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Frenazo y marcha atrás

“Nada volverá a ser como antes”. Estas palabras del ministro de Fomento, José Blanco, el 24 de mayo en el Congreso eran una premonición del drástico recorte de las inversiones en obra pública. Zapatero se comprometió ante la UE  a ajustar en 50.000 millones de euros el gasto en  2010-2013, de los que 6.400 corresponderían a Fomento entre este año y el próximo. Blanco ya ordenó  que sólo se terminaran las carreteras cuya finalización fuera más barata que las indemnizaciones que habría que pagar por suspenderlas. Esta semana, Fomento ha comunicado a la patronal sus planes: rescisión de los contratos de 70 obras en curso, ninguna carretera nueva en 2011  y  retraso de las que están en obras hasta 2016-2017.

Sevilla aparece de nuevo -la inversión pública en nuestra provincia sólo ha superado la media nacional una vez en los 18 años desde la Expo-  como la primera en la ‘lista negra’ del Ministerio, por los 500 millones de coste de los túneles de los Atlantes, proyectados por José Luis Manzanares sobre el río para la SE-40. El ingeniero trianero decía: “Un túnel bajo el Guadalquivir, en el lago Tharsis, cuna de Tartesos y sede de leyendas ancestrales , debe rememorar la gesta de los atlantes de los que toma el nombre: una estructura épica para un lugar épico y misterioso”.

CORTAR POR LO SANO

Pero como en Fomento no hay lugar para la épica, los cuatro túneles de 2,5 kilómetros –los más largos bajo un río en España-  cuentan con un 99,99% de posibilidades de ser diferidos ‘ad calendas graecas’ o incluso de quedar enterrados en el baúl de los recuerdos y ser sustituidos por un modesto puente, no se sabe cuándo. A Fomento no le duelen prendas a la hora de recortar, y ya eliminó el puente gemelo al del Alamillo diseñado para la Expo por Calatrava y lo sustituyó por otro sencillito de catálogo. La ley asegura a los contratistas –las andaluzas Sando y Azvi entre ellas- el cobro del 6% de la obra no ejecutada, más los gastos por la compra de maquinaria y otros conceptos, pero el Gobierno prefiere pagar esa indemnización (30 millones de euros) antes que 500 millones.

Además de los túneles, se va a paralizar buena parte de la SE-40, una ronda de circunvalación de 77,6 kilómetros, con un coste inicial de 1.200 millones de euros  y dividida en once tramos. Iniciada en 2005, sólo están en ejecución cinco de sus once fases, y al ralentí. A preguntas del diputado Ricardo Tarno (PP), el Gobierno reconoció hace dos meses que sólo se habían certificado obras por 70,5 millones de euros en 2009, cuando se habían presupuestado 170 millones. Por tanto, Fomento ya venía pisando el freno al librar sólo el 41,50% del dinero previsto.

LA LISTA NEGRA

El frenazo a la SE-40 implicará la más que probable paralización del gran puente que conectaría La Algaba con la autovía de acceso Norte a Sevilla. Todos los indicios apuntan a que no se van a licitar los tramos pendientes de esta ronda y a que con suerte se podrían rematar  los 23,9  kilómetros entre La Rinconada y Dos Hermanas (el 30,79% del total), que acumulan ya ocho meses de retraso. Antes del tijeretazo se preveía su conclusión para el primer semestre de 2011.

En la lista negra de obras sevillanas frenadas también pueden acabar el túnel del AVE Santa Justa-aeropuerto y la ampliación del tercer carril de la A-49 hasta La Palma. Con suerte se concluirían las obras hasta Sanlúcar la Mayor. Y a Blanco le han venido de perlas las protestas de los alcaldes de Utrera y El Cuervo sobre el futuro trazado de la A-4 y la de colectivos de la Sierra de Huelva sobre la mejora de la conexión Sevilla-Lisboa para aparcar estos proyectos. Lo único que parece salvable en la actual coyuntura es el Cercanías ferroviario del Aljarafe, avalado con su presencia por el propio ministro, que le dio el pistoletazo de salida hace unas semanas. Ya entonces Griñán dijo que las carreteras podían esperar, no así el ferrocarril.

CRISIS SOBRE CRISIS

Estos recortes tendrán un efecto demoledor en la construcción y en la  refinanciación de empresas andaluzas como Sando, una de las contratistas de la SE-40. La compañía, con fuerte presencia en Sevilla, refinanció hace un año un préstamo sindicado y otros créditos por 1.500 millones de euros con un ‘pool’ de bancos. Todo el plan se basaba en los ingresos que la empresa esperaba por su cartera de obra contratada, unos contratos que en parte son ahora papel mojado.

En los Presupuestos Generales del Estado, el Gobierno destinaba más de 500 millones de euros para infraestructuras en Sevilla. Esta cifra, aunque insuficiente, fue bien valorada por Comisiones Obreras al contemplarla en un escenario de crisis y con más de 200.000 parados -un 22% de tasa de desempleo-. El sindicato calculó que podría suponer para la provincia el 1,8% del PIB y la creación de 4.000 empleos directos en la construcción y el mantenimiento o inducción de otros 25.000 en sectores auxiliares, por lo que el parón inversor de Fomento en Sevilla  tendrá una fuerte repercusión. Las patronales de la construcción calculan que por cada millón de euros dejado de invertir en obra pública se destruyen 18 empleos directos e indirectos, de lo que se colige que sólo la ‘congelación’ de los túneles de la SE-40 dejará de brazos cruzados a 9.000 personas.

Y todo en la semana en que según el último informe socioeconómico, en Sevilla han desaparecido 5.000 empresas víctimas de la peor crisis que se recuerda. Ni siquiera la obra pública aparece ya como una tabla de salvación.

Ayuntamiento ni-ni

La sociología habla de ‘generación ni-ni’ para referirse a los 700.000 jóvenes menores de 34 años que ni estudian ni trabajan. En línea con los nuevos tiempos, el (sin) alcalde ha inventado el Ayuntamiento ni-ni cuando ha dicho que el Consistorio no va a presentar alegaciones al proyecto del Metro: “Ahora son los ciudadanos los que decidirán los últimos detalles; nosotros no entramos en eso”. Osea, ni alegaciones, ni correcciones, ni puntualizaciones, ni sugerencias, ni mejoras, ni ampliaciones, ni más inversiones, ni más líneas, ni trazados alternativos, ni cocheras y talleres fuera del Alamillo…. Ni siquiera si una o dos estaciones en el Centro, o si la estación única debe ir en la plaza del Duque, la de la Encarnación, la del Cristo de Burgos o la de Ponce de León. Ná de ná. Ni chicha ni limoná. El (sin) alcalde se lava las manos con el Metro, en plan Poncio Pilatos, y deja que el pueblo haga según su libre albeldrío, mientras el Consistorio hace mutis por el foro. Así está Sevilla con Monteseirín: huérfana. Sin alcalde y, ahora, también sin Ayuntamiento.

Ocultación

El proyecto del Metro, que el (sin) alcalde dice haber pactado con la Junta para aparecer como comadre de la criatura tras ser el padre del ‘Metrocentro’,  invade dos parques, calificados como sistemas generales en el PGOU: el del Alamillo (donde Rosa Aguilar y Alfredo  sitúan las cocheras y talleres) y el Anillo Verde Norte. Esta es la Sevilla sostenible según Monteseirín. ¿Qué otros marrones y bacaladas se esconden en los tochos, perdidos entre la marea de papeles cuales agujas en un pajar y esperando escapar del ojo sagaz de la prensa? Las cocheras y talleres previstos en el Alamillo, pese a su importancia, no aparecen en los planos de planta general, ni en el presupuesto, ni en el estudio de impacto ambiental. Sólo en un apartado de la Memoria y en un plano, para que pasen lo más inadvertidos posibles dentro de un conjunto de 15 tomos en formato A-3 que ocupan tres grandes cajas. Lo han hecho con premeditación y alevosía, a ver si, en medio del debate sobre túneles y estaciones en el Duque o en Ponce de León, nos los cuelan, aunque sea por la gatera.

Excusatio

El (sin) alcalde inauguró las obras (nunca mejor dicho, porque están sin acabar) de la Plaza de España y se vanaglorió de que recupere el aspecto original concebido por Aníbal González, su estampa en  la Expo del 29, conforme a “fotos muy antiguas”. Y el (sin)  dijo: “Nunca hemos destruido nada antiguo por hacer algo nuevo. Sólo lo hemos hecho en zonas destruidas o deterioradas, como la Encarnación o la Alameda”. Tal como reza la locución, ‘excusatio non petita, accusatio manifesta’. ‘La piel sensible’, la biblioteca a costa de jardines del Prado, la Alameda….Pero, hombre, Alfredo, ¿con qué cara puedes decir que no te has cargado nada? Aunque hubiera estado destruida, que no era el caso, el estado de la Alameda no justificaba que la hayas convertido de paseo romántico en el remedo del paseo marítimo de Islantilla. Deberías haberla recuperado conforme a esas estampas antiguas que citas. ¿Por qué lo que vale para la Plaza de España no valía  para la Alameda? Te has cargado paisajes urbanos y, con ellos, parte de la memoria histórica y sentimental de Sevilla.

Descaro

Urbanismo difunde una nota sobre  la concesión de licencia al  SAS  para ampliar el “antiguo Hospital Militar Vigil de Quiñones”. Tras su  traspaso a la Junta, intentaron  borrarle el nombre por pensar en su incultura los gerifaltes de hogaño que Vigil de Quiñones era un franquista de tomo y lomo, cuando fue un héroe de los ‘últimos de Filipinas’ que murió años antes de nuestra guerra incivil. Lo llamen como lo llamen, el centro sanitario será siempre el Hospital Militar en el argot popular, como el Duque del Infantado es  el Pabellón Vasco y a la Ciudad Sanitaria aún la denominan García Morato. El pueblo tiene su particular memoria histórica aunque los políticos, al igual que el corazón de Pascal, no lo puedan comprender. Lo mejor de la nota es ésto: “La Gerencia de Urbanismo contribuye con esta licencia a aumentar los servicios asistenciales de Sevilla”. Osea, que el SAS invierte los 12 millones de euros y el que se pone las medallas hospitalarias es Urbanismo por dar la burocrática licencia. En este caso el orden de los factores sí altera el producto.

¡Qué me dices!

‘¿Qué me estás contando?’. Nunca el título de unas Jornadas, como las de la UPO para acercar la política local a los universitarios, pudo ser más apropiado a la luz de las palabras del invitado-estrella, Torrijos. El socio de Monteseirín mostró allí su pública conversión al principio de Schumacher de ‘lo pequeño es hermoso’, expuesto en su libro del mismo título, absolutamente recomendable. Bienvenido al club, Antonio. Torrijos mostró en la UPO  sus “serias dudas” de que haya que seguir con grandes proyectos como el de las ‘setas’ de la Encarnación, y en su lugar apostó por la micropolítica y los proyectos a escala humana. Pero, ¡qué callado te lo has tenido estos años mientras te beneficiabas del pacto ‘de progreso’ con Alfredo y silbabas mirando al techo cuando el alcalde soltaba el discurso de la transformación de la ciudad, la modernidad, las vanguardias y los iconos emblemáticos! Mientras Monteseirín discurseaba y Marchena diseñaba el plan de financiación de las ‘setas’ ruinosas, tú, Antonio, callabas con un silencio cómplice. Y el que calla, otorga.

Diagonal

El Ayuntamiento de Barcelona, espejo en que se mira Sevilla, organizó un referéndum sobre el proyecto municipal de convertir la Diagonal  en un bulevar al alfrediano modo (con tranvía, carril bici y dos carriles para coches con velocidad limitada a 30 Kms) o en una nueva versión de las Ramblas, o bien por una tercera opción puesta al final de tapadillo y sin apenas publicidad, por aquello de aparentar algo de democracia: dejarla como estaba. El 80% de los votantes (172.161 de un censo de 1,4 millones) se pronunciaron al juanramoniano modo de ‘no la toquéis más, que así es la rosa’ y desautorizaron la iniciativa. Yo me pregunto qué habrían votado los sevillanos si se les hubiera dado a elegir entre dejar la Alameda como estaba o convertirla en el Paseo Marítimo bis de Islantilla; la calle San Fernando de toda la vida o como la terminal ferroviaria de Alcázar de San Juan; dejar igual la Encarnación o embutirle las ‘setas’ inspiradas en una gasolinera de Hamburgo, y dejar igual el Prado o meterle la biblioteca que imita el pabellón de México en la Expo-92.

El vendedor de motos

Yo me quito el sombrero ante Celis, porque es el mejor relaciones públicas de sí mismo después de Narciso. Se trabaja tan bien a la prensa que la mayoría de los periódicos de la ciudad, por no decir todos, le hicieron una entrevista a toda plana. Nunca se había visto nada igual con un secretario general de la Vivienda. ¿Y puede haber dos gallos cantando en una misma Consejería? El día en que lo nombren aquello a lo que aspira y a lo que se cree acreedor por méritos propios y deméritos ajenos, los periódicos tendrán que hacer ediciones especiales. En una de sus muchas interviús ha dicho que no se fue del Ayuntamiento con espinitas clavadas porque desbloqueó las ‘setas’ de la Encarnación y Fibes y ha dejado definidas perfectamente sus arquitecturas financieras. Tan definida estaba la financiación que apenas llegar su sucesor, otear el panorama y actualizar cuentas, la factura de Fibes ha subido en 11,3 millones de euros, y las ‘setas’, que  empezaron por 51, van ya por 89 y no se sabe cómo acabarán. ¡Qué gran vendedor de motos se ha ido de la Plaza Nueva!

La muralla ‘china’ de Sevilla

Más de 100 kilómetros de muros artificiales construidos a lo largo de siglo y medio defienden la ciudad contra las inundaciones de sus ríos

Los muros llegan hasta la cota 12 metros para poder contener una avenida de 9.000 m3/segundo, no registrada en tiempos modernos

La nueva muralla defensiva se complementa con 31,5 kilómetros de cortas para alejar de la ciudad los cauces fluviales

Merced a las cortas y eliminación de codos en el Guadalquivir la distancia navegable hasta Sanlúcar se ha reducido en 45 kilómetros

La inversión en obras de defensa contra las inundaciones equivale casi a todo lo gastado en la Cartuja para celebrar la Expo-92

Los trabajos de protección contra las riadas han permitido multiplicar por 21,5 la superficie urbana de Sevilla

Pocos sevillanos son conscientes de que Sevilla sigue siendo una ciudad amurallada como hasta el siglo XIX, salvo que ahora esas murallas están integradas en el paisaje, carecen de almenas y de sillares y sobre su cota de coronación discurren en muchos casos parte de las rondas de circulación o de circunvalación de la ciudad por las que transitan los automovilistas. Esas nuevas murallas son los muros de defensa contra las inundaciones de los ríos y arroyos que fluyen por Sevilla y que se han ido levantando desde que a partir de 1858 comenzó el derribo de las murallas históricas, las cuales también ejercieron la función de dique de contención de las avenidas.

Muralla en la Macarena

Muralla en la Macarena

Desde entonces, según los datos estadísticos facilitados por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, la ciudad se ha rodeado de un perímetro defensivo contra las crecidas de sus cauces fluviales de 104 kilómetros de longitud, una distancia como la de Sevilla a Huelva.

En una de las paredes del Ayuntamiento que da a la Plaza Nueva existe una placa de metal con el dato de la altura a la que se encuentra ese punto de Sevilla en relación con el nivel del mar medido en la ciudad de Alicante: 9,1 metros. La altura media del conjunto de la ciudad es de unos 7 metros y hay zonas aun nivel inferior, como la Alameda de Hércules, a sólo 4,30 metros. Dado que históricamente las crecidas del Guadalquivir y/o de los otros cursos que fluyen por el término municipal (Guadaira, Tagarete, Tamarguillo, Ranillas) elevaban el nivel del agua hasta los 10 metros en una llanura aluvial como la que ocupa la ciudad y sometida además al influjo de las mareas del océano Atlántico, distante sólo 80 kilómetros en la desembocadura del Guadalquivir por Sanlúcar de Barrameda, la historia de Sevilla ha estado marcada por la necesidad de defenderse de las inundaciones a que es tan propensa por su entorno hidrológico y el carácter torrencial que en poco tiempo pueden adoptar sus ríos y arroyos.

Según el informe ‘Lucha contra las inundaciones en Sevilla, compilado por la  Confederación Hidrográfica,  históricamente la ciudad se defendía de las avenidas cerrando a cal y canto sus murallas y preservando su casco urbano –con 260 hectáreas, uno de los más grandes de Europa-, salvo el arrabal de Triana y, posteriormente, los barrios de San Benito y San Bernardo, que quedaban extramuros.

Inundación de 1947 en el Paseo Colón, junto a la Torre del Oro

Inundación de 1947 en el Paseo Colón, junto a la Torre del Oro

Estos dos últimos sufrían además los embates del Tagarete, Tamarguillo y Guadaira. En tales circunstancias, se cerraban y reforzaban las puertas y los husillos de desagüe, con lo que las aguas sólo podían penetrar en el interior por rotura o negligencia, o a través del terreno por sifonamiento. Rodeada totalmente por el agua, la ciudad se convertía en una isla, sin poder evacuar sus aguas negras ni las de la lluvia, que producían inundaciones en las zonas más bajas. Sevilla sólo se comunicaba con el mundo exterior por una calzada elevada que, partiendo de la Puerta de la Carne, cruzaba el Tagarete y llegaba hasta Alcalá de Guadaíra, la cual la surtía de víveres por ese conducto.

DERRIBO DE LAS MURALLAS

Tras el derribo de las murallas en el siglo XIX, la defensa contra las riadas se encomendó a malecones de tierra, a ataguías provisionales con las que se cerraban las calles que daban al campo y los terraplenes elevados sobre los que se construyeron carreteras y ferrocarriles, en particular los que unían la ciudad con Huelva y que se alzaron en perpendicular al Guadalquivir para servir de freno a sus aguas pero sólo parcialmente, ya que Triana seguía indefensa ante las avenidas.

Así, según el catedrático Borja Palomo en su ‘Memoria histórico-crítica sobre las riadas (siglo XV-1877)’, en diciembre de 1876 una crecida del río destruyó a la altura de la Macarena más de 70 metros del malecón de tierras protector de la ciudad y las aguas inundaron dos tercios del caserío de Sevilla, y del arrabal trianero sólo dos casas quedaron en seco.

Estas catástrofes naturales motivaron la redacción de proyectos de obras públicas para proteger la ciudad de las inundaciones y mejorar las condiciones del puerto, trabajos que se han realizado entre 1909 (corta de Tablada) y 1980 (corta de la Cartuja) y de los que aún queda pendiente el desvío del Tamarguillo hacia el Norte, previsto en el PGOU de 2006  para la protección de la zona del aeropuerto viejo, Miraflores y el área construida en la margen derecha del arroyo, junto al que se ha proyectado un gran parque lineal que debe cerrar el conjunto de actuaciones de restauración del medio natural. Este proyecto ya ha sido objeto de un convenio entre el Ayuntamiento y la Confederación Hidrográfica. Se necesitará, pues, más de un siglo para completar el cierre del anillo defensivo de Sevilla desde el inicio de la primera corta.

UN SIGLO DE OBRAS

En síntesis, los trabajos realizados en este periodo de tiempo han sido los siguientes:

-Corta de Tablada (1909-1926): Consistió en la apertura de un cauce recto de 6 kilómetros de longitud entre la Punta de las Delicias y la Punta del Verde para eliminar varios codos del río y construir 800 metros de muelle y el puente basculante de hierro.

-Unión de los arroyos Tagarete y Tamarguillo cerca de la huerta de Ranillas para que desembocaran en el Guadaira aguas arriba del puente ferroviario Sevilla-Cádiz.

-Nuevos malecones de tierra completados por el Oeste con la elevación de la calle Torneo, Plaza de Armas, calle Arjona y paseos de Colón y las Delicias. La superficie defendida de la ciudad pasó de las 260 ha comprendidas entre las murallas históricas a 1.579, al quedar dentro del perímetro de malecones los barrios de San Benito, San Bernardo y San Sebastián , el Prado, el Parque de María Luisa y terrenos sin urbanizar al Norte y Este. Siguieron indefensos Triana, San Jerónimo y el cementerio.

-Creación de la dársena (1926-1948): La Junta de Obras del Puerto convirtió el puerto sevillano en una dársena libre de la influencia del río y de sus crecidas que hasta entonces inundaban los muelles, destruían las mercancías y ponían en peligro incluso los barcos. Para ello hubo que desviar el cauce del Guadalquivir desde Chapina hacia el Oeste, alzar un muro de defensa que rodeaba Triana, Los Remedios y la base aérea de Tablada  y desviar el Guadaira, para que no desembocara en el interior de la dársena, hacia la Punta del Verde, aguas debajo de la esclusa. Así quedó defendida Triana y se incrementó en 885 hectáreas el área urbana protegida.

-Desvío del Tamarguillo y del Ranillas (1961-1963): La expansión urbana acabó invadiendo el cauce de avenidas del arroyo Tamarguillo y reduciendo a poco más de la mitad su capacidad de evacuación, por lo que según la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir  el arroyo llegó a ser una verdadera pesadilla en los inviernos lluviosos. En 1948 destrozó el malecón de defensa por cinco puntos e inundó Heliópolis, por lo que tras otra inundación en 1961 y la catástrofe subsiguiente se procedió a separar los arroyos del Tamarguillo y de Ranillas de la ciudad y a dotarlos de cauces capaces de evacuar sus máximos caudales previsibles. Con estas obras y los nuevos muros de defensa se duplicó la superficie protegida de Sevilla, que pasó a ser de 4.880 ha.

-Corta de la Punta del Verde (1963) para eliminar un codo del Guadalquivir que había quedado desde las obras de la dársena.

-Nuevo cauce del Guadaira (1967-1977): Rectificación del cauce del Guadaira a lo largo de 23 kilómetros y en paralelo al futurible canal Sevilla-Bonanza, con una sección capaz de desaguar hasta 2.000 m3 por segundo.

La corta de la Cartuja, a la izquierda, generó la isla de la Cartuja, que aparece en la imagen durante las obras preparatorias de la Expo 92

La corta de la Cartuja, a la izquierda, generó la isla de la Cartuja, que aparece en la imagen durante las obras preparatorias de la Expo 92

-Corta de la Cartuja (1975-1980): La gran avenida de 1963, cuando el río alcanzó casi 6.000 m3/segundo por el Patrocinio, puso de manifiesto el riesgo de inundación que seguía corriendo Sevilla a través del meandro de San Jerónimo  y la socavación del malecón de defensa por el agua, que estuvo a punto de destruir la traída de La Algaba a Sevilla, la línea ferroviaria a la altura de San Jerónimo y las cimentaciones de los postes de alta tensión que suministraban energía eléctrica a la ciudad. Los estudios realizados demostraron que la única solución consistía en suprimir el ataque del río mediante la eliminación de los codos de San Jerónimo y Chapina y la rectificación del cauce mediante lo que sería la corta de la Cartuja, de 5,5 kilómetros de longitud.

La conclusión de esta obra, a falta de la de menor envergadura del Tamarguillo en Miraflores, supuso el fin del peligro de inundaciones para Sevilla, puesto que el perímetro defensivo formado por esos 104 kilómetros de muros que llegan hasta la cota 12 sobre el nivel del mar  (cota 9 en algunas zonas con nivel de suelo más elevado) ha sido calculado para soportar una avenida máxima de 8.000 a 9.000 m3/segundo (se produciría teóricamente una cada 500 años), que nunca se ha producido en épocas recientes en la ciudad.

Para que se registrase un caudal de estas características debería llover de forma torrencial y generalizada en toda la cuenca del Guadalquivir durante un largo periodo de tiempo. Los muros de defensa incluso sirven de soporte a rondas de tráfico. La SE-30 discurre sobre unos 15 kilómetros del muro Camas-San Juan de Aznalfarache y la avenida de Carlos III en la isla de la Cartuja aprovecha el malecón de Triana (1950), el de la corta de la Cartuja y el del Tamarguillo.

El conjunto de actuaciones realizadas en Sevilla a lo largo de estos cien años ha supuesto una inversión de unos 1.500 millones de euros, casi equivalente a lo invertido por España y los países y empresas participantes en la isla de la Cartuja para la celebración de la Exposición Universal de 1992, una isla fruto justamente de las obras para defender la ciudad de las avenidas del Guadalquivir.

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UN MURO DE DEFENSA COMO

DE SEVILLA HASTA HUELVA

Muro                                                              kilómetros

– Miraflores-Tamarguillo                                             8

-Ranillas                                                                     6

-Guadaíra                                                                 50 (25+25)

-Guadalquivir                                                            30

-Otros diques no operativos                                      10

Total                                                                       104

MAS DE 30 KILÓMETROS DE CORTAS EN EL RÍO

–         Corta Merlina (1795), situada frente a Coria del Río, de 600 metros de longitud. Evita un rodeo de 10 kilómetros por el Guadalquivir.

–         Corta Fernandina (1816), aguas arriba de la Isla Menor. Con 1.600 metros, sustituyó un recorrido de 16 Kms. del cauce natural.

–         Corta de Los Jerónimos (1888). Situada también en la Isla Menor, en la zona conocida como ‘La Mínima’. Mide 6,6 Kms. y ahorra 13 Kms. del recorrido del cauce natural.

–         Corta de Tablada (primer cuarto del siglo XX). Situada entre Sevilla y la Punta del Verde, mide 6 Kms. Actualmente ha quedado dentro de la dársena, entre el puente de Los Remedios y la esclusa.

–         Corta de La Punta del Verde, con 3 Kms. de longitud.

–         Corta de Olivillos y La Isleta (1971-1972), con 4,4 Kms. y 3,8 Kms, respectivamente. Con ellas se consigue un acortamiento de casi un kilómetro en el recorrido de las embarcaciones.

–         Corta de la Cartuja (1980). Mide 5,5 Kms. Previene de inundaciones tras la eliminación de la curva de San Jerónimo.

–         Longitud total de las cortas: 31.500 metros.

Todas estas cortas, excepto la de la Cartuja –realizada exclusivamente para la laminación de inundaciones-, además de proteger a la ciudad de los desbordamientos favorecen el acceso de los barcos a la esclusa y facilitan el desagüe del río. La distancia entre Sevilla y el Brazo del Este era de 81 Kms. y ha pasado a 36 Kms., de los que dos tercios son fruto de las obras. La distancia entre Bonanza  (Sanlúcar de Barrameda) y la esclusa es de 79 Kms. y se ha reducido para la navegación un total de 45 kilómetros.

MAS DE 5.000 HAS. GANADAS PARA LA EXPANSIÓN URBANA

-En el siglo XIX, la zona protegida por las murallas de la ciudad era de 260 Has.

-En 1930, una vez ejecutadas las obras del primer cuarto del siglo XX, la superficie protegida de inundaciones asciende a 1.500 Has (se incorporan San Benito, San Bernardo, el Prado de San Sebastián y el Parque de María Luisa, entre otras zonas).

-En 1950 se añaden al perímetro protegido (la superficie asciende a 2.460 Has.) Triana, Los Remedios y la base de Tablada.

-En 1963, tras ejecutarse las actuaciones de protección de los arroyos Tamarguillo y Ranillas, el área protegida se eleva a 4.880 Has. y se incluyen Miraflores, Bami, La Corza y Ciudad Jardín, entre otros.

-En 1980, tras la ejecución de la Corta de la Cartuja, se incorporan 500 Has. más a Sevilla y 230 al Aljarafe al protegerse parte de la Vega de Camas y San Juan de Aznalfarache. Quedan defendidos San Jerónimo, La Pañoleta y la isla de la Cartuja.

-Actualmente Sevilla tiene 5.500 Has. protegidas de inundaciones gracias a los muros de defensa y a las cortas en el río.

NUEVOS CAUCES ARTIFICIALES PARA DESVIAR LOS RÍOS

-En el plano de la ciudad correspondiente al año 1930 se observa cómo los arroyos de Miraflores, Ranillas y Tamarguillo, que anteriormente atravesaban la ciudad, se desvían hacia el río Guadaira.

-En el año 1950 se desvía el Guadaira, que pasa de desembocar en la zona de Heliópolis a la de la Punta del Verde. Además, durante este periodo se construye el tapón de Chapina. En este momento Sevilla queda protegida por la zona portuaria.

-Entre 1967 y 1970, el Guadalquivir está relativamente controlado. Los arroyos son ahora lo más conflictivo.

-Nuevas inundaciones en 1962. Los malecones construidos no son suficientes para contener las avenidas, por lo que al año siguiente (1963) se desvían el arroyo Tamarguillo y el de Miraflores, que vuelven a desembocar en el Guadalquivir a la altura de San Jerónimo.

-El arroyo Ranillas se aleja de la ciudad pero continúa desembocando en el Guadaira.

-A finales de los años 70 se ejecuta el desvío del río Guadaira a lo largo de 23 kilómetros  hacia lo que actualmente se conoce como nuevo cauce del Guadaira, que cuenta con un malecón a cada lado del cauce.

-Se construye la corta de la Cartuja (1980).

Medio Jardín Americano

¿Qué negocio es aquél en que se gasta dos veces el dinero en comprar lo mismo para al final quedarse con la mitad? Responderán que eso no sería un negocio, sino una tomadura de pelo. Pues, ‘mutatis mutandis’, esto pasa con el Jardín Americano de la Expo, cuya reapertura ha ‘vendido’ en plan triunfalista el Ayuntamiento, con foto incluida de Monteseirín plantando un árbol. La verdad es que habría poco que celebrar; más bien ocultar nuestras vergüenzas por haber dejado abandonado durante casi 18 años un jardín único en el mundo, legado de la Muestra a Sevilla y que se formó por las donaciones de los países iberoamericanos en lo que se llamó ‘Operación Raíces’. Aquella maravilla botánica, que habría sido el orgullo de una sociedad culta, albergó 690 especies. Ahora, hemos gastado 8,5 millones de euros en recuperar tan sólo 400, el 58% de las que había. Por nuestra desidia hemos dejado perder 290 plantas que nadie,  salvo nosotros, tenía fuera de América. Pero, claro, es más vistoso hacerse una foto plantando un árbol que regarlo a diario para que no muera.