Los ambientes académicos andan revueltos por una disputa arquitectónica que ha derivado en ataques entre dos bandos irreconciliables. En la Casa de los Pinelo comentan unos que los puñales literarios que vuelan por los aires son debidos a insalvables diferencias sobre la torre Pelli, mientras que otros aventuran que la enemistad obedece a la biblioteca del Prado, dependiente del alma máter sevillana donde prestan sus servicios algunos de los integrantes de estas dos corrientes estéticas y antitéticas. Muestra del combate intelectual es este soneto satírico, en la mejor tradición quevedesca del Siglo de Oro: “Quien fuera seminarista,/ de su dios desengañado,/ pretendiera mejor hado/ en el medro de arribista./ A la plata y a la usura/ no le es parca la afición;/ mas no triunfa en el salón,/ le faltan gracia y figura:/ es gordo como un bidón./ Tan menguada donosura/ a este menester no llama/ y por más culos que lama,/ al conservador o al progre/ gordo será siempre. Y pobre”. Se hacen cábalas sobre quién es el autor del epigrama y, sobre todo, de su destinatario.
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Ciencia-ficción
Como estamos en la semana de la ciencia-ficción (Emilio Llera, consejero de Justicia, dixit), imaginemos que durante doce años la Junta hubiera prometido la ejecución en Málaga de un proyecto valorable en unos 100 millones de euros para el que se hubieran reservado suelos en su PGOU,
firmado convenios con su Ayuntamiento, presentado incluso planos de ubicación y distribución de superficies… y que, de la noche a la mañana, hubiera dicho que no había dinero y que todo eso no era más que “ciencia-ficción”.
Seguro que no se lo imaginan porque saben que en tal hipótesis habría ardido Troya y que la Junta se habría cuidado muy mucho de tomarles el pelo a los malagueños por muy carente de fondos que estuviese, con tal de no encender un foco de rebelión, con el consabido agravio comparativo, victimismo político, alusiones al centralismo sevillano, etcétera.
Imaginen ahora que la Junta se atreve a todo eso y que los más directamente afectados por el entierro del proyecto no sólo no se rebelan, sino que alaban lo que califican de ejercicio de realismo y hasta respiran aliviados por que no se materialice.
DOCE AÑOS DE ESPERA
Pues esto es lo que ha pasado en Sevilla con la Ciudad de la Justicia cuando tras doce años de un proyecto dando tumbos sobre plano (Los Remedios, los cuarteles de Bellavista, los Gordales, el Puerto, otra vez los Gordales….) de la mano de siete consejeros (Carmen Hermosín, María José López, Evangelina Naranjo, Begoña Alvarez, Luis Pizarro, Francisco Menacho, Emilio Llera), el último, por recién llegado e inexperto en las lides políticas, se atreve a finiquitarla con la tesis de que en las actuales circunstancias es de “ciencia-ficción”.
La prensa especulaba sobre dónde metería Griñán las tijeras para recortar 2.700 millones de euros del déficit y no hubo que esperar siquiera a su primer Consejo de Gobierno para saberlo, porque ya lo anunció su consejero de Justicia apenas tomar posesión de su cargo: en no construir la Ciudad de la Justicia en Sevilla, lo cual demuestra que la fórmula andaluza de salir de la crisis por la izquierda no es muy distinta de la que viene aplicando la derecha en forma de suspensión/”reprogramación”· de obras públicas, equipamientos e infraestructuras, en vez de lo contrario, como aconsejaba Keynes.
Naturalmente, en los doce años en que la Junta ha estado mareando la perdiz en Sevilla, le ha dado tiempo de sobra a construir la Ciudad de la Justicia de Málaga, el mayor edificio administrativo de Andalucía, con una inversión de unos 85 millones de euros (¡más barato que las ‘Setas’ de Monteseirín!). Allí no impera la ciencia-ficción, sino el realismo. El Escorial malagueño en plan Torretriana ha permitido concentrar los 88 órganos y siete sedes judiciales hasta entonces dispersos por la ciudad y cuyos alquileres costaban más de un millón de euros.
REACCIÓN DE LA JUDICATURA
Emilio Llera ha encontrado la complicidad y hasta el aplauso de la Judicatura sevillana, a la que él pertenece como fiscal (ahora en excedencia), por que Sevilla pierda la Ciudad de la Justicia y una inversión equivalente a la mitad de la que proyecta Ikea. La fiscal jefe, María José Segarra, le ha agradecido su “realismo” porque “en época de crisis económica es normal que se haga este tipo de anuncios”. El decano de los jueces, Federico Jiménez Ballester, afirma que “el consejero ha dicho en voz alta lo que todos reflexionábamos sobre la Ciudad de la Justicia: si en tiempo de bonanza no se hizo, en tiempos de crisis y de desaceleración de la inversión no es posible encontrar financiación, ni siquiera privada”. El decano de los abogados, José Joaquín Gallardo, considera que Llera “ha verbalizado lo que muchos de los que trabajamos en la Justicia sevillana pensamos”.
Y es que, sin disimulo, la Judicatura se ha opuesto durante estos doce años a mover sus reales del Prado, en torno al cual sus miembros han organizado sus despachos y hasta sus vidas, para irse a un lugar tan distante en su opinión como los Gordales. Aunque se pudiera ir allí en Metro, para ellos es más cómodo ir hasta andando al complejo judicial actual, aun cuando sea manifiestamente insuficiente y haya habido que dispersarlo por Viapol y la Buhaira. Anhelaban, pues, el anuncio de Llera para colmatar aún más el Prado con un proyecto como el que Zoido, juez en excedencia, tenía preparado desde su época en la Oposición y que se ha apresurado a sacar de los cajones con el argumento de que es más barato que el de los Gordales.
LA ALTERNATIVA DE ZOIDO
Zoido, en vez de haber amarrado la inversión para Sevilla tomándole la palabra a la Junta cuando le instaba a que pusiese él el sitio para construir la Ciudad de la Justicia, ahora que no hay dinero esgrime la alternativa de toda la Judicatura, tan comprensiva (Zoido ha protestado con la boca chica) con el Gobierno autónomo. El alcalde-juez propugna derribar el actual edificio de los Juzgados, reformar el de la Audiencia y construir tres más en el entorno, algunos de ellos con diez plantas de altura y hasta varias bajo rasante (trabajar en un sótano), lo que cambiaría el paisaje actual del Prado al meterle casi 110.000 m2 de edificabilidad, equivalente a dos complejos como el de la torre Pelli/edificio Podio o a tres estadios de fútbol, y sin posible ampliación futura de esta Ciudad dispersa, al contrario que en los Gordales.
Y como la Junta ha comprobado lo comprensiva que es Sevilla y que no ha protestado, sino aplaudido, por el entierro de la Ciudad de la Justicia, la nueva consejera de Obras Públicas ya ha dicho sobre la línea 3 del Metro: “habrá que verlo”.
El parking
Al defender en el Pleno municipal el gran parking rotatorio en la Alameda, que Maximiliano Vílchez jura haber leído en el programa electoral del PP cuando estaba destinado en Cádiz sin que nadie más que él haya gozado de tan mística visión, Zoido declaró solemnemente que se hará “sin dar cabida a la especulación”. Es la primera vez que he oído la palabra “especulación” asociada a un aparcamiento. ¿Por qué dijo Zoido lo que dijo? ¿No resulta extraño? El gerente de Aussa, José Carlos Cabaleiro, no debió enterarse de la aseveración del alcalde, porque en el curso de una entrevista en Radio Sevilla calificó el futuro estacionamiento como “una oportunidad de negocio”. Aussa son las siglas de Aparcamientos Urbanos de Sevilla S. A., una empresa de mayoría municipal que, como su nombre indica, se dedica a la construcción y gestión de aparcamientos. ¿Lo van cogiendo? O sea, que el Ayuntamiento cambia el PGOU para hacer un parking que puede acabar siendo un gran negocio para una empresa del Ayuntamiento. A esto se le llamaría en mi pueblo ser juez y parte al mismo tiempo.
Barandas
Con la coartada de la crisis, el Ayuntamiento ha convertido las barandas de los puentes en soporte publicitario durante la Feria. Dice que en estricto cumplimiento de la Ordenanza, que prohíbe cualquier tipo de anuncio que no forme parte del mobiliario urbano tanto en el Real como en las vías públicas de acceso al campo de Los Remedios en un radio de un kilómetro. A ojo de buen cubero, me pregunto si el puente de las Delicias, uno de los incluidos en la lista, está o no a la distancia prohibida. Al igual que en Madrid el clásico teatro Calderón de toda la vida es ahora el de los helados Häagen-Dazs que lo patrocina, y en Londres el campo del Arsenal ya no se conoce por Highbury sino como el Emirates Stadium, por los petrodólares que lo publicitan, en Sevilla el puente de San Telmo es en estos días el de la Cruzcampo, y el de Los Remedios, el puente Movistar. A este paso, una vez rotos todos los tabúes, la Feria dejará un día de ser de Abril y de Sevilla para llamarse conforme al nombre de la marca que más puje por ella. Al tiempo.
El borrador
Es absolutamente falso que el Ayuntamiento no haya hecho nada para preparar el aniversario de la Exposición Universal, que se cumple el viernes. La semana pasada inició su particular homenaje a la Muestra imitando las prácticas de (in)comunicación de Pellón. Recuerdo que cada vez que publicaba un documento comprometedor para la Organizadora, inmediatamente sus asesores de la Burson Marsteller saltaban diciendo que aquel papel no era nada definitivo, sino sólo un borrador previo y sin importancia. Pues el Consistorio, igual. El jueves anunció mediante nota oficial el nuevo horario de cierres de las terrazas y las sanciones por los veladores, y tras la bronca de vecinos afectados por los ruidos y de los hosteleros que quieren más madera, reculó en 24 horas con la excusa de que se trataba sólo de un borrador, de “un punto de partida y un proceso que se acaba de iniciar”. ¿Y desde cuándo se envían notas oficiales sobre los borradores? Zoido lleva diez meses liado con el borrador de su proyecto para cambiar Sevilla. A ver cuándo lo acaba de pasar a limpio de una vez.
Bolis caídos
Ahora que la torre Pulido o Monteseirín, que como padres intelectuales (es un decir) o financieros del rascacielos merecen dar el título antes que Pelli, el cual hace de ‘albañil’ como Pellón en la Expo, ahora que -decía- supera la Giralda, Urbanismo se percata de que imita a la de Pisa y se inclina más de la cuenta. Vamos, que la han movido un metro y ha invadido el viario público. Pulido se lo ha puesto a huevo a Zoido para que le pare las obras sin costarle ni 200 millones ni un solo euro al Ayuntamiento sino gratis total hasta que no la retranquee un metro para dentro, lo que equivaldría a tener que derribarla para rehacerla de nuevo fuera del dominio público, y encima ponerle un multazo de Icomos y señor mío para que se entere de lo que vale un alcalde con un par. Pero, pelillos a la mar. El Consistorio dice que, total, por un metro (ojo, a multiplicar por 178 de alto más la anchura) que le quite la torre al suelo, unido a lo ya quitado a los cielos que perdimos, no va a sancionar a Caixasol. No son sólo los policías quienes están en huelga de bolis caídos.
Plaza Mayor
Segunda muestra de la huella monteseirinesca en el lenguaje, fruto de sus doce años (casi una generación) en el Ayuntamiento. Caso verídico, como los que narraba Gandía. Escenario, el Arco del Postigo. Hora, la del crepúsculo. Una pareja de turistas se acerca a un vecino y tras el intercambio de saludos de cortesía pregunta dónde queda la Plaza Mayor. El nativo, sorprendido, les aclara que en Sevilla no hay Plaza Mayor como en Madrid y que o bien se están refiriendo a la cercana Plaza Nueva, que hace la misma función que la madrileña, o a la algo más alejada Plaza de España. Entonces, los turistas, sin mediar palabra, despliegan un plano delante de sus ojos y señalan un punto con el dedo. Y, efectivamente, al lado de un dibujito de las ‘Setas’ figura la leyenda ‘Plaza Mayor’. No Plaza de la Encarnación, ni siquiera Metropol Parasol, sino ‘Plaza Mayor’, conforme a la terminología acuñada por Monteseirín. No se sorprenda si a partir de ahora cualquier día se le acerca un guiri preguntándole no por la Plaza del Salvador de toda la vida, sino por ‘La piel sensible’.
Las ‘Setas’ no resucitan la Encarnación
La Semana Santa ha confirmado la tendencia iniciada durante la Navidad en el Metropol Parasol: contrariamente al triunfalista discurso de Monteseirín durante el acto inaugural (27 de marzo de 2011) de lo que calificó como ‘hito arquitectónico’, la “sevillanía rancia” (sic) se ha impuesto a la “Sevilla del siglo XXI” y ha asaltado con sus tradiciones este presunto icono de la modernidad.
Si en Navidad la plaza fue un trasunto de la calle del Infierno, con sus tiovivos, dromedarios, ponies, tenderetes y gitanas ofreciendo romero, en esta Semana Santa los turistas que instintivamente acudían a guarecerse de la lluvia bajo las ‘Setas’, en vano por las oquedades de la cubierta, han visto en la plaza elevada otra muestra de la Sevilla clásica abominada por Monteseirín: seis tenderetes de lona (uno de ellos triple) albergando churrerías, chocolaterías, freidurías, heladerías, cervecerías, chucherías y montaditos.
SIN KIOSCOS DE CRISTAL
Nada que ver con aquellos kioscos de cristal y de diseño ultramoderno que iban a insuflar vida a este complejo de 140 millones de euros destinado, según el exalcalde, a resucitar la Encarnación y su deteriorado entorno.
El zoco navideño, las churrerías por Semana Santa, las botellonas similares a las del Salvador (hay vídeos grabados por los vecinos), los corros hasta altas horas de la madrugada y los turistas mochileros con el torso desnudo al menor rayo de sol han dado la razón a Monteseirín pero en el sentido contrario a sus deseos cuando profetizó que el Metropol sería “uno de los lugares más sevillanos de Sevilla”. “Estoy seguro –afirmó- de que harán este espacio suyo, igual que hay gente que cree que la Avenida peatonal o la Alameda siempre estuvieron así”.
Así ha estado el icono este primer año, cumplido en vísperas de la Semana Santa, con una imagen muy alejada de la publicitada por el exalcalde, que en sus ensoñaciones aventuró que Sevilla lo exportaría al resto del mundo: “Las ciudades se disputan ya los diseños (de Jürgen Mayer, al que calificó de “macareno de Berlín”), cuyo estilo evoca el barroco sevillano”.
EL CUENTO DE LA LECHERA
Queda por ver si se ha cumplido el objetivo económico invocado por Monteseirín para justificar el gasto de 140 millones de euros. En la ceremonia del 27-3-2011, dijo: “Inauguramos hoy un magnífico espacio en el centro histórico de Sevilla que abre las puertas al progreso económico y al desarrollo de un sector de la ciudad que estaba en franca decadencia. Este proyecto, concebido en época de bonanza económica y concluido en una de crisis, es una excelente herramienta para la creación de actividad económica y empleo. Los beneficios económicos que el Metropol Parasol va a traer a la ciudad superarán en un solo año la inversión acometida”.
Esos beneficios para la Encarnación y su entorno sólo en este primer año deberían haber sido, según el entonces delegado de Urbanismo, Manuel Rey, de 369 millones de euros (61.396 millones de pesetas), cifra cinco veces superior a lo que costó construir Isla Mágica.
Si hubiera entrado este río de dinero (más de un millón de euros/día) gracias al Metropol lo lógico sería que no hubiera hoy un solo metro cuadrado de local comercial vacío, ni edificios en ruinas o abandonados en derredor.
ALREDEDORES
Basta con darse un paseo para comprobar cómo la realidad no refleja las previsiones de Monteseirín. Accediendo por Imagen a la calle lateral Este colindante con el Parasol se puede observar el hotel Ducal, de 51 habitaciones, que cerró a los ocho meses de inauguradas las ‘Setas’ por falta de clientes. ¿No es acaso este cerrojazo el símbolo del mayor fracaso de la operación urbanística? Monteseirín la ‘vendió’ como el eje del proyecto ‘Cardo’ para crear un nuevo itinerario turístico hacia la Encarnación y captar así el flujo de turistas del Alcázar, el Archivo de Indias y la Catedral-Giralda, para lo cual también se incluyó la visita a las ‘Setas’ y el ‘Antiquarium’ en la entrada al palacio almohade. El nuevo emporio turístico que iba a ser el Metropol ha sido incapaz de garantizar la supervivencia del único hotel existente junto al mismo, cerrado por falta de turistas.
Al lado del hotel, otro inmueble cerrado, el Nº 17, en venta por BNP Paribas. Por el Norte, al inicio de Regina, de ocho locales comerciales existentes en la parte izquierda, seis están cerrados, al igual que dos edificios vecinos, ya con el síndrome de la piqueta. Y a lo largo de la calle, hasta la embocadura de Feria hay al menos otros cinco locales abandonados.
INTERIOR
Veamos por dentro del Metropol. De los 38 placeros que se trasladaron al mercado, tres han echado ya el cierre y sólo quedan 35 (un 8% menos en sólo un año). Los locales exteriores sí registran una buena ocupación, sobre todo con bares de copas, cervecerías, heladerías y similares, si bien hasta el punto de convertir en espacio comercial el que en el proyecto básico figuraba como una calle de conexión con el mercado. Los locales del pasillo interior siguen vacíos, con la única excepción de una empresa de telefonía en ciernes.
Monteseirín se ufanó de que hasta que él decidió levantar el Metropol, la Encarnación era “un nido de ratas, un parking de coches y un estacionamiento de autobuses”. Un año después, el parking de coches ha vuelto, los autobuses también (aunque aún no aparcan, todo se andará) y las ratas tienen un foco de atracción en los pestilentes restos del mercado (el mal olor se extiende por la zona cercana a la calle José Gestoso) del ángulo Noroeste y que a mediodía del Lunes Santo (sin huelga a la vista) aún estaban por recoger.
El veneno de San Telmo
“En San Telmo no me quiero sentar”. Con esta frase, Arenas anunció en un mitin en Los Palacios que si es elegido presidente de la Junta no se instalará en la sede de la Presidencia porque es “un ejemplo del despilfarro de los gobiernos socialistas”. El candidato del PP encargaría “de inmediato” un estudio para saber el coste del traslado de las oficinas a la Casa Rosa, que albergó a Chaves mientras duraron las obras de restauración/reinvención (hay opiniones enfrentadas al respecto) del edificio. Asimismo, ha prometido que cedería parte del palacio al Ayuntamiento de Sevilla para usos museísticos y culturales.
Por una vez Arenas ha acabado de acuerdo con Chaves porque, aunque no lo crea, su eterno rival y ex-presidente socialista al final tampoco quería irse a San Telmo, sino quedarse en la Casa Rosa. Chaves me lo confesó durante una entrevista en el antiguo chalé construido por el sastre de los Montpensier. Estaba encantado de la paz que allí se respiraba y de la maravillosa vista al extenso jardín romántico de la que gozaba y en el que paseaba entre palmeras, yucas, cycas, araucarias, cipreses, cedros, magnolios, ficus, casuarinas, moreras, pitosporos, sóforas, grevilleas, largestroemias….. y hasta patos, pavos reales e innumerables pájaros trinando por la arboleda.
Chaves, entre los jardines de la Casa Rosa, los de las Delicias y el Parque de María Luisa, estaba en la gloria: a un tiro de piedra de su propio domicilio y con un acceso a través de una calle colindante con el cuartel de Eritaña, donde no había apenas sitio ni para montarle manifestaciones, al contrario que en la amplia explanada frente a San Telmo. Así que hacía votos por que las obras del palacio se acabaran lo más tarde posible.
Tras haber presentado durante años la restauración/reinvención de San Telmo como un monumento al despilfarro, Arenas quiere ser coherente y cederle el palacio a Zoido, que se apresuró en el mismo mitin a aceptar el posible regalo. Oficialmente, según Mar Moreno en el Parlamento andaluz, los trabajos acometidos en los 27.000 m2 de superficie construida y en los 18.000 m2 de jardines durante cinco años han costado 53 millones de euros, una cantidad que el PP eleva a entre 80 y 100 millones.
Como dato comparativo, las inacabadas obras de Fibes van ya por 110 millones de euros, y las ‘setas’ de Monteseirín costaron otro tanto (más los 32 millones en especie del edificio de Hacienda aportado a Sacyr).
Los planes iniciales eran de que en San Telmo trabajasen 300 funcionarios, aunque su número se elevó a 350. Su traslado allí permitió un ahorro anual de 722.695 euros en alquileres.
ESPACIO LIMITADO
Para liberar el palacio y cedérselo al Ayuntamiento, Arenas tendría que meter esos 350 funcionarios en el limitado espacio de la Casa Rosa y sus antiguas caballerizas, donde por no caber no cabían ni los de la Consejería de Medio Ambiente. Para ésta se construyó otro edificio, destrozando su perspectiva de profundidad que era uno de sus mayores encantos, en los jardines de la Casa Sundheim.
Habría, pues, que empezar dispersándolos por distintos inmuebles contra el más elemental principio de eficacia o recurrir de nuevo a alquileres en estos tiempos de crisis, por lo que la acusación de despilfarro podría volverse contra el propio Arenas.
Zoido dijo en el mitin de Los Palacios (se ve que el guión iba ese día en plan palaciego) que “a los 30.000 m2 de historia del arte y de jardines sólo tienen acceso los cargos públicos y los que trabajan allí, porque están cerrados a cal y canto”. El alcalde afirma que ya tiene estudiado un proyecto de uso museístico y hasta conciertos en los jardines, al modo del Palau de la Generalitat de Cataluña, visitable durante dos fines de semana al mes. Arenas no necesitaría mudarse a la Casa Rosa (a lo mejor Chaves le acabó confiando su secreto y su melancolía), ni Zoido hacerse cargo de San Telmo para abrirlo al público. El edificio ya tiene un servicio de atención telefónica (955 00 10 10) y un correo electrónico que permiten concertar visitas jueves, sábados y domingos: 12 días al mes, o sea, tres veces más accesible que el Palau de la Generalitat, el modelo de Zoido. Las 13.000 personas que lo habían visitado hasta octubre pueden dar fe de que no está cerrado a cal y canto.
Vázquez Consuegra diseñó el proyecto con una parte para uso cultural que podría potenciarse aún más, en línea con lo preconizado por Arenas y Zoido, sin necesidad de mudanzas presidenciales ni de alterar la función pública. Además de la maravillosa capilla, que por sí sola justifica la visita, existe un auditorio mediano en el ala Sur que permitiría presentaciones de libros, conferencias y conciertos de cámara. La antigua zona de seguridad existente a la entrada por la calle Palos fue habilitada para poder realizar exposiciones de pintura y de fotografía. Una galería en semisótano con vistas a los jardines, pensada para exhibir los restos arqueológicos hallados durante las obras, ha acabado como almacén de archivadores. Un amplio programa cultural es realizable sin cambiar el ‘statu quo’ actual.
El Ayuntamiento, que no sabe cómo utilizar y mantener la fábrica de Artillería, tendría que hacerse cargo de los costes de mantenimiento, vigilancia, luz, agua, etcétera, que le supondría una cesión de San Telmo por la hipotética Junta de Arenas.
Con razón decía Cassinello (ex-comisario de la Expo-92), cuando en nombre del Gobierno de España rechazaba las donaciones de pabellones que en masa querían hacer los países participantes en la Muestra Universal, que hay regalos “envenenados”.
Minipisos de Los Pajaritos
El día en que a la entonces ministra María Antonia Trujillo se le ocurrió anunciar que había firmado un convenio con la FIRA de Barcelona para explorar “nuevas condiciones espaciales” en las viviendas sociales, bajo las premisas básicas de mínimo espacio habitable y un presupuesto limitado, se armó la marimorena nacional: sobre el papel habían nacido los ‘minipisos’ de 30 m2, que la ministra pensaba incluir en la tipología de las VPO para abaratar el descabellado precio de la vivienda.
El Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Madrid desmontó la presunta rebaja de costes que la titular del ramo creía se podría lograr con su propuesta. Los peritos hicieron un estudio comparativo a partir de precios de mercado y llegaron a la sorprendente conclusión de que un minipiso de 30 m2 era un 36,6% más caro de construir que uno de 90 m2. La aparente paradoja se explicaba por los costes de alicatados, chapados, carpintería, cristalería e instalaciones de gas, los cuales duplicaban e incluso triplicaban los del piso más grande, a los que había que añadir los gastos por movimiento de tierras (un 74% superiores), fontanería (+ 89%), cimentación y particiones interiores (+ 36%).
RECHAZO GENERAL
Salvo el Consejo Superior del Colegio de Arquitectos de España y la Asociación Española de Gestores Inmobiliarios, que le hicieron un quite a la ministra con el argumento de que su ‘solución habitacional’ (eufemismo acuñado posteriormente tras quedar maldita la expresión ‘minipiso’) podía ser adecuada para estudiantes y familias unipersonales, la idea de María Antonia Trujillo, que en la calle llegó a ser denostada con el calificativo de ‘pisos-zulo’, desató una generalizada reacción negativa.
El portavoz parlamentario de IU, Joan Herrera, expresó su temor de que los ‘minipisos’ generaran guetos “en los que se amontonaran numerosas personas en apenas 30 metros”. Por su parte, Pablo Matos (PP), dijo al tiempo de pedir la comparecencia en las Cortes de la ministra que “una cosa son las viviendas para estudiantes y otra cosa es hacer VPO como se hacían en la posguerra”.
HACINAMIENTO
A sus señorías les hubiera bastado con girar una visita al sevillano barrio de Los Pajaritos, como hizo el martes la ministra de Sanidad y Asuntos Sociales, Ana Mato, de la mano de Zoido para haberse hecho una idea de cómo se sobrevive en un minipiso de 30 m2 y de cómo aquí se cumplió el miedo expresado por Joan Herrera de hacinamiento de varias generaciones de una misma familia, al no poder independizarse por permanecer atrapadas en un ambiente de paro y pobreza. Y es que los ‘minipisos’ no fueron un invento frustrado de María Antonia Trujillo, sino la triste realidad de miles de familias sevillanas, nativas o de adopción, a lo largo de más de medio siglo.
Los 524 pisos de alquiler de Los Pajaritos aún propiedad del Ayuntamiento de Sevilla empezaron y acabaron convertidos en un gueto dentro de la superficie equivalente a 35 campos de fútbol de Los Tres Barrios, uno más de los conjuntos urbanísticos construidos durante el franquismo (las primeras obras se iniciaron en 1959, veinte años después del final de la guerra) para dar cobijo a las 70.000 personas que, huyendo del campo y de la miseria, levantaron miles de chabolas extramuros de la ciudad y que recibirían un nuevo golpe del Destino con la posterior riada del Tamarguillo.
CONDICIONES INFRAHUMANAS
El nombre de la barriada deviene del de sus calles, o viceversa, pues en el nomenclátor se dan cita todo tipo de aves, como en otras zonas de la ciudad se recurrió a advocaciones de vírgenes (Los Remedios) o a países y ciudades europeos (Los Bermejales). Aquí, bajo la ropa tendida al aire libre en cordeles de una punta a otra de los bloques, se puede caminar por calles de nombres tan eufónicos como Gaviota, Tórtola, Estornino, Mirlo, Alondra, Codorniz….. preciosos rótulos que, sin embargo, no pueden ocultar la realidad socioeconómica del barrio y de sus moradores.
Al alcalde no le dolieron prendas en reconocerlo públicamente esta semana en su visita, con estas palabras: “Es una de las zonas más degradadas de Sevilla. Estos vecinos viven en unas condiciones infrahumanas en unos pisos que ya no son susceptibles de rehabilitarse, sino que hay que tirarlos. Estoy muy satisfecho de empezar el proyecto, pero también avergonzado del estado de vuestras casas, por las condiciones en que han tenido que vivir estas personas durante este tiempo”.
POLÍTICA SOCIAL
El proyecto anunciado por Zoido es el del inicio, en un año, del derribo de los bloques de Los Pajaritos y su reconstrucción, previo alojamiento de los vecinos en un edificio-puente de la Avenida de Andalucía. La operación urbanística tardará en completarse siete años, pero permitirá transformar los ‘minipisos’ actuales en viviendas dignas de 65 m2 y dotar al barrio de 3.200 m2 de zonas verdes, frente a los deteriorados 1.050 existentes.
Se dirá que esta promesa electoral de Zoido es una copia del Plan Integral de Tres Barrios que aprobó el Ayuntamiento de coalición PSOE-IU en 2009, pero mientras Monteseirín guardó el documento en el cajón del olvido y se dedicó a gastarse los dineros del PGOU en “la ciudad consolidada” del Centro, Zoido no ha tardado ni nueve meses en dar los primeros pasos para acabar con el gueto de Los Pajaritos. Un alcalde del PP será el que haga realidad el ‘urbanismo de rostro humano’ prometido por Monteseirín, el alcalde del PSOE que acabó olvidándose de los barrios humildes y de su base electoral para impulsar el urbanismo faraónico de la torre Pelli y de las ‘setas’ de la Encarnación.