficas andaluzas se beneficiaron de una temporada de lluvias excepcionalmente intensa y continuada. El agua de lluvia acumulada superó los registros máximos de los últimos 25 años, “lo que se ha traducido en unas aportaciones de agua excepcionales a los embalses de prácticamente toda Andalucía”.
Según la Agencia, esta situación “ha provocado un desembalse de agua progresivo en casi todos los pantanos andaluces desde el pasado año para evitar riadas e inundaciones, (desembalse) que continuó durante la campaña de riego de este verano y que se ha seguido llevando a cabo durante los dos primeros meses del año hidrológico, sobre todo tras los últimos episodios de lluvias”. La Agencia daba un 76,02% de volumen de agua en los embalses de la cuenca del Guadalquivir, osea, un nivel similar al que precedió a la riada de principios de año.
Sin embargo, ese mismo día 7, con Écija ya inundada por el desbordamiento del Genil, el director gerente de la Agencia, Juan Paniagua, mantenía la tesis contraria a la nota de prensa de su propio organismo al declarar públicamente lo siguiente: “Este año hay que tener en cuenta que los pantanos ya partían de una situación diferente a la del año pasado, ya que se encontraban sobre el 70% de su capacidad antes del inicio de las lluvias y tienen, por tanto, menos capacidad para retener agua”.
Lo cierto es que, tal como el mismo Paniagua reconocía, los niveles de desembalse en los pantanos no estaban siendo muy importantes pese a la previsión meteorológica y a las alertas naranja por lluvias decretadas en diversas provincias: 190 m3/segundo de media.
A excepción del Guadalén, que empezó a desembalsar agua en la noche previa a la inundación de Ecija, el resto de pantanos no vertía nada y los desembalses del Tranco de Beas, Guadalena, Giribaile, Negratín, Yeguas, Vadomojón e Iznájar no eran demasiado significativos.
Pero la previsión de los meteorólogos se cumplió y lluvias de entre 60 y 140 litros por m2 descargaron sobre gran parte de las sierras andaluzas a lo largo del mismo martes 7, con lo que sólo entre las 10 de la mañana y la 1 de la tarde el agua entraba en los embalses de la cuenca del Guadalquivir a un ritmo de 5.000 m3 por segundo, por lo que el 16% de los pantanos empezó a aliviar líquido y algunos a un ritmo muy superior a esos 190m3/segundo de media que mantenía la Agencia antes del temporal.
A las 23 horas del martes, ya con la alerta por la crecida del río en zonas como Peñaflor y Lora, el Guadalén estaba soltando 416 m3/segundo; Fernandina, 247; Rumblar, 410; Yeguas, 263; Guadalmellato, 412; el Bembézar, 308.
La media diaria de desembalses en estos grandes pantanos venía siendo hasta esos momentos de menos de 20 m3/segundo, por lo que al multiplicarse por diez o veinte su aportación de agua al Guadalquivir, con el río a un nivel ya más alto que en la riada anterior de principios de año desde Córdoba a Peñaflor, la crecida a lo largo de la noche del 8 de diciembre era inevitable, así como la previsión, adelantada por expertos consultados por este periódico, de que el caudal por la presa de Alcalá superaría los 3.000 m3/segundo (3.236,43 m3 se registraban a las 23 horas y 15 minutos del martes, y 2.948,52 m3 por Peñaflor) y de que subiría 15 metros sobre la cota habitual a su paso por Lora.
El director de la Agencia Andaluza del Agua, Juan Paniagua, ha declarado que se ha estado desembalsando todo el agua posible de manera controlada “y siempre tratando de cumplir los protocolos de seguridad”. La cuestión es si no hay que revisar esos protocolos a la luz de las últimas experiencias y de las predicciones científicas sobre que el cambio climático se traduce para España en menores lluvias pero más torrenciales, como ha ocurrido durante el ‘puente’ de la Constitución. Al parecer, la Agencia trabajaba con la hipótesis de lluvias de unos 40 litros por m2, cuando en algunos puntos de las sierras han sido de 140.
UNA RIADA SUPERIOR A LA DE PRINCIPIOS DE AÑO
(Comparativa de caudales en m3/segundo por las centrales fluyentes del Guadalquivir)
Fechas
Presa 24-12-09 25-12-09 6-1-10 24-2-10 25-2-10 8-12-10
Pedro Marín 53,58 66,82 87,74 216,58 133,58 33,28
Mengíbar 281,81 152,98 268,14 1.030,21 807,81 618,17
Marmolejo 364,55 436,62 721,91 1.811,87 1.356,00 1.359,69
El Carpio 491,08 515,47 858,35 1.856,48 1.563,43 2.092,46
Villafranca 620,96 626,12 935,24 2.040,06 1.924,43 1.943,95
Peñaflor 1.008,48 1.075,48 1.385,39 1.730,69 2.141,90 3.144,40
Alcalá 1.296,31 1.579,52 1.958,93 2.663,46 2.958,76 3.247,37
En este cuadro se reflejan los caudales del río Guadalquivir por diversas presas en las fechas más significativas del temporal anterior (diciembre de 2009, enero y febrero de 2010) y en el actual (8 diciembre 2010). Los datos de ayer se tomaron hacia mediodía. Se comprueba que esta crecida ha sido en los puntos más importantes aún peor que durante el temporal del último invierno.
LAS LLUVIAS QUE DESBORDARON LAS
PREVISIONES DE LA AGENCIA DEL AGUA
(Acumulado del 7 diciembre 2010)
Pluviómetro Litros/m2
Martín Gonzalo 148,70
Huesna 132,80
Retortillo 123,50
Bembézar 122,80
Puente Nuevo 116,70
Cala 113,70
Melonares 113,00
Villafranca 112,40
Guadanuño 107,20
Cardeña 102,40
Venta de Cárdenas 102,30
La Minilla 101,40
Ecija 95,80
Jándula 93,00
S. R. Navallana 91,60
Yeguas 85,90
Fresneda 83,10
Fuencaliente 81,40
José Torán 80,00
Encinarejo 79,20
Marmolejo 77,30
Castillo de las Guardas 75,40
Carpio 74,80
Zufre 69,10
Pintado 68,70
Rivera Cala 66,30
Zocueca 61,70
Vvde. Río 60,90
Rumblar 60,30
Guadalén 59,40