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Impacto

La Unesco amenazó con incluir en su lista negra del Patrimonio Mundial el peligro, con riesgo de posterior descatalogación que nos equiparaba el Tercer Mundo, la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias, debido al impacto visual sobre ellos de la Torre Pelli. Aquella amenaza provocó una guerra de encuadres fotográficos entre partidarios y detractores del rascacielos, para demostrar que se veía o no desde los tres monumentos sevillanos en el ‘top-ten’ mundial. Conjurado el peligro por la promesa de Zoido, tras caerse del caballo camino de la Cartuja, de prohibir cualquier otra Babel, ahora, en otra de sus piruetas, quiere aparentar ser más unesquista que la Unesco y propone que también sean declarados Patrimonio de la Humanidad la Torre del Oro y la Plaza de España. Preguntado en la Cadena SER por el contrasentido de proponer una torre que con sus 36 metros está a la sombra de otra de 178, Zoido dijo tan pancho que la Torre Pelli no tiene impacto visual sobre la Torre del Oro. Lo peor de los políticos es que encima nos toman por tontos al negar la evidencia.

La arboleda perdida

Zoido y su delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, anunciaron recientemente la reurbanización de la calle Almirante Lobo con una inversión de 900.000 euros para la sustitución del asfalto por adoquines, el ensanchamiento de las aceras, la instalación de bancos y papeleras de fundición y colocación de farolas fernandinas.

La intervención se rematará con la retirada de los plátanos de Indias que, según el alcalde y su delegado, se encuentran muy deteriorados, por lo que serán sustituidos por una especie más resistente y de menor altura, la acacia de Japón (Sophora japonica) que permitirá -atención a lo que expresaron- que se vea la Torre del Oro desde la Puerta de Jerez.

Es curioso contemplar la metamorfosis que sufren nuestros políticos en su tránsito de la oposición al poder y cómo Zoido está emulando la trayectoria de Soledad Becerril en similares circunstancias.

La hoy Defensora del Pueblo se apuntó a la causa ecologista cuando era concejal de la oposición: se encadenó a un gran eucalipto que se alzaba sobre los terrenos de la antigua Catalana de Gas y que proyectaban arrancar. Aquel tinte verde le reportó una notoriedad añadida y se supone que contribuyó a su posterior elección como alcaldesa.

AVENIDA DE ROMA

Pero ya en la Alcaldía, autorizó o hizo la vista gorda, que para el caso es lo mismo, ante una actuación similar a la que ahora proyecta Zoido en la calle Almirante Lobo, si bien en otro sitio cercano, la Avenida de Roma. Todos los grandes plataneros existentes en la acera colindante con el Palacio de San Telmo fueron talados de la noche a la mañana para que luciera más la fachada palaciega con la portada barroca de los Figueroa y, claro, en este caso los árboles impedían, relativamente, ver el bosque artificial de ladrillos y piedras.

La coartada, la misma que ahora esgrime Zoido: los plataneros estaban enfermos o muy deteriorados. Curiosamente, ninguno de los ejemplares de la misma especie existentes al otro lado de la avenida de Roma, ni los limítrofes con el hotel Alfonso XIII, ni los que adornaban la calle Palos de la Frontera al borde de San Telmo (éstos sí realmente carcomidos y peligrosos) sufrían oficialmente enfermedad o deterioro alguno, pese a ser del mismo porte y época que los cortados. Al parecer, la Naturaleza había propiciado que la supuesta plaga afectara únicamente la zona que, una vez liberada de los molestos árboles, dejaba completamente a la vista la sede  de la Junta.

LAURELES Y LUEGO NADA

En una segunda fase, ya con Monteseirín en la Alcaldía, se trató de darle un toque verde a San Telmo con la plantación de laureles troncopiramidales comprados a precio de oro a un vivero de Valencia. Finalizada la restauración de San Telmo desaparecieron los laureles delante de la fachada (los trasplantaron a la Plaza de España y se perdieron todos, por falta de riego) para que ya nada verde obstaculizara la visión de su arquitectura. Se aprovechó el segundo arboricidio para construir una explanada de dureza similar a la tan criticada de Plaza de Armas y que al igual que ésta ha sido ocupada por patinadores.

Cuando Zoido era el líder de la oposición frente a Monteseirín y éste cortó inmisericordemente los naranjos de la Plaza Nueva y los árboles de la Avenida para su pseudopeatonalización (galimatías de tranvía, ciclistas, patinadores, coches de caballo y viandantes), prometió que cuando fuera alcalde no se cortaría un solo árbol en Sevilla sin que él lo autorizara con su firma. Tan ecologista o más que Soledad Becerril para luego…..

LA MITAD SON REPLANTADOS

La coartada de que los plataneros de  Almirante Lobo están muy deteriorados y que por éso hay que sustituirlos por sophoras es un cuento chino o japonés. Si se toman la molestia de examinar todos los árboles de esta vía pública desde la Puerta de Jerez comprobarán que hay ocho plataneros en la acera de la derecha. Destaca el de gran porte que vigila la embocadura de la calle Habana, vía de acceso a la Casa de la Moneda. De los ocho, tres son ejemplares de nueva plantación (6 ó 7 años), apreciable por el escaso diámetro de sus troncos, y en absoluto deteriorados; y dos de porte mediano, también más recientes que los dos de gran copa, y asimismo en buen estado.

En la acera de la izquierda hay una doble hilera de plataneros: veintidós en total. Trece son de gran porte y datan de la Expo del 29. Sus ramas alcanzan o incluso superan la altura del edificio Cristina. Nueve son de plantación reciente, como denota el calibre de sus troncos, y están en perfecto estado. En conjunto, en la calle  hay 30 plataneros: quince grandes, tres medianos y doce nuevos. A simple vista, los grandes no están en peores condiciones que los de similar porte existentes en la Avenida de Roma y Jardines de Cristina, y su supuesto deterioro podría paliarse con cirugía arbórea y otros tratamientos selvícolas de conservación (así durarían 50 años más). Si se tomara como referencia su estado actual, entonces habría que talar el 80% de los plataneros de Sevilla.

Sólo ocultan parcialmente la visión de la Torre del Oro algunas ramas de los plataneros más próximos a la misma, que en último extremo podrían podarse, y resubirse las copas. Con el mismo argumento de Zoido de eliminar árboles para que se divise la torre se justificaría la tala de los Jardines de Cristina para que se vea San Telmo; la de los plataneros que ocultan con sus hojas el hotel Alfonso XIII, y los de la Plaza Nueva, amén de las palmeras, para que el Ayuntamiento sea enteramente visible desde el hotel Inglaterra.

Cátedras

Una peculiaridad de los conservatorios es la denominación de asignaturas y/o de los profesores que las imparten no por la actividad musical, sino por el instrumento. Así, en vez de catedrático de interpretación pianística existe el titular de piano, del trombón y hasta de modalidades de guitarra, como la clásica o la flamenca. Es como si el catedrático de Química lo fuera de probeta o pipeta. Ahora, la Universidad  ha copiado esa terminología de los conservatorios de música al anunciar la creación de la Cátedra Metropol-Parasol, así denominada porque es una manera de hacerle publicidad a la obra de quien la financia, la constructora Sacyr, en cuyo beneficio ese pseudosocialista aparente defensor de la cosa pública llamado Alfredo Sánchez Monteseirín se la hurtó a los sevillanos y la privatizó por los próximos 40 años. En cinco siglos  de historia, ni a la Hispalense ni a ninguna empresa local les dio por financiar la Cátedra Giralda, Real Alcázar o Torre del Oro, y miren por dónde la primera que se constituye está dedicada a las polémicas Setas de la Encarnación.

Sevilla puede dejar atrás a Berlín

Aunque en el último Pleno Zoido dio otro de sus típicos bandazos, similar al que protagonizó con la torre Pelli (de detractor a defensor) y se sumó al PSOE e IU para, en línea con la Junta, exigirle a La Caixa que reconsidere su decisión de trasladar el Caixafórum al rascacielos de la Cartuja y lo mantenga en las Atarazanas, en el fondo el alcalde no cree que la entidad catalana, con la que confiesa tener hilo directo, dé su brazo a torcer.
Por éso, en previsión de que las ‘cumbres’ que por separado mantendrán con La Caixa el próximo miércoles tanto la Consejería de Cultura como el propio Ayuntamiento acaben en sendos fracasos, el alcalde ya ha anticipado que su alternativa para los antiguos astilleros medievales sería un museo de América o un museo de la Navegación.

LA TORRE DEL ORO

Quizás muchos sevillanos no sepan que la Torre del Oro es un museo naval, acorde con su historia como torreón adelantado de las murallas del Alcázar, para la defensa tanto del conjunto palaciego como del puerto y del puente de barcas en la Sevilla islámica.
Cuatro meses antes de que estallara la guerra civil, el Ministerio de Marina  acordó su conversión en un Museo Marítimo que, por las vicisitudes del conflicto bélico y las penurias de la posguerra, no pudo abrirse hasta  1944, en un acto que inspiró a Julio Guillén, secretario perpetuo de la Real Academia de la Historia, estas palabras: “La Torre del Oro, el rasgo más característico de Sevilla, ha dejado de ser una caracola vacía y abandonada junto al río; y este museo que inauguramos, pequeño y modesto en dimensiones materiales, le dará nuevas sonoridades”.
Aunque relativamente pequeño, la suma de estancias permite una superficie expositiva de unos 600 m2, y en verdad aquí se cumple el tópico del marco incomparable, tanto por la originalidad y belleza de la torre como por su ubicación al borde del Guadalquivir. Cartas náuticas, brújulas, mascarones de proa, maquetas de barcos y otros fondos dan vida a este museo naval desde hace 68 años, aunque Sevilla no sea muy consciente de su existencia.

LA EXPO-92

Cuando la XCIII Asamblea de la Oficina Internacional de Exposiciones acordó el 15 de junio de 1983 adjudicar a Sevilla (de forma compartida con Chicago, aunque luego la ciudad americana renunció) la organización de la Exposición Universal de 1992, las Administraciones Públicas epañolas tuvieron nueve años por delante para haber decidido rehabilitar las Atarazanas y convertirlas en el museo/pabellón de la Navegación de la Muestra como reclamo, además, de la ciudad para los visitantes que se concentrarían en el recinto de la isla de la Cartuja.
Sin embargo, se acordó construir un pabellón de la Navegación de nueva planta también al borde del río y obra, casualmente, del mismo arquitecto redactor del controvertido proyecto del Caixafórum en las Atarazanas: Guillermo Vázquez Consuegra.
Por su forma de quilla de barco invertida y la profusa utilización de madera, con grandes vigas curvadas de este noble material natural, el pabellón de la Navegación de la Expo-92 remitía y remite automáticamente al espectador al mundo marítimo, al margen de los contenidos expositivos que albergó durante la Muestra.

DISEÑO ‘AD HOC’

Calificado como ‘el pabellón 10’ de la Exposición, fue uno de los de mayor éxito, ya que recibió 2.122.461 visitas en los 180 días que duró el evento. El presupuesto inicial de construcción sólo del edificio fue el equivalente a 9,3 millones de euros de hoy, cifra que con las típicas actualizaciones, mejoras y demás y con la adición de contenidos se habría triplicado o incluso cuadruplicado finalmente.
La superficie de la parcela supera los 14.000 m2, el doble que la planta de las Atarazanas; la superficie construida  es superior a 16.000 m2, con una altura máxima de 20 metros, y dispone de una zona sólo para exposiciones de 7.600 m2, al margen de los amplios talleres, almacenes, oficinas e instalaciones. Es, pues, un edificio con prestaciones para museo de la Navegación muy superiores a las que ‘a priori’ pudieran obtenerse de la adaptación de las Atarazanas, aunque, obviamente, sin su valor histórico y su entorno monumental.
Y un dato muy significativo para el tema que nos ocupa: según el Colegio de Arquitectos, Vázquez Consuegra definió el edificio en la memoria del proyecto como “flexible en su espacialidad”, pensando en su transformación cuando acabara la Expo en el futuro Museo Marítimo de Sevilla.

INVERSIÓN EN PLENA CRISIS

Como se recordará, Agesa ha invertido en plena crisis económica más de 11 millones de euros en remodelar el pabellón, bajo la dirección del propio Vázquez Consuegra, y en dotarlo de nuevos contenidos, que han sido realizados por la multipremiada empresa sevillana GPD, la misma que le ha diseñado a Zoido los ‘mappings’ o proyecciones tridimensionales navideñas sobre la fachada de las Casas Consistoriales. El pabellón modernizado se reabrió el pasado 2 de enero, en este año del XX aniversario de la Expo.
Así pues, Sevilla tiene dos museos navales, marítimos, de la navegación o como queramos llamarlos, uno desde hace 66 años en la Torre del Oro, y otro desde hace 20 en la Cartuja y en el que, en dos fases, se han podido invertir entre 30 y 40 millones de euros.
Y, sin embargo, Zoido propone ahora un tercer museo de la Navegación en las Atarazanas. Hasta ahora sólo se conocían casos de museos duplicados sobre la misma temática en Berlín, por aquello de la división de la ciudad tras la II Guerra Mundial, pero podemos acabar superando a la capital alemana con tres Museos de la Navegación…… además de con tres estadios para tan sólo dos equipos de fútbol.
Y es que Sevilla es un caso especial.