El gobierno municipal acordó en el Pleno ordinario de junio la aprobación provisional de la modificación puntual del PGOU para la construcción de un puente que, en lugar de la pasarela peatonal prevista en el Plan General, canalice el tráfico rodado que genere la futura puesta en servicio (año 2015) de la torre Pelli. El punto contó con el voto a favor del PP, el negativo de IU y la abstención del PSOE.
En el transcurso del debate, el delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, insistió en que el puente en vez de la pasarela peatonal es la única solución para el problema del tráfico que generará el rascacielos, mientras que el portavoz de IU, José Manuel García, defendió que se acometan las soluciones previstas en el PGOU, las cuales pasan por el transporte público (prolongación del tren de cercanías hasta Torretriana y, luego, Blas Infante; dos nuevas líneas de Metro y extensión del tranvía hasta Plaza de Armas), dos puentes para el tráfico rodado pero no al Sur de la Cartuja, sino al Norte, y aparcamientos públicos en la calle Guadalquivir y el Canal de la Expo.

Maximiliano Vílchez espetó a García, para finalizar el debate, que si no se construye el puente, “a ver cómo se lo dicen a los sevillanos cuando estén en el atasco”. Pues en el caso de que se produjera tal hipótesis, que está por demostrar después de que por causa de la crisis y en paralelo a la construcción de la torre Pelli el tráfico haya descendido casi un 20% en Sevilla, el gobierno local de turno debería decirles a los sevillanos que ésa es la consecuencia de la política urbanística de ‘grandeur’ preconizada por Monteseirín durante su mandato, simbolizada por el rascacielos de la Cartuja, las ‘Setas’ de la Encarnación, la derruida -por ilegal- biblioteca universitaria sobre la zona verde de los jardines del Prado (más de 9 millones de euros tirados a la basura) y la conversión de la Alameda de Hércules en el equivalente al paseo marítimo de Islantilla.
ADVERTENCIA DESOÍDA
Si la hipótesis del atasco con más intensidad aún que el existente antes del inicio de la crisis se convirtiera en realidad, no haría más que dar la razón, fundamentalmente a los ecologistas y conservacionistas, que ya cuando se lanzó el proyecto del rascacielos alertaron de la irresponsabilidad que supondría construirlo justo en el punto más saturado de tráfico de la ciudad, la entrada a Sevilla desde la autovía que la conecta con el Aljarafe, Huelva y Portugal.
Cuando en febrero de 2008 se empezó a vallar el solar cercano a Torretriana en el que se iba a construir la torre Pelli y centenares de funcionarios de la Junta que allí aparcaban sus vehículos expresaron su protesta por que debían buscarse un estacionamiento alternativo y empezaban a tomar consciencia del problema que se les avecinaba, el entonces alcalde y promotor político del rascacielos en la Cartuja como supuesto símbolo de modernidad, Monteseirín, prometió redactar un plan de tráfico concreto para su entorno.

Atención al dato: se promovió la torre Pelli y se iniciaron las obras hace seis años (licencia, 16 septiembre de 2008) ¡sin un plan previo de movilidad sobre sus efectos y con sólo una promesa ‘a posteriori’ de redactarlo pero del que nunca más se supo! Monteseirín no hacía más que ratificar lo que en su día ya habían dicho los entonces responsables de Cajasol durante la presentación del rascacielos: desconocían los planes de tráfico existentes para la zona y remitían al Ayuntamiento, en la confianza de que éste tendría previsto su impacto en la Cartuja.
MÁS QUE LA TORRE
Ese impacto, según dijo Monteseirín en marzo de 2008, sería “positivo”. En su opinión, la solución (hablar de solución ya equivalía a reconocer un problema y por tanto un impacto negativo) no consistía en hacer más viales porque al final todos desembocarían en el mismo puente, el del Cristo de la Expiración, sino en “apostar por el transporte público, la política de aparcamientos, las rondas de circunvalación y ofrecer más alternativas al vehículo particular”.

Pero ese impacto no medido, pese a lo cual se autorizó el rascacielos en una política de hechos consumados, no sólo iba a derivar de la torre Pelli, sino también de otros proyectos existentes entonces y que fueron tumbados por la crisis. Recuérdese que en el entorno de la torre se había planeado la construcción de una nueva sede para la Gerencia de Urbanismo que sustituyera a las caracolas, con un coste de 70 millones de euros y para dar cobijo a más de 600 funcionarios, y una nueva macroconsejería de la Junta, Torretriana II, en la parcela de las banderas de la Expo, con una edificabilidad de 68.000 m2, equivalente a la posteriormente autorizada para la torre Pelli.
Y todo elllo cuando el Plan de Transporte Metropolitano de la Junta ya reflejaba que el tráfico con destino al centro de Sevilla superaba en un 5% la capacidad de absorción de la demanda por las infraestructuras existentes en hora punta. La previsión para 2020 era de que se superaría en un 25% la capacidad de absorción de ese embudo citado por Monteseirín del puente del Cristo de la Expiración.
PROBLEMA HEREDADO
Este problema en ciernes, muy aliviado por la caída de tráfico causada por la crisis económica, es el que ha heredado Zoido. El alcalde lo pretende solucionar antes de que hipotéticamente se plantee construyendo un puente para el tráfico rodado, en vez de una pasarela peatonal, desde Torneo a la Cartuja, embutido entre los bienes patrimoniales como el pabellón de la Navegación de la Expo y el monasterio de Santa María de las Cuevas, y a un coste mínimo de 11,3 millones de euros. De este dinero, sólo dispondría de los 4,8 millones comprometidos en su día por la promotora del rascacielos para la pasarela peatonal.

Zoido se ha empecinado en esta batalla urbanística contra los dictámenes hasta ahora negativos de la Junta, que visó el PGOU de Monteseirín, con lo cual estaría liberando al Gobierno andaluz y al central del elemento de presión que supuestamente tendría -la amenaza del terrible atasco permanente- para exigir a esas Administraciones que construyan las infraestructuras previstas en el PGOU para evitarlo o paliarlo: cierre del anillo ferroviario, nuevas líneas de Metro, puentes al Norte de la isla, aparcamientos públicos, etcétera.
Al contrario: en vez de presionar a la Junta para que ejecute las alternativas que avaló con el PGOU de Monteseirín, Zoido se echa sobre sus hombros y sobre las arcas del Ayuntamiento la solución al hipotético problema en beneficio de una iniciativa privada y que le obligaría a desembolsar 6 millones de euros (la diferencia entre el coste de la pasarela que sufragaría la promotora del rascacielos y el del puente), más otro millón de euros en la convocatoria de un concurso arquitectónico para el puente, cuya construcción y entrada en servicio se demoraría hasta 2018, tres años después de la prevista inauguración de la torre Pelli.
COMPÁS DE ESPERA
Por tanto, con estos plazos el puente no va a solucionar de entrada el hipotético problema de los atascos que provocaría el rascacielos y que parecen demasiado magnificados por los técnicos municipales para justificar su construcción: ¡un 46% de incremento del tráfico, casi el doble de todo lo previsto en el Plan Metropolitano para el año 2020!. Si de todos modos habría un lapso de tiempo de tres años, ¿no sería mejor esperar a ver cómo evoluciona el tráfico sin puente para obrar en consecuencia?

Si al tráfico rodado se le crean nuevas infraestructuras a su servicio, nunca se darán las condiciones para que el problema se aminore, sino al contrario, ya que se entraría en una espiral sin fin: un efecto llamada para más coches, que a su vez demandarían nuevos puentes, con lo que se incrementaría de nuevo el tráfico, y así sucesivamente. La solución, pues, consistiría en crear alternativas al tráfico privado -que no se han hecho todavía- en vez de potenciarlo con un nuevo puente. A su impacto paisajístico sobre los bienes patrimoniales de la Cartuja (no es el mismo que el de una liviana pasarela peatonal) habría que añadir el hecho de que contravendría lo dispuesto no ya sólo en el PGOU vigente, sino también en la LOUA, el Plan de Transporte Metropolitano, el POTAUS y la Estrategia Andaluza de Movilidad, los cuales abogan por potenciar el transporte público en vez de potenciar el privado.
IMPACTO EN TORNEO
Hay otro elemento apenas considerado en este debate: el puente canalizaría el tráfico rodado hacia y desde la Cartuja a través de la calle Torneo, de relativa circulación rápida y que discurre en pa
ralelo al río sin obstáculo más allá de algunos semáforos en el itinerario.
La construcción del puente en perpendicular a Torneo rompería la continuidad del tráfico, por la necesidad de abrir paso al proveniente o con destino a la isla a través del puente, con rotondas de acceso, con lo que se ralentizaría aún más el tráfico, con efectos hasta la zona de Arjona y del Paseo de Colón.
Y, por ende, el Ayuntamiento acaba de aprobar un parking de 180 plazas para dar servicio al Paseo del Arte, también con obligado acceso/salida desde Torneo.
Así, mientras trata de adelantarse a un problema en la Cartuja va sentando las bases para crear otros equivalentes en esta orilla del río.
Las crónicas periodísticas de aquel día, que constan en las hemerotecas, recogen algunos párrafos de la perorata que el entonces alcalde dirigió a los miembros de su claque y a los curiosos allí presentes. Monteseirín, obviando la herencia de escándalos y de deuda multimillonaria (en torno a los 600 millones de euros) que dejaba a su futuro sucesor y a la ciudad, hizo un panegírico de su Gobierno, que era tanto como de sí mismo. Lo calificó como arriesgado e innovador, en contraste con el “inmovilismo que caracteriza -aseveró- a ciertos sectores de la ciudad”. Los críticos, claro era, con el Metropol Parasol y su descomunal coste económico.
Han pasado dos años y medio: 17 de septiembre de 2013. Quien habla es Juan Ignacio Zoido, sucesor de Monteseirín y otrora detractor tanto del Metropol Parasol -donde ahora ya no tiene empacho en que le hagan hasta un reportaje fotográfico- como de la torre Pelli.
Monteseirín habría podido emplear perfectamente las palabras de Zoido para defender las ‘Setas’ de la Encarnación, al igual que Zoido las de Monteseirín para defender ante los congresistas previamente seleccionados -y aun así se le coló algún que otro disidente- la torre Pelli. La diferencia sustancial es que mientras Monteseirín se mantuvo coherente con su discurso, Zoido ha acabado moviéndose hacia las posiciones de su rival y predecesor, hasta el punto de asumir su argumentario, prueba de su camaleonismo político en función de las circunstancias.
La Unesco amenazó con incluir en su lista negra del Patrimonio Mundial el peligro, con riesgo de posterior descatalogación que nos equiparaba el Tercer Mundo, la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias, debido al impacto visual sobre ellos de la Torre Pelli. Aquella amenaza provocó una guerra de encuadres fotográficos entre partidarios y detractores del rascacielos, para demostrar que se veía o no desde los tres monumentos sevillanos en el ‘top-ten’ mundial. Conjurado el peligro por la promesa de Zoido, tras caerse del caballo camino de la Cartuja, de prohibir cualquier otra Babel, ahora, en otra de sus piruetas, quiere aparentar ser más unesquista que la Unesco y propone que también sean declarados Patrimonio de la Humanidad la Torre del Oro y la Plaza de España. Preguntado en la Cadena SER por el contrasentido de proponer una torre que con sus 36 metros está a la sombra de otra de 178, Zoido dijo tan pancho que la Torre Pelli no tiene impacto visual sobre la Torre del Oro. Lo peor de los políticos es que encima nos toman por tontos al negar la evidencia.
Antes decimos que Zoido ha pasado de usar como coartada la ‘herencia recibida’ de Monteseirín a asumirla plenamente en documentos oficiales del Ayuntamiento, antes nos da el alcalde la razón con ese reportaje fotográfico a tutiplén que se ha dejado hacer en lo alto de las ‘Setas’ de la Encarnación, el icono monteseirinesco por excelencia. Por mucho que diga ahora que hay que hacer compatibles todas las Sevillas, las de la Giralda y también la del Metropol y la torre Pelli (¡el mismo discurso, calcadito, que largaba su predecesor para justificar sus faraónicos proyectos!), yo no me imaginaría a Monteseirín posando delante de los carteles anulados del Plan Centro, de la boca de entrada al hipotético parking subterráneo de la Alameda, del ‘mapping’ sobre la fachada de las Casas Consistoriales o del alumbrado navideño de Zoido. Una cosa es verse obligado a rentabilizar las hipotecas urbanísticas legadas por el jefe político de Manuel Marchena y otra muy distinta bendecirlas prestando para ello la propia imagen. Y es que en Zoido, la foto es siempre el mensaje.
En la zona Sur hay una gran satisfacción por el apoyo de los Príncipes de Asturias a la construcción de la Politécnica en Los Bermejales, por el dinero que van a mover los universitarios y los empleos que se van a crear. Ah, ¿que los Príncipes no han dicho nada sobre la Politécnica? No importa. Por el helicóptero que sobrevoló la zona y el cortejo de vehículos oficiales en su obligado paso por allí en dirección al puerto es de aplicación ‘el principio de Rus’. Sí, ése acuñado por el presidente de la CES y según el cual los Príncipes apoyan el dragado de la que ahora llaman Eurovía del Guadalquivir, aunque no hayan dicho ni una sola palabra al respecto, sólo porque estuvieron de paso o de visita a la esclusa. Así que desde ahora tengan mucho cuidado con el principio del presidente de la patronal sevillana, tanto como con los coches ‘ponemultas’. Sólo con que les hagan una foto o les vean paseando por la Encarnación o la Cartuja, aunque estén más mudos que el mudo de Triana, se les atribuirá automáticamente que ustedes son fans de las ‘Setas’ y/o de la torre Pelli.
Caixabank, el banco de La Caixa o La Caixa reconvertida en banco, que tanto monta monta tanto, presentó sus resultados en la capital económica de Andalucía, o sea Barcelona, adonde acudieron en peregrinación desde las colonias los periodistas sevillanos a quienes antaño bastaba con darse un paseíto hasta la Plaza de San Francisco, aún no velada, cuando Cajasol era la Caja de Sevilla en vez de un brazo menor de la estrella catalana o ni siquiera éso. Y en la ciudad Condal, el presidente de la entidad, Isidro Fainé, que confesó haberse subido a lo más alto de la torre Pelli para observar sus nuevas conquistas, como San Fernando se subió a lo alto de la Giralda para contemplar la Sevilla arrebatada a los moros, confirmó que la inversión inicial -subráyese el término- en el rascacielos de la Cartuja y futura sede del CaixaFórum exAtarazanas va por los 350 millones de euros. Recuérdese que la torre gemela de Pelli para Iberdrola en Bilbao ha costado 200 millones, ¡casi la mitad menos! Será que en Sevilla, por el calor u otros efectos, se dilatan hasta los precios.
El Consorcio de Turismo invitó a 400 turoperadores holandeses a que vinieran a llevarse, según las crónicas, otra imagen de Sevilla distinta de la habitual, “en la que apenas hay hueco para otros monumentos que no sean la Giralda, el Alcázar o la Catedral”. Así que les asignaron guías y les dieron libertad para que eligieran lo que quisieran conocer de la ‘otra’ Sevilla. ¿Por qué se interesaron? ¿Por la torre Pelli, que según sus fans iba a captar el exclusivo turismo de rascacielos? ¿Por las ‘setas’ de la Encarnación, que según Monteseirín iban a atraer hacia el norte del casco histórico los flujos turísticos de la Catedral y el Alcázar? La mayoría se decantaron por la Sevilla del 29, la del apogeo de la arquitectura regionalista, por ser autóctona y difícil de hallar en otra parte, y se sintieron impactados por la obra de Aníbal González. Por mucho que pese a quien pese, los holandeses están hartos de ver rascacielos como el cartujano y cubiertas tipo Metropol, como la de aquella gasolinera de Hamburgo, pero Plaza de España sólo hay una y está en Sevilla.
1) Crear un grupo de trabajo con Icomos (el órgano asesor de la Unesco, que no dejó de subrayar el negativo efecto del rascacielos) y la promotora de la torre Pelli (antes Cajasol, ahora Caixabank) para estudiar medidas de amortiguamiento del impacto visual del edificio, de 178 metros de altura, sito al borde del casco histórico.
Al menos la efemérides podría haberse convertido en motivo de reconocimiento a todos cuantos en plan llaneros solitarios se han significado durante años en la lucha por la preservación de Sevilla desde Icomos, Adepa, Ben Baso, Ecologistas en Acción…. para, además, mantener su complicidad en tan noble empeño, pero en lugar de Víctor Fernández Salinas, Pablo Ferrand, José Juan Fernández Caro, Joaquín Egea, Ana Avila, David Gómez….entre los invitados de Zoido al Alcázar estaban, con todos mis respetos, personajes en sus antípodas como Victorio y Lucchino, Carmen Tello, Curro Romero, Alfonso Díez y hasta Pepe Mel.
En el PGOU de 1987 se determinó la necesidad de redactar un Plan Especial de protección del casco histórico de Sevilla que, dado su tamaño (el mayor de Europa), se dividió en 27 sectores. Al cabo de 25 años (otra efemérides coincidente con la del Patrimonio de la Humanidad, pero no celebrada, claro está) hasta hace sólo unos meses no se han aprobado de forma inicial o provisional los Planes de Protección de sectores como ¡los de la propia Catedral y el Alcázar!, además de San Andrés-San Martín, y el año pasado los de Magdalena y el Puerto (sólo el Avance), tardanza (sólo año y medio es imputable a Zoido) que ha propiciado la destrucción de parte de la trama urbana o caserío histórico (en la tramitación del Plan Especial de Triana desapareció el 40% de lo catalogado al inicio) en el que se hallan incardinados los monumentos sevillanos.
Recientemente se ha inaugurado al Norte del campus de la Universidad de Michigan (EEUU) el Museo de Arte Eli y Edythe Broad. Les invito a que en el buscador de imágenes de Google tecleen ‘Museo Broad’ y comprueben si las fotos y dibujos del edificio, sobre todo las de su silueta lateral, no les resultan familiares. Salvando la geometría de pliegues, la forma del nuevo museo norteamericano se asemeja bastante a la de la Biblioteca proyectada en el Prado de San Sebastián, derribada por ilegal. Y es que ambas son hijas de la misma madre, la arquitecta iraquí Zaha Hadid. La reflexión de fondo es que este tipo de arquitectura de la globalización lo mismo (no) sirve para Estados Unidos que para Sevilla, porque se factura desde estudios multinacionales al margen del contexto en que se materializará y de la historia, la cultura y la tipología de cada ciudad. Por eso, la torre Pelli es, con ligeros retoques, la misma en la Cartuja que en Bilbao. Así que si quieren saber cómo habría quedado la Biblioteca del Prado no tienen más que irse a Michigan para ver su copia.
Quizás muchos sevillanos no sepan que la Torre del Oro es un museo naval, acorde con su historia como torreón adelantado de las murallas del Alcázar, para la defensa tanto del conjunto palaciego como del puerto y del puente de barcas en la Sevilla islámica.