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Gae Aulenti

La muerte de Agustín García Calvo, al que se han dedicado tan justas semblanzas recordando su vinculación con Sevilla,  ha eclipsado entre nosotros la noticia de otro fallecimiento, el de la gran arquitecta italiana Gae Aulenti, a los 84 años, en Milán. Figura mundial de la arquitectura, fue junto con Pierluigi Spadolini la autora del pabellón de su país en la Expo-92. El de Italia fue, tras el de España, el pabellón nacional más grande de la Muestra Universal, excluidos los temáticos: un paralepípedo de nada menos que 90 metros de longitud (como la de un campo de fútbol), por 50 de anchura y 30 de altura media. El hoy Centro de Empresas de Cartuja-93 costó por entonces la friolera de 6.000 millones de pesetas. Con sus cuatro torres para camuflar los ascensores y una lámina de agua en su diáfano interior para combatir el calor sevillano, el denominado ‘Palazzo Italia’ hacía en verdad honor a su nombre y evocaba una ciudad amurallada. A su lado, el pabellón de Grecia parecía tan liliputiense que en el argot de la Expo se le conocía como ‘la caseta del perro’.

 

Pandereta

Casi un año después de aquel Pleno en el que se acordó conmemorar el XX aniversario de la Expo, el Ayuntamiento ha parido con fórceps y en el último minuto un ratón en forma de cante por sevillanas y de ‘photocall’ de la mascota ‘Curro’ para las fotos nostálgicas, como apéndice impostado del IV Encuentro de Casas Regionales y Provinciales. Con la coartada de la austeridad, al Consistorio le ha salido la Sevilla de charanga y pandereta para celebrar de la forma más típica y tópica el evento que se presentó como su antítesis y como la incorporación a la modernidad. En vez de haber aprovechado la oportunidad para presentarle a España y al mundo nuestra evolución en estos veinte años, el aprovechamiento del legado de la Expo merced a la Tecnópolis de Cartuja-93 y nuestros proyectos para el futuro, hemos reducido el acontecimiento a una verbena de barrio con exhibición de folklore y al reparto de material de desecho de los almacenes municipales. Menudo ridículo ha hecho el gobierno de Zoido. Para este viaje no hacían falta alforjas: mejor no haber conmemorado nada.

 

La coartada

El Ayuntamiento sigue empeñado en homenajear a la Expo de Pellón con la coartada del borrador. Ya saben: cada vez que a la Sociedad Estatal le pillaban un documento comprometedor decía que se trataba de un mero borrador. Nunca era el definitivo, salvo que no suscitara polémicas o conviniera a sus intereses. Max Vílchez ha tirado de ese manual de la Burson Marsteller diciendo otro tanto sobre el plan que le ha pillado Antonio Muñoz,  listo para su aprobación, y que entre otros sablazos preveía subir las licencias de obras en casi un 100%: 130 folios firmados uno a uno por el delegado de Urbanismo y su gerente y con informes justificativos de la jefa del servicio de Gestión Financiera y Tesorería y del director de Administración y Economía. ¿Tanto trabajo, tantos implicados, tantos sellos y tantas firmas para sólo un borrador? Cuidado, que los borradores los carga el diablo. Por de pronto, a los de Gaesco, la patronal del ladrillo, ya se les han puesto los pelos de punta. Y menos mal que Zoido llegó a la Alcaldía prometiendo que no iba a subir los impuestos.

Sevilla y Barcelona, 20 años después

Este año se celebra el XX aniversario de la Expo, aunque a mes y medio para el 12 de octubre, fecha de su clausura, el Ayuntamiento aún no ha organizado un solo acto conmemorativo. También Barcelona está de efemérides: los Juegos Olímpicos de 1992. En 1991, vísperas de ambos acontecimientos, Sevilla recibió entre 1 y 1,2 millones de turistas. En 2011, al cabo de cuatro lustros, tuvimos 2.238.852, el doble en números redondos. Barcelona ha pasado en el mismo periodo de 1,5 millones a 7.450.000: cinco veces más. La ciudad condal no se tenía hasta el 92 por una urbe turística, sino industrial. Sevilla, sí. Hoy, Barcelona, partiendo de una posición similar, más que la triplica turísticamente.

Sevilla resucitó en 1992 las exposiciones universales, consideradas un producto del pasado, como prueba que la previa se había celebrado en 1970 en Osaka (Japón). Sevilla reinventó el modelo, pero una vez clausurada la Muestra se desentendió del digamos ‘movimiento expositivo’. Ni siquiera convirtió uno de los pabellones de la Cartuja en museo de la Expo.

LA LLAMA OLÍMPICA

Aunque los Juegos Olímpicos se celebran cada cuatro años en un sitio distinto, una vez concluidos los suyos Barcelona siguió ‘infiltrada’ en el movimiento olímpico al convertirse en consultores internacionales muchos de los gestores de su Olimpiada; creó el Museo Olímpico (dedicado a Samaranch); mantuvo vivo el ‘Anillo Olímpico’ de Montjuich, donde este año ha organizado el Mundial de Atletismo Junior y en 2013 albergará el Mundial de Natación, y, previamente, el Campeonato de Europa (2010) y el Campeonato del Mundo Indoor (1995), y donde las instalaciones, como el Palau Sant Jordi, albergan hasta congresos médicos, en contraste con nuestro Palacio de San Pablo; cada año la ciudad organiza además cerca de 350 eventos deportivos (¡casi uno diario!), con unos 250.000 participantes de media.
Es la primera urbe de Europa en practicantes deportivos y, en proporción a su población, la tercera del mundo. Además, con pleno apoyo de los empresarios (Joan Gaspart, expresidente del F. C. Barcelona, lidera el Consejo General de Turismo), aspira a organizar los Juegos Olímpicos de Invierno en 2022, contra Jaca si es preciso (siete candidaturas fallidas). ¿Que en Barcelona no hay nieve? No importa: se ‘anexiona’ las estaciones de esquí pirenaicas, de ahí que la candidatura se denomine Barcelona-Pirineus: las pruebas al aire libre, a la montaña más o menos lejana; las pruebas bajo techo (hockey sobre hielo, patinaje y ‘curling’, además de la inauguración y clausura), al estadio de Montjuich y al Palau Sant Jordi.

EL F. C. BARCELONA

A la ‘marca olímpica’ legada por el 92 se le ha unido como gran polo de atracción turística la conversión del F.C. Barcelona en un equipo universal (cuatro Champions en este periodo), gracias a Cruyff, Guardiola y Messi. Hay camisetas del ‘10’ barcelonista a la venta en infinidad de tiendas por la ciudad.
El Barça ha montado el ‘Camp Nou Experience’, que al ‘sablazo’ de 23 euros incluye una visita al museo del club con sus trofeos, el estadio y un espacio multimedia que recrea sus mejores partidos y goles. Pese a ese precio, en pleno mes de agosto y bajo un sol de justicia fluía a diario (hasta 13.000 visitantes en una sola jornada) un río de autocares y de turistas/hinchas de los cinco continentes, como en una peregrinación a la Meca. La estadística refleja 1.626.990 visitantes en 2011, lo que convierte al museo/estadio en el tercero más visitado de España, sólo superado por el Prado (2.911.767) y el Reina Sofía (2.705.529). Gran parte de estos turistas compran en la tienda oficial camisetas de los jugadores ¡a 100 euros!. No es extraño que la facturación del Barça haya crecido un 59% en un año.

EL GENIO DE GAUDÍ

Los turistas que llegan a Barcelona por tierra, aire (3.824.658 pasajeros por el aeropuerto del Prat en julio, nuevo récord histórico, y 20.248.786 desde enero, frente a 4.939.890 en todo 2011 de San Pablo) y mar (851 escalas de cruceros en su puerto, con 2,3 millones de turistas que gastaron 260 millones de euros y han convertido a la ciudad en el cuarto destino mundial) tienen en la arquitectura de Gaudí el otro gran motivo de atracción (sus 74 autobuses exclusivamente turísticos transportan a 21,7 millones de visitantes al año).
Desde que en 2002 se celebró el Año Internacional de Gaudí y se abrió al público la fabulosa Casa Batlló en el Paseo de Gracia, la fiebre por conocer la obra del genial arquitecto de Reus aumenta cada año. Las colas para entrar en la Sagrada Familia son tan multitudinarias (dos horas de espera) como las de Versalles y la Capilla Sixtina: 3,2 millones de visitas/año. No en vano la Cámara de Comercio de Monza le atribuye en un estudio un valor de marca de 90.366 millones de euros, más aún que al museo del Prado (59.262 millones).

TURISMO CULTURAL

Pese a que otras obras de Gaudí, como la Casa Batlló y la Casa Milá (la Pedrera) están abiertas los siete días a la semana hasta las 21 horas, no dan abasto a atender la enorme demanda de los turistas. Al socaire de Gaudí se ha revalorizado toda la obra de otros maestros como Domenech i Montaner (Palau de la Música, Hospital de Sant Pau) y se ha creado una ruta específica sobre el modernismo.
Por el contrario, en Sevilla ni siquiera hemos sabido rentabilizar la arquitectura regionalista ni potenciar la figura de nuestro Gaudí particular, Aníbal González. La creación de valor de marca es uno de los factores que explica por qué tras veinte años Barcelona ha superado con creces turísticamente a Sevilla y se ha instalado de forma permanente en la Liga de grandes ciudades del mundo.

A la piqueta

El TSJA no se ha dejado engatusar, como tampoco los vecinos, por el ‘regalo envenenado’ de la Hispalense y ha decretado la completa demolición a sus expensas de los pilares de la biblioteca y la reposición de los jardines del Prado a su estado original. ‘Regalos envenenados’ llamaba Cassinello a los pabellones de la Expo que los Participantes querían legar a España al final del 92, porque aquel altruismo escondía la intención de ahorrarse los gastos de la demolición, obligada por el Reglamento de la Muestra. La Hispalense, con su oferta de convertir los muñones de cemento en unos jardines colgantes de Babilonia y en miradores para pájaros, no pensaba ni en los vecinos ni en Sevilla, sino en ella misma: ahorrarse la vergüenza y, sobre todo, el coste del derribo. No ha colado su plan porque está más que calada tras seis años de pleitos con unos vecinos a los que en su soberbia amenazó con exigirles 10.000 euros por cada día de parón a su obra faraónica. Con la decisión del TSJA impera la justicia y el sentido común. Lo contrario habría sido primar la ilegalidad.

Los Pinzón

En actos dedicados a la Expo se ha dicho que hubo un boicot inicial de Sevilla. Fue al revés, como bien ha recordado el exalcalde Uruñuela. Cuando en sus albores me encargaron coordinar un suplemento periodístico semanal sobre el evento y acudí a la Organizadora a contarle el proyecto y pedir apoyo, Chris Fisher, el inglés puesto por la multinacional norteamericana Burson Marsteller como supervisor de comunicación, intentó, para asombro del periódico, disuadirnos de hacer algo. Según él, el recinto de la Muestra no era más que un inmenso campo de obras allende el Guadalquivir que no tenía interés para la opinión pública salvo cuando el día inaugural (¡y para entonces faltaban cinco años!) se descorriera el telón como en un cine y nativos y turistas exclamaran un ¡oh! de admiración. Como alternativa, Fisher, totalmente en serio, me propuso que el periódico patrocinara entre los lectores un concurso con premios sobre los hermanos Pinzón, por ser andaluces y más desconocidos que Colón. La Expo de Pellón no quería luz y taquígrafos, sino manos libres en la Cartuja.

Converso

A pesar del homenaje que con motivo del XX aniversario le organizó la SER, Felipe González no fue el padre espiritual de la Expo, sino que, como San Pablo camino de Damasco, se cayó del caballo y pasó de principal objetor a su apóstol. Socialistas de aquella época recordaban cómo tardaron ocho meses desde el primer Ayuntamiento de la Democracia, merced al impulso de Rodríguez Almodóvar como primer teniente del alcalde Uruñuela, en vencer la inicial oposición del presidente a seguir la aventura de la Expo, que sobre el papel se había iniciado con la petición formal del Consistorio hispalense el 26 de enero de 1981. Hay que ponerse en su lugar: España venía de una asonada golpista y de unos Pactos de la Moncloa, y González decía que no había dinero para tamaña empresa. Así se mantuvo en sus trece, hasta que, quizás por la influencia de Guerra, que vio la Expo como pretexto para relanzar el país ante el mundo, el 15-6-1983 su Gobierno presentó ante el BIE el proyecto conjunto con EEUU. Luego, quien se cayó del caballo fue Chicago y Sevilla se quedó con la exclusiva.

Reparación

Si, como dijo Zoido en el homenaje que con la excusa de la Expo le tributó la Cadena SER, “parte de la historia de Sevilla del siglo XX la hizo y la escribió con letras de oro Felipe González”, ¿por qué en el anterior mandato municipal el PP, con el propio Zoido a la cabeza, vetó que el Ayuntamiento le otorgara el título de Hijo Predilecto de Sevilla?  En aquel entonces, con gran irritación de los peperos, taché tal actitud de torpeza política y de mezquindad. Cuatro años después, con su participación y sus palabras en el homenaje, Zoido ha rectificado y reparado el error, en gesto que le honra. Sin embargo, le han faltado los reflejos que sí tuvo al  adelantarse y pedir la Copa Davis de tenis para, en vez de una emisora de radio, haber sido él quien capitaneara una iniciativa similar, y aun la superara anunciando en dicho acto públicamente lo que, demostrando mucha mayor agilidad, le ha tenido que pedir al día siguiente Espadas: el reconocimiento oficial de la ciudad a uno de sus hijos que, con sus luces y sombras, es una figura histórica de la Transición.

El borrador

Es absolutamente falso que el Ayuntamiento no haya hecho nada para preparar el aniversario de la Exposición Universal, que se cumple el viernes. La semana pasada inició su particular homenaje a la Muestra imitando las prácticas de (in)comunicación de Pellón. Recuerdo que cada vez que publicaba un documento comprometedor para la Organizadora, inmediatamente sus asesores de la Burson Marsteller saltaban diciendo que aquel papel no era nada definitivo, sino sólo un borrador previo y sin importancia. Pues el Consistorio, igual. El jueves anunció mediante nota oficial el nuevo horario de cierres de las terrazas y las sanciones por los veladores, y tras la bronca de vecinos afectados por los ruidos y de los hosteleros que quieren más madera, reculó en 24 horas con la excusa de que se trataba sólo de un borrador, de “un punto de partida y un proceso que se acaba de iniciar”. ¿Y desde cuándo se envían notas oficiales sobre los borradores? Zoido lleva diez meses liado con el borrador de su proyecto para cambiar Sevilla. A ver cuándo lo acaba de pasar a limpio de una vez.

Sevilla perdió el AVE

A mediados de los 80, una consultora  recibió del Gobierno presidido por Felipe González el encargo de sondear la opinión sobre el proyecto de construir una línea ferroviaria de alta velocidad similar a la del TVG francés y a la del tren-bala japonés. La pregunta del millón, si era más lógico tenderla entre Madrid y Sevilla pensando en la por entonces futurible Expo-92 o entre las dos ciudades más ricas, importantes y pobladas de España, Madrid y Barcelona, para luego conectarla con Europa.
Contra la lógica económica, demográfica (clientela potencial), internacional (acercamiento a Europa) y hasta política (satisfacción del nacionalismo catalán), González decidió  que el primer AVE uniera Madrid con Sevilla a través de un nuevo acceso ferroviario a Andalucía, distinto de Despeñaperros (Brazatortas) y con vía de ancho internacional y no ibérico.
Una leyenda apócrifa cuenta que González obró así consciente de que, más tarde o más temprano, la alta velocidad tendría que prolongarse  hasta Barcelona, pero que, dado el multimillonario coste de la infraestructura y de los trenes, si entonces daba prioridad al eje Madrid-Cataluña, Sevilla y Andalucía volverían a quedar preteridas durante decenios.

AGRAVIO COMPARATIVO

Como nuestro país carecía de conocimiento  suficiente para abordar un proyecto que revolucionaría el ferrocarril (el AVE se convirtió hasta en un atractivo turístico ‘per se’, por el mero placer de viajar a 300 Kms/hora), dos multinacionales, una francesa –Alstom-, y otra alemana –Siemens- fueron las encargadas de materializarlo, no sin maletines de por medio.
El ‘antilógico’ AVE Madrid-Sevilla en vez del ‘natural’ Madrid-Barcelona, englobado dentro del ‘paquete’ de la Expo-92, fue otro de los motivos del agravio comparativo contra Sevilla que ha condicionado en los últimos veinte años las inversiones públicas en nuestra ciudad y provincia, hasta el punto de que sólo en uno de estos ejercicios la media invertida por habitante superó la media nacional. Tres lustros después de clausurada la Muestra, el déficit inversor sufrido por Sevilla ya superaba los 6.000 millones de euros, cifra casi equivalente a toda la invertida en el conjunto de Andalucía (y no sólo en Sevilla) previamente al 92.
El mensaje implícito era que como Sevilla había gozado de unas inversiones sin parangón (el dinero destinado a preparar Barcelona y Cataluña para las Olimpiadas de aquel mismo año jamás fue cuestionado), había que medio cerrarle el grifo público a partir de entonces .
La mayor virulencia contra la Expo y sus supuestos privilegios provino del País Vasco y de Málaga. Cuando Rojas Marcos lanzó la idea de organizar unos Juegos Olímpicos contando con las infraestructuras legadas por el 92,  Arzallus, por entonces presidente del PNV, montó en cólera y planteó públicamente que si Sevilla iba a tener “una Expo todos los años”. Curiosamente, es la misma expresión que usa el alcalde malagueño, Francisco de la Torre, cada vez que Zoido habla de una ley de capitalidad para nuestra ciudad. “Eso equivaldría –ha dicho- a regalarle una Expo cada año”.

ESCUELA DE APRENDIZAJE

La línea del AVE Madrid-Sevilla, justificada por la Exposición Universal, se inauguró el 14 de abril de 1992. Durante más de un decenio fue la única existente y, por tanto, el banco de pruebas donde se ensayaron todo tipo de mejoras y donde España aprendió a crear su propia tecnología de la alta velocidad.
Gradualmente se fueron batiendo récords  uno tras otro y cuando se superaron los 356 kilómetros/hora y la velocidad  comercial se fijó en 300 Kms/hora, el tiempo de viaje entre las dos ciudades se redujo de las casi tres horas iniciales a poco más de dos.
En pura lógica, el monopolio sevillano de la alta velocidad debería haber generado alrededor de Sevilla toda una industria ferroviaria avanzada equivalente a la del A400M en la aeronáutica, pero quizás por no alimentar aún más la leyenda negra antisevillana se dejó escapar una oportunidad histórica , y el ‘Know how’ acumulado en la explotación de la línea y la operación del AVE se fue transfiriendo a todo el país, a medida que al cabo de once años se inició la construcción de nuevos tendidos, hasta el punto de que hoy España es la nación europea con más kilómetros de alta velocidad abiertos (2.600) y en construcción (1.800), y un referente mundial, puesta de ejemplo por Obama.

FUERA DE SEVILLA

Mientras Zoido  quiere buscar un futuro industrial en el nonato Plan Estratégico, será Málaga, y no Sevilla, la que, en una de las últimas decisiones del Gobierno Zapatero, albergue en la vega de Antequera el anillo de ensayos de la alta velocidad más grande del mundo, con 55 Kms. de longitud y capacidad para probar prototipos que alcancen los 520 Kms./hora, cuando ninguno de los existentes permite superar los 270. Además, tendrá otros tres anillos para distintos anchos y tipos de trenes, e incluso para Metro y tranvía. El proyecto requerirá más de 400 millones de euros y generará 7.000 empleos.
El pasado día 14 de enero, gracias a la experiencia adquirida desde 1992, un ‘pool’ de empresas españolas se adjudicó el mayor contrato de nuestra historia en el extranjero: la construcción en Arabia del ‘AVE de los peregrinos’ entre Medina y La Meca por 6.737 millones de euros, con una exportación de tecnología nacional por 2.700 millones. El AVE ‘de la Expo’ retorna así el equivalente, e incluso más, de lo que costó.
Paradójicamente, gran parte de esos petrodólares recalarán en el País Vasco (Talgo fabricará sus trenes en Alava) y en Málaga (Renfe Integria haría lo propio en Los Prados), los dos territorios más críticos con la Expo y con Sevilla.
Pero la leyenda negra continúa.