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M&M, bajo sospecha

Resumen del último capítulo del ‘culebrón’ Mercasevilla: el dueño de Larena 98, firma propietaria de los derechos de superficie para poder construir unas naves sobre terrenos de la empresa municipal y por los que pagaba un canon de 58.738 euros/mes, declara ante la Policía Judicial que recibió todo tipo de presiones para que, pese al incumplimiento de contrato por Mercasevilla, no dejara de pagar el canon y para que, posteriormente, renunciara a sus derechos a cambio de la promesa de adjudicarle jugosos contratos bajo cuerda.

Al  empresario Antonio Pardal le prometieron primero una ITV y el mantenimiento de las calles de Sevilla. No sólo no tragó, sino que, según su declaración,  fue a ver al alcalde, con el que se entrevistó hasta cuatro veces, para contarle lo que le ocurría. Pardal ha dicho que Monteseirín, una vez enterado, quedó en hablar con Manuel Marchena, su ‘alter ego’ y por entonces gerente de Urbanismo, para que solucionara el problema. La forma de arreglarlo de Marchena habría sido, según el testimonio empresarial, asegurarle varias promociones de VPO si se quitaba del medio y dejaba de estorbar.

Inmediatamente, la Oposición ha saltado a la palestra para decir que este testimonio coloca a Monteseirín “en el epicentro del caso Mercasevilla”, pues ya no podría alegar que no conocía las irregularidades que se cometían en la empresa municipal y, además, habría encomendado presuntamente a  Marchena la misión de finiquitar el asunto.

Denuncias sin pruebas

El alcalde ha reaccionado de forma indignada y ha afirmado que el testimonio del empresario ante la Policía Judicial es “una denuncia sin pruebas”. Monteseirín ha dicho que denuncias de este tipo “no deben hacerse porque no benefician a nadie y deterioran mucho el trabajo de los servidores públicos, los cuales no hacen otra cosa más que trabajar por el bien común”. Ha añadido solemnemente que “en el Ayuntamiento se cumplen fielmente la ley y los procedimientos”. Naturalmente, se estaba olvidando de la condena judicial por el caso de las facturas falsas en el Distrito Macarena, o del procedimiento de desalojar a los chabolistas de Los Bermejales a golpe de billetes.

Y es tremendamente curioso que Monteseirín se indigne ahora por que se hagan “denuncias sin pruebas que no benefician a nadie y deterioran el trabajo de los funcionarios”, cuando él basó la campaña de las elecciones municipales de 2003 en denunciar sin pruebas –si las hubiera tenido, se supone que habría acudido a la Justicia-  el “urbanismo bajo sospecha” que imputaba a su hasta entonces socio de gobierno, el PA, y en cuestionar la probidad de los funcionarios, al anunciar reiteradamente que haría una auditoría en la Gerencia. Obsérvese la paradoja: Monteseirín, como máximo responsable del Ayuntamiento, se estaba denunciando a sí mismo en la medida en que ponía bajo sospecha la gestión de su propio gobierno. Naturalmente, en cuanto ganó las elecciones se olvidó de la auditoría y de mirar bajo las alfombras de la Gerencia. Más irónico aún: hasta le mejoró hasta el convenio a los funcionarios. Se supone, como él dice, que “en defensa de los intereses de la ciudad”.

Cita(s) de cortesía

Monteseirín trata de desacreditar al empresario madrileño, pero lo cierto es que ha  reconocido ya dos de los extremos denunciados por Pardal: que hubo reunión entre ambos y que trataron de las inversiones que proyectaba su sociedad en Mercasevilla. El alcalde afirma que ha tirado de su archivo personal y que ha constatado que se trató simplemente de una cita de cortesía. Una primera visita puede ser considerada de cortesía, pero el empresario ha testificado que tuvo cuatro encuentros con Monteseirín, y nadie, salvo que eleve la cortesía a extremos de ceremoniosidad japonesa, se reúne cuatro veces con otro para saludarse y hablar de la lluvia. Pardal tenía intereses muy serios en juego como para perder el tiempo en juegos florales: una empresa municipal incumplía un contrato por el que estaba pagando 58.738 euros mensuales (704.856 euros al año), se derrumbaban sus expectativas de un negocio mayor (las naves) y  le estaban presionando para que se quitara del medio a cambio de contratos amañados a su medida y vulnerando la legalidad.

¿Hubo una sola reunión o fueron cuatro? ¿Se produjeron todas en el Ayuntamiento o en otro sitio? La clave puede estar en el libro de visitas que, se supone, ha de tener y conservar la Corporación Municipal, salvo que no se lleve control alguno en tal sentido por, como es habitual, un error técnico o mecánico.

Caracolas de la Cartuja

Y otro elemento clave puede ser el libro de visitas de las caracolas de la Cartuja para acreditar que se produjo en Urbanismo ese encuentro con Marchena en que, según Pardal, el valido le habría propuesto el chanchullo de adjudicarle promociones de VPO a cambio de renunciar al canon de superficie en Mercasevilla que, oh casualidad, compró en el último minuto Sando presuntamente de la mano del otro hombre de confianza del alcalde –Domingo Castaño- y a la que luego le adjudicaron los terrenos pese a presentar una oferta muchísimo  más baja que Noga.

Nueva pregunta: un empresario de Madrid que estaba en las circunstancias de Pardal ¿pierde su tiempo en ir a la Cartuja para tomarse un cafelito con Marchena o va para que, siguiendo las instrucciones del alcalde, el ‘alter ego’ arregle el problema a su manera?

Vuelve el urbanismo, pero con la diferencia de que a quienes ahora pone bajo sospecha es a Monteseirín y Marchena.

La Sevilla de las antípodas

Frente a la ‘grandeur’ de los nuevos estadios ‘Olímpico’ que son las ‘setas’, la biblioteca a costa de una zona verde en el Prado y el tranvía que duplica en superficie el trazado del Metro, el sentido común de que una ciudad es sobre todo la suma de muchas pequeñas cosas. Fiel a su estilo, ésta fue la ‘filosofía’ de gobierno que expuso  Soledad Becerril en  el ciclo de ‘Los exalcaldes democráticos’, del grupo La Raza, los que tiraron de la manta de Mercasevilla en plan Hércules con los establos de Augías. Al margen de ciertos lapsus de memoria con el Urbanismo, doña Sole recordó como su mejor hito un Ayuntamiento ordenado, calles limpias y servicios municipales cuidados. Tal era su obsesión por los detalles que su al final odiado socio, Rojas Marcos, definió malévolamente su visión de Sevilla como ‘la casita de Pin y Pon’. Sí, pero como ella ha dicho, se llevó bien con los vecinos y con la Oposición, no orilló a los funcionarios, no derrochó en teles ni fundaciones, ni se pasó el día en los Juzgados. Soledad Becerril, en las antípodas de Monteseirín.

Cortina de humo

El coche ponemultas

El coche ponemultas

Aunque digan que no les importa, lo primero que hacen en el Ayuntamiento es analizar la prensa. Esto leyeron el lunes por la mañana: “El PP lleva al pleno la reprobación de Mir y Celis por el ‘caso caseta’ y acusa al primero de una “evidente maniobra fraudulenta”. Marchena, el hombre clave: no hay nada que se cocine en el Ayuntamiento sin que él no esté al tanto. Mercasevilla decide si recurre la sentencia de su exdirectivo (Daniel Ponce). Denuncian al juez ‘sobresueldos’ a altos cargos municipales en Feria pese a que algunos de ellos ni siquiera se ponían al teléfono. La asfixia de Tussam deja a la plantilla sin cobrar 375.000 euros en pluses salariales; la ‘privatización’ de líneas, en el BOE”. Así que por la tarde lanzaron un señuelo, pese a que faltan 7 meses para el presunto plan, y el martes los periódicos abrían con la estratagema municipal de convertir Sevilla en el gueto de Varsovia y multar a todo coche que se mueva por el Centro. Ya no se hablaba de Marchena, Mercasevilla o la caseta. Y luego dicen que son tan inocentes que ni saben comunicar.

El delfín no da la talla

La imagen del delegado de Urbanismo, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, como alcaldable del PSOE en la carrera por la probable sucesión de Monteseirín ha quedado seriamente afectada a cuenta de la polémica por la presunta usurpación de una caseta municipal que habría realizado su correligionario, compañero de gobierno municipal e íntimo amigo, Alfonso Mir. Celis ha cometido durante la polémica todo un catálogo de errores, impropios de quien es considerado el ‘delfín’ del alcalde y por tanto aspirante a regir los destinos una ciudad como Sevilla.

Celis se ha mostrado ante la opinión pública como  un gobernante imprudente al poner en diversas ocasiones la mano en el fuego por el delegado de Convivencia y Seguridad con declaraciones de apoyo a su actuación en el caso de la caseta sin esperar siquiera a que concluyera la investigación abierta por la Delegación de Fiestas Mayores, la cual acabó determinando que la caseta era de titularidad municipal y no propiedad del edil socialista y de su familia, como este último viene sosteniendo de forma numantina pese a todas las evidencias, el propio informe de Rosamar Prieto y el testimonio de Antonia Jiménez, la trabajadora que en nombre del Servicio de Limpieza de Escuelas la solicitó en el año 1989.

Un político prudente habría esperado al menos a que concluyera la investigación que estaba en curso para realizar cualquier pronunciamiento público. Si Celis apuesta por alguien que presuntamente ha cometido irregularidades de amplio eco social además, ¿qué confianza suscitaría como alcalde a la hora de elegir a sus colaboradores?

El segundo error de Celis fue no inhibirse en el caso pese a ser parte interesada en calidad de socio de la caseta presuntamente usurpada por Mir y ocultar tal condición ante la opinión pública. El delegado de Urbanismo se enfangó en el caso al actuar más como miembro de la peña de Mir y amigo personal del delegado de Convivencia y Seguridad que como un responsable del gobierno local, del que además ejerce como portavoz y por tanto es su cara ante los sevillanos.

Celis cometió otro error al implicarse personalmente en el escándalo saltando a la palestra en vez de dejar que fuera la responsable del área afectada, Rosamar Prieto en su calidad de delegada de Fiestas Mayores, la que actuara de pararrayos y se pusiera delante de los focos. El ‘delfín’ de Monteseirín se mostró así como un político demasiado impulsivo e irreflexivo al bajar a la arena a las primeras de cambio. De esta manera, la polémica ascendió hasta la portavocía del grupo municipal socialista, sin que la Delegación de Rosamar actuara de dique de contención. Celis ha acaparado las cámaras y los titulares, con lo que ha acabado a la altura del propio Mir y como coprotagonista del caso. No se ha puesto a cubierto en absoluto.

El aspirante a alcalde de Sevilla ha demostrado también falta de conocimiento técnico al sostener que las Ordenanzas municipales recogían la posibilidad de cambios de ubicación de casetas, una práctica que se hace bajo cuerda pero que no está contemplada en la normativa. Un gobernante no puede ser cogido en tales renuncios por el afán de aparentar saberlo todo. Este error ha sido otra de las consecuencias de haber invadido el área de Fiestas Mayores para no cederle protagonismo a la edil responsable de la misma.

Por último, Celis ha demostrado falta de reflejos políticos tras el informe de la Delegación de Fiestas Mayores en que aclaraba el carácter municipal de la caseta ‘de’ Alfonso Mir, de la que es socio. El ‘delfín’ de  Monteseirín dice que exigió en su día a Mir que expulsara como socio a Fernando Mellet tras conocerse su implicación en el caso Mercasevilla.

Al estallar el escándalo de la presunta usurpación de la caseta por el delegado de Convivencia y Seguridad, Celis podría haber reaccionado anunciando que dejaba en suspenso su afiliación a la caseta en tanto no se aclarara definitivamente la polémica por la titularidad de la misma. Sin embargo, primero trató de negar la evidencia de su condición de socio al declarar que no lo era “en el estricto sentido del término”, sino únicamente para la semana de la Feria, como si las efímeras casetas permanecieran en el Real a lo largo de todo el año y no solamente durante los días de la fiesta primaveral. A su manera, el delegado de Urbanismo presentó las casetas como si pudieran ser objeto de la figura turística del ‘time sharing’  o ‘tiempo compartido’, en que uno puede comprar el uso de un apartamento durante sólo un periodo de tiempo al año.

Celis es socio de pleno derecho de la caseta de Mir a la luz de una sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla de noviembre de 2008 que revocó otra anterior del Juzgado de Primera Instancia Nº 9 en el caso de la caseta ‘Chóferes municipales’. La Audiencia condenó a los titulares administrativos a inscribir como socias de pleno derecho a diez personas que habían venido pagando previamente una cuota anual y contribuido por tanto al mantenimiento y montaje.

La Audiencia explica que la Feria de Abril funciona gracias a unas normas administrativas junto a un «importante componente consuetudinario que ha ido generando una tradición consolidada». En virtud de ella, «el funcionamiento de una caseta de Feria, con la sola integración del titular administrativo, carecería del atractivo tradicional que es propio de esta clase de festejos tan arraigados en la historia y costumbre sevillanas».

Para enredar aún más la madeja, prolongar más en el tiempo una polémica que sólo puede perjudicarle y externalizar una decisión que sólo le corresponde a él, Celis ha propuesto que para su tranquilidad personal y porque se està poniendo en entredicho su honestidad personal el Ayuntamiento investigue “si es legal que cualquier persona que sea socia o está cometiendo alguna irregularidad o ilegalidad que aconseje no renovar su vinculación con esa caseta” (sic).

La explicación de Celis de que entró en la caseta por invitación de su íntimo amigo Alfonso Mir y sin ser consciente de que exisitiera ninguna anomalía en el procedimiento administrativo de concesión es plenamente convicente, pues haber reconocido lo contrario lo haría cómplice de la presunta irregularidad. A partir de ahí, lo inexplicable es que el ‘delfín’ del alcalde necesite que le hagan un informe municipal para ver si renueva o no su vinculación con la caseta. Su último error, por el momento, es justamente su indecisión.

Los nuevos señoritos

Ya sabemos por qué Celis ponía la mano en el fuego por su tocayo Mir, el del autopase de la caseta de la Feria: porque también él era de la peña de ‘los mecánicos’, los coleguillas del partido que se aprovecharon del error mecánico municipal (ja,ja,ja, es que no puedo evitarlo: me entra la risa floja con la versión oficial de Rosamar) para instalar su bodeguilla en el real y no mezclarse con la plebe en las casetas de distrito. El PSOE los cría y sólo ellos se juntan. Medio sector crítico, los que se presentan como turborrenovadores que quieren cargarse al que llaman ‘abuelete’ Viera,  formaban parte del minoritario club. Y entre ellos, Mellet y Castaño, dos imputados por el caso Mercasevilla. Estas eran las amistades peligrosas de Celis, el cual dice ahora que sólo era socio de la caseta “en el sentido ferial, pero no en sentido estricto”(¿?). En el estricto sentido, el que paga cuotas de socio es socio de pleno derecho. Celis pagaba para tener un reducto particular en Los Remedios y como edil emular así a la Sevilla eterna en calidad de nuevo señorito.

El chiringuito mediático de Monteseirín

La portavoz municipal, Maribel Montaño, empezó la semana anunciando que los presupuestos sufrirán “ajustes de gastos” conforme al “principio de austeridad”. El alcalde a su vez avanzó que el tijeretazo a las delegaciones será de un 20% salvo en Bienestar Social, cuya dotación crecerá hasta los 9 millones de euros para atender programas de emergencia social. Monteseirín quiere aparecer como el paladín de los desfavorecidos por la crisis. Su problema es que carece de credibilidad; el año pasado dijo lo mismo y luego detrajo más de 1,5 millones de esta delegación con una modificación presupuestaria “de urgente necesidad” para, entre otros gastos, inyectar 72.000 euros a Giralda Tv, su particular Nodo.

Monteseirín y Montaño hablaban de austeridad justo cuando la Hacienda local aprobaba 115.000 euros más para la Tv del alcalde, que en estos tiempos de apreturas de cinturón ha pasado de dos directivos a siete: un aumento del 350%. Esta es la prueba del aserto de Monteseirín de que si se ausentaba de los actos públicos y delegaba en Celis no era por placearle como delfín y para conspirar contra Viera, sino porque se estaba ocupando de resolver el problema del paro en Sevilla. Qué mejor idea para  rebajar las estadísticas del INEM que triplicar el número de altos cargos en su marchenera televisión.

Doble lenguaje

El discurso oficial es que no hay dinero; la realidad demuestra que lo hay, pero sólo para los intereses políticos del alcalde. Por eso son un sarcasmo las palabras de la delegada de Cultura cuando, para justificar el recorte en casi dos millones de euros a la Sinfónica y al Maestranza, declaró: “hay una situación de emergencia social y ahora la prioridad es la creación de empleo”. Mientras Monteseirín alardea de que la Unesco ha otorgado a Sevilla el título de ‘Ciudad de la Música’ (vean http://www.youtube.com/watch?v=ACZyJKYTFKo) , Montaño, al contrario que el resto de Administraciones,  quita dinero a la orquesta y a su sede, por más que la propaganda oficial diga que aquí la música “se respira, es una forma de vivir y ahora el mundo también lo sabe”. Mejor que no lo sepa la Unesco, no vaya a quedar en peligro también este título además del de patrimonio de la Humanidad. La delegada quiere que los sevillanos comulguen con ruedas de molino cuando sostiene, impertérrita, que este recorte no afecta a la Sinfónica. Si con mucho menos dinero las prestaciones son las mismas ello significaría que hasta ahora se habría estado despilfarrando.

En este sentido, el profesor Mantero, ha escrito: “Parece que los regidores que mandan en nuestro Consistorio no entienden el valor de la música y, a lo peor, ni siquiera les gusta. ¿Alguien ha visto alguna vez a la delegada de Cultura en un concierto de la Sinfónica? ¿O al alcalde?”.

Más doble lenguaje municipal. Durante las protestas de los taxistas, el delegado de Movilidad declaró que no contribuiría a destruir empleo con dinero público. Al final ha pactado el rescate de al menos 14 licencias, con un coste de medio millón de euros.

‘Radio Alfredo’

No hay dinero para la cultura, pero sí para incrementar el chiringuito propagandístico de Monteseirín de cara a las municipales de 2011, por lo que pudiera pasar. Al nuevo Nodo de Giralda Tv, el alcalde  proyecta ahora unirle su particular ‘Radio Alfredo’, una emisora municipal que estaría sometida a las directrices de Marchena, y que se completaría con los apoyos y silencios cómplices de cierta prensa  que el valido del regidor se encarga de comprar usando de forma artera la publicidad institucional o la de las empresas del Ayuntamiento.

La idea de los propagandistas del alcalde es que su grupo multimedia –televisión y radio- se concentre en las abandonadas naves del Barranco, previa readaptación de las mismas a sus nuevos usos y pese al dinero europeo gastado previamente en su rehabilitación con otros fines. Se gastan fondos en montar una radio y en una nueva sede para Giralda Tv cuando ya el pasado mes de julio se invirtieron 49.000 euros en habilitar el edificio del Laredo para el chiringuito mediático de Monteseirín. Al final se despilfarra el dinero tres veces. Hasta ahora, sólo Giralda Tv habría requerido de las arcas municipales 1.344.000 euros, cifra casi equivalente a la detraída a la Sinfónica y al Maestranza

El libro de estilo

A los alumnos de las Facultades de Periodismo se les enseña que la noticia no es que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro. Para Giralda Tv la noticia consiste sencillamente en que no haya perro. Es decir, no cumplir, conforme a las bochornosas directrices de su libro de estilo ahora conocido, la función clásica que se le presupone a todo medio de comunicación: ser el perro guardián de la Democracia, con la misión de hincarle el diente a los escándalos, corruptelas y abusos del Poder.

Por si no hubiera quedado suficientemente claro con el tiempo dedicado diariamente al autobombo del alcalde, con el manual interno se ve de forma explícita la función propagandística y censora de la televisión pagada con el dinero de todos los sevillanos: silenciar las iniciativas de la Oposición, omitir las causas judiciales justo cuando Monteseirín  se enfrenta a los casos Mercasevilla y Unidad y dar prioridad a las noticias positivas del gobierno municipal.

Si, tal como acuñó el naturalista Bufón, el estilo es el hombre,  el libro de instrucciones de Giralda Tv traduce a la perfección el estilo sectario de gobierno de Monteseirín.

La metamorfosis de Torrijos

Con la verborrea salpicada de demagogia que le caracteriza cuando le interesa, Torrijos insiste en el ‘Pacto por Mercasevilla’ para que recupere su imagen corporativa “deteriorada por ser centro de un debate partidario”. No te confundas ni trates de confundirnos, Antonio. El debate político y democrático es la lógica consecuencia, que no la causa, tras el deterioro de esa imagen corporativa, motivado por las comisiones ilegales, la presunta venta fraudulenta del terreno con un menoscabo de miles de millones de las antiguas pesetas y demás cuentas de un rosario de escándalos, como el reparto de las cestas con 23 kilos de mariscos por Navidad. Giovanni Agnelli, el patrón de la Fiat, decía que el peatón que se sube a un coche ya no piensa como peatón, sino como conductor. El discurso de Torrijos obedece a esa misma metamorfosis: la que sufren quienes cuando estaban en la Oposición exigían “luz y taquígrafos” a las primeras de cambio y ahora, en cuanto se suben al coche oficial, piden pactos de silencio escudándose en “la responsabilidad institucional”.

Monteseirín se encomienda a la Virgen

Su propuesta de otorgar la medalla de Sevilla a la Esperanza de Triana coincide con la rebelión en el arrabal por la remodelación del tráfico


Con esta distinción son ya doce las otorgadas desde el Ayuntamiento a otras tantas Vírgenes en sus 10 años de mandato

Monteseirín tiene por costumbre agarrarse a la cuestión religiosa cada vez que tiene un problema o necesita congraciarse con determinados sectores o barrios de la ciudad. Así, por ejemplo, estiró la polémica sobre la ampliación de las sillas de la Carrera Oficial al entorno del Archivo de Indias en paralelo al desarrollo del escándalo de las facturas falsas.

Ahora, el mismo día en que Torrijos se reunía con los grupos políticos municipales para proponerles un pacto por Mercasevilla, el alcalde, presidente a su vez de la empresa pública investigada por la Justicia por el presunto pago de comisiones y supuesta venta fraudulenta de los terrenos al grupo Sando, se fue a visitar las obras de ampliación de la capilla de los Marineros para anunciar la concesión de la medalla de oro de Sevilla a la Esperanza de Triana. Mataba así dos pájaros de un tiro: evitar hablar de Mercasevilla y congraciarse con el arrabal, sublevado en los últimos meses por la polémica reordenación viaria de San Jacinto y su entorno.

Monteseirín puede pasar a la historia como el alcalde socialista que más réplicas de la medalla de la ciudad ha concedido a vírgenes durante su mandato, ya que la de la Esperanza de Triana sería la duodécima en sus diez años. De esta cifra, tres distinciones han sido para imágenes de hermandades de gloria y el resto para imágenes de hermandades de penitencia.

La hermandad de la Esperanza de Triana solicitó la medalla de oro en 1984, con motivo de la coronación canónica, pero el Ayuntamiento presidido entonces por un correligionario de Monteseirín, el socialista Manuel Del Valle, sólo le otorgó una réplica, la misma que poseen las vírgenes del mandato del actual alcalde, con el argumento de que el año antes el Consistorio concedió la medalla de oro al Consejo General de Hermandades y Cofradías como representante de todas las corporaciones cofradieras de la ciudad. Además, el nuevo Reglamento Municipal de Honores y Distinciones limitaba la concesión de la medalla a personas físicas y jurídicas, no a imágenes.

Ahora, sin que haya trascendido previamente una nueva demanda en tal sentido por la hermandad de la Esperanza, Monteseirín se descuelga con el anuncio de otorgar no una réplica, que ya tiene la Virgen trianera, sino una medalla de oro original, con lo que la sagrada imagen estaría en pie de igualdad con las únicas tres que ya poseen esa misma distinción de superior categoría: la Virgen de los Reyes, en su calidad de patrona de la ciudad, la Esperanza Macarena y el Gran Poder.

De prosperar su iniciativa política, Monteseirín se daría un baño de multitudes entre los trianeros, ya que la Esperanza saldría en procesión extraordinaria bajo palio para recibir de manos del alcalde la medalla a las puertas del ayuntamiento y el alcalde sellaría así la paz con el arrabal, escenario de manifestaciones y de una fuerte contestación popular en los últimos meses con motivo de la reordenación viaria a raíz del carril-bici y de la peatonalización de San Jacinto.

Tradición y modernidad

Monteseirín contrapone constantemente en sus discursos dos Sevillas: la supuestamente moderna, que él representaría, frente a la tradicional, en la que él coloca a cualquiera que muestre su descontento con alguna de sus decisiones políticas. En su última intervención pública, durante la presentación del libro sobre los 30 años de Democracia municipal, el alcalde volvió a atacar a “los involucionistas de siempre”, de los que dijo que “critican las mismas cosas de siempre y que ya criticaban que se quitaran los coches de la Plaza de San Francisco hace 30 años”.

Curiosamente, sin embargo, Monteseirín se cuida mucho de considerar a las cofradías y cuanto representan como parte de la Sevilla tradicional, rancia y anclada en el pasado, a pesar de la ideología laicista del PSOE y de su decisión de apoyar la retirada de los crucifijos de los espacios públicos.

El Obispado de Jaén pedía recientemente a los alcalde del PSOE que no encabecen las procesiones, ya que constituye un síntoma de esquizofrenia política ordenar la retirada de los crucifijos y después preceder a Cristo crucificado en los itinerarios de la Pasión, y ponía como ejemplo de coherencia a los políticos de IU, que como no son creyentes optan por no asistir a estas expresiones de fe. El Obispado jiennense también subrayaba el argumento “torticero” que suelen utilizar los alcaldes socialistas cuando dicen que las procesiones son “una tradición” popular y en cuanto tales despojadas de sentido religioso.

En esta línea, Monteseirín no ha dejado de participar en los cortejos procesionales de la Hiniesta, San Roque o el Santo Entierro, a pesar de su discurso laicista, lo que se ha venido en denominar “la vara laica del alcalde”. También  ha querido conciliar muchas veces la doctrina ideológica que marca su partido desde Madrid con su participación en los actos cofradieros.

Autocensura

Un discurso entre modernidad y tradición que ha chirriado en varias ocasiones, como ocurrió en el acto de imposición de la medalla a la Virgen de Rosario de Montesión, en 2004, recién llegado Zapatero a la Moncloa. En aquella ocasión definió  las cofradías como “una muestra de sentimiento popular”, y obvió pronunciar  la palabra “fe” que estaba recogida en el texto original que debía leer y la cambió por el término “emociones”. Así pues, el alcalde considera las cofradías y las procesiones no como una expresión de religiosidad, sino como un asunto meramente emotivo y estético, con lo cual salva sus propias contradicciones.

Monteseirín no ha tenido empacho alguno en dar un mitin en un acto cofradiero, como hizo en el año 2007 en el Teatro Lope de Vega durante la entrega de premios de El Llamador, programa de Canal Sur Radio. En aquel entonces equiparó la peatonalización de la Avenida y la reimplantación del tranvía con la restauración del Gran Poder, a cuyos artífices, los hermanos Cruz Solís, se les entregaba el galardón del programa radiofónico.

El alcalde llegó a ser abucheado por los asistentes por la utilización política de la tribuna de oradores, abucheado aunque ‘ma non troppo’, habida cuenta de las generosas subvenciones que concede a las cofradías dentro de la política de acercamiento que el periodista Carlos Navarro ha definido como “el urbanismo morado” y merced a la cual la Delegación de Urbanismo ha contado con un fondo de 500.000 euros para atender las peticiones de dinero de las hermandades.


LAS DOCE VIRGENES DEL ALCALDE

Estas son las Vírgenes a las que Monteseirín ha concedido la réplica de la medalla de la ciudad durante su mandato:

–         La Estrella (año 1999)

–         Mercedes de la Puerta Real (2000)

–         Pura y Limpia del Postigo (2201)

–         Virgen de los Dolores del Cerro (2002)

–         Valle (2002)

–         Montesión (2004)

–         Pastora de Capuchinos (2005)

–         Virgen de la Palma de la Hermandad del Buen Fin (2005)

–         Trinidad (2006)

–         La O (2007)

–         Virgen de la Caridad del Baratillo (2009)

–         La Esperanza de Triana (Medalla de oro original. Propuesta en 2009).

El kiosco de Torrijos

El Parlamento de Andalucía rechazó hace unas semanas merced a los votos del PSOE la creación de una comisión de investigación sobre el caso Mercasevilla que, en nombre del PP, defendió Juan Ignacio Zoido. El portavoz de IU, Diego Valderas, manifestó durante el debate que una vez que la Consejería de Empleo planteó la primera denuncia ante la Fiscalía sobre este tema, “no debería de haber problemas para aprobar la comisión de investigación en la Cámara” a fin de que se “pongan luz y taquígrafos” sobre todos los acontecimientos. Valderas afirmó que la posición de IU es proyectar transparencia donde las actuaciones han podido ser oscuras u opacas, sin juicios previos de valor. Dijo asimismo que IU siempre ha mantenido una posición coherente ante la creación de comisiones de investigación, cuando las razones “están fundamentadas, como en este caso”. Para Valderas, si bien sin control judicial no hay Estado de Derecho, sin control democrático del Parlamento “no hay democracia plena”. En su opinión, las comisiones de investigación son instrumentos democráticos de primer nivel con los que gana prestigio la Cámara.

Efectivamente, IU siempre ha abogado por la creación de comisiones de investigación al menor atisbo de escándalo político, pero Torrijos debe de ir por libre en el seno de la coalición, de heterodoxo frente a la doctrina oficial y de espaldas a su coordinador general cuando ha denegado en el Ayuntamiento lo que Valderas había  pedido previamente en el Parlamento. Fue el propio Torrijos quien, con el típico pretexto de “salvaguardar el buen nombre de la empresa y sus trabajadores” y mantenerla “en un debate político sano y alejado de controversias”, propuso un pacto por Mercasevilla al resto de fuerzas políticas. Cuando el PP planteó una cuestión elemental por pura lógica para firmar el pacto, como crear una comisión para investigar la gestión de los administradores que han llevado a la empresa municipal de escándalo en escándalo hasta el juzgado de guardia, Torrijos  ha respondido que “si esto entra en una comisión de investigación, se cierra el quiosco”.

Desbarajuste

Quien no tiene nada que ocultar nada debe temer. ¿Qué teme Torrijos para resistirse como gato panza arriba a que se investigue no  lo que ya judicialmente examina la juez Alaya, sino todo el cúmulo de irregularidades que, éstas sí, salpican el buen nombre de Mercasevilla y el de toda la ciudad? Por ejemplo, que se firme un ERE para 40 empleados y que tres años después el Ayuntamiento tenga que pagar las prejubilaciones más el sueldo de los sustitutos porque la Junta de Andalucía dice ahora que nunca se comprometió a financiarlo; que la sociedad municipal se responsabilizara del pescado ilegal que se vendiera en los pasillos del mercado y ahora deba afrontar multas por valor de 1,8 millones de euros tras incoársele 30 expedientes por tráfico de inmaduros; que se regalen por Navidad cestas con 23 kilos de marisco y que los presuntos destinatarios, dos concejales socialistas, digan que sus nombres han sido falsificados en la factura…

¿Y si resultara que este desbarajuste se ha producido con Torrijos como vicepresidente de la empresa municipal? Se comprende por qué quiere ‘cerrar el kiosco’ y por qué el acuerdo por Mercasevilla que preconiza es en realidad un pacto de mutismo, en línea con la definición que de la ciudad hizo recientemente el abogado Miguel Muruve: “Sevilla es una gran cofradía de silencio”.

Demasiada Sevilla para Gordillo

Luis Gordillo, el pintor vanguardista sevillano en el exilio de Madrid, ha presentado el cartel que ha realizado para la próxima temporada taurina por encargo de la muy tradicional Real Maestranza de Caballería, la cual viene siendo alabada por su afán de no encasillarse en los tópicos de siempre y por hacer apuestas arriesgadas con artistas rompedores que supongan una evolución creadora acorde con los tiempos en que vivimos.

El cartel de Luis Gordillo ha resultado una perfecta metáfora de la ciudad en que vivimos. El artista ha confesado que su primera idea, en línea con la trayectoria vanguardista que le avala como uno de nuestros principales pintores contemporáneos, fue la de representar un individuo con cuernos, para reflejar una síntesis entre el hombre y el toreo, pero que el miedo a que no cayera bien en la ciudad pesó más en su ánimo, por lo que ha acabado haciendo un ‘collage’ basado en la figura del Cid y que ha considerado “más llevadero por la Real Maestranza de Caballería y el pueblo de Sevilla”.

Si Luis Gordillo hubiera sido Luis Gordillo y por tanto fiel a su estilo,  habría  pintado el cartel fruto de su inspiración, máxime cuando declaró ‘a posteriori’ que “Sevilla tiene un déficit de modernidad en arte”. Pero como Gordillo tuvo miedo de su propia osadía, prefirió al final traicionarse a sí mismo para acomodarse al patrón que él presuponía de “lo sevillano”,  con lo cual ha acabado contribuyendo a mantener ese déficit de modernidad que denunciaba. Ha tenido la oportunidad de dar un salto adelante pero ha dado marcha atrás, él, que como artista está por encima del bien y del mal. Si así condiciona cierta imagen de Sevilla a todo un Luis Gordillo, ¿cómo no condicionará a los demás?  “Me daba miedo porque al fin y al cabo, ésta es mi tierra”, ha dicho el pintor. La condición de sevillano se ha impuesto al artista de vanguardia, por eso el cartel de Gordillo es una metáfora de todos nosotros: Sevilla no cambia por el miedo de los sevillanos a Sevilla.

El pato cojo

No hay mayor imagen de torpeza que la que transmite en su errática trayectoria un pato cojo. La prensa americana acuñó precisamente la expresión ‘the lame duck’ para definir el síndrome que afectaba a los presidentes estadounidenses que no podían optar a la reelección porque se hallaban en su último mandato. La Constitución de EEUU impide que estén más de 8 años en el poder, para inyectar así savia nueva en el sistema político y evitar tentaciones totalitarias. Ya lo dijo el clásico: el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Los presidentes que dejarán de serlo a plazo fijo pierden mando e influencia a chorros porque el resto de los políticos, sean o no de su cuerda, dejan de tenerlo como referente y se reorientan en función de los posibles candidatos a la sucesión. Como reacción, los inquilinos de la Casa Blanca dados por amortizados empiezan a pasar olímpicamente de todo y de todos y a hacer lo que les viene en gana. Total, como ya no van a ser penalizados electoralmente. En los ambientes flota que Monteseirín, no acabe o  acabe el mandato por imperativo de sus mayores (él propone y Chaves dispone), está ya políticamente visto para sentencia. Da igual que salga indemne o con algunos perdigonazos de los casos Mercasevilla o Unidad o que corte la cinta inaugural de Fibes o las ‘setas’ de la Encarnación, si es que halla dinero para acabarlas. En la metáfora del cuento de Blancanieves, si a Monteseirín le crecen enanitos como Celis, Rosamar, Espadas y hasta el fantasma de Pepote, es porque todos ellos lo ven ya como un  ‘pato cojo’.