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Balance cero

Como los sevillanos habían estado pagando recargos, tasas, impuestos (o como se le llame a que el Poder te meta la mano en el bolsillo) hasta casi las vísperas de la Expo 92 pero por la lápida de la Expo del 29, para desterrar los miedos a que se repitiera la historia, apenas ser nombrado comisario de la Muestra Olivencia anunció que su objetivo era el ‘balance cero’. Algo inexistente o heterodoxo según los puristas de la economía (los mismos que ven brotes verdes donde los demás sólo un erial) pero que entendimos hasta los más torpes de Letras. Pues después de Olivencia (los 20.000 millones en números rojos se los imputaron a Pellón), el único que va camino de repetir el dichoso anuncio es Zoido. El alcalde prometió en su programa mil VPO cada año y en vez de las tres mil viviendas (sin doble sentido) que debería llevar ya en su tercer año de mandato ha conseguido que Emvisesa no haya promovido ninguna. Cero absoluto. ¿Zoido ‘for president’ de la Junta de Andalucía? ¡Qué va! Lo que en verdad le iría a Zoido sería que lo nombraran comisario de la próxima Expo.

 

Chaves

El debate abierto por Chaves con su frase “si un director general quiere robar, roba”, en relación con los ERE, nos retrotrae a la preExpo y la tensión entre Pellón y Olivencia. El comisario, catedrático de Derecho, era denostado por su excesivo rigor reglamentista y celo con las contrataciones, que incluían su supervisión por una Auditoría Interna, amén de la Externa ‘a posteriori’, mientras que para Pellón lo importante era hacer las obras aun saltándose los procedimientos, para llegar al día inaugural. Olivencia, pues, creó las condiciones para que quien quisiera robar lo tuviera lo más difícil posible y si aun así robaba, pudiera ser identificado durante o después del robo. Por éso no se le recuerdan escándalos en sus años de comisario, frente a lo que relució después, cuando ya él no estaba y se habían anulado o relajado los controles. Nixon dijo que dimitía no por haber dado la orden de espiar en el Watergate, sino por haber permitido que se dieran las condiciones para aquel espionaje. Los EREs son el Watergate de Chaves: él, con su descontrol, los propició.

 

Las cuentas de la Davis

A falta de dos meses y medio para que se cumpla el XX aniversario de la clausura de la Expo-92, el Ayuntamiento, como ha sido incapaz de articular aún el programa conmemorativo al que se comprometió, ha optado por rendirle su particular homenaje a la Muestra Universal con la presentación, casi ocho meses después de celebrada, de las cuentas de la Copa Davis.

El paralelismo con la Expo es evidente. Al igual que Olivencia, el comisario general del 92, Zoido también prometió un ‘balance cero’ (nada de déficit) por la organización del acontecimiento deportivo y, sin embargo, ha acabado costándonos casi un millón de euros (965.844).

Y al igual que Pellón camufló las pérdidas de la Expo metiendo en el balance su particular valoración de los activos que se quedaron en la Cartuja (mírese qué pasó luego con el telecabina, monorraíl, pérgolas…), Gregorio Serrano, delegado de Economía, ha tratado de rebajar las pérdidas en 380.000 euros restándoles el valor de los activos adquiridos por el Ayuntamiento (la cubierta -toquemos madera- y las lonas). Unos activos que, conforme al cuadrante del flujo del dinero de Robert Kiyosaki, son hasta ahora un mero pasivo porque no generan ingresos, no han sido reutilizados en estos 8 meses y causan gastos de almacenamiento y seguridad, no vaya a ser que los roben de nuevo.

Pero, ¿qué digo ‘balance cero’ o equilibrio entre gastos e ingresos al modo de Olivencia con la Expo-92 en su bienintencionado afán de espantar el fantasma de la ruina de la Expo del 29, que Sevilla estuvo pagando hasta muchos años después? La Davis iba a ser una mina de oro para la ciudad, ¿o es que ya nadie recuerda que se habló de que el tenis iba a reportar 30 millones de euros y de que por cada euro invertido íbamos a recoger 30?

Gregorio Serrano ha abundado en la tesis de que se habría conseguido no ya el  ‘balance cero’, sino incluso superávit si la Junta de Andalucía y la Diputación hubieran aportado al menos la mitad (607.650 euros) de la subvención que concedieron en 2004 (1.215.300 euros) cuando quien organizó la final tenística fue el Ayuntamiento gobernado por el socialista Monteseirín.

Serrano ha reprochado a los mandamases de las dos Administraciones en poder del PSOE que hayan aportado ‘cero euros’, para darle así “un tortazo a Zoido en la cara de todos los sevillanos”, pese a que, según denuncia, estuvieron luego sentados viendo los partidos y se colige que gratis total por invitación (¿o es que acaso se colaron?) del propio Ayuntamiento.

SOLO ANTE EL PELIGRO

 

Hasta Zoido se lamenta de que la Junta y la Diputación lo hayan dejado “solo ante el peligro” de organizar la Davis. Maticemos este nuevo intento de confrontación política  a costa del deporte entre el Ayuntamiento y la Junta, acaecido el mismo día en que el alcalde se entrevistaba con el presidente Griñán en San Telmo y ambos se hacían mutuas promesas de enterrar el hacha de guerra.

Zoido, recién llegado por entonces a la Alcaldía, quiso dar un golpe de efecto solicitando la final de la Davis, aun a costa de aceptar imprudentemente el pago de un millón de euros a la Federación Española de Tenis pese al escenario de crisis existente y cuando por el horizonte asomaba el Plan de Ajuste, para ponerse él solo la medalla y obtener réditos políticos si el evento salía bien, como salió deportivamente (España ganó a Argentina) y organizativamente.

El alcalde no se encomendó previamente a la Junta y a la Diputación, sino que las abocó ante un hecho consumado, pese a que existía el precedente de que el Gobierno andaluz se había negado a subvencionarle al Ayuntamiento de Córdoba la semifinal alegando que las circunstancias económicas eran muy diferentes a las de los dorados años del ‘boom’ inmobiliario y el supuesto ‘milagro económico’ español, que permitieron librarle a Monteseirín  1,2 millones en 2004 para la otra final de la Davis en Sevilla.

Por tanto, Zoido nunca debió embarcarse en organizar el evento deportivo por su cuenta y riesgo y confiando en una subvención ‘a posteriori’ de la Junta y la Diputación, subvención que tampoco habría ocultado el balance final de pérdidas de un millón de euros para el contribuyente, porque Gregorio Serrano parece olvidar que tan público es el dinero del Ayuntamiento como el de las otras dos Administraciones.

Al margen de que Zoido aceptara un contrato demasiado leonino con la Federación para los tiempos de crisis que corren y de que por tanto la Davis podría haber resultado más barata, la cuestión de fondo es si es rentable para la ciudad organizar eventos de este tipo aunque nos cuesten un millón de euros, pensando en que a corto, medio o largo plazo generan esos retornos económicos que nadie ha medido objetivamente,  y también en que fortalecen la ‘marca’ Sevilla, máxime cuando la final del tenis tiene una audiencia televisiva planetaria.

Obviamente, el gran beneficiario es el sector turístico. El presidente de los hosteleros, Sánchez-Cuerda, dice que la Davis incrementó en un 30% la facturación de bares y restaurantes y que su organización saluda la celebración de grandes eventos deportivos y culturales como herramienta de estímulo económico.

No basta con saludar. Cuando se repasa la lista de patrocinadores de la Davis, sólo hay una empresa del sector turístico, el restaurante Abades, y con una aportación en especie y no en dinero líquido. Así pues, si el sector turístico quiere eventos, que los patrocine, porque la política actual equivale a privatizar los beneficios (para ellos) y socializar las pérdidas (costeadas por todos los sevillanos).

 

 

Tecnicismos

El delegado de Economía, Empleo, Mercados, Turismo y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla, Gregorio Serrano, dice que no se puede perder la inversión de Ikea por “tecnicismos” urbanísticos. ¿A qué me recuerda ésto? A Jacinto  Pellón ‘versus’ Manuel  Olivencia en la Exposición Universal de 1992, donde el primero, con tal de que se hicieran las obras, pasaba por encima de los procedimientos garantistas que respetaba escrupulosamente el segundo, un prestigioso jurista. Y me recuerda a las subvenciones del ‘fondo de reptiles’ de la Junta, dadas al margen de cualquier procedimiento reglado. Los ‘tecnicismos’ sobre los que despectivamente habla Gregorio Serrano son las garantías en un Estado de Derecho. En este caso son informes negativos emitidos por funcionarios de la Gerencia de Urbanismo frente a las pretensiones de los suecos de pasarse el PGOU por el forro para que les den una recalificación a la carta y pegar un pelotazo urbanístico. ¿No decía Zoido que este Ayuntamiento iba a ser el del gobierno de los funcionarios? He aquí la prueba del nueve para demostrarlo. Nadie, ni siquiera Ikea, puede estar por encima de la ley, salvo que Sevilla quiera vender su dignidad por un plato de lentejas.

Arcadia

La modernidad según Monteseirín

La modernidad según Monteseirín

El Ayuntamiento del (sin) alcalde está dejando sin presupuesto a la Comisión Especial de Quejas y Sugerencias, conocida vulgarmente como  el Defensor del Ciudadano. La gráfica presupuestaria dibuja una línea sin un solo diente de sierra porque es tan descendente que cae en picado: 40.000 euros en 2008; 32.000 euros en 2010 y 23.000 en 2011. Esta última cifra está tan hipotecada por cargas de anteriores ejercicios y compromisos previos que se calcula que para el mes de mayo, cuando expire el tercer y último mandato del (sin) alcalde, se habrá alcanzado el cero absoluto, el cero patatero. Por no haber, no hay ni habrá un solo euro para el pago de una cerradura que adelantó de su bolsillo el Defensor ni para un mísero bonobús solidario de los que Torrijos carga en la cuenta de Tussam. También en este capítulo Monteseirín conseguirá la meta que no pudieron lograr en la Exposición Universal de 1992  ni Manuel Olivencia ni Jacinto  Pellón: el balance cero. Y bien pensado, es absolutamente lógico que ocurra lo que tiene que ocurrir. La Comisión Especial de Quejas y Sugerencias ha de quedarse necesariamente sin presupuesto a partir del mes de  mayo porque, habiendo alcanzado para entonces Sevilla la tierra prometida de la modernidad bajo el mandato de Alfredo, ya no habrá lugar para queja alguna.

Realidad que supera a la ficción

El Trío de Capilla (Javier Rubio, Sebastián Torres y Juan Miguel Vega) imaginó en su último diálogo irreverente la siguiente situación: “Pleno municipal. Zoido fuera de sí denunciando escándalos y, de tanto ardor, le da un chungo. La presidenta del pleno, Rosamar, como si se tratase de un mero trámite, se dirige a los presentes con displicencia: “¿Hay un médico en la sala?”. ¿Qué haría el Doctor NoDo (Monteseirín)?”. Este caso ya se dio en Sevilla. Reunión del comité de expertos de la Expo. De pronto, al nobel Severo Ochoa le da un soponcio, quizás por la tensión de ver el acoso a Olivencia, ya que acabaría dimitiendo de su cargo tras la destitución de éste. Alarma en la sala. El discípulo predilecto de don Severo, Santiago Grisolía, grita: “¡Que llamen a un médico!”. Y Ballester, que cae en la cuenta, le dice: “Pero, don Santiago, ¿usted no es médico?”. Sí, pero como estaba dedicado a la investigación en laboratorio había perdido la consciencia de su titulación, de lo que se colige que aunque el hábito no haga al monje la bata blanca sí hace al médico.