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Monteseirín: claves de su carta del adiós

El aún alcalde de Sevilla envió el viernes, camino de Nápoles, una carta a los periódicos  de la ciudad con publicación embargada hasta el domingo para despedirse de los sevillanos y, de paso, lanzar una serie de mensajes codificados a su partido, que pretende que agote el mandato y permanezca en la Alcaldía hasta dentro de quince meses, cuando se celebren las elecciones municipales.

Insólito: el alcalde se despide sin haberse ido. La carta, titulada ‘Gracias a Sevilla (que me ha dado tanto..)’,  puede interpretarse como un órdago a la dirección del partido: aparentando una dimisión inminente, Monteseirín buscaría obtener garantías de futuro como condición  para continuar en su puesto y no precipitar una nueva crisis en el Ayuntamiento que obligara al PSOE a  improvisarle un sucesor. Los hechos demostrarán si el alcalde se va definitivamente en un ataque de dignidad o se traga las palabras como hizo cuando la crisis con Rojas Marcos por el caso Bazar España o cuando cambió de postura en el tema de las Cajas.

Reproducimos en negritas párrafos de la carta del alcalde y, a continuación, nuestras acotaciones:

1) Ya es pública mi decisión, que vengo madurando desde hace mucho tiempo…..

Monteseirín sigue tratando de aparentar que ha sido él y no Griñán quien ha decidido su marcha del Ayuntamiento, cuando su estrategia desde su clamorosa derrota (se parapetó tras el denominado ‘sector crítico’, ya que no tuvo el valor de presentarse él mismo) frente a Viera en el congreso socialista de julio de 2008 ha sido la de una numantina resistencia para evitar que el PSOE lo defenestrara antes de tiempo.

En segundo lugar, para evitar también que cuajara la alternativa interna (Emilio Carrillo) preparada por el partido con la antelación suficiente y dado su derrumbamiento en las encuestas y el rechazo que genera en la opinión pública (el 20% de los sevillanos que declaran conocer al alcalde  lo califican directamente con un cero y jamás ha aprobado en una encuesta durante sus 11 años de mandato, sin contar el demoledor resultado para él de la encuesta encargada por el PSOE a Julián Santamaría).

En tercer lugar y una vez emigrado Chaves (su gran valedor, no tanto por estima como por temer que abrir el melón sucesorio en Sevilla en mitad de un mandato equivalía a abrir la veda para que se hiciera lo mismo en la Junta de Andalucía en mitad de una legislatura, como así le acabó ocurriendo a él: Chaves se veía en el espejo de Monteseirín), una vez ido Chaves, decíamos, amagar con su dimisión a finales de 2009 ante Griñán al comprobar que no gozaba del favor del nuevo presidente, pero con un doble objetivo:

1)      Forzar su ratificación ante la supuesta falta de tiempo (17 meses por entonces) para que el PSOE buscase un candidato alternativo fuera del Ayuntamiento.

2)      En caso contrario, dejar colocado como sucesor  a Celis, el hombre encargado de convertir Sevilla capital en el califato del sector crítico frente a  la Ejecutiva Provincial liderada por Viera y pese a haber contado éste con  el 88,6% de los votos en el último congreso provincial socialista.

Monteseirín ha tratado de asaltar el PSOE de Sevilla desde la trinchera de la capital, parapetado en su condición de único alcalde socialista de una capital de provincia y de Sevilla como capital de Andalucía. Ha tratado deliberadamente de dividir el partido al sentirse ‘intocable’ por ser alcalde de Sevilla, desafiando de forma permanente la autoridad del secretario general y confiado en el manto protector de Chaves.

Monteseirín siempre ha jugado manejando los tiempos políticos para que el tiempo acabara jugando a su favor. Contaba con que su amago de dimisión nunca sería aceptada por Griñán a tan sólo año y medio de las elecciones y que ese año y medio le daría margen de maniobra para tratar de ganarse al nuevo presidente de la Junta, por una parte, y de invertir los sondeos contrarios a su persona mediante una intensa campaña mediática (puesta en marcha de Giralda Tv, compra de favores periodísticos a través de Marchena y del dinero de la publicidad institucional o de las empresas municipales; buzoneo de publicaciones laudatorias en los barrios…) y de captación de apoyo social.

Así, el alcalde habría intentado que Griñán hubiera actuado de presentador suyo en una conferencia que iba a pronunciar después de Reyes. Al no conseguir su propósito de que el presidente de la Junta le hiciera su loa política y  que ésta se interpretara como un aval a su persona, dentro y fuera del partido, pospuso la  conferencia ‘sine die’.

Más ejemplos de la estrategia del alcalde de ganarse apoyos sociales para que fueran valorados en la Casa Rosa: intentó que le otorgara la medalla de oro del Ateneo el nuevo presidente de la docta casa, Alberto Máximo Pérez Calero, médico como él y como agradecimiento por los favores municipales –ahí se vio que no eran gratuitos- a la entidad de la calle Orfila.

2) ….un muchacho de barrio, criado junto a la Facultad de Medicina, llegara en 1999 a la Alcaldía de la ciudad que “es bella porque siempre es nueva”.

Monteseirín trata en esta frase de justificar su ‘grandeur’ arquitectónica, como si Sevilla no fuera bella por el Guadalquivir, el conjunto histórico-artístico de la ciudad, la Catedral, la Giralda, el Real Alcázar, la torre del Oro, la Plaza de España, el parque de María Luisa y todo lo existente antes de su llegada a la Alcaldía sin necesidad del legado del alcalde: las ‘setas’ de la Encarnación, la torre Pelli, la biblioteca de Zaha Hadid en el Prado, la nueva Alameda de Hércules, el proyecto de ‘La piel sensible’ para la Alfalfa, Pescadería, el Pan y otras plazas del Centro…..

3) …superando las dificultades de todo tipo que (siempre los mismos) hemos ido encontrándonos por el camino.

Con ese “siempre los mismos” el alcalde ha anatemizado una vez más como miembros de una Sevilla retrógrada, ‘facha’, rancia, tradicionalista, ‘derechona’ y demás sinónimos a todos aquellos que han osado llevarle la contraria o criticarle en desacuerdo con su gestión, con el doble fin de presentarse ante el electorado de izquierdas como una víctima de esa Sevilla clasista de los de siempre y, por consiguiente, como un héroe/mártir de las clases populares, el hombre que desde una condición humilde llega a la Alcaldía para, levantando las ‘setas’ de la Encarnación por ejemplo, democratizar (¿?) las vistas sobre el caserío histórico que hasta entonces sólo podían disfrutar los ricos desde los miradores de sus casas-palacio. Mensajes simplistas (dicotomía bueno-malo) y demagógicos para consolidar la imagen de la existencia de dos Sevilla, acentuar los enfrentamientos de clase en vez del interclasismo y dividir en vez de integrar.

4) Hemos sido coherentes con un modelo de ciudad….

Monteseirín quiere hacer creer que ha actuado siempre conforme a un modelo previo de ciudad cuando, en todo caso, esa nueva ciudad que él presenta como su Arcadia feliz es la que resulta del lápiz del arquitecto Manuel Angel González Fustegueras y del proceso de participación ciudadana, que confluyen en el nuevo PGOU. Dicho de otro modo, el PGOU no es el fruto de Monteseirín, sino Monteseirín del PGOU. Poco de ese nuevo modelo de ciudad al que tanto remite el alcalde está previamente en sus programas electorales. Al contrario: la peatonalización de la Avenida es la condición necesaria para implantar un tranvía como sucedáneo del Metro y que por acumular tres años de retraso no iba a estar listo ni para las elecciones municipales de 2007.

Recuérdese que Monteseirín llegó a la Alcaldía por el ‘pacto del Metro’ entre Chaves y Rojas Marcos y que en la perspectiva de carecer de Metro todavía ocho años después, no podía presentarse a las elecciones con las manos vacías. Hizo, pues, de la necesidad virtud y a marchas forzadas construyó (destruyendo incluso los hornos almohades de la Puerta de Jerez) y presentó el tranvía como el ‘Metrocentro’, un sucedáneo de Metro penetrando hasta el Centro y cuya consecuencia era la peatonalización para abrir paso a vías y catenarias. El marketing político y electoral convierte esta improvisación en el modelo de ciudad del que alardea el aún alcalde.

5)…tras tantos años de proyectos eternamente pendientes de abordar…

Monteseirín ha querido pasar a la historia como el alcalde que resolvió las cuestiones pendientes de la ciudad (el solar del mercado de la Encarnación, el traslado de la Feria de Abril, el vacío del Prado de San Sebastián, la ampliación de Fibes….), pero algunas las ha dejado irresueltas (la Feria), otras las está resolviendo a un coste multimillonario (las ‘setas’ y el Palacio de Congresos) y ha dejado algunas nuevas para el futuro (el acuario de Delicias, la biblioteca del Prado).

Basó una de sus primeras decisiones nada más llegar a la Alcaldía y que resolvía una de esas cuestiones pendientes, como fue liquidar el edificio administrativo de Moneo que llenaba el espacio vacío del Prado, con el argumento de que ese dinero (unos 30 millones de euros) se debía destinar a modernizar los barrios y que había que ‘descentralizar  el Centro’ repartiendo sedes administrativas por los distritos y ahorrar recursos mediante la informatización y con Internet.

Al final, ha acabado preso de su megalomanía y creyendo que la modernidad de una ciudad se basa en costosísimos iconos arquitectónicos cuales nuevos estadios Olímpicos y no en el eficaz funcionamiento de los servicios públicos (transportes, limpieza) y en la construcción de amplios equipamientos (bibliotecas de barrio, centros cívicos, polideportivos, plazas, jardines..). Mientras alzaba las ‘setas’ en la Encarnación, alteraba la Alameda o ampliaba Fibes, los servicios públicos (Tussam, Lipasam) han acabado en la ruina. ¿Cuánto dinero queda de los convenios urbanísticos firmados en su día para equipar los futuros barrios de la ciudad?

6) Y hoy, aun cuando la crisis económica y financiera mundial está azotándonos como a todos de la forma más lacerante, con el desempleo…

Responsabiliza a factores externos, esa crisis mundial, del incumplimiento de su promesa electoral del pleno empleo y de una vivienda para todos y sin sorteo durante este mandato. Se arroga lo que se hace en la ciudad y culpa de lo que no se hace a las circunstancias y a “los de siempre”.

7) Sevilla volverá a ganar la partida frente a la resignación, el inmovilismo y la involución.

Monteseirín practica un doble lenguaje o una doble moral. Por una parte, ataca de forma sistemática a esa Sevilla inmovilista e incluso involucionista, para complacer así a los votantes de la izquierda, y por otra hace lo imposible por complacer y cortejar a esa Sevilla de las tradiciones de siempre, que supuestamente detesta y es un freno para sus planes modernizadores.

Ni Soledad Becerril ni Rojas Marcos, ni por supuesto Del Valle y Uruñuela, otorgaron tantas medallas de la ciudad (doce) a Vírgenes como ha otorgado Monteseirín; ni se inventaron el ‘urbanismo morado’ para alimentar de subvenciones a las cofradías  en descarada busca del voto popular; ni erigieron tantas estatuas a toreros y nobles en el Paseo de Colón o espacios públicos; ni frecuentaron tanto los salones de la aristocracia, los palcos de la Semana Santa o la plaza de toros de la Maestranza……

8) …..gracias con el alma por como habéis respaldado siempre nuestras ideas y nuestras propuestas en el foro de la democracia ciudadana. Ese apoyo y confianza me han permitido ser, después de estos más de diez años, la persona que más tiempo lleva desempeñando la tarea de alcalde de Sevilla desde que se instituyeron las alcaldías modernas, a principios del siglo XIX.

Esta es la mentira reiterada de Monteseirín, en la que insiste una y otra vez como un martillo pilón: que ha obtenido siempre el respaldo electoral en las elecciones municipales. Falso. Sólo ganó una de las tres a las que se ha presentado, y por mayoría relativa. Las primeras y las terceras las ganó el PP (Becerril y Zoido), y en sus tres mandatos tuvo que pactar (una vez con el PA, dos con IU) para lograr los votos que le faltaban para ser alcalde.

9) …..voy a dirigir mi vocación por la cosa pública a otras tareas, en mi condición de funcionario o en cualesquiera otras en las que mi formación y mi experiencia puedan seguir siendo útiles…

Lanza el mensaje de que quiere un nuevo cargo público, cuando en el comienzo de su carta reconoce que lleva 30 años en la política y los últimos quince sin bajarse del coche oficial (hasta el punto de que reconoce en su declaración de bienes que no tiene ninguno de su propiedad; no le hace falta) como presidente de la Diputación y de la FAMP y alcalde de Sevilla. Veremos hasta dónde se cumple el aserto de Griñán el pasado fin de semana de que el PSOE “no es ni una empresa, ni una ONG”.

10)….Un impulso renovado que, desde la continuidad del proyecto y los relevos generacionales que lo acompañen..

Con la expresión “los relevos generacionales”, Monteseirín está postulando de nuevo a Celis como su sucesor frente a personas de la vieja guardia del partido como pudieran ser Rosamar Prieto, Viera o el mismísimo Alfonso Guerra. Es curioso que hasta diciembre, cuando hizo el amago de retirada ante Griñán pese a que no hace mucho decía que quería seguir en la Alcaldía hasta el año 2020 por lo menos, Monteirín nunca se incluía entre los necesitados de relevo generacional, a pesar de que ya tiene más de 50 años y de que lleva 30 ocupando puestos y cargos en el PSOE y en la vida pública en nombre del PSOE.

11)La ciudad nos necesita a todos y a todas al margen de coyunturas o decisiones personales.

Monteseirín está llegando al final de su carta y por primera vez parece que habla en clave institucional y como alcalde de todos los sevillanos, pero….

12) Sevilla, la buena gente de Sevilla, se lo merece todo.

…al final vuelve a hablar de buenos y de malos al establecer una distinción implícita entre la buena gente, a la que nombra, y la mala, subyacente en la frase. Siempre el mensaje de las dos Sevilla y de que él va de bueno por la vida y como tal debe ser perdonado por sus errores de gestión, imputables más a su entorno (el manido recurso a los técnicos municipales en escándalos como el de los Bermejales, la cubierta de la Davis, la caseta de la Feria…) que a su persona.

Y así fue como Monteseirín dio las gracias a Sevilla (que le ha soportado tanto).

La Sevilla de las antípodas

Frente a la ‘grandeur’ de los nuevos estadios ‘Olímpico’ que son las ‘setas’, la biblioteca a costa de una zona verde en el Prado y el tranvía que duplica en superficie el trazado del Metro, el sentido común de que una ciudad es sobre todo la suma de muchas pequeñas cosas. Fiel a su estilo, ésta fue la ‘filosofía’ de gobierno que expuso  Soledad Becerril en  el ciclo de ‘Los exalcaldes democráticos’, del grupo La Raza, los que tiraron de la manta de Mercasevilla en plan Hércules con los establos de Augías. Al margen de ciertos lapsus de memoria con el Urbanismo, doña Sole recordó como su mejor hito un Ayuntamiento ordenado, calles limpias y servicios municipales cuidados. Tal era su obsesión por los detalles que su al final odiado socio, Rojas Marcos, definió malévolamente su visión de Sevilla como ‘la casita de Pin y Pon’. Sí, pero como ella ha dicho, se llevó bien con los vecinos y con la Oposición, no orilló a los funcionarios, no derrochó en teles ni fundaciones, ni se pasó el día en los Juzgados. Soledad Becerril, en las antípodas de Monteseirín.

El discurso de la mentira

Celis levantó la liebre cuando dijo de las ‘setas’ que eran “un proyecto constructivo imposible adjudicado sin que existiera la tecnología necesaria para poder ejecutarlo”. Ahora, el colega Carlos Mármol, urbanauta ‘cum laude’,  ha destapado que el Ayuntamiento ocultó durante casi tres años un informe de una empresa finesa de ingeniería que concluía que el diseño de Mayer era técnicamente inviable.El arquitecto le coló su dibujito a un jurado cómplice o de pardillos, deslumbrado como catetos  por aquel  presunto icono de la modernidad. El informe llegó en mayo de 2007, vísperas de las elecciones municipales, y lo ocultaron en un cajón tras declararlo ‘top secret’, por sus efectos demoledores sobre el juguete arquitectónico y los votos del alcalde. Han hecho el paripé de que seguían construyendo las ‘setas’, cuando en realidad daban vueltas sobre lo mismo en plan moros de Queipo, mientras a la desesperada buscaban en Alemania cómo salir del atolladero con una palada de millones de euros. El discurso de la modernidad no era más que el discurso de la mentira.

Hipoteca política inversa

Cuanto más pienso, más genial me parece la idea del compañero Vega del contrato-programa inverso, que es a la política lo que la hipoteca inversa a la economía. Decir “hipoteca” es mentar la bicha: pago mensual al banco por nuestra vivienda. En  la “hipoteca inversa” el banco nos da dinero por nuestro piso. El término  “programa”  se asocia a las falsas promesas electorales de los partidos, de ahí la pésima suerte de Anguita, que nos recetaba tres dosis de su “programa, programa, programa”. Vega ha inventado el contrato-programa inverso: el elector, en vez de comprar la mercancía averiada de los partidos en el mercadillo político, expone su propio programa (en su caso, voto a cambio del derribo de las ‘setas’) para que se lo compre el partido interesado en su sufragio. ¿Imaginan que se creara una plataforma en Internet con la oferta política de cada sevillano? En conjunto saldría el programa que demanda Sevilla en vez del que, de espaldas a la realidad, redactan en un despacho los cabezas de huevo de los partidos. Y éstos vendrían a comer a nuestra mano.

Setas= 5 facturas ‘olímpicas’

Las ‘setas’ se han convertido, tal como editorializaba este periódico, en el particular estadio ‘olímpico’ de Monteseirín. A fecha 22 de noviembre de 1999,  el coste de la ejecución material del estadio ascendía a 15.994 millones de pesetas (96 millones de euros), sin contar los honorarios de los arquitectos e ingenieros, la pista de atletismo y la urbanización exterior. Redondeando cantidades por todos los conceptos, la estimación del coste final ascendería a unos 20.500 millones de pesetas, (123 millones de euros). El Metropol Parasol impulsado por Monteseirín se alza sobre las ruinas de Palmira del proyecto previo iniciado durante su mandato en coalición con el PA y que el alcalde se cargó de un plumazo, como se cargó el de  Moneo en el Prado, para que no quedara legado de sus predecesores o socios, aunque la factura de lo desechado la acabaran pagando los sevillanos.

Sumemos  actuaciones en la Encarnación. La liquidación del mercado del PA  para poder plantar sobre el mismo las ‘setas’ del alemán Jürgen Mayer costó 9 millones de euros en indemnizaciones. Las obras para mantener las pantallas en torno a los restos arqueológicos, 5,3 millones. El concurso de ideas del que emanaron las ‘setas’, 90.000 euros. El ‘Antiquarium’ (aunque ahora lo metan en el Plan 5.000 es dinero público), 8,5 millones. Los honorarios del arquitecto, 5. Los del coordinador, 30.000 euros. La aportación municipal a Sacyr, 25 millones. La segunda aportación, 7 millones. La tercera, 18 millones. En total el Ayuntamiento ha detraído al contribuyente 77.920.000 euros. Hay que añadir el valor de la aportación en especie a Sacyr para su explotación durante 40 años: el edificio de la Hacienda municipal y los espacios del conjunto urbano aledaño, cuantificados en 32,4 millones de euros. Total: 110.320.000 euros.

Hay dos diferencias entre las ‘setas’ y el estadio ‘olímpico’. La primera es que el recinto deportivo se acabó a tiempo para el Mundial de atletismo y que el Parasol se anunció para junio de 2007, acumula ya casi tres años de retraso y nadie sabe cuándo se terminará. La segunda es que como todas las Administraciones eran accionistas, al Ayuntamiento sólo le correspondía asumir el 17,892% del coste del coliseo deportivo, es decir unos 22 millones de euros.

Conclusión: las ‘setas’ han supuesto hasta ahora para los sevillanos un coste cinco veces superior al del estadio de la Cartuja.

Conejillo de Indias

El Parasol se alza así no sólo como el símbolo de la megalomanía de Monteseirín, sino también de la improvisación que ha caracterizado su etapa al frente de Sevilla, tal como ha dejado en evidencia Celis cuando anunció el último sobrecoste de 18 millones de euros que han supuesto para las arcas municipales las ‘setas’ diseñadas por Mayer. Celis ha reconocido que se trata de “un proyecto constructivo imposible cuya ejecución ha sido incierta desde que comenzó y que se adjudicó sin que existiera la tecnología necesaria para poder ejecutarlo”.

¿Qué habría ocurrido en una empresa privada si un ejecutivo hubiera realizado una confesión similar y además hubiera añadido que no se atrevía a dar fecha alguna de conclusión de un proyecto con una desviación presupuestaria del 100% sólo en la fase constructiva? Mientras la prudencia aconseja a cualquier gobernante que administra el dinero del contribuyente atenerse al principio de “los experimentos, con gaseosa”, el Ayuntamiento embarcó a la ciudad en un proyecto puramente experimental al reconocer ahora que no se había desarrollado la tecnología para materializarlo. Sevilla, pues, ha sido el conejillo de Indias donde el arquitecto ha probado en plan ensayo/error la fórmula de las ‘setas’ a costa de un dinero dedicado inicialmente a equipamientos de la ciudad y agotando la paciencia de unos placeros que ya llevan 36 años esperando una solución para la Encarnación.

Delirios de grandeza

El encargado de materializar los delirios de grandeza de Monteseirín en su obsesión por dejar su sello para la posteridad no fue otro que su ‘alter ego’, en su etapa como gerente de Urbanismo: Manuel Marchena, el Mr. Hyde del doctor Jekyll. Marchena encargó a Tinsa un informe sobre cómo financiar la operación y el cálculo del valor de la concesión en especie que posteriormente se otorgó a Sacyr. Desde su estratégico puesto en Urbanismo, arrancó de la Oficina del PGOU el plácet para disponer de 25 millones de euros destinados a los sistemas generales de la ciudad y gastarlos en la Encarnación, sin prever que a esos 25 habría que añadir con el devenir del tiempo otros 25… por ahora. También se encargó de obtener de la Intervención Municipal su reticente visto bueno a que reservara el dinero para dos anualidades, cuando normalmente no se permite hacerlo más que para el ejercicio en curso. Marchena también se trajo de Córdoba para secretario del concurso de ideas y coordinar las obras a uno de los implicados en el centro de congresos Palacio Sur, del arquitecto holandés Rem Koolhas, del que acabó huyendo Ferrovial cuando se percató de que el coste de la obra se dispararía a los 174 millones de euros: un aviso a navegantes para Sevilla.

Marchena fue también quien elevó al Consejo de la Gerencia de Urbanismo la propuesta de que la obra se adjudicara a Sacyr en vez de a otras empresas que habían hecho una estimación de costes más ajustadas a la realidad. Apostó por la oferta más a la baja posible y al final ha resultado la más cara para el bolsillo de los sevillanos.

El contrato-programa de Vega

He leído con el deleite habitual el artículo de Juan Miguel Vega en que propone un trato a los partidos: votará  al que se comprometa a ordenar la demolición de las ‘setas’ de la Encarnación. Vega tacha el Parasol de gran mamarracho arquitectónico y de lápida económica para las generaciones futuras. El libro de los gustos aún no está escrito y puede que lo que a Vega le parece mamarracho sea para otros excelsa obra de arte, de ahí que no me meta en fías y porfías estéticas. La cuestión económica es, querido Juan Miguel, la madre del cordero. Ahí radica la trampa saducea de Monteseirín. Las ‘setas’, aunque los contribuyentes hayamos pagado ya una cifra escandalosa, han sido objeto de una concesión comercial por 40 años a favor de Sacyr. Si el partido que firme tu contrato-programa las echa abajo, deberá indemnizar con más dinero público a cuenta del lucro cesante, y la lápida económica se nos duplicará. Aunque Monteseirín se vaya, ha dejado todo atado y bien atado. ¿Te suena? Ese es el coste que tiene la demagogia de “democratizar las vistas de Sevilla”.

Del Valle es verde

Sí. No es una errata. Han leído bien. El valle, como el de la famosa película, es verde, y Del Valle, el exalcalde de Sevilla, también. Pasa, en cuanto socialdemócrata, por rojo pálido, más bien difuminado por aquello de los despachos, pero al final ha roto en ecologista. Y es que aplica a la política local el principio ecológico del ‘nicho vacío’ (en la Naturaleza, toda especie tiende a ocupar el hábitat dejado libre por otras) cuando ha destacado el gran protagonismo de Torrijos por la debilidad de Monteseirín. Por ende, ha puesto a parir los proyectos-estrella del alcalde, desde el ilógico tranvía que duplica en superficie el recorrido del Metro hasta las ‘setas’ de la Encarnación; ha alardeado de que en su época no había escándalos como el de las facturas falsas y Mercasevilla y ha prescrito que un alcalde no debe estar más de 8 años en el cargo porque se enroca en las ideas y hace falta aire fresco. Parece como si Del Valle, tan serio entre tantos graciosos sin ángel, hubiera extendido el acta de defunción política de Monteseirín.