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Imán de madera

En el nuevo capítulo del culebrón sobre los bancos de la Alameda de Hércules que nos está entreteniendo en  esta ‘rentrée’ y que al Ayuntamiento le gustaría fuesen de quita y pon (la delegada Asuidea ‘dixit’) para así contentar a tirios y troyanos, el mobiliario urbano ha sido repuesto pero en un sitio distinto y distante y en menor número que antes, lo que ha sido considerado ‘casus belli’ por una facción del vecindario y garantiza la continuación de esta apasionante telenovela municipal. Además, ha aparecido en escena un nuevo despropósito: cambiar de lado la puerta del parque infantil. Empezamos por los bancos y ya vamos por las puertas. ¿Qué será lo siguiente? ¿Las farolas porque atraen a las polillas? Lo más peregrino es el argumentario para justificar estos viajes de ida y vuelta: esos elementos funcionaban como “un imán de ruidos”. ¡Eureka! ¡Qué gran descubrimiento! El Ayuntamiento ha inventado una figura administrativa nueva. A partir de ahora podrá declarar unas calles  como zonas acústicamente saturadas, y otras,  como zonas saturadas de bancos.

 

 

Muerto el perro

La versión oficial de la delegada del distrito municipal Casco Antiguo, Amidea Navarro, sobre la polémica retirada de los bancos colindantes con un parque infantil en la Alameda de Hércules es que se ha debido a las quejas de otros vecinos, motivadas porque aquéllos eran utilizados durante las noches para la celebración de botellonas y juergas musicales, con lo que los residentes más cercanos necesitaban hasta ingerir pastillas para poder dormir. Insólito. La idea de Amidea es que el causante del problema es el mobiliario urbano y el parque donde juegan los niños en vez de los niñatos de la movida, así que muerto el perro (retirados los bancos), se acabó la rabia. Como el Ayuntamiento de Zoido es incapaz de obligar a cumplir la ley antibotellona aprobada por el Parlamento andaluz en tiempos de Evangelina Naranjo de consejera de Gobernación (Zoido empieza a parecerse en esto peligrosamente a Monteseirín) y de imponer el orden público en la Alameda, la toma contra los objetos en vez de contra los incívicos y los vándalos. Como  los bancos no votan, son botados.

Reversible

Obras Públicas dice nones a las alegaciones en pro de conectar  por Metro la Macarena con la Puerta de Jerez, con paradas en Alameda,  Plaza del Duque y Plaza Nueva, trayecto que parece ‘de cajón’ menos para Rosa Aguilar. Arguye el fichaje estrella de Griñán que fue una línea diseñada en los 70 y que lo que planificado entonces ya no vale, amén de que tendría que excavar un túnel a 50 metros de profundidad y que no está dispuesta a pasar bajo la Catedral. Curioso cuando menos, porque a -50 metros discurrirá la línea 2 proyectada por la Junta con el fin de salvar todo tipo de cimientos (ni siquiera los de Giralda tienen tal profundidad) y yacimientos arqueológicos. Y no se trataría de perforar bajo la Catedral (miren el túnel del AVE en Barcelona, pegado a la Sagrada Familia), sino de la Avenida,  horadada ya por la microtuneladora de Emasesa. Y si lo que se planificó hace 30 años no vale hoy, ¿cómo es que la Junta ha reutilizado los antiguos túneles para la línea 1? El argumentario de doña Rosa es perfectamente reversible: ella le da la vuelta según convenga.

Botellonas

Vecinos del casco antiguo constatan este verano cómo Sevilla sigue siendo una ciudad sin ley en cuanto a la movida se refiere. Dada la falta de policías, que como no hay dinero en las arcas municipales para pagar horas extra no se han ofrecido para reforzar el turno de noche, los ‘botelloneros’ campan a sus anchas y han reconquistado bebida en mano espacios emblemáticos que el vecindario creía perdidos definitivamente para ellos: el Salvador, la Alfalfa, la Alameda y el Pabellón de la Madrina. Sevilla es la única ciudad de Andalucía donde se incumple flagrantemente la ley antimovida del Parlamento andaluz, según la cual está prohibido terminantemente beber en la vía pública salvo en los sitios designados expresamente a tal efecto. Monteseirín sigue sin señalar botellódromo alguno y mantiene una tolerancia ambigua para no malquistarse el favor de los más jóvenes, el único segmento de población proclive a su política. Mientras el Ayuntamiento habla de ‘tolerancia cero’ con la doble fila, hace la vista gorda con las ‘botellonas’. Piensa que los coches no votan.

Excusatio

El (sin) alcalde inauguró las obras (nunca mejor dicho, porque están sin acabar) de la Plaza de España y se vanaglorió de que recupere el aspecto original concebido por Aníbal González, su estampa en  la Expo del 29, conforme a “fotos muy antiguas”. Y el (sin)  dijo: “Nunca hemos destruido nada antiguo por hacer algo nuevo. Sólo lo hemos hecho en zonas destruidas o deterioradas, como la Encarnación o la Alameda”. Tal como reza la locución, ‘excusatio non petita, accusatio manifesta’. ‘La piel sensible’, la biblioteca a costa de jardines del Prado, la Alameda….Pero, hombre, Alfredo, ¿con qué cara puedes decir que no te has cargado nada? Aunque hubiera estado destruida, que no era el caso, el estado de la Alameda no justificaba que la hayas convertido de paseo romántico en el remedo del paseo marítimo de Islantilla. Deberías haberla recuperado conforme a esas estampas antiguas que citas. ¿Por qué lo que vale para la Plaza de España no valía  para la Alameda? Te has cargado paisajes urbanos y, con ellos, parte de la memoria histórica y sentimental de Sevilla.

Diagonal

El Ayuntamiento de Barcelona, espejo en que se mira Sevilla, organizó un referéndum sobre el proyecto municipal de convertir la Diagonal  en un bulevar al alfrediano modo (con tranvía, carril bici y dos carriles para coches con velocidad limitada a 30 Kms) o en una nueva versión de las Ramblas, o bien por una tercera opción puesta al final de tapadillo y sin apenas publicidad, por aquello de aparentar algo de democracia: dejarla como estaba. El 80% de los votantes (172.161 de un censo de 1,4 millones) se pronunciaron al juanramoniano modo de ‘no la toquéis más, que así es la rosa’ y desautorizaron la iniciativa. Yo me pregunto qué habrían votado los sevillanos si se les hubiera dado a elegir entre dejar la Alameda como estaba o convertirla en el Paseo Marítimo bis de Islantilla; la calle San Fernando de toda la vida o como la terminal ferroviaria de Alcázar de San Juan; dejar igual la Encarnación o embutirle las ‘setas’ inspiradas en una gasolinera de Hamburgo, y dejar igual el Prado o meterle la biblioteca que imita el pabellón de México en la Expo-92.

Inundación del Pabellón de la Navegación

El agua deja en evidencia los riesgos para el futuro museo, donde

se invierten más de 8 millones de euros

La incidencia resucita el fantasma de la Navidad de 1996

La subida del nivel del agua en la dársena del río Guadalquivir ha provocado la inundación de los sótanos de la torre Schindler y del pabellón de la Navegación, que está siendo objeto de una inversión de al menos 8,4 millones de euros para reconvertirlo en museo conforme a un proyecto del arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra.

La situación es similar a la que se produjo en la Navidad de 1996, cuando el pabellón de la Expo-92 situado al borde del río se inundó como consecuencia de filtraciones a la dársena desde el cauce exterior y que obligaron a una operación de emergencia para taponar los muros y evitar que las zonas más bajas de Triana y de la Alameda de Hércules se inundaran a través de la red del alcantarillado.

El agua ha penetrado en el interior del Pabellón de la Navegación a mitad de esta  semana y ha llegado a alcanzar  al menos un metro de altura como consecuencia de la elevación del nivel de la dársena del Guadalquivir. Asimismo, se han inundado los sótanos de la torre Schindler y el área de albero que se extiende delante del pabellón, por lo que los propietarios de los vehículos que normalmente aparcan en esta zona tuvieron que evacuarla y al poco fue imposible acceder hasta el lugar por la rampa exterior al inmueble diseñado para la Exposición Universal por Guillermo Vázquez Consuegra.

La subida del nivel de la dársena ha sido tal que la torre Schindler quedó como una isla en medio del río, al quedar sumergida la delimitación del cauce y extenderse la lámina del Guadalquivir sin solución de continuidad hasta los taludes que conformaban la antigua carretera de circunvalación interior de la Muestra Universal.

La Sociedad Estatal de Activos activó un plan de emergencia, que incluyó la retirada de un transformador, para evitar cortocircuitos. El agua penetraba hasta por las juntas de dilatación del inmueble. La situación ha sido similar a la inundación sufrida por el pabellón durante la madrugada del día de Navidad de 1996, cuando Sevilla corrió el peligro cierto de inundación en las zonas más bajas, como la Alameda de Hércules, a través de la red del alcantarillado y como consecuencia de las filtraciones desde el cauce vivo del río a través del muro de contención de la dársena de Cuarto, situada al final de la carretera del Copero, junto a la esclusa.

En aquella madrugada de alarma y actividad febril para evitar que por efecto de la teoría de los vasos comunicantes la crecida del cauce vivo del Guadalquivir se extendiera hasta el cauce cortado de la dársena y barrios de la ciudad por la red del alcantarillado, hubo que abrir dos canteras en Alcalá de Guadaíra a las 3 de la madrugada. Una cadena de 24 camiones transportó albero y otros 24 camiones transportaron  piedras para taponar las vías de agua abiertas en el muro de contención de la dársena. Hubo que recurrir también a tres palas para compactar el albero y las rocas, en un trabajo que no se dio por concluido hasta doce horas más tarde, con la por entonces alcaldesa, Soledad Becerril, conteniendo la angustia a pie de obra.

Catorce años después, el Pabellón de la Navegación sufre una inundación similar a la de aquella madrugada, aunque por el momento no se ha dado una explicación oficial a la subida de nivel del agua en la dársena. Este episodio ha suscitado una gran preocupación en los responsables de Agesa, ya que de haber estado más avanzados los trabajos de reconversión del edificio en futuro museo, las pérdidas podrían haber sido más elevadas de las que actualmente se están evaluando.

Además, el riesgo de inundación (dos en catorce años) ya no puede ser minimizado de cara al futuro y podría obligar a estudiar medidas que no se habían contemplado en el proyecto redactado por el premiado arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra.

EL MUSEO

Agesa adjudicó a la empresa Ferrovial por cinco millones de euros las obras de reforma y acondicionamiento del Pabellón de la Navegación, que debería abrir sus puertas al público como centro expositivo y museístico dedicado a la navegación atlántica durante  el segundo semestre de 2010.

La reforma interior del Pabellón se está realizando de acuerdo al proyecto de su autor, el arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra, y persigue la recuperación del espacio original, un barco invertido con la cubierta sustentada en cuadernas, para dar cabida a los nuevos contenidos: exposición permanente, espacio para actos públicos, mediateca, tienda y cafetería.

También se remodelará el edificio anexo al pabellón, donde se abrirán dos nuevos restaurantes, así como la gran explanada delantera a orillas del Guadalquivir que, junto con la torre Schindler, Agesa pretende convertir en mirador privilegiado de Sevilla.

El proyecto obtuvo la licencia de obra por parte de la Gerencia y Urbanismo el 8 de marzo de 2009 y también ha recibido el visto bueno de la Consejería de Cultura, preceptivo, ya que el inmueble figura en el catálogo de edificios históricos protegido por la Junta de Andalucía.

En paralelo a las obras de remodelación del edificio, Agesa trabaja con la empresa General de Producciones y Diseño (GPD) y su director artístico, Boris Micka, en el proyecto de ejecución museográfico, que cuenta con un presupuesto de 3,4 millones.

Según el plan director aprobado en su día, el centro expositivo abordará la historia de la navegación atlántica y su relación con Sevilla desde cuatro perspectivas: la historia de los navegantes; la tecnología de la navegación; la vida a bordo y una prospectiva de la navegación del siglo XXI